Informe de Coyuntura del CEP (Comité Ecuménico de Proyectos)*
Diciembre 2017
En memoria de Jorge León Trujillo, amigo y maestro
El desenlace de una telenovela
Como toda radionovela, ha ocurrido poco a poco, a cuentagotas, por capítulos, en una sucesión de agónicas escenas de traición e infidelidad[1]. El momento culminante de la división de Alianza País fue, como cabía esperar, la convocatoria a consulta popular el 2 de octubre de 2017, cuyo principal objetivo es borrar el dominio correísta sobre las instituciones estatales de control de cuentas y de parte del aparato judicial. A partir de entonces, la dimensión de los bandos se aclaró: dos tercios de los asambleístas de Alianza País se quedaron con Moreno y un tercio con Correa. Al momento de escribir estas líneas está claro que Lenin Moreno está ganando con gran diferencia la partida de ajedrez: eludió hábilmente el filtro en el que Rafael Correa confiaba más para impedir la consulta, la fidelidad de los magistrados de la Corte Constitucional, se aseguró el control del partido de gobierno una parte de cuya directiva intentó removerlo, y todas las previsiones hacen pensar que el 4 de febrero próximo tendrá un resultado electoral favorable. En un país de paradojas, resulta ahora que el único movimiento político que se opone a la consulta es una parte del partido del presidente que la convocó.
La razón de esta (hasta ahora) contundente victoria del ala morenista no es solo su llamativa habilidad para la negociación sino un par de circunstancias objetivas. La primera es que virtualmente todo el espectro político de la oposición lo apoya. Al margen de las notables discrepancias que a izquierda y derecha existen sobre las políticas de fondo de Lenin Moreno y la insatisfacción sobre los resultados del diálogo político abierto desde el 24 de mayo, la prioridad es la descorreización del Estado. En ese objetivo, no solo la mitad del partido de gobierno está con el presidente sino todos los partidos, organizaciones y movimientos políticos y sociales que sufrieron agravios durante la década pasada. La segunda es que Alianza País, como movimiento político, nació, creció y vivió siendo altamente dependiente del control del aparato del Estado. El régimen de Rafael Correa nunca tuvo entre sus prioridades construir un movimiento político orgánico digno de tal nombre. El centro de todos sus desvelos fue el Estado, no el partido ni una organización o una sociedad civil que le sobreviviera. A la hora de la verdad, cuando había que medir fuerzas, el control del aparato estatal pesa más que el carisma personal, el liderazgo individual o las promesas de fidelidad. Pesa exactamente en proporción de dos a uno.
En política el porvenir es largo; ninguna victoria es segura ni dura para siempre. El cálculo del ala correísta es que un gobierno incapaz, indeciso e inepto con el tiempo hará que el electorado añore al brillante padre fundador de la revolución ciudadana. Si el sacrificio requerido a los fieles es grande, en el próximo futuro los profetas del desierto serán recompensados. Las lágrimas del divino líder temporalmente en desgracia serán enjuagadas y su llanto abonará la cosecha de mañana.
Ahora bien, si esta batalla interna marcó los últimos seis meses, si la necesidad de contar con una base propia de respaldo político explica gran parte de las principales acciones del gobierno de Lenin Moreno, si todos los indicios señalan que está ganando la batalla, ¿cuál es el significado de la contienda? ¿Es el proyecto político de Lenin Moreno distinto al de Rafael Correa? ¿Qué podemos esperar de su gobierno?
Los significados de una traición
Es totalmente inadecuado interpretar la división en Alianza País como una fractura entre la izquierda y la derecha del partido[2]. Más allá de que hay algunos intelectuales de izquierdas en ambos bandos y que las credenciales de una juventud de militancia radical son mucho mayores en Moreno que en Correa, el argumento esencial para desechar esa interpretación es otro. Las políticas económicas cada vez más favorables a los grandes empresarios se habían fortalecido en Alianza País mucho antes de la salida de Rafael Correa. Lenin Moreno sin duda alguna mantendrá o incluso profundizará el giro pragmático de la política económica, pero todo hace pensar que lo hará siguiendo el surco de la presión abierta por la crisis fiscal. De hecho, igual que durante el gobierno de su predecesor, los economistas ortodoxos le critican su indecisión para reducir el déficit fiscal, reducir impuestos y favorecer la inversión extranjera[3]. Nada nuevo bajo el sol. Además, en algunos campos, como la criminalización de la protesta social o la criminalización de las mujeres que abortan, Lenin Moreno está claramente a la izquierda de Rafael Correa[4].
Una interpretación alternativa fue mencionada por el propio Rafael Correa. El ex presidente dijo que la traición de Lenin Moreno obedecía a que un grupo de dirigentes de la Sierra no le perdonaron rodearse de hombres de confianza y de un vicepresidente de la Costa[5]. Es verdad que el círculo más influyente en el gobierno de Lenin Moreno parece estar formado por gente de la Sierra mientras el de Correa estaba formado por costeños. Pero ¿sería ésa una razón suficiente para arriesgar una ruptura política semejante, tan peligrosa como incierta? Y si el problema es la cantidad de dirigentes de la Sierra, ¿por qué eso le molesta tanto a Rafael Correa como para atacar al gobierno de Lenin Moreno desde el primer día? La descalificación implícita al adversario por la importancia adjudicada a semejante razón descalifica sus propias razones para la ruptura.
Alejada de ambas lecturas, la interpretación que propongo es que con el cambio de gobierno se produjo en Ecuador un desplazamiento dentro de la coalición gobernante. Nadie, ni siquiera los más poderosos sectores empresariales pueden gobernar solos. Siempre hay, en todo gobierno, una mezcla variable de grupos empresariales, tecnócratas, políticos profesionales y grupos ideológicos. Las coaliciones, informales y cambiantes, no siempre integran a todos los beneficiados de las políticas de gobierno pero sus integrantes pueden distinguirse por la facilidad con que acceden a la toma de decisiones políticas y económicas estratégicas[6].
Durante el neoliberalismo, entre 1992 y 2006, los grupos empresariales que más claramente formaron parte de la coalición dominante fueron los banqueros y agro-exportadores. La medida económica que más debilitó la hegemonía de estos sectores empresariales fue la dolarización, adoptada en enero de 2000, que privó a ambos de su principal fuente de ganancias. La medida favorece a los importadores, desalienta las exportaciones y retira a los bancos la posibilidad de especular con los tipos de cambio. En 2006 ese debilitamiento se expresó en un gobierno, el de la revolución ciudadana versión Rafael Correa, que ya no integró en la coalición a ninguno de los dos. Las enormes utilidades de la banca durante el correísmo no pueden ocultar el hecho de que su gobierno se caracterizó por un constante conflicto con los principales banqueros del país. Las insólitas ganancias del sector financiero provinieron de la financiación de las importaciones y del auge del sector inmobiliario y no de sus buenas relaciones con el gobierno. Al sector agro-exportador, por su parte, se le concedió el tratado de libre comercio con la Unión Europea, como exigía desesperadamente, pero no podemos olvidar que la firma ocurrió tardíamente y luego de muchas vacilaciones. Un gobierno plenamente comprometido con el sector agro-exportador hubiera firmado ese tratado mucho antes y con menos vaivenes.
El correísmo expresó, entonces, una coalición gobernante diferente a la del neoliberalismo. Sus sectores hegemónicos variaron a lo largo de la década, sin embargo, se pueden distinguir cuatro grupos que formaron el corazón de la coalición gobernante. El primero fue un núcleo de intelectuales y militantes de izquierdas, algunos ligados por años a movimientos sociales, sindicales e indígenas, que constituyó el núcleo de los estrategas del buró político de Alianza País hasta la culminación de la Asamblea Constituyente a fines del año 2008. Después de la aprobación de la Constitución, muchos de ellos se alejaron del gobierno pero varios se quedaron. Con el paso del tiempo, sin embargo, los que se quedaron fueron perdiendo progresivamente la hegemonía que alguna vez tuvieron. Este primer grupo le otorgó al correísmo su inicial perfil heterodoxo, un perfil que le valió la simpatía de las izquierdas latinoamericanas y mundiales.
El segundo grupo fue el de un conjunto de tecnócratas más o menos progresistas, en todo caso decididamente estatistas, cuyo poder derivaba de la capacidad de aumentar la autoridad de las instituciones del sector público. Por eso son estatistas. El propio Rafael Correa, sin ninguna tradición ni cercanía con ningún movimiento social ni militancia de izquierdas, expresó bien a este grupo del que se rodeó y cuya influencia creció con el tiempo. Su presencia le otorgó al gobierno un perfil de eficiencia técnica, muchas veces más aparente que real, pero lleno de cifras, de presentaciones en power point y de profundo desprecio por la ignorancia popular. Animado como está por una aristocrática desconfianza hacia los “intereses particulares” de todos los actores sociales, los considera potencialmente mafiosos y a veces incluso quisiera independizarse de los políticos en nombre de la técnica y el saber experto. La ciencia y el conocimiento deben reinar por sobre quienes no tienen los conocimientos ni los méritos de hacerse cargo de sí mismos. Este perfil ideológico era claramente distinguible en el gobierno desde el principio, pero se volvió dominante conforme la dinámica política del Ecuador concentraba poder en la figura presidencial. Rafael Correa no era un tecnócrata que despreciara la política, al contrario, reconocía su primacía, pero coincidía con los tecnócratas de los que se rodeó en que la falta de virtud cívica y republicana de los ecuatorianos requería de un saber experto que se les impusiera desde fuera[7].
El tercer grupo era un poderoso grupo empresarial moderno, consolidado, que había ocupado posiciones relativamente secundarias durante el neoliberalismo. A diferencia de los dos anteriores, este grupo disponía de poder real en la economía. Son grupos monopólicos de importadores y empresarios cuyos principales negocios dependen de la expansión del mercado interno y cuya coincidencia con las políticas de expansión del gasto del correísmo los hizo aliados naturales del gobierno. Son empresarios con importantes conexiones internacionales como el grupo PRONACA, dedicado a la producción de carnes, embutidos y otros alimentos; el grupo SUPERMAXI y El Rosado, dedicados al comercio minorista en supermercados, con ramificaciones inmobiliarias; el grupo ELJURI, radicado en la Sierra sur del país, dedicado fundamentalmente a la importación pero también a la industria ligera[8]. El crecimiento del consumo, de las importaciones y el aumento de las clases medias los favorece inmediatamente, a diferencia de los agro-exportadores cuyo negocio no necesita ninguna política de expansión del gasto, de la demanda nacional o de los salarios. Al mismo tiempo, estos grupos empresariales despliegan una competencia descarnada y desigual con la mayoría de un país de pequeños negocios comerciales, auto-empleo y producción campesina. Las políticas económicas del correísmo expresaron muy bien el contenido contradictorio de los intereses de esta fracción empresarial, tanto “progresista” (la expansión del gasto y el consumo de clases medias crecientes) como reaccionario (destrucción del pequeño comercio y subordinación campesina a las agro-industrias y supermercados).
El cuarto grupo que integró la coalición dominante apareció públicamente desde el principio del gobierno de la revolución ciudadana pero se volvió una presencia descollante al final. Si hay un personaje que expresó perfectamente su presencia en los primeros momentos del gobierno de Rafael Correa fue su hermano, Fabricio Correa, que aseguró los fondos para la campaña de 2006 con sus contactos y con su aporte personal. Estos grupos empresariales no solo viven del mercado interno sino que su giro de negocios más importante es altamente dependiente de un proveedor específico: los contratos con el Estado. Este grupo de empresarios e intermediarios garantizaba las conexiones y la relación con el capital internacional para inversiones en sectores de bienes primarios y en la construcción de infraestructura. La presencia hegemónica de este grupo en el núcleo más estrecho de toma de decisiones estratégicas en el gobierno de la revolución ciudadana explica cosas irracionales que de otra manera serían inexplicables. Explica que en lugar de apoyar a escuelas politécnicas que se contaban entre las mejores del país, el gobierno decidiera construir una costosa y demencial “ciudad del conocimiento” planificada para desperdiciar mil millones de dólares[9]. Explica que se construyeran al menos dos represas hidroeléctricas más de las necesarias[10]. Explica que se hicieran las carreteras más caras de la historia y que cuando todavía no se había cumplido a obligación constitucional de invertir el 6% del PIB en educación (solo se llegó al 3,5% en el mejor momento) se prefiriera invertir el dinero en tres faraónicas “plataformas gubernamentales” que sirven estrictamente para nada. Este grupo, cuya cabeza política era el vicepresidente Jorge Glas Espinel, es el que está siendo desplazado en el gobierno de Lenin Moreno.
El modelo basado en el gasto irracional y el despilfarro, base del poder del grupo empresarial dependiente de los contratos públicos, era sencillamente insostenible en las nuevas condiciones de alto endeudamiento y asfixia fiscal. El desplazamiento del balance de poder interno no es tanto un acto de limpieza moral, aunque sí tiene una evidente lógica política, como una condición forzada por las circunstancias económicas. Es desembarazarse de un núcleo de autoridad política y económica dentro del gobierno que fortalece de manera desigual a los otros tres grupos. Personajes de los tres grupos han salido del gobierno mientras otros se han quedado dependiendo de las variadas conexiones con el vicepresidente que se quedó sin funciones y es muy probable que termine siendo condenado. No es claro quién se reforzará más: Lenin Moreno está buscando reorganizar aliados por todos lados, a su derecha y a su izquierda. Entregó todo el gabinete productivo a sectores empresariales. Entregó casi toda el área social a intelectuales de izquierdas. Por lo tanto, el desplazamiento en la coalición dominante no implica ni un giro a la derecha ni a la izquierda. Además, los empresarios e intermediarios desplazados podrían perfectamente ser reemplazados pronto por otros peores. Pero, aun con todas sus incertidumbres a cuestas, significa una oportunidad de disputa que se había perdido en los últimos seis años de una degradada y avasallante hegemonía de lo más nefasto del correísmo.
Resultados: la orientación del nuevo gobierno
La hipótesis de un desplazamiento dentro de la misma coalición gobernante explica el balance entre continuidades y cambios en las nuevas políticas gubernamentales. Se mantienen muchos de los funcionarios o responsables políticos del gobierno anterior, pero se cambian algunas políticas públicas y unas pocas prioridades. No se encuentran grandes cambios de fondo en las orientaciones políticas, pero se ataca una parte sustancial de la abundante corrupción existente en las altas esferas del gobierno anterior. Más que tratar de explicar la lógica de cambio y continuidad por alguna razón ideológica, hay que situarla en el contexto de los delicados equilibrios que el gobierno de Moreno debe hacer entre los que deciden quedarse y los que se van. En el vacío provocado por el desplazamiento de un grupo de poder, surge la duda de si los banqueros y los agro-exportadores, alejados durante el correísmo, serían ahora de nuevo los primeros invitados al banquete en la coalición de gobierno de Lenin Moreno. No parece haber ocurrido todavía. Los principales voceros de estos grupos, como vimos antes, han criticado la indecisión gubernamental en sus políticas económicas y fiscales.
La práctica gubernamental ha consistido en constantes actos de equilibrismo: dar siempre alguna pequeña satisfacción a todos los que reclaman pero nunca darles todo lo que piden. En las preguntas de la consulta popular es donde esto quedó más patente. A la izquierda le ofreció la prohibición completa, sin excepción, de la gran minería metálica en áreas protegidas, pero no una prohibición más amplia como pedían. Ofreció reducir el área de explotación directa en el Parque Nacional Yasuní y ampliar hacia algún lugar indeterminado 50 mil nuevas hectáreas del área intangible, pero no aceptó dejar el crudo bajo tierra como reclamaban. A su derecha también hizo algunas concesiones. Aceptó incluir la eliminación de la Ley de Plusvalía pero no incluyó la reforma o la eliminación de la Ley de Comunicación, como pedían insistentemente.
Otras medidas han mantenido el mismo patrón de comportamiento. Aceptó derogar los decretos 16 y 739 que contenían un dogal de controles burocráticos y amenazas constantes sobre las asociaciones civiles y las organizaciones populares, pero mantuvo la ambigüedad (y arbitrariedad) de las causales de disolución de las organizaciones. Aceptó incluir a los bancos privados en el manejo de la llamada “billetera electrónica”, pero no aceptó las reducciones impositivas que le exigían. Solo aceptó reducir parcialmente el monto del anticipo del impuesto a la renta dependiendo del tamaño de las empresas, algo que los gremios empresariales pedían eliminar de tajo. En síntesis, el gobierno de Lenin Moreno siempre concede un poco pero nunca a plena satisfacción de nadie. Pero a nadie ignora del todo: su política consiste en quedarse en el centro haciendo gestos y guiños para un lado y para el otro.
Algunos piensan que esta estrategia es una forma de ganar tiempo hasta vencer electoralmente en la consulta y, una vez con el poder asegurado, tomar decisiones claras. Como dijo el economista neoliberal Alberto Dahik, necesita estabilizar la aeronave antes de aplicar las medidas indispensables para apagar el incendio en el motor. Pero quizás para Lenin Moreno la necesidad sea virtud: quizás la política del picoteo a diestra y siniestra y la estrategia de la pequeña dádiva aceptable para cada cual sea su fórmula permanente para el buen gobierno manteniendo los restos de una coalición política heredada. No sería el primero en la historia en seguir una senda semejante; ni seguramente el último. Con cuánto éxito pueda hacerlo dependerá no tanto de la habilidad para la concesión y para el equilibrismo sino del grado en que el contexto de turbulencias económicas lo autorice.
NOTAS
[1] “Me siento totalmente traicionado”: Rafael Correa, Semana, 24 de septiembre de 2017, disponible en http://www.semana.com/mundo/articulo/me-siento-totalmente-traicionado-rafael-correa/541601
[2] Una primera versión de la interpretación que sigue fue formulada inicialmente en Pablo Ospina Peralta 2017. La división de Alianza País: interpretación para las izquierdas latinoamericanas. En Rebelión. 29 de agosto. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230801
[3] La insatisfacción de los empresarios y sus voceros se hizo patente en la presentación del programa económico del gobierno, el 10 de octubre de 2017 y la proforma presupuestaria de 2018. Cfr. “Por qué las medidas económicas de Lenin Moreno no convencen”, En Plan V, 16 de octubre de 2017, disponible en http://www.planv.com.ec/historias/politica/que-medidas-economicas-lenin-moreno-no-convencen
[4] Un buen artículo sobre el cambio de la política de Moreno en los hospitales públicos en Martín Pallares “Otro cambio: el aborto en curso deberá ser atendido y no denunciado”, en 4 Pelagatos, 18 de agosto de 2017, disponible en http://4pelagatos.com/2017/08/18/otro-cambio-el-aborto-en-curso-debera-ser-atendido-y-no-denunciado/ . Ver también el pedido de indulto del presidente de la Asamblea Nacional para 189 mujeres procesadas penalmente por abortar en “Enjuiciadas por abortos recibirían indultos”, El Telégrafo, 22 de noviembre de 2017,
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/judicial/1/enjuiciadas-por-abortos-recibirian-indultos. No solo eso: algo que jamás hubiera podido ocurrir durante el gobierno de Rafael Correa es que la Asamblea acogió el pedido de las organizaciones de mujeres de eliminar de la Ley contra la violencia a la mujer las referencias a la ilegalidad del aborto, cfr. “Asamblea retrocede y ajusta la Ley a favor de las mujeres”, El Universo, 28 de noviembre de 2017, disponible en https://www.eluniverso.com/noticias/2017/11/28/nota/6502897/asamblea-retrocede-ajusta-ley-favor-mujeres
[5] Su afirmación se encuentra en la entrevista a la revista Semana de Colombia, citada antes.
[6] Ignacio Fernández y Raúl H. Asensio (eds.) 2014. ¿Unidos podemos? Coaliciones territoriales y desarrollo rural en América Latina. Lima: RIMISP / Instituto de Estudios Peruanos. América Problema, 38.
[7] Esta idea central en su ideario y en su actitud vital puede encontrarse en Rafael Correa Delgado 2009. Ecuador: de Banana Republic a la No República. Bogotá: Debate, Random House Mondadori, pp. 190-195.
[8] Las conexiones del grupo Eljuri con el gobierno de Rafael Correa han ganado gran notoriedad recientemente, cfr. Gonzalo Guillén y Christian Zurita, “El grupo Eljuri en problemas por presunto lavado y evasión”, Plan V, 11 de septiembre de 2017, disponible en http://www.planv.com.ec/investigacion/investigacion/el-grupo-eljuri-problemas-presunto-lavado-y-evasion
[9] Arturo Villavicencio 2014. Innovación, matriz productiva y universidad: Por qué Yachay es una estrategia equivocada. Quito: Fundación Hernán Malo González / Corporación Editora Nacional. Sobre las recientes revelaciones de negocios turbios en la contratación de obras en Yachay cfr. “Yachay, los planes fallidos de un megaproyecto”, Especial de El Comercio, Disponible en http://especiales.elcomercio.com/2017/10/yachay/
[10] Arturo Villavicencio 2016. “Un cambio de matriz energética bajo toda sospecha”, Plan V, 28 de mayo de 2015, p. 4, disponible en http://www.planv.com.ec/investigacion/investigacion/el-cambio-matriz-energetica-bajo-sospecha
Los informes de coyuntura del CEP cuentan con el auspicio de Brot für die Welt – Evangelischer Entwicklungsdienst (Pan para el Mundo-Servicio Protestante para el Desarrollo), Berlín, Alemania.
Excelente ¡¡
[…] [5] Para leer el análisis completo de Ospina revisar: https://lalineadefuego.info2017/12/07/informe-de-coyuntura-traicion-e-infidelidad-los-dioses-tambie… […]
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