A inicios de 2020, veíamos como China hacía cuarentena para evitar que un virus se propagara. Era una película de ficción y el virus parecía que estaba lejos. Dos meses después, ese virus llegó también al país y a América Latina. Tiempo después, las restricciones para disminuir el contagio llevaron a las frágiles economías de personas, empresas y países a pique, castigando a los de siempre, entre ellos, las mujeres: 13 millones de ellas, en América Latina y el Caribe, fueron expulsadas del mercado laboral el año pasado, poco más que toda la población de Bolivia.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, explicó que los impactos del covid-19 supone para las mujeres diez años de retroceso en su participación en el mercado laboral. En 2019, la participación era del 62,5% y para 2020 cayó a 57,2% en América Latina, seis (6) puntos porcentuales menos.
Pero no solo es la pérdida del trabajo, es el “desaliento” a la hora de intentar volver al mercado laboral en el que se le han cerrado las puertas o porque las labores de cuidado no las dejan volver. El director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Vinicios Carvalho, explicó que de estas 13 millones de mujeres que perdieron sus empleos, un millón sigue buscando volver al mercado laboral, pero hay 12 millones de mujeres que desaparecieron como fuerza de trabajo. “Son 12 millones de mujeres que no están buscando empleo, es una disminución de la fuerza laboral sin precedentes. Algunas podrán volver a la economía cuando todo mejore, pero, ¿qué va a pasar con las demás?”, destacó el representante de la OIT durante el evento Inclusión digital de las mujeres y trabajo decente en América Latina en la era covid-19.
Esta masiva salida de las mujeres del mercado laboral, además de la obvia contracción de la ocupación, se debe a que “se ha exacerbado la carga de cuidados no remunerados para las mujeres”, sentencia la representante de la Cepal.
Ahora, habrá quienes digan: ¡pero pueden teletrabajar!
Teletrabajo y baja conectividad
Otra de las brechas que evidenció la pandemia por covid-19 es el acceso a Internet, es decir, la conectividad. Las dificultades están marcadas por la carencia de ingresos propios, altos costos del servicio de banda ancha, bajo acceso a los dispositivos (computadora o tablet) y menores destrezas digitales, sobre todo en los quintiles más pobres.
En la proporción del ingreso del hogar, el monto que se destina al servicio de banda ancha, en el promedio latinoamericano es del 11,6% y en el Ecuador del 9,1%. En el servicio de banda ancha móvil, es del 14,3% para la región y del 16,1% para el país. A modo de comparación, en Chile el servicio de banda ancha le cuesta a una familia el 4,0% de sus ingresos y para la banda ancha móvil el 5,5%.
La falta de conectividad y las brechas tecnológicas obstaculizan el teletrabajo, principalmente a las mujeres que son quienes se han quedado en casa y han sido expulsadas del mercado laboral. En el Ecuador, un 21,9% de las mujeres podrían tener la alternativa de teletrabajar, pero debido al bajo nivel de conectividad del país, la posibilidad disminuye al 6,5%.
En el análisis de la brecha de acceso a Internet, quienes están en el quintil de ingresos más bajos tienen una menor posibilidad de acceder a la Internet fija y móvil, sobre todo el sector de mujeres sin ingresos propios que en América Latina representa el 39.1% de las mujeres y, en el Ecuador, el 44.3%.
¿Hay soluciones?
Con el objetivo de afrontar ese retroceso de las mujeres en la participación en el mercado laboral, la Cepal sugiere a los países primero hacer un análisis del impacto de la pandemia diferenciando entre hombres y mujeres respecto de la situación laboral en sus territorios. Esto con el fin de pensar en medidas diferenciadas de solución.
No obstante, Bárcena detalló cuatro acciones concretas: 1) Pacto fiscal para la igualdad; 2) Transformación digital incluyente; 3) Recuperación efectiva con empleo para las mujeres; y, 4) Economía del cuidado dinamizadora.
Las medidas inmediatas, según la Cepal, son la entrega un ingreso básico de emergencia para mujeres que salieron del mundo laboral en 2020 y una canasta básica digital a 40 millones de hogares en América Latina.
Con la canasta digital, cuatro de cada 10 mujeres se pudieran beneficiar en la región y en el Ecuador. Esta medida tendría un impacto del 1,4% del Producto Interno Bruto (PIB), y aliviaría la situación económica del 50,9% de las mujeres en América Latina.
Otra de las sugerencias del organismo regional es promover medidas de estímulo fiscal orientadas a proteger particularmente a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) de mujeres e incluir medidas afirmativas para el acceso de las mujeres a contrataciones y compras públicas.
Una sola pregunta quedó al final del panel virtual de ONU Mujeres: ¿Cómo asegurar que las mujeres vuelvan al mundo laboral remunerado?
“Organizando la responsabilidad de los cuidados. Necesitamos separar los espacios. La economía del cuidado cuesta y hasta ahora la han subsidiado las mujeres. Los cuidados no son un problema solo de las mujeres”, concluyó Bárcena.
“Son 12 millones de mujeres que no están buscando empleo, es una disminución de la fuerza laboral sin precedentes. Algunas podrán volver a la economía cuando todo mejore, pero, ¿qué va a pasar con las demás?”
–Vinicios Carvalho, director OIT