23 febrero 2016
Sabemos que hay números reales, que corresponden al campo de los números reales; conjunto numérico, si se quiere, que contiene a los números naturales, también a los números racionales, así como a los irracionales. Fuera de lo números reales también están los números complejos, que son una extensión de los números reales y forman el mínimo cuerpo algebraicamente cerrado[1]. Los matemáticos imaginan múltiples topologías; en ellas, Pierre de Fermat, concibió los números ciclotómicos, que tienen un comportamiento cíclico. Más tarde Maurice René Fréchet inicia los primeros desplazamientos de la topología[2]. Esta maravillosa composición matemática topológica ha podido ser pensada a partir de sus propiedades topológicas, que, mas bien, proyectan, las propiedades numéricas y espaciales de los distintos campos. Las propiedades o las operaciones de los grupos, que generan, por así decirlo, los números, comparten estructuras operativas, que comprenden o hacen entendible el funcionamiento de los números. Por ejemplo, la propiedad de identidad, tautológica, la propiedad, transitiva, la propiedad conmutativa, etc., que dan lugar a operaciones aditivas, de resta, de división y multiplicación, además de otras muchas, dependiendo del campo topológico. Resumidamente, de manera excesivamente breve, buscando una rápida ilustración, la topología matemática comprende estos movimientos espaciales, de conexidades y de vecindades.
El matemático del gobierno, el Vicepresidente, acaba de exponer la tesis o la teoría de un nuevo campo numérico, desconocido por las matemáticas; se trata del campo de los números políticos; los llamaremos así. Lo sobresaliente de esta insólita tesis sobre los números políticos es que no se comportan de acuerdo a las estructuras operativas topológicas de los otros campos numéricos, sino de una manera extraña; tiene sus propias operaciones, que generan consecuencias inesperadas. Por ejemplo, la suma de esos números políticos puede “cambiar drásticamente”, dependiendo de la llegada de fracciones numéricas, que si bien sumándolas, de acuerdo a la aritmética conocida, no alcanzarían a compensar diferencias; de todas maneras, solo por el hecho de añadirse a las sumas habidas, terminan generando valores más grandes, que los que podría dar una suma aritmética de números reales. No se sabe si teoría semejante de semejante campo numérico político puede sostenerse teóricamente, de acuerdo a las topologías de las matemáticas conocidas; no se sabe si puede verificarse empíricamente, como una demostración física de la abstracción matemática; tampoco se sabe si esta insólita teoría lo llevará al premio nobel al matemático del gobierno. Sin embargo, a pesar de estas lagunas, vacíos, teóricos y del mismo corpus numérico singular, el gobierno ha decidido emplear para el cálculo las extrañas operaciones de estos números políticos, como muestra de la audacia posmoderna y la confianza plena a su matemático. Las protestas se han hecho sentir, ante semejante audacia, que conlleva, según, los detractores, demasiado riesgo y peligro. Pareciera que el gobierno los acusa de conservadores, de reaccionarios, de incapaces de asumir los nuevos paradigmas. Sin embargo, a pesar de esta descalificación, los que se oponen al empleo de esta extraña aritmética no se amedrentan.
Cuando el Vicepresidente dijo que los datos “pueden cambiar drásticamente” con la llegada de las boletas del área rural y del extranjero, refiriéndose al referéndum sobre el artículo 168 de la Constitución, no hace otra cosa que introducir subrepticiamente esta extraña aritmética de estos inquietantes números políticos.
Volviendo a la aritmética tradicional, descolgándonos de este campo numérico surrealista, la totalidad de los votos, emitidos en la boletas, corresponden, precisamente a los votantes. No puede haber ni más ni menos. Para corroborar estos pasos están las actas y los resultados de mesa, además, claro, está la lista de los votantes, quienes dejan su huella digital, su firma, además de su voto. En la aritmética tradicional, la suma de los votos corresponde a una totalidad, que no varía, pues los números reales tienen, si se quiere, el mismo peso, la misma incidencia, que las operaciones inherentes les atribuyen. No hay votos que valen más que otros, por ejemplo. Ni las operaciones aditivas “cambian drásticamente”. En esta aritmética, conocida y heredada, no hay posibilidades que las sumas “cambien drásticamente” por las características singulares de unos votos de un lugar o área singular. Por ejemplo, no hay posibilidad que una cifra menor a los 300,000 votos de diferencia, entre el no y el sí, sea compensada por una cifra menor. Obviamente, esto también se expresa en las proporciones, que son, en realidad, probabilidades. Quizás sea esta la razón del Vicepresidente de emplear estos números políticos y su extraña aritmética, para demostrar al pueblo impávido que hay números hiperreales, más reales que los números reales.
Lo sensato es no emplear aritméticas extrañas, cuyo sustento teórico todavía no se ha logrado, ni tampoco se ha comprobado que estos números políticos existan como topología, salvo en la cabeza de nuestro ingenioso matemático. La cautela popular es pues apropiada en un conteo tan peleado por los partidarios del sí y los partidarios del no. Por otra parte, esta hipótesis surrealista de los números políticos, parece no satisfacer el funcionamiento libre, participativo e igualitario de la democracia. Su implementación, entonces, trae como consecuencia, la suspensión de los derechos civiles, políticos, colectivos y de la madre tierra.
Quizás hay una solución física, forzada, antes que lógica, matemática y topológica, que pueda ayudar al matemático gubernamental a avanzar en sus investigaciones, más políticas que matemáticas; esta solución es el asesinato de los votos, no hablamos de los votantes; esto seria exagerado. Entonces con la anulación de votos, por efecto de esta aritmética extraña, que al sumarse, hace desaparecer a parte de las magnitudes a las que se suma. Como esta tan interesado el gobierno y el matemático en esta investigación, aconsejamos no hacerlo en el país, con la población, sino experimentar en un laboratorio. Como en el partido oficialista se puede encontrar gente tan solicita y comprometida con el “proceso de cambio”, se puede promover elecciones en el MAS y ahí aplicar esta extraña aritmética del campo de los números políticos. Las repercusiones, si son destructivas, no tendrían el alcance y el impacto que puede irradiarse en el país. Además como los que participan en el experimento lo harían voluntariamente, no protestarían, ni ocasionarían demandas al gobierno, ni al Tesoro General de la Nación, que, ahora, con el periodo de la baja de los precios de las materias primas, no puede darse el gusto de estas inversiones un tanto especulativas. Ahora bien, si el experimento resulta positivo, entonces tanto los voluntarios como el gobierno y el matemático quedarían contentos en esta investigación solidaria y comprometida.
Por otra parte, mientras no se arme el corpus teórico de este campo numérico político y de sus extrañas operaciones, tampoco se sabe cómo funciona la estructura de operaciones. Si la operación aditiva incrementa el valor de unas fracciones cuantitativas, puede ocurrir que la multiplicación termine generando curvas muy empinadas o, al revés, que también puede ser el caso anterior, al sumar, unas fracciones se valorizan, en cambio, otras fracciones se desvalorizan; entonces las multiplicaciones pueden ocasionar, mas bien, divisiones. En este sentido, tomando en cuenta esta incertidumbre, aconsejamos tampoco no aplicar esta extraña aritmética en el propio partido. Mejor usar un programa informático de simulación, así se aprende el funcionamiento de estas extrañas operaciones, esta extraña aritmética, sin necesidades de causar víctimas. Creemos, por su apego a la teoría, el ingenioso matemático va entender estos probables percances, y se inclinará por optar por simulaciones.
[1] Ver de J. V. Uspenski: Ecuaciones algebraicas. Limusa-Noriega; México 1998.
[2] René Fréchet, basándose en el análisis funcional, buscó un campo más amplio que el espacio euclídeo. En el contexto abierto por la teoría de la probabilidad, estudió la distribución del valor máximo de una muestra de variables independientes, que cuentan con la misma distribución. La resolución de la ecuación funcional le ayudó a elaborar la ley de probabilidades, que ahora se nombra como Ley de probabilidades de Fréchet. Avanzó hacia los espacios métricos, desenvolvió las primeras tesis de topología. A Fréchet incumben las nociones de filtro, de convergencia uniforme, de convergencia compacta y de equicontinuidad.
Fuente: https://pradaraul.wordpress.com/2016/02/23/la-extrana-aritmetica-de-los-numeros-politicos/