16.5 C
Quito
domingo, diciembre 22, 2024

Paro Nacional: La paz en medio de la miseria social

Por Adriana Rodríguez Caguana

En la Universidad Central del Ecuador niños y niñas en brazos toman la leche materna mientras sus madres conversan sobre la comida que escasea en el acopio, ocurre lo mismo en su comunidad, donde no hay alimentos suficientes. Una niña en brazos escucha a su madre mientras la sigue amamantando. Desde el pecho ella sabe que será la heredera de la rebeldía si la estructura de desigualdad permanece, como ha sido durante siglos. En la actualidad, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 27,7% de la población ecuatoriana percibe menos de 85,60 dólares mensuales; mientras el 10,5% vive con un ingreso menor de USD 48,24 dólares al mes. Es decir, tenemos cerca a la mitad de la población en extrema pobreza. En el área rural, el porcentaje empeora, el 46,9% de la población vive entre la pobreza y pobreza extrema. La violencia estructural económica es silenciosa, pero letal: 1 de cada 4 niños indígenas tiene desnutrición crónica.

Una pregunta surge ante esta realidad ¿Cómo podemos construimos una paz en medio de la miseria? Y es que la paz de las élites se traduce en un anhelo por el silencio de la población que vive en extrema pobreza. Para ellos y ellas, el trabajo del campo no tiene ningún valor ni económico ni simbólico, la consiga “dejen trabajar” supone que los indígenas no lo hacen, mientras se quejan de que no hay alimentos en las ciudades. Levantarse a labrar la tierra no es trabajo para una élite colonial de hacienda. El trabajo cuasi esclavo, el concertaje, sigue estando presente en la memoria de explotación.

Nadie puede estar a favor de la violencia, pero cuando esta ocurre la respuesta no puede ser borrar todo el contexto e historia económica, que también ha sido violenta. El gobierno “del encuentro” ha realizado varias cadenas nacionales hablando de la economía exitosa de su gestión, pero en ¿beneficio de quién? Los hospitales sin medicinas, las escuelas sin infraestructura mínima, las universidades sin presupuesto. Este es el caos silencioso en la que hemos vivido desde la pandemia. Hoy, las víctimas principales son quienes viven en la pobreza y en la extrema pobreza. La paz era un asunto solo de privilegiados.

La fraternidad, ese principio perdido de la Revolución Francesa, que es prima hermana de la igualdad se encuentra ausente en el debate ciudadano. Los escuetos análisis de “intereses políticos” prima en lugar de ser secundarios ante la crisis.  La empatía radical es el camino intersubjetivo primario para proponer políticas de igualdad para construir una sociedad menos injusta. No se puede, ni se debe desconocer la estructura que ha generado este caos. El diálogo intercultural presupone un reconocimiento histórico de la explotación y de racismo estructural. Si llegamos a hacerlo podremos “sanar la patología humana del odio”. América Latina es el continente más desigual del mundo, situación que se ha justificado y normalizado.

Una profesora de la Central nos ve llegar con los víveres y nos dice “gracias, muchas gracias”. El estudiante universitario que recibe los alimentos en el acopio nos dice que “no hay frutas para nadie, ni para las guaguas”; los estudiantes de medicina se ponen el traje de “médicos” por la emergencia, los de teatro improvisan juegos para los y las niñas y así suplir un rato la amargura de los gases y violencia. Ese humanismo es la empatía radical que se necesita para dialogar de verdad. No se puede mirar el ombligo privilegiado, como promueven los medios de comunicación, para el diálogo. Esa paz sería tan superflua y débil como el espejismo de la comodidad. Sin equidad no habrá paz duradera.

Una pregunta surge ante esta realidad ¿Cómo podemos construimos una paz en medio de la miseria? Y es que la paz de las élites se traduce en un anhelo por el silencio de la población que vive en extrema pobreza.


 

lalineadefuego
lalineadefuego
PENSAMIENTO CRÍTICO
- Advertisement -spot_img

Más artículos

1 COMENTARIO

  1. Tipico argumento marxistoide para justificar la violencia de las manifestaciones lideradas por Iza: “la violencia estructural”. Todos sabemos que el Ecuador es un pais donde existe una gran poblacion en pobreza y tambien en pobreza extrema pero eso no se soluciona con un evento subversivo y violento que precisamente debe haber aumentado justamente la pobreza y la pobreza extrema al perturbar gravemente la dinamica economica nacional.
    Su ultima frase es solamente una amenaza “Sin equidad no habrá paz duradera.” No hay ninguna evidencia cientifica que Ud. haya presentado que sustente esa afirmacion, el principal problema no es la inequidad, es la pobreza.

Deja un comentario

- Advertisement -spot_img

Lo más reciente