Y la mirada de ese “otro” por parte de los que ya tienen el shopping center cerca es que “la culpa” la tienen los mismos que deciden vivir allí.
En algunos lugares de Lima se venden casas de madera desmontables.
La Asociación de Centros Comerciales del Perú proyectó que para el 2015 el país podría llegar a 100 “shopping malls”. Según las estimaciones de la misma organización, en el 2012, Lima llegó a 34 centros comerciales mientras que en el resto del país la cifra fue de 23. Este boom ha generado un ambiente “comercial y de ofertas” en la capital y en el país. Cuando visité la Ciudad de los Reyes para las fiestas de fin de año del 2012 algunas personas me decían “Lima ha cambiado, estamos progresando, si hasta Villa El Salvador ya tiene su Plaza Vea”(1).
La Lima caótica de los ochenta cambió su rostro con las reformas que se empezaron a mediados del 90, particularmente, con la gestión edil de Alberto Andrade. Hoy funcionan el Tren Eléctrico y el Metropolitano como alternativas para aliviar el transporte, los centros comerciales cambian el duro paisaje urbano en los llamados “conos” (2), la “cultura del cemento” abre vías y bypass, la televisión peruana persiste con series que reflejan la vida cotidiana de los barrios populares con mensajes de “lucha y superación”. A eso sumar, la Vía Parque Rímac, un megaproyecto que tendrá una inversión de más de 700 millones dólares. La obra busca recuperar el Río Rímac (principal fuente de agua), áreas verdes e interconectar vialmente a 11 distritos de los más de 40 que hay, sin olvidar, la construcción de un túnel debajo del río antes mencionado. Fuera del país no falta quien quede gratamente admirado de la capital peruana.
Quizá por esto los conos este, norte y sur padecen cada vez más de las invasiones. Si el rostro cambia en la Lima donde se concentran los recursos, allá donde no llega aún, el rostro de Lima sigue siendo fiero. En Villa María del Triunfo, hace dos años, los cerros empinados y secos ya cuentan con cientos de nuevas casas de colores, no de concreto sino de madera, calamina y esteras, fruto de estas invasiones. Hace algunos años atrás estudiantes de comunicación de la PUCP (3) realizaron un reportaje en el Asentamiento Humano El Paraíso, que no es reciente, ya tiene casi una década de estar entre los cerros villamarianos.
Los pobladores demandan urgentemente agua. Actualmente lo reciben de los “aguateros” (camiones cisternas) cada siete días y a dos soles cincuenta un cilindro (un dólar). Aprovechando la fuerte neblina del lugar, hombres y mujeres construyeron un sistema llamado “atrapanieblas”, en el que el agua se recibe a cuentagotas en pozos. Evidentemente eso no alcanza. Si esto pasa con los asentamientos humanos que tienen 10 o 15 años de haberse instalado, ni qué decir de los otros cerros de Villa María que se copan más de invasiones recientes. Con el tiempo demandarán agua, desagüe, luz, centros médicos, transporte. Y con el tiempo también serán la plataforma clientelista de los políticos y, seguramente, se inaugurarán “escaleras amarillas” (4) entre fotos y aplausos. Este ejemplo, no es un tema de Villa María del Triunfo, la cruda realidad sucede en Carabayllo, Comas, Ventanilla, Villa El Salvador, Pachacamac, donde se asientan los distritos más populosos de Lima.
Pero en los medios de comunicación solo se habla de este tema cuando hay gases lacrimógenos, palos y piedras, por algún desalojo. Y la mirada de ese “otro” por parte de los que ya tienen el shopping center cerca es que “la culpa” la tienen los mismos que deciden vivir allí. Son los nuevos discriminados, de aquellos que anteriormente vivieron los rigores del discrimen pero que hoy se “sienten parte” de la ciudad. Nadie aborda el tema de fondo de las invasiones en Lima: ¿hay autoridades municipales involucradas en la venta de terrenos del estado? ¿quiénes son los traficantes de tierra, que incluso, trabajan como operadores políticos para ciertas autoridades nacionales o locales cuando llegan las campañas electorales? ¿cuántas denuncias sobre tráfico de tierras existen en el poder judicial? Y, principalmente, ¿quién le pone freno al crecimiento monstruoso y desordenado de esta ciudad en medio del desierto llamada Lima?
Esa es la Lima que se mira cuando acercamos la lupa, que sin duda puede ser la realidad de muchas ciudades en América Latina. Quizá muchos limeños y limeñas “sienten” que “vamos mejorando”, sin darnos cuenta, que la población económicamente activa (PEA) en el Perú es de 15 millones de peruanos y peruanas, donde siete millones tienen tarjetas de créditos activas, y de ese total, dos millones tienen deudas a través de sus plásticos, según la Asociación de Bancos (ASBANC). Po otra parte, la Central de Riesgos asegura que el 60% de esos deudores tienen entre 20 y 35 años Y debe haber otra realidad si tenemos que hablar del sobre endeudamiento por el mal uso de estas tarjetas, además del abusivo juego de las financieras que hacen del préstamo una necesidad entregándolo a quienes por su nivel de ingresos no pueden asumir la deuda, sin embargo, les van ampliando el límite del crédito progresivamente.
Lima es un shopping center, donde te endeudas con la tarjeta, en un mundo de ofertas y promociones. Mientras que “los sin agua”, por ejemplo, esperan tener una tarjeta para “sentirse parte de la ciudad” o que al menos el shopping esté cerca de casa.
(1) Villa El Salvador se encuentra al sur de Lima, en medio de los arenales del desierto. Plaza Vea es uno de los supermercados que hay en Perú.
(2) Se les llama “cono” a los distritos que se encuentran al extremo de la capital y del Centro de Lima. Por ejemplo, son del “cono norte” los distritos que se encuentran en el extremo norte de la ciudad.
(3) PUCP. Siglas de Pontificia Universidad Católica del Perú, una de las universidades más prestigiosas del país.
(4) “Las escaleras amarillas” han aparecido en varios cerros de la ciudad. La última gestión edil (Castañeda Lossio) implantó este sistema para que los pobladores puedan subir con seguridad a sus casas. Para algunos analistas significó una medida clientelista ya que los problemas de fondo de los pobladores de lo “cerros” no se atendían, como el agua. La actual gestión de Susana Villarán continúa con la “inauguración” de escaleras.