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lunes, diciembre 23, 2024

La CONAIE. Pablo Ospina Peralta

La CONAIE

Pablo Ospina Peralta

Hace apenas dos días, el presidente Rafael Correa recibió en la plaza de la independencia una marcha de la Federación Ecuatoriana de Indios, FEI. Aprovechó la oportunidad para criticar a la CONAIE, que según él ya no representa a los pueblos indígenas. El pueblo indígena, el verdadero, según el presidente, estaba ahí, en la plaza, con él. Dio a entender que no devolverá el “bastón de mando” que a inicios del año 2007 le entregara la CONAIE porque, según dijo, le fue entregado por el verdadero pueblo indígena y no por sus desacreditados dirigentes.

Pocas semanas atrás, el Congreso de la CONAIE, reunido en el Puyo, había designado, luego de apretadas elecciones, a Humberto Cholango, ex – presidente de la filial de la sierra, ECUARUNARI, y miembro del pueblo Cayambi, como presidente. Por primera vez en su historia, algunas delegaciones de la costa y de la Amazonía abandonaron las sesiones del Congreso, descontentos con los resultados. También por primera vez, hubo tres candidatos a la presidencia. Curiosamente, uno de los ejes de los debates entre las distintas tendencias en pugna era el de las mutuas acusaciones de gobiernismo. En efecto, AukiTituaña, el ex – alcalde de Cotacachi, que había perdido las primarias en la sierra, pero desconociendo el compromiso firmado, se volvió a presentar como candidato con el apoyo de varios grupos amazónicos, acusaba a Cholango de no ser lo suficientemente radical en el enfrentamiento al régimen. Por su parte, Humberto Cholango denunciaba que el gobierno quería la elección de un consejo de gobierno débil en la más grande de las organizaciones populares del Ecuador. Al final, ningún grupo apoyaba al gobierno ciudadano de Rafael Correa. En ese punto, la unanimidad no tuvo fisuras.

Entonces, por un lado, el presidente acusa a la dirigencia de la CONAIE de no representar a sus bases, mientras que, por otro lado, en el Congreso de la organización indígena los 1.500 representantes de todas las tendencias existentes se disputan en la competencia por decidir quién está más decididamente en la oposición. ¿Está la CONAIE en crisis? ¿Proviene esa crisis de la discrepancia entre un gobiernismo de las bases y un anti – gobiernismo de las dirigencias de todas las tendencias?

En las elecciones nacionales del año 2006, Luis Macas obtuvo un poco más del 2% de los votos. Ese resultado se consideró una prueba de la debilidad de la organización. Pero esos resultados electorales no son tan claros. En las elecciones seccionales de ese mismo año, Pachakutik, el partido ligado a la CONIAE, obtuvo los mejores resultados de su historia: ganó 31 gobiernos municipales, cinco prefecturas provinciales y, con casi el 12% de electos, quedó en segundo lugar en cuanto al número de representantes a las juntas parroquiales rurales superando al Partido Sociedad Patriótica, al PRIAN y al Partido Social Cristiano. Como punto de comparación, conviene recordar que en su momento de mayor poder, en las elecciones seccionales del año 2000, donde obtuvo uno de sus mejores resultados electorales, obtuvo tan solo 26 alcaldías.

¿Cómo entender semejante paradoja? La fortaleza de un movimiento social no se mide con la vara de los resultados electorales. Alvaro Noboa, Sixto Durán Ballén, Jamil Mahuad o Rodrigo Borja, fueron dirigentes que consiguieron muchos votos pero jamás tuvieron capacidad de movilización social. Inversamente, el movimiento obrero ecuatoriano de los años 1980, capaz de paralizar el país en varias de las huelgas generales más combativas de la historia contemporánea, jamás lograron proyectar a uno solo de sus dirigentes en la arena electoral. Algo similar ha ocurrido con muchos movimientos sociales del mundo. Que un movimiento social no pueda controlar el comportamiento electoral de sus bases movilizadas está lejos de ser un indicador de crisis. Las bases de la CONAIE pueden votar por Rafael Correa (o incluso por Lucio Gutiérrez o por Álvaro Noboa, como de hecho lo hacen) y seguir confiando, actuando y movilizándose en su organización social.

Las fortalezas y debilidades actuales de la CONAIE hay que verlas mucho menos en esos indicadores electorales que en otros procesos subyacentes y de largo plazo. La principal debilidad actual de la organización, por comparación con lo que podía hacer en los años 1990, tiene que ver con la pérdida de su capacidad de convocar, aglutinar y eventualmente dirigir al conjunto de fuerzas y sectores sociales que se oponían al neoliberalismo. Hoy la CONAIE no es más ese polo de atracción de la fuerzas plebeyas movilizadas por la resistencia al ajuste. Sigue siendo la organización popular más grande del país, pero su fuerza de irradiación más allá de los límites de su propia militancia, aunque no ha desaparecido, sin duda, disminuyó. Esta es la verdadera razón subyacente del debilitamiento electoral nacional: la CONAIE ya no está en posición de articular el conjunto de alianzas que le permitió los éxitos electorales de los años noventa. Lo que le queda son los votos de sus bases y su militancia propia; por eso decrece su votación nacional y aumenta su votación local.

El proceso subyacente más importante que amenaza el futuro del movimiento es el conjunto de transformaciones en la condición social de los indígenas. Un mundo rural cada vez más variado y abierto a la diversidad ocupacional, al turismo, las artesanías y la migración temporal. Una creciente presencia de profesionales, profesores, abogados e intelectuales que requieren estructuras novedosas de encuadramiento organizativo. Una urbanización acelerada de sus bases populares que se dedican no solo a la industria de la construcción, sino también al pequeño comercio. Un crecimiento vertiginoso de las actividades financieras ligadas a cooperativas, cajas de ahorro y a la provisión de servicios en las zonas rurales. El resultado acumulado de esos cambios sociales profundos no está siendo acompañado de cambios análogos en las estructuras organizativas de la CONAIE, todavía asentadas fundamentalmente en las comunidades campesinas rurales. Las reivindicaciones agrarias, la sed de agua y la defensa de los territorios seguirán siendo decisivo y fundamental, por supuesto. Pero la agenda política tiene que diversificarse tanto como su militancia.

Sin embargo, en el marco de todos esos cambios, desafíos y amenazas, la organización conserva una gran fortaleza, también subyacente y poco resaltada por los críticos interesados. La organización conserva y cultiva todavía una red de cuadros medios y de base muy numerosa, vital y creativa. Esa red es capaz de reinventarse y superar fracasos parciales u ocasionales como una mala elección o una convocatoria fallida a algún levantamiento poco preparado. Esa red de cuadros es capaz de moverse en contextos de repliegue estratégico como el actual y fortalecerse desde lo local, como se hizo en los años 1980. Y el gobierno, con su política de enfrentamiento, de desgaste y de intentos cada vez más sistemáticos de deslegitimación y división, al final de cuentas parece estar contribuyendo a que esa red de cuadros cierre filas en defensa de lo que ha sido una construcción social que tomó décadas de esfuerzos. Por eso en este último Congreso nadie podía defender a un gobierno que actúa como el peor de los enemigos. La CONAIE es un patrimonio histórico del pueblo ecuatoriano y eso es algo que el presidente no respeta ni entiende.

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2 COMENTARIOS

  1. tremenda mente acertado el articulo, esta claro que una de las políticas trasversales del régimen actual en Ecuador es la absorción de las organizaciones y movimiento sociales …Henrry desde Santiasko de $hile ja ja

  2. Muchas gracias por este artículo. Ya era hora de encontrar un balance equilibrado, claro, en medio de tantas expresiones de racismo por una mal entendida lealtad a un régimen que no se ha caracterizado por su lealtad con la gente que le dio el poder.

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