“Ya no es posible construir un diseño global a través de una sola epistemología como la “única solución” de los problemas del mundo, sea desde la izquierda occidentalizada (socialismo, comunismo, anarquismo, pos-estructuralismo, etc.) o desde la derecha (desarrollismo, neoliberalismo, democracia liberal, etc.).”
Ramón Grosfoguel
Introducción
El posmoderno Buen Vivir como teoría en construcción, en estos 7 años de debate tiene ya diversos matices desde diferentes corrientes ideológicas, incluso llegando a extremos excluyentes. Y como práctica tiene ya un cierto camino recorrido, principalmente a través de los gobiernos de Rafael Correa y de Evo Morales, siendo esto lo principal y fundamental a tomarse en cuenta para cualquier análisis.
En el discurso inicial de estos gobiernos se dijo que eran lo mismo el Buen Vivir y el sistema andino de vida -denominado modernamente- como sumak kawsay. El Buen Vivir aparecía como una continuación o un despertar a nivel oficial del ancestral sumak kawsay. Pero con la práctica gubernamental vivida como así mismo por la reacción de la mayoría de intelectualidad -tanto a favor o en contra-, a estas alturas estamos convencidos de que no son lo mismo. Quizás es Buen Vivir lo que se ha venido manifestado, y no vamos a meternos demasiado a defender o a criticar aquello, pero lo que si vamos a cuestionar y manifestar ampliamente, es que eso que se ha desovillado por los gobiernos y la gran parte de sus detractores, definitivamente no es sumak kawsay. Lo que hemos visto en estos 7 años, no es lo que hemos vivenciado e interiorizado en toda nuestra vida de camino en la tradición, filosofía y cultura andina.
En este sentido, la crítica que se viene haciendo por ciertos sectores a la gestión estatal es a ese posmoderno Buen Vivir en el poder político, mas no al sumak kawsay de la cotidianeidad de las comunidades. Si bien compartimos muchos de los cuestionamientos que se hacen del Buen Vivir, no significa que lo sea del sumak kawsay, ni necesariamente que lo que se alabe del Buen Vivir sea sumak kawsay. Por tanto, lo que debe quedar muy en claro es que el Buen Vivir que está siendo empujado por los gobiernos autodenominados “progresistas” no es el sumak kawsay de los milenarios pueblos andinos. El Buen Vivir es un proyecto posmoderno de la “Nueva Izquierda” y el sumak kawsay es una vivencia antiquísima en las comunidades por parte de las naciones originarias de los Andes.
En estas circunstancias, hay voces que apuntan a luchar por recuperar en el Buen Vivir todos los fundamentos originarios y que estarían en concordancia con el sumak kawsay; y por otro lado, para quienes resulta utópico, irreal, forzado e ilusorio esta conjunción. En todo caso, lo concreto a este momento (2013) es que el posmoderno Buen Vivir no es igual ni siquiera similar al anciano sumak kawsay. A pesar de las intenciones de algunos intelectuales de no separarlos pero esa es la realidad que se ha dado, por la forma de intervención que han hecho los diferentes actores de la sociedad criolla u occidentalizada, y de otro lado, por la cooptación por parte de organismos internacionales del Buen Vivir a las teorías eurocéntricas del Desarrollo y la Modernidad.
Es decir, en la teoría les quisieron unificar pero la experiencia y vivencia ha demostrado que son dos paradigmas diferentes en cuanto sus ontologías y bases epistemológicas son excluyentes. Siendo eso lo fundamental a discutirse y no solo -y principalmente- si hay que unir o separar el Buen Vivir del sumak kawsay, ya sea como alternativa de/al desarrollo. No se trata de quedarse en los nombres o en las traducciones idiomáticas o en las categorías sociales, sino en los contenidos de los paradigmas estructurales constitutivos.
No es dable de que se meta a todos en el mismo costal, centrados básicamente en las aspiraciones de ambos proyectos, sin ver sus diferencias raigales y fundacionales. Las mismas que están a nivel de la occidentalidad (identidad occidental) y la andinidad (identidad andina), que configuran dos sistemas de vida radicalmente desencontrados. Y esto es lo principal -a la hora de ver en lo concreto- que hay dos caminos diferentes producto de dos ontologías totalmente dispares. Es como pretender la unión del agua con el aceite, las mismas que están constituidas en forma radicalmente diferente, a pesar de que sean líquidos siendo es la única similitud y no por ello hay que confundirlas, como igual entre el sumak kawsay y el Buen Vivir.
De la antigua disputa de cuál es la “verdadera Izquierda y el socialismo” –de la que hasta ahora no han logrado un encausamiento integrador- estamos pasando a cuál es el “verdadero Buen Vivir”. Algo típico en la Izquierda y en la occidentalidad en general, producto de su filosofía constitutiva que está organizada en base al dualismo de “lucha de contrarios” y su síntesis del tercero excluido. En el caso del sumak kawsay no existe esta situación, pues parte de la filosofía interrelacional con su armonía de complementarios y el tercero incluido. De otra parte, en cuanto es una vivencia específica aunque hayan varias interpretaciones por parte de los intelectuales, pero que en todo caso no son excluyentes como se da a nivel de la teoría del Buen Vivir.
En este sentido, no creemos que debamos entrar a disputar cuál es el “verdadero y auténtico”, sino en simplemente precisar que hay dos caminos: uno llamado Buen Vivir y otro sumak kawsay. Y lo básico a no confundir, es que el sumak kawsay es un camino formado en centurias y el Buen Vivir ni siquiera es ya un camino sino que está en construcción con el aporte de varias vertientes, incluida la andina. Los intelectuales podremos decir cantidad de cosas sobre el sumak kawsay pero la vivencia es una sola, y habrá que intentar mirar desde adentro y no desde afuera (exterioridad) como se ha hecho desde hace 500 años, es decir, seguir mirando colonialmente para continuar actuando invasoramente.
La vivencia del sumak kawsay está dada consuetudinariamente por sus prácticas tradicionales, pero desde la invasión española se ha pretendido -tanto por la Derecha como por la Izquierda- de que las naciones andinas salgan de sus propias formas naturales y se incorporaren al monarquismo, al monoteísmo, al conservadurismo, al liberalismo, a la modernidad, al desarrollo, al socialismo, al marxismo, a la dialéctica, etc. Muy pocos han sido capaces de respetar, valorizar y acentuar sus concepciones y filosofías, habiendo actualmente voces que les dicen que deben dejar su milenario sumak kawsay e integrarse al novísimo Buen Vivir que están diseñando y construyendo “salvadores” de nuevo cuño.
Está bien que el Buen Vivir sea un proyecto para Occidente y los occidentalizados, aunque lo interesante sería que se inscriban dentro de los postulados y principios de las culturas matriciales de Europa y no en las visiones patriarcales, racionalistas y civilizatorias de Occidente, como ha venido actuando la Izquierda. Por lo que en la práctica, el Buen Vivir está resultando una versión posmoderna de neo-conquistadores para la colonización completa de aquellos pueblos que todavía no han sido colonizados. Así, a pretexto de “salir de la pobreza” están saliendo de su cultura natural, para a su vez entrar a la modernidad y al desarrollo occidental. Y consecuentemente pasen a ser parte de la explotación a mansalva de la vida, es decir de la naturaleza extra-humana. Todo ello a nombre del progreso y la riqueza, como en la época de la monarquía en que fueron asesinados a nombre de dios y de la civilización.
De otra parte, concienciamos que no hay que asustarse de la diferencia, de la contradicción, de la diversidad, pues son principios asertivos. Todavía más que así funciona o está constituida la vida, como lo ha venido a reconfirmar la ciencia quántica y la relativista. De lo que hay que poner distancia es del irrespeto, la procacidad e intolerancia hacia la heterogeneidad, como ha sucedido en estos 500 años de pretendida uniformización y “piramidalización”. Es obvio que es difícil convivir dentro de un mismo territorio entre dos formas de vida diferentes, por lo que un solo sistema deberá expresarse para que haya comunión entre sus miembros. Esa es la historia de los Andes, la imposición del eurocentrismo y la resistencia del indianismo, siendo imposible un hibridismo o un mestizaje como pretenden los colonizados, que mas bien se constituye en una trampa que conduce a la occidentalización total de los Andes, antes que a afirmar la identidad cultural andina. El Buen Vivir, el desarrollo y el mestizaje, son las modernas formas de neo-colonialismo.
La correlación Buen Vivir – sumak kawsay se inscribe dentro de este proceso, pues todavía no se han resuelto las exclusiones constitutivas, ya que no estamos viviendo inclusiones sino solo cooptaciones e integraciones al paradigma dominante. Por lo que resulta natural ese dualismo que se presenta actualmente entre Buen Vivir y sumak kawsay, pues son hijos de dos padres y madres totalmente diferentes. Podría cambiar esta situación en la medida que la fuente matricial de ambas filosofías originarias se reencuentren en el milenario “saber amar”. Sino serán solo simples formalidades, que mas bien por el contrario tienden a consolidar la piramidalización patriarcal y civilizatoria que se viene ejecutando a todo nivel en el mundo entero (globalización uniformizante).
Cabe también precisar que el sumak kawsay tampoco es uno solo u homogéneo, es diferente de acuerdo a la región (no son lo mismo las tierras altas que los valles interandinos o la amazonia y la costa). Es más, en la tradición andina se valora la heterogeneidad y se recrea intencionalmente la diferencia y la oposición como medio para encontrar el equilibrio y la armonía a través del consenso o de los “caracoles” como llaman los zapatistas a su auto-gobierno, y no por la dominación de la mayoría hacia la minoría como sucede en la democracia occidental. En este sentido hay dos caminos posibles a expresarse: que los colonizadores se impongan definitivamente y todos queden occidentalizados -como la mayoría de los Andes colonizados-, o que haya una revolución alter-nativa (Pachakutik) y todos los Andes vuelvan a vivir dentro de los principios y categorías andinas, vitales, y matriciales. Y lo mismo, en el mundo entero.
Con esto no queremos caer en un purismo ni en un idealismo, diciendo que uno es bueno y otro es malo, o que el uno es mejor o peor, sino simplemente que son dos caminos diferentes desde dos mitos fundantes: la dialéctica eurocéntrica y la tetrádica tawantinsuyana. Y si bien hay intenciones positivas por hacer un proceso de interculturalidad, pero mientras haya una dominación epistémica y política evidente, no será posible la comunión de aspiraciones. Tampoco queremos decir que el sumak kawsay esté intacto e inmaculado, pues sobrevive en diferentes partes, niveles y proporciones en lo que Occidente ha llegado a llamar el tercer mundo, tan solo está puro y vive plenamente en los pueblos mal llamados “aislados” o “no contactados”, y que nosotros le llamamos el cuarto mundo. Incluso hay pueblos del quinto mundo, que son aquellas “cosmunidades” que todavía no han sido ubicadas por la oficialidad, y que muy pocos sabemos de su existencia.
También aclaramos, que no queremos dividir al sumak kawsay del Buen Vivir, simplemente constatamos que así se ha dado la situación en estos 7 años. Si bien quisiéramos que sean lo mismo o aspiraríamos a que en algún momento se junten -si fuera necesario-, hay que partir de la realidad de que ahora son opuestos para proponerse justamente aquello. Sin dejar de mencionar que podría ser ingenuo e iluso que pase algo así, al menos en el corto plazo. Pues hasta ahora no ha sucedido en ningún ámbito entre estos dos pueblos, las diferencias entre lo occidental y lo andino se han mantenido y en muchos casos se han ahondando aún más, a pesar de los engaños y los disfraces del hibridismo y del sincretismo por parte de los occidentalizados.
En consecuencia, consideramos que la academia no debe confundir los dos procesos ni perderse en los tiempos históricos. El posmoderno Buen Vivir es un proyecto en ciernes por las Izquierdas (y afines) desde sus propias contradicciones internas, y el sumak kawsay es un proyecto cultivado en cientos de generaciones por los pueblos andinos. Camino este último, del que hay que tener tino y prudencia para no menoscabarlo y que mas bien se termine colonizándolo a pretexto de interculturalidad cuando en el fondo es integrismo al status quo. Si bien, todo esto es nuevo para Occidente y los occidentalizados, no quiere decir que lo sea para los pueblos ancestrales de los Andes. Actualmente hay un gran interés en el extranjero -particularmente en Europa-, los cuales por el momento se orientan por lo que especialmente dice el Correismo y el Garcialinerismo, lo cual es un posmoderno Buen Vivir/Vivir Bien Socialista (teóricamente), pero todavía no conocen -o muy poco- del viejo y profundo sumak kawsay/suma qamaña.
El Buen Vivir aparece actualmente como una opción de la Izquierda, dentro de la dicotomía eurocéntrica dividida en Izquierda y Derecha, y cuyo marco teórico es la filosofía dialéctica monoica (dualismo). En cambio, el sumak kawsay se enmarca dentro de la filosofía tetrádica vitalista (Tawantin), la misma que busca la armonía y el equilibrio entre fuerzas complementarias (relacionalidad). Por ende el sumak kawsay no es una posición de Izquierda, pues no se inclina por ningún extremo dualista: materialismo-idealismo, mente-cuerpo, cultura-salvaje, civilización-naturaleza, etc. Su actitud de vida es la armonización entre arriba-abajo, masculino-femenino, lado derecho-lado izquierdo, pasado-presente, a nivel de dimensiones horizontales y verticales (Chakana o Cruz Andina), de tipo natural y humano, en tanto que el runa andino (ser humano) se siente y se sabe parte de la naturaleza. Muy diferente al exclusivismo occidental, con posiciones económicas, sociales, políticas, que tienen al hombre como centro y medida de la vida (ego-andro-antropocentrismo).
Es más, a nivel idiomático en las lenguas indoeuropeas tiene predominancia el sustantivo y su construcción desde el sujeto y el predicado, lo que determina un carácter de sustancialidad en su concepción y actitud de vida. En cambio en las lenguas andinas – si bien hay diferentes idiomas según la región- en todas ellas el verbo funciona como eje y al cual se le añaden sufijos, “Lingüísticamente hablando: el verbo es el “relacionador” por excelencia, reforzado por los muchos sufijos en las dos lenguas (Kichwa y Aymara) que tienen estructura relacional.” (1) Por todo lo señalado y por mucho más, no es lo mismo el Sumak kawsay de matriz tawantinsuyana y el Buen Vivir de “patriz” occidental. El Buen Vivir es Izquierda, el Sumak kawsay es Armonía.
Finalmente, es importante precisar y aclarar que el sumak kawsay es una “hoja de ruta”, una guía, una utopía (en el buen sentido de la palabra) para los pueblos andinos. Esto no quiere decir que no hayan problemas, deficiencias, combates, disputas entre los pueblos, comunidades, personas, y/o con la naturaleza. Quiere decir, que todas estas diferencias y antagonismos se compaginan dentro de un sistema de conciliación y reposición, sistema muy diferente y excluyente del método represivo occidental. La situación antes de la invasión española no era de armonía y equilibrio total, inmaculado, romántico, paradisíaco… peor después, pero había un modelo de vida en el cual se zanjaban las contradicciones y diferencias logrando una relativa estabilidad. Sus proezas arquitectónicas no tenían el mismo nivel que las armas de combate, lo que ejemplifica que su interés estaba más en la conciliación que en la guerra.
No eran pueblos perfectos pues la armonía y el equilibrio no están dados en forma mecánica o automática, son propósitos dinámicos a activarse o despertarse en el caminar diario de la vida. Ojo, no decimos a conseguirse o lograrse en un futuro -como lo diría el paradigma eurocéntrico del desarrollo (sistema piramidal)-, que mira al después, especialmente al lejano y desconocido, además de supuestamente mejor que el anterior; todo lo cual para el paradigma andino es incomprensible pues mira a la vida en forma relativa y cíclica (sistema espiralado).
En otras palabras, el hombre andino se concibe como un fruto de la vida y no el producto de la evolución de la materia o de un dios omnipotente. Consecuentemente no trata de enseñar a vivir sino de reaprender a vivir. Reaprender por cuanto cada ser humano es parte del todo, por ende tiene en forma inmanente el conocimiento del Todo, y no necesita llegar a “ser alguien” sino reconocerse en esa plenitud o completud para caminar en sintonía al ritmo de la vida. Siendo ese el misterio de vivir para los pueblos andinos, de ahí que una de las definiciones más cercanas para sumak kawsay es “Vida Plena”, mucho más profundo que Buen Vivir.
La vida es inteligente, más vieja y más sabia que los seres humanos individualmente, por lo que el trajinar o misión humana para el runa es tomar conciencia de esa armonía y equilibrio constitutivo para convivir conscientemente en esas mismas dimensiones, a nivel humano personal y “cosmunitario”. Para el mundo andino, no se trata de hacer a la vida sino de dejar que la vida le haga, esto no significa pasividad sino co-creación con la vida. En Occidente el hombre hace la vida a su capricho o libertad, en los Andes el ser humano se deja fluir por la vida hecha y establecida por la misma conciencia viviente. En la concepción de que todo es uno, o todo es el todo, y no hay separación entre el ser humano y la vida, o el hombre y la naturaleza, o la naturaleza y el cosmos, o la vida y la divinidad… (relacionalidad)
A partir de ello existen dos “mundos-sistemas”, un mundo nacido del logos y del ego, y otro inserto en la vida, esto último esvivir en armonía. Un mundo que no respeta a los principios y modelos de la naturaleza, y otro que en humildad se siente hijo o parte de ella (“armonicidad”), y no su rey que le domina y le explota a su libre albedrío (libertad). En definitiva el sumak kawsay es un conjunto de principios, modelos, formas para guiarse dentro de una vida sabia consigo mismo, con la comunidad, los ancestros, las futuras generaciones, los espíritus tutelares, la naturaleza, el multiverso; pero todo eso depende y es responsabilidad de cada persona, familia, grupo.
Por último, no se está planteando “volver al pasado” porque el sumak kawsay es presente, pues vive y resiste en los “Andes profundos” -a diferentes niveles y grados-, y está latente aunque dormido en los “Andes colonizados” (inconsciente colectivo), como también en toda la humanidad. Jung demostró desde la psicología analítica que la historia antigua de la humanidad -especialmente en su época matricial- está constituida de arquetipos en un equilibrio relativo y de largo tiempo, solo habiendo pequeñas y pausadas épocas de crisis.
Todo esto no significa rechazar a todas las actuales condiciones y situaciones técnicas y materiales de vida. No es un rechazo a la tecnología y la ciencia per se sino al sistema patriarcalista-civilizatorio-materialista-desarrollista-consumista (piramidalismo) impuesto y mantenido por 500 años. Y que todavía está inmerso en este Buen Vivir en construcción, siendo eso lo que vamos a intentar demostrar a continuación.
El “Retorno” del Sumak Kawsay
Después de la llegada de los europeos a Amaruka (nombre iniciático antiguo de América) y del sometimiento de sus habitantes, se escucharon muchos “mitos de retorno” por todo el continente: El regreso de Wirakocha, Inkarrí, Ketsalcoalt, Kukulkan, Bochika, Komizawal, Iberogun, Gukumetz, Mama Grande, Sumé, etc. ¿Será casualidad que existan tantos mitos en toda Amaruka que hablan de “un retorno” y de que todos ellos coincidan en lo mismo? ¿Se comunicaban y se reunían estos pueblos? ¿Son simples mitos o leyendas que hay que tomarlos como parte de la mitología, o son guías dejadas para que se vayan ejecutándose de generación en generación?
¿Habrá que darles importancia y profundizar en sus mensajes, o solo fueron sueños e ideales de un pueblo en rebeldía y que actualmente ya todo está olvidado? ¿Habrá un proyecto planificado, delineado y ejecutado desde hace más de 500 años por los pueblos originarios de Amaruka para defender sus tradiciones y que éstas se realcen después de un período de tiempo? ¿Habrá un gobierno continental de todos los pueblos originarios que se formó hace más de 500 años y que ha venido dirigiendo sucesivamente el proceso de regreso amplio de su cultura milenaria? ¿El sumak kawsay/suma qamaña es parte de todo ello o es simplemente una acción reivindicativa actual?
En muchas partes de Amaruka, cronistas e investigadores han recogido muchas versiones que hablan de que los pueblos originarios ya sabían de que llegaría el “hombre barbudo”, de que se produciría una catástrofe en todo el continente, y a lo cual le dieron diferentes denominaciones: “vuelco total de la vida” (Pachakutik), “anochecer en la mitad del día”, etc. Por ejemplo, el cronista de Indias, padre Gerónimo de Mendieta en su obra “Historia Eclesiástica Indiana” (el contenido de esta obra es tal, que la Casa Real impidió su publicación y solo se publicó 300 años después en México), relata : “Los caciques, que eran los señores, y los bohiques (que llamaban a los sacerdotes) en quien estaba la memoria de sus antigüedades, contaron por muy cierto a Cristóbal Colón y a los españoles que con él pasaron, que algunos años antes de su venida lo habían ellos sabido por oráculo de su Dios. (…), vendrían (…) unos hombres barbudos (…), que hundiesen de un golpe un hombre por medio con las espadas relucientes que traían ceñidas, (…) haciéndose señores de ellos y de su tierra.”
A esto podríamos añadir lo que señalan algunos investigadores de que en el siglo 8 de nuestra era se realizó en Copán- Guatemala un congreso internacional de astrónomos provenientes de varias regiones del continente. Y como éstas, múltiples referencias por toda Amaruka pero que todavía no han sido suficientemente investigadas ni divulgadas ampliamente.
¿Todo esto, será una coincidencia, una adivinación, o el conocimiento de una cultura sabia? ¿Son simples mitos a los que hay que seguir minimizando o a los que ha llegado el tiempo de darles todo su valor e importancia?
En la historia oficial de Latinoamérica se señala a los “criollos” como los abanderados de las luchas de Independencia de España, y que la misma fue posible por el proceso emancipatorio liderado y empujado por “hombres libérrimos blancos”. Pero en la otra historia, la historia de los pueblos indígenas o indianos -que todavía no ha sido escrita profunda y ampliamente-, estas acciones independentistas forman parte de su proyecto de retorno. Y que fue ejecutada por ciertos personajes intermedios, los cuales fueron formados -directa o indirectamente- por sabios indígenas, quienes influenciaron en los reconocidos oficialmente. Por ejemplo, el General San Martín fue hijo de la india guaraní Rosa Guaru, como lo ha demostrado Hugo Chumbita. El general José de Artigas fue nieto de una hermana del inca Tupac Yupanqui, según estudios del historiador Efraín Quesada. Muchos investigadores anotan que Simón Bolívar tenía ascendencia india y negra, es más, quién le amamantó fue la Negra Hipólita y que como nodriza influyó en él. Etc., etc.
¿Puras coincidencias? ¿Será que todo ello no tiene nada que ver con las acciones contra la monarquía española?
Si lo señalado no convence a la academia y la intelectualidad: ¿Quiénes fueron los que encendieron la mecha independentista? En 1780 José Gabriel Condorcangui, más conocido por su nombre iniciático de Tupak Amaru, y simultáneamente en Bolivia por Julián Apaza o Tupak Katari, se rebelaron conjuntamente y por primera vez en forma masiva contra la realeza. Todo lo cual dio pábulo para que los criollos se envalentonaran y siguiendo “este mal ejemplo” se animaran a enfrentarse a la Corona Española. Etc., etc.
¿Todos ellos son eventos aislados y situaciones separadas una de la otra, o hay una guía y acción por detrás?
Hay una serie de libros, en donde ciertos personajes relatan cómo fueron llevados a lugares desconocidos, o tomados de niños y transportados a ciertos parajes aislados para ser educados en determinadas prácticas y conocimientos especiales, para luego ser enviados a cumplir con misiones específicas. Por ejemplo: Antón Ponce de León en su libro “Y el Anciano Habló”, explica cómo fue llevado por varios días con los ojos vendados hasta un lugar desconocido, en donde fue formado en ciertos saberes y luego regresado a su ciudad de Urubamba para cumplir con tareas encomendadas. Elard Fernández en el libro “El Iniciado de los Andes” habla con un iniciado que nació en una gruta de una montaña de Bolivia, donde fue formado en ciertos sapiencias y a cierta edad enviado al mundo colonizado con una misión que ejecutar, actualmente es parte del gobierno de Evo Morales. Y así otros niños en igual sentido. Etc., etc.
De la misma manera hay muchos libros que relatan experiencias espectaculares que les sucedieron a importantes figuras del mundo en sitios sagrados de Amaruka y que les cambió su vida. Por ejemplo: David Icke, famoso escritor británico que ha removido las ideas a través de la historia de los illuminati y los anunaki, cuenta que su vida cambió luego de una descarga energética que recibió cerca de Sillustani en Perú. La galardonada actriz Shirley Mac Laine anota como su vida tomo otro giro luego de una vivencia extracorporal en Perú cuando filmaba “El secreto de los Incas”, posteriormente escribió muchos libros sobre espiritualidad. Nosotros también tuvimos una experiencia especial y está escrito en nuestro libro “Caminantes del Arcoíris”, de ahí que conocemos muchas cosas que la mayoría de personas desconoce y son calificadas de esoterismo.
Pero lo que sí es conocido y medianamente aceptado por la academia, es el caso de muchos profesionales formados en universidades eurocéntricas, que posteriormente cambiaron sus visiones y posiciones, luego de que fueron educados por maestros guardianes de las tradiciones ancestrales de Amaruka. Alberto Villoldo, PHD psicólogo y antropólogo médico cubano cuenta en sus 10 libros como fue formado por los chamanes queros de Perú. El suizo Jeremy Narby, doctor en antropología por la Universidad de Stanford y autor del libro “La serpiente cósmica, el ADN y los orígenes del saber”. Claudio Naranjo Doctor en Medicina por la Universidad de Chile, ha escrito más de 20 libros y relata sus experiencias con chamanes amazónicos. En el mismo sentido Josep Maria Fericgla, Doctor en Antropología y Psicología de España. Y como ellos, centenares de antropólogos, médicos, astrónomos, abogados… que han cambiado su visión y la misión de su vida y su trabajo.
¿Es que ya se ha producido su regreso como lo pronosticaron que lo harían después de 500 años? ¿Cómo y de qué forman están regresando? ¿La expresión y manifestación del EZLN en la arena política, ejerciendo la resistencia popular desde otros parámetros a la convencional de las Izquierdas, es algo aislado o es la acción de guías sabios para acelerar el retorno?
El EZLN ha trastocado la acción política que han venido comandado las Izquierdas eurocéntricas, delimitando nuevos y diferentes principios y formas de participación y activación socio-cultural: “mandar obedeciendo, una revolución que haga posible la revolución, la revocabilidad y rotatividad”. Muy diferente a los valores occidentales para quienes es “mandar mandando” (sin desconocer a los movimientos heréticos y heterodoxos), cuyo “antecedente conceptual se encuentra en la teoría de la “esclavitud natural” de Aristóteles. De acuerdo con esta teoría, la naturaleza creó dos partes, una superior, destinada a mandar, y otra inferior, destinada a obedecer.” (2)
Así mismo, el Subcomandante Marcos establece la diferencia entre rebelde (indianismo) y revolucionario (Izquierda): “El revolucionario tiende a convertirse en un político y el rebelde social no deja de ser un rebelde social. En el momento en que Marcos o el zapatismo se conviertan en un proyecto revolucionario, es decir, en algo que devenga en un actor político dentro de la clase política, el zapatismo va a fracasar como propuesta alternativa.” (Entrevista de Scherer a Marcos, 2001). O dicho de otra forma por él mismo: “No se trata de la conquista del Poder o de la implantación (por vías pacíficas o violentas) de un nuevo sistema social, sino de algo anterior a una y a otra.
Se trata de lograr construir la antesala del mundo nuevo, un espacio donde, con igualdad de derechos y obligaciones, las distintas fuerzas políticas se «disputen» el apoyo de la mayoría de la sociedad. (…). Nosotros sólo señalamos que una revolución «impuesta», sin el aval de las mayorías, termina por volverse contra sí misma”. (Durito, 05/95) O cuando se habla de otra forma de democracia, no una democracia eurocéntrica de izquierda sino una indiana, con características y formas propias, como lo explica Ramón Grosfoguel: “El zapatismo parte de la cosmología Tojolabal para redefinir la democracia como “mandar obedeciendo” y su práctica institucional constituye los espacios comunitarios conocidos como los “caracoles”. Dichos conceptos son muy diferentes a aquellos de la democracia occidental en los cuales “aquellos que mandan no obedecen y los que obedecen no mandan” y en los que las prácticas institucionales se realizan a través de parlamentos y no asambleas nacionales.” (3)
La academia y la intelectualidad no han creído -ni creerán- que los pueblos originarios indígenas hayan sido capaces de liderar un proyecto de 500 años, como tampoco le creen al subcomandante Marcos. Pero él lo sabe, por eso él es el subcomandante pues los comandantes son otros, son los sabios espirituales que guían subrepticiamente: “Los que mandan en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional son los jefes indígenas. Ésa es la verdad. Pero la percepción que tienes tú y los que nos están viendo ahorita, es que estoy yo y atrás de mí debe estar Tacho cuidándome (…) Pero del lado de las comunidades las cosas son al revés: están ellos primero, y nosotros detrás…” (Entrevista de Julio Scherer García). Incluso, los que aparecen como comandantes hacia afuera de la palestra pública no son los “comandantes-maestros” que hay adentro del movimiento indígena. Ni siquiera el subcomandante Marcos ni los comandantes visibles conocen personalmente a los maestros y maestras, o si los conocen no saben que son ellos. Marcos solo sabe que hay sabios que vienen dirigiendo todo esto desde hace más de 500 años y él ha tenido la lucidez de escucharlos y aceptarlos, algo que otros no lo han tenido y no han podido aceptar sus directrices. Cuyo propósito es también reinstalar el sistema de vida maya denominado utz k’aslemal, y que es hermana del sumak kawsay andino o del guaraní ñande reko, o del mapuche küme mogen, o del ñawi ollin de los aztekas, etc.
¿La presencia de Evo Morales, es la puerta de entrada para iniciar profundas transformaciones y provocar el regreso amplio de la cultura atávica andina?
Para la intelligenstia seguramente será solo otra coincidencia o un azar, principalmente porque es difícil de demostrarlo. La ascensión de Evo Morales no es fruto solamente de la lucha reivindicativa que él ha empujado o del movimiento obrero y campesino de Bolivia sino que es parte de un proceso anterior, el mismo que ha tenido la guía y la acción de los maestros sabios (amawtas) en todas las acciones precedentes. Son ellos los que han ido empujando a diferentes niveles y formas este proceso, y encontraron en Morales a la persona que podía abrir este proceso en las condiciones concretas y particulares de la Bolivia actual. Hecho que ya se ha dado y que ahora implica pasar de la puerta de entrada para seguir caminando hacia la fuente y así restablecer o producir el “gran vuelco” (pachakutik), que es la misión fundamental a realizarse en los Andes y en todo el mundo.
Encontrándonos en este momento en un punto crucial de continuación o de estancamiento, pues hay varias fuerzas al interior del gobierno de Evo Morales que pugnan con distintas visiones y propuestas de profundización. La situación es tensa, pues el ala “desarrollista” (García Linera) va ganando a la “culturalista” (David Choquehuanca), que de sobreponerse definitivamente provocaría un estancamiento con la imposición de visiones eurocéntricas de Izquierda, que en el fondo tergiversan y desvían al milenario sistema andino de su proyecto de vida. Sin que creamos que Choquehuanca sea el más claro representante de la cultura andina, pero al interior del partido de gobierno (MAS) es uno de los más profundos, habiendo otros, pero que mas bien han preferido retirarse como por ejemplo Raúl Prada Alcoreza.
Sabemos que Evo Morales no es un fiel representante de la cultura ancestral ni ha sido formado por los maestros, pero era la figura que podía aglutinar a varias tendencias en Bolivia y provocar un salto importantísimo como el que ha sucedido con la creación del Estado Plurinacional y la presencia oficial del suma qamaña. Siendo ese un paso básico, aunque por el momento no se ha avanzado mucho más allá y el suma qamaña esté quedando tan solo como un membrete al que se le ha vaciado de contenido propio, a través de la acción del socialista García Linera. En este sentido, la barrera o la traba para la profundización del suma qamaña / sumak kawsay está siendo una parte de la Izquierda representada principalmente por García Linera. Quien tiene mucha influencia sobre el Presidente Izquierdista -como Morales mismo se autocalifica-, lo que significa que es el vicepresidente quien en la práctica viene dirigiendo el destino de Bolivia.
No es Evo Morales el intelectual que dirige lo que está pasando en Bolivia, sino muy sutilmente el académico Álvaro García Linera con su elocuente discurso cientificista y productivista que obnubila al ex-sindicalista cocalero. Quien básicamente ha sacado provecho de su ascendencia indígena para hablar de un “gobierno indígena”, cuando realmente es anti-indígena por la acción político-social de una Izquierda occidentalizada que funciona contrariamente a la epistemología andina, es decir, del suma qamaña.
De ahí la imperiosa necesidad de marcar con claridad las diferencias teóricas y prácticas entre el “marxismo dialéctico neo-indigenista” y la sabiduría tetrádica andina. Evidentemente los maestros andinos no se dirigen por el marxismo ni sus progresiones o reajustes hechos por los neo-marxistas, sino por sus propias formas de conocimiento y de construcción de su mundo. Siendo fundamental en este instante establecer las rupturas, para no confundir dos paradigmas que ontológica y epistemológicamente son diferentes, siendo en muchos casos excluyentes o constituyen un dualismo, aunque hayan algunas complementariedades teóricas. ¿Que quizás luego converjan por la acción de una Izquierda consciente? Es posible pero muy difícil, peor con la experiencia y herencia que nos ha dejada la Izquierda a nivel mundial.
En todo caso, hasta este momento lo importante y lo más valioso de este proceso vivido, es que por primera vez se ha abierto en forma concreta y a nivel mundial, otra vía a las convencionales y ortodoxas visiones de la bipolaridad eurocéntrica: capitalismo y socialismo, con la aparición oficial del sumak kawsay / suma qamaña. Situación que ha nacido en los Andes, y que tampoco es casualidad pues los maestros señalaron en sus mitos que después de 500 años habría un renacer espiritual, intelectual, social en el mundo entero y que éste tendría su epicentro en los Andes. Hecho que así ha sucedido. ¿Otra coincidencia? Es más, otras tradiciones de la humanidad también lo sabían y lo han reconocido en ese sentido, tanto es así, que algunos maestros del mundo han ido a los Andes para ofrecer su beneplácito y dejarse guiar por sus sapiencias. Todo esto para la intelectualidad ha sido y es esoterismo new age, pero les preguntamos: ¿Cómo explicarían que los mitos señalados hace 500 años se han ido cumpliendo? ¿Cómo ellos hicieron para visualizar un proyecto a futuro de más de 500 años? ¿Cómo sabían que debía durar 500 años este proceso hasta su retorno pleno?
En todo caso, lo meritorio es que se ha trastocado la dicotomía eurocéntrica considerada como el único modelo de vida y de interpretación de la realidad, para abrirnos a un concepto complementario en el que se anuncia “el surgimiento de la relacionalidad como hecho epistémico, social, político y cultural de gran importancia en el inicio del milenio.(4) “El principio subyacente (o axioma) de la “relacionalidad” dice que todo está conectado con todo y que no existen entidades completamente separadas (ab-solutas).” (1) Lo que en el caso de la europeidad (no confundir con occidentalidad u occidente patriarcal) implicaría retomar la “unión de opuestos” (filosofía tetrádica) que tuviera como último defensor a Heráclito dentro de la filosofía vitalista (panzoísmo). Para después de él, se imponga Parménides con su diástasis separatista de “lucha de contrarios” (dialéctica de la síntesis), dentro de la logocracia mecanicista y en desarmonía con los principios de la naturaleza y la “matrilidad”, es decir, de la vida.
De esta manera, ahora sí se produciría un reencuentro de culturas y no el encubrimiento como lo vivido en estos 500 años. La interculturalidad o la “ecología de saberes” o el “diálogo de saberes”, solo será posible dentro de una nueva cancha de tipo relacional, con jugadores que se respeten mutuamente dentro de la diversidad y la variedad. Y de esta manera “salir” del juego del progresismo unicientífico y del desarrollismo monocultural, en que nos hemos manejado especialmente estos últimos 200 años desde la Ilustración, cuyos resultados han sido nefastos con mayor confrontación y desigualdad.
Ontología del Buen Vivir
¿Sumak kawsay es lo mismo que Buen Vivir?
Para la oficialidad y la gran mayoría de la intelectualidad -a nivel local e internacional-, son sinónimos. Incluso hay quienes prefieren ya obviar el término en kichwa y solo utilizar la traducción en castellano: “Así, podemos utilizar Buen Vivir para evocar un concepto en construcción y no tanto para señalar la autoría del mismo. Por otro lado, preferimos utilizar la traducción al español en la medida que nos permite alejarnos de una visión que insistiría en la exclusividad de los pueblos indígenas en la autoría de dicho concepto. Por el contrario, creemos que el Buen Vivir es un concepto en construcción en el que participan no solo los pueblos indígenas.” (5)
Estamos de acuerdo en que el Buen Vivir es un concepto en construcción, lo cual nos parece válido, es más, lo apoyamos para que así hayan más alternativas –que solo el socialismo histórico- al capitalismo. Incluso para que actúe como complementario del sumak kawsay, pero no creemos en integraciones entre paradigmas disonantes, peor en la forma en que se han venido haciendo las equiparaciones entre uno y otro sistema paradigmático. Sin embargo, lo que debe quedar totalmente claro -una vez más- es que el Buen Vivir es una propuesta y un proyecto de 7 años de existencia, por el contrario el sumak kawsay es un proceso latente, vivo, construido, delineado, encarnado, fluyente por los pueblos andinos desde hace más de 5.000 años.
El Buen Vivir es actualmente una utopía teórica, el sumak kawsay es una utopía experimentada -con virtudes y defectos- pero con un camino ya recorrido. Al sumak kawsay se le pueden hacer las observaciones necesarias pues es un proyecto manifiesto por cientos de años hasta la actualidad, y en el caso del Buen Vivir es todavía difícil decir todo con precisión y completud, pues apenas está naciendo y no se sabe si saldrá vivo o morirá en el proceso de parto. El Buen Vivir podría terminar siendo una nueva moda o aventura -entre las tantas que ha experimentado la Izquierda- y que al poco tiempo han desaparecido o han sido integradas por la Derecha, como de hecho ya lo han hecho ciertas ONGs desarrollistas y organismos internacionales de ayuda al tercer mundo. El sumak kawsay es algo concreto y específico -del que pueden o no estar de acuerdo Occidente y los occidentalizados-, pero es un camino ya expresado y cuya autoría son los pueblos milenarios andinos.
Mientras unos están pensando y delineando crear el Buen Vivir, otros viven y practican el sumak kawsay desde hace milenios, y eso hay que respetar pues todo ello está vivo -aunque disminuido y disperso- pero no muerto ni desaparecido. Cada ser humano tiene la opción de continuar tejiendo el camino delineado por cientos de generaciones o puede hacer uno posmoderno. Una cosa es construir algo nuevo y otra situación es continuar con lo ya construido, lo que no quiere decir que ya esté acabado o terminado sino que sigue caminando con cada generación y con nuevas experiencias, por ejemplo antes con el colonialismo y modernamente con la colonialidad.
Siendo esa la realidad en la que se desenvuelve el pueblo andino, sin que quepa estancarse en lamentaciones o en revanchismos, sino como un nuevo elemento para afirmar y concienciar aún más su camino de vida. Cada nueva generación tiene el derecho de recrearlo a su medida y forma, pero lo que no es plausible -es que a pretexto de ello- se menoscabe su estructura ontológica básica. El propósito será siempre consolidarlo y no resquebrajarle, como cierta intelectualidad y políticos lo vienen haciendo actualmente. Peor con algo que desconocen de su filosofía y ancestralidad propia, para mas bien actuar como nuevos “Sepúlvedas” de nueva estampa.
El Buen Vivir contemporáneo tiene varios autores, pues el antiguo Buen Vivir en Occidente viene básicamente desde el mito bíblico del Jardín del Edén y de la polis de Aristóteles (buena vida o eubios). Y a partir de ellos, los otros que se han ido desovillado son “un pie de página” a la idea inicial, y cuyo nivel máximo es denominado actualmente la “sociedad del bienestar” (american way of life) dentro del capitalismo. En el Buen Vivir aristotélico todo estaba centralizado en el varón (patriarcalismo), ni siquiera en las mujeres ricas o las esposas del “gran señor”, peor en los esclavos, los niños, los ancianos, la naturaleza, pues solo aquel que tenía propiedades y que vivía en la ciudad podía tener derechos y merecer una “buena vida”. Es decir, en su origen el Buen Vivir es androcéntrico y civilcéntrico (anti-campesino), sin que haya mayor diferencia al día de hoy.
“En el patriarcado bíblico se plasma el predominio del “ser humano” masculino (Adam) sobre la “naturaleza” femenina (Eva), y la sublevación de ésta (en el sentido del mito de la seducción) lleva a que el ser humano (es decir: el varón) pierde este ideal de “buena vida” en el Jardín del Edén. Con esta pérdida se inicia la continua lucha contra la Naturaleza (mater, materia) que debe ser dominada y formada, además empieza el trabajo –sobre todo el trabajo físico– que es considerado “maldición” y “castigo”. La polis aristotélica es el espacio de la autorrealización de los varones –y aun así restringido a los varones adultos libres– por medio del ejercicio intelectual. El trabajo físico se deja a los sub-humanos o esclavos que pertenecen al reino de la “naturaleza” o de las fuerzas indominables e irracionales, mientras que el verdadero “lugar” de la “buena vida” es la ciudad (civis), y la civilización resultante (civitas).” (1)
Este Buen Vivir que surge en la Grecia patriarcal, logista (cogito) y dualista (no relacional), lo hace en ruptura con el Saber Amar (pensar y sentir) de la Grecia de los jonios, milesios y demás pueblos matriciales de la vieja Europa, pero principalmente con los egipcios pues la filosofía o “amor a la sabiduría” surge en Egipto como bien lo anotan Platón y Aristóteles. El sumak kawsay surge en los Andes pero se inscribe dentro de las prácticas de los pueblos vitales y matriciales del “saber amar” (philos-sophia) que han existido y existen en el mundo entero.
En este sentido, el posmoderno Buen Vivir -en el fondo- es una vicaría del Buen Vivir aristotélico y epicuriano, que del “Vivir en la Sabiduría del Amor” de Heráclito y demás pre-socráticos, en tanto que su propuesta sigue concentrada o filtrada principalmente en el bienestar material del ser humano, algo que por cierto también lo pregona teóricamente el capitalismo. En consecuencia el sumak kawsay no es lo mismo que el Buen Vivir -antiguo y moderno-, aunque si similar al “Amar Sabiendo” de los pueblos ancestrales de Egipto, Europa, y demás culturas correspondientes de toda la Madre Tierra.
La diferencia en la occidentalidad está ahora dada, entre la sociedad del Bienestar o Vivir Mejor (wellfare) de la Derecha y el posmoderno Buen Vivir de la Izquierda. Ambos totalmente excluyentes del milenario Saber Amar de los pueblos vitalistas europeos y en general de todo el mundo animista. La Izquierda lo único que ha hecho es tomar como punto de entrada a los pueblos andinos, para en el camino ir incorporando elementos provenientes desde el marxismo, el socialismo, el ecologismo, el feminismo, todas ellas corrientes nacidas en occidente y dentro de parámetros eurocéntricos. Siendo esto, el punto de quiebre y de caída para que esta visión no vaya a cuajar, al igual que pasó con las otras experiencias socialistas que seguían siendo occidocéntricas, pues nunca salieron del piramidalismo patriarcalista. Estamos de acuerdo con Le Quanq, cuando dice: “El Buen Vivir no corresponde a una «categoría ancestral» sino más bien a una «invención epistemológica que se alimenta de las luchas ecológicas que preocupan a un mundo en crisis y nombra un conjunto de prácticas constitutivas de los modos de vida andinos.” (5).
En todo caso, nos parece válido que la autodenominada “nueva izquierda” pueda presentar y crear su utopía, tomando elementos de varias tradiciones e ideologías. Pero lo que nos parece inadecuado es diluir al sumak kawsay dentro de ello, con lo cual el mundo andino milenario pierde su especificidad, su camino propio y su propuesta particular, para quedar tan solo como un brazalete o una costilla de la Izquierda y del socialismo (“socialismo del sumak kawsay”). Lo que implicaría, que si este proyecto fracasa quede en el imaginario que la propuesta indígena es inviable, cuando lo que en realidad fracasaría sería el Buen Vivir occidental. De hecho, muchos intelectuales ya se burlan del Buen Vivir, por lo que se está desgastando poco a poco, especialmente con la práctica que se viene ejecutando por los gobiernos de Correa en Ecuador y de Morales en Bolivia. O en otra situación, que el sumak kawsay quede domesticado como se ha ido haciendo con todo lo indianista (costumbres, espiritualidad, economía, música, danza), y a la final termine como un acto folclórico más del eurocentrismo liberal o del marxista, que algo estructural y vivencial.
Si se mira el proceso histórico de la Izquierda, observamos que la mayoría de sus propuestas en el mundo entero han fracasado, y por otro lado, que ha habido un menosprecio indirecto hacia los pueblos originarios al minimizar sus ontologías y epistemologías (utilizando terminología occidental), ya que la única verdad la tenía el materialismo histórico y dialéctico. (Es indudable y valioso la crítica de Marx del capitalismo, siendo eso lo más rescatable y salvable de este gran pensador occidental). Hoy, unos cuantos marxistas se han abierto a lo indígena aunque muy superficialmente, más por el despertar del movimiento indígena que por la propia conciencia de la Izquierda. Es el movimiento indígena el que ahora se codea con la Izquierda, pues anteriormente eran tan solo llevados como masa por los “marxistas” (no habría también que confundir necesariamente a Marx con los marxistas). Es más, en la experiencia histórica -tanto en las luchas independentistas como en las rebeliones- lo indígena tan solo fue utilizado como carne de cañón.
En la teoría política, para la “Izquierda proletaria” el campesino y el indígena representan un atraso dentro de las fuerzas productivas, de ahí su aspiración de convertirlos en obreros para que sean parte del proletariado, es decir, que dejen de ser “pueblos atrasados” para que se integren al capitalismo pleno y desde ahí construir el socialismo proletario (revolución democrático-burguesa).
Según el marxismo, el proletariado es la clase más “avanzada” pero actualmente resulta ser la más “atrasada”, siendo éste otro de los dogmas de la Izquierda, a más del evolucionismo social, el progresismo productivo y el desarrollo lineal. “Sea marxista o no, el movimiento obrero tradicional en Europa —los sindicatos, partidos socialdemócratas y comunistas— sigue profundamente marcado aún por la ideología del «progreso» y por el productivismo y, en ciertos casos, defiende, sin mayor cuestionamiento, la energía nuclear o la industria del automóvil. Es verdad que un principio de sensibilización ecologista está en proceso de desarrollarse, principalmente en los sindicatos y partidos de izquierda en los países nórdicos, en el Estado español, en Alemania, etc.” (6)
La tendencia ecologista en la Izquierda, renace en estos tiempos por acción del movimiento ambientalista ante la situación alarmante del cambio climático. Caso contrario seguirían con el discurso marxista de que existe oposición entre el desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones de producción, y por ende alabando la mecanización de la producción y concibiendo a la industrialización y a la ciencia como el desarrollo en sí mismo (progresismo). Pero la experiencia ha venido a demostrar que “la industrialización no es el motor del progreso ni tampoco la partera del desarrollo. De una parte, la industrialización presupone una concepción retrógrada de la naturaleza, ya que desconoce la relación entre la degradación de la naturaleza y la degradación de la sociedad protegida por dicha naturaleza. De otra parte, para las dos terceras partes de la humanidad la industrialización no ha representado desarrollo alguno.” (7)
En este sentido, resulta difícil creer que la Izquierda se haya dejado tocar profundamente por el indigenismo y el ecologismo, como anteriormente por el feminismo y el culturalismo. Estas tan solo aparecen como un nuevo frente de lucha, antes que una toma de conciencia real y profunda al interior de la Izquierda, especialmente en la vida cotidiana de sus adherentes. De ahí que la Izquierda en general siga siendo patriarcalista no se diga civilizacionista (al igual que la Derecha) aunque se digan anti-capitalistas y anti-imperialistas. Es decir, una Izquierda que no vive como predica sino que su máxima aspiración es la “toma del poder” para desde ahí empujar sus anhelados cambios, pero en la práctica diaria su modo de vida personal sigue siendo eurocéntrico -como la de los ricos- pero con menos recursos. De ahí la sabiduría del EZLN de no plantearse la “toma del poder” sino de construir el poder en las bases y en la cotidianeidad, para que haya un cambio verdadero.
Por tanto, el sumak kawsay no puede ser una nueva aventura de la Izquierda ni de ningún intelectual, muchos de los cuales -ahora- se han vuelto expertos en esta tradición milenaria sin conocer su marco filosófico, que es la conciencia tetrádica de índole relacional y no la conciencia monódica sustancialista de la filosofía occidental. Pretender hablar desde el paraguas teórico del eurocentrismo patriarcal (cosmovisión monárquica), es manipular y deformar un conocimiento y un modo de vida propio, lo que implica un etno-epistemicidio. Todo lo cual lleva a hibridar o mestizar algo que tiene su raíz particular y que ha sido desovillado en un camino milenario de compenetración con la naturaleza. El sumak kawsay o Arte de Vivir en Complemento (como sería una traducción aún más precisa) no es una nueva fantasía ni puede ser una nueva novelería de la Izquierda ni de nadie, pues tiene un recorrido propio, fecundo, largo y compenetrado. Hacer un experimento o un juego del sumak kawsay por la Izquierda sería el camino que nos lleve a un despeñadero y no a cambiar el mundo.
Es más, históricamente la Izquierda ha sido más contraproducente para los pueblos originarios que la Derecha –aunque no intencionalmente-. Por un lado, su actitud mesiánica, salvadora, paternalista, heroica, y por otro, su visión laicista y seglar, lo que les ha llevado a combatir a la cultura y espiritualidad andinas acusándolas de “pre-modernas”, “retrógradas” y “supercherías”. En el mismo sentido que ha habido subestimación hacia la arquitectura, matemática, medicina y demás sapiencias ancestrales andinas. Es decir, el logocratismo de la Izquierda -que en eso no se diferencia con la Derecha que es también racionalista- ha servido para que a pretexto de modernidad y de pobreza, vaya menoscabando la cultura milenaria andina.
Por ejemplo, ambas visiones creen en el desarrollo como modelo de vida y propenden a que los indígenas sean nuevos agentes del desarrollo, de tipo derechista o izquierdista. Estos desarrollismos –especialmente economicistas- buscan la integración al proyecto civilizatorio, en la que el indígena deja de ser medianamente pobre en su materialidad pero al mismo tiempo pierde su riqueza cultural al convertirse en recurso de trabajo o mano de obra barata para el capitalismo liberal o el estatista, respectivamente. Pero también y “a semejanza de lo que ocurrió en los albores del sistema capitalista mundial, las empresas transnacionales de la farmacéutica, la biotecnología y la ingeniería genética procuran transformar a los indios en recursos pero no de trabajo sino en recursos genéticos, en instrumentos de acceso no ya al oro y la plata sino, a través del conocimiento tradicional, a la flora y la fauna bajo la forma de biodiversidad.” (2)
Asimismo, para la mayoría de Izquierdas y de Derechas la pobreza en la que se han desenvuelto los indígenas desde la llegada de los europeos a Amaruka (también llamado Abya Yala) no ha sido impuesta por el conquistador, sino que el pensamiento, la cultura, la economía, la medicina… de los pueblos originarios es pobre en sí mismo. Son pobres por naturaleza propia y lo han sido eternamente, y su destino es ser elevados material, cognoscitiva y espiritualmente por el civilizado liberal (“campo de autorrealización” del espíritu – Hegel) o el civilizado socialista (“la religión es el opio de los pueblos” – Marx).
Para la intelectualidad y la academia, el occidental de Izquierda o de Derecha es el portador de lo más fino y de lo más adelantado de la mayor cultura que hay sobre el planeta, y consideran al indígena una traba cognoscitiva (“el problema indio”) en cuanto no tienen el nivel social y científico de la occidentalidad ilustrada o de la marxista. Es decir, para el cientificismo reduccionista de Derecha y de Izquierda todo lo indígena o ancestralidad como ontologías y epistemologías están en estado inferior, y el asunto tan solo radica en cómo integrarlos al desarrollo ilimitado o sostenible del paradigma occidental, y no el fortalecimiento y ampliación del paradigma indianista.
En definitiva, desde la Junta de Valladolid -entre 1550 y 1551- que fuera el escenario del debate entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas hasta ahora, se viene discutiendo sobre los sujetos colonizados con parámetros establecidos por los colonizadores, desde “seres sin alma” que no merecían vivir hasta seres que podían ser salvados (hoy sacados de la pobreza) para que trabajen para sus benefactores. “Para Sepúlveda, sustentado en Aristóteles, es justa la guerra contra los indios porque son los «esclavos naturales», seres inferiores, homúnculos, pecadores inveterados, que deben ser integrados en la comunidad cristiana por la fuerza, al grado de llegar a la eliminación, si fuera necesario. El amor al prójimo, dictado por una moral superior, puede llegar así, sin contradicción, a justificar la destrucción de los pueblos indios: en la medida en que se resisten a la dominación «natural y justa» de los seres superiores, los indios son culpables de su propia destrucción. Son integrados o destruidos por su propio beneficio. A este paradigma del descubrimiento imperial, basado en la violencia civilizatoria de Occidente, contrapone Las Casas su lucha por la liberación y la emancipación de los pueblos indios, a quienes consideraba seres racionales y libres, dotados de cultura e instituciones propias, con quienes la única relación legitima era el diálogo constructivo sustentado en razones persuasivas “suavemente atractivas y exhortativas de la voluntad”… Pero aún con el brillo de Las Casas fue el paradigma de Sepúlveda el que prevaleció porque era el único compatible con las necesidades del nuevo sistema mundial capitalista centrado en Europa.” (2)
Y desde ellos hasta hoy sigue el mismo debate, ahora entre la Izquierda “inteligente y racional” y la Izquierda de los “tontos e infantiles”, en palabras de Rafael Correa. Todo esto nos lleva a la conclusión de que los pueblos ancestrales vivientes (“Andes Profundos” o cuarto mundo) y sobrevivientes (“Andes colonizados” o tercer mundo) deben manejarse prudentemente con las Izquierdas, que podrían disminuir su pobreza económica pero al mismo tiempo con sus propias formas culturales (“comunidades y escuelas del milenio”), para terminar como parias del eurocentrismo piramidal como lo son actualmente los “indios civilizados” (mestizos) y demás pobladores. Siendo ese el momento crucial que vive los Andes, en particular Ecuador y Bolivia con sus gobiernos “progresistas”, en que utilizando parafernalias indígenas están desnaturalizando todo lo originario.
En resumen, “Si con la modernidad podemos hablar de la progresiva conquista semiótica de la vida social y cultural, hoy esta conquista se ha extendido al corazón mismo de la naturaleza y la vida” (8) en todas sus facetas.
Piramidalismo eurocentrista y espiralidad andina
Para tener mayor claridad es importante saber si existen o no diferencias entre el sumak kawsay y el socialismo, o en palabras de García Linera: “Indianismo y marxismo, el desencuentro de dos razones revolucionarias”. Para ello es fundamental ir al marco conceptual o paraguas en el que están sostenidos uno y otro, esto es la Conciencia Andina y la Cosmovisión Occidental, respectivamente. No decimos “cosmovisión andina” como se ha dicho en varios círculos, pues consideramos que la cultura y filosofía andina están abrazadas en la correlación entre la razón (sophia) y el sentir (philo), muy diferente a Occidente sostenida únicamente en el logos, y en la que el cosmos es un ente rígido y mecánico. Por lo que cosmovisión es una visión mecanicista y materialista de la vida, y por ende contradictorio con la filosofía andina que es multiversa, transdimensional y vitalista, es decir, conciencial.
Desde el arquetipo andino estamos en un mundo inteligente, vivo y consciente (hilozoísmo), y no en un mundo inerte, causal, progresista y evolucionista como plantea la visión occidental (mecanicista – materialista). O en un mundo quántico – relativista y no en uno newtoniano-cartesiano, de ahí que preferimos hablar de Conciencia Andina. Y cuando hablamos de filosofía, nos inscribimos en las visiones primigenias cuando filosofía era “amar sabiendo” pero que luego devendría en logos puro desde Parménides hasta el clímax fundamentalista del racionalismo de nuestros días.
El reductivismo del pensamiento racionalista tiene sus primeros brotes hace 5000 años a partir de la revolución patriarcal que se produce en la antigua Mesopotamia por parte de los patriarcas, y que conducirá a la extinción paulatina del milenario sistema matricial de por lo menos 40.000 años de existencia en Europa y el Cercano Oriente. Proceso en el cual se fue perfeccionando la ablación del hemisferio derecho y de todo lo femenino representado en todo aquello ligado a las diosas, la mujer, la naturaleza, la sexualidad, la corporalidad, la afectividad, la sensibilidad, lo heterogéneo, la vida, etc. (espiralidad). Y que implicó el sobredimensionamiento de lo masculino, la razón, la verticalidad, la separación, la jerarquización, la homogenización, etc. (piramidalismo).
Alcanzando su plena estructuración en Grecia hace 2500 años a través de los denominados “clásicos” Sócrates, Platón y Aristóteles. Ellos serían los personajes más importantes y que darían fundamento a lo que posteriormente se llamaría la civilización. Calificado éste como un estadio superior a la barbarie y al salvajismo que representaba todo lo matricial de Europa y de los “otros”, es decir, del resto del mundo. “Esta es una construcción eurocéntrica, que piensa y organiza la totalidad del tiempo y el espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia, colocando su especificidad histórico-cultural como patrón de referencia superior y universal.” (8)
Todos aquellos pueblos que funcionaban armónicamente con sus dos hemisferios cerebrales, con el pensar y el sentir o el “emocionar” (como dice H. Maturana) en el continuum de la naturaleza y teniendo como principio base a la “unión de los opuestos”, pasaron a ser considerados primitivos, atrasados, arcaicos… modernamente devenidos en subdesarrollados, tercermundistas, lentos, etc. Este proceso que tiene un pequeño punto de partida en el cercano oriente lograría imponerse en el mundo entero, y a la fecha actual logrando casi exterminar a los pueblos matriciales vivientes (cuarto mundo). Pero al mismo tiempo, encontrándonos frente a una revolución alter-nativa con el despertar en el mundo entero (incluido Occidente) de la filosofía relacional o la interrelacionalidad entre el principio masculino y femenino de vida. Todavía más, cuando “los conocimientos “modérnicos” son limitados para iluminar caminos ante la crisis social, ecológica, y cultural actual y, por el otro, que los conocimientos “pachamámicos” son vitales para ello.” (4)
Gerda Lerner en su libro “La Creación del Patriarcado” y Marija Gimbutas en el “Lenguaje de la Diosa”, son las más claras exponentes de cómo se dio el proceso de fragmentación y amputación del sistema matricial en Europa. Anotan que hasta hace 5000 años los pueblos europeos todavía funcionaban dentro del arquetipo matrístico y que en un proceso de 2000 años se produjo paulatinamente su transformación. En este sentido, los Jonios hace 3000 años en la antigua Turquía y Grecia serían los últimos guardianes del “saber-amar”, hasta que el extremismo patriarcal racionalista con el Buen Vivir aristotélico terminó de imponerse y con ello separarse aún más de la naturaleza, es decir de la vida, para posteriormente expandirlo a toda Europa y de ahí a todo el mundo. “La ruptura ontológica entre la razón y el mundo quiere decir que el mundo ya no es un orden significativo, está expresamente muerto. La comprensión del mundo ya no es un asunto de estar en sintonía con el cosmos, como lo era para los pensadores griegos clásicos… El mundo se convirtió en lo que es para los ciudadanos el mundo moderno, un mecanismo despiritualizado que puede ser captado por los conceptos y representaciones construidas por la razón” (8)
En otras palabras, será el monismo (el dios único de Abraham) el que se impondrá en todo el planeta y gobernará estos últimos 2500 años hasta casi exterminar la concepción animista de relacionalidad complementaria. Se produce el adormecimiento de la milenaria tetrádica griega (tetractis) por la dialéctica aristotélica, en la que ya no es la realidad de la naturaleza y la naturaleza de la realidad lo que marca la manera de concebir la vida y de construir el mundo, sino son las ideas y las teorías de la mente dictatorial las que establecen cuál es la “realidad”. Teoría que alcanza su clímax a través de su máxima: pienso luego existo (cogito ergo sum), muy diferente al principio andino de vivimos luego existimos (vivimus ergo sumus). Descartes vendra a ser el máximo exponente de este proceso de 3000 años, con su cúspide en el renacimiento. “Esta total separación entre mente y cuerpo dejó al mundo y al cuerpo vacío de significado y subjetivizó radicalmente a la mente. Esta subjetivación de la mente, esta radical separación entre mente y mundo, colocó a los seres humanos en una posición externa al cuerpo y al mundo, con una postura instrumental hacia ellos.” (8)
Desde Parménides, pasando por Hegel hasta Marx, la incansable e insaciable lucha entre dos fuerzas, desde la metáfora de la parábola platónica de la “carroza alada” hasta la “lucha como motor de la historia” (Izquierda) y del mercado competitivo (Derecha). Será esta concepción dicotómica con sus dos variables pero dentro del mismo sistema monoico de nacimiento, las que se impondrán en el mundo con la globalización eurocentrista, y su proyecto de construir el “sistema-mundo-nación”. Ya no se trata solamente de construir un solo “sistema-mundo” económico, sino de construir una sola nación universal con un solo gobierno (Club Bilderberg) aunque con diferentes Estados pero todos ellos de tipo occidental.
Desde aquellos mitos fundantes se conducira la civilización occidental y su deseo de piramidalización mundial, a través de la invasión, la conquista y la imposición abierta (dictadura) o la solapada (democracia). “En este campo puede decirse que Occidente no ha carecido de imaginación. Entre estas estrategias podemos mencionar la guerra, la esclavitud, el genocidio, el racismo, la descalificación, la transformación del otro en objeto o recurso natural y una vasta sucesión de mecanismos de imposición económica (tributos, colonialismo, neocolonialismo y por último globalización neoliberal), de imposición política (cruzadas, imperio, estado colonial, dictadura y por último democracia) y de imposición cultural (epistemicidio, misiones, asimilación y finalmente industrias culturales y cultura de masas).” (2)
En resumen, de la inclusión como forma de vida por miles de años, a la exclusión entre lo patriarcal y lo matricial por 2000 años, y de ahí a la exclusión en sí mismo como modo de vida en estos últimos 3000 años. A medida que se fue consolidando el sistema de exclusión, se produjeron al interior diferentes y nuevos subsistemas dualistas, envueltos en distintas variaciones dialécticas desde el mecanicismo y el vitalismo hasta las denominaciones de Derecha e Izquierda en nuestro tiempo. La resistencia dentro del nuevo sistema de exclusión se dará, ya no entre la razón (masculino-piramidal-separatista) y lo sensitivo (femenino-espiralado-complementariedad) sino entre la razón de Derecha (liberalismo-positivismo) y la razón de Izquierda (materialismo-cientificismo), y en la que el sentir-feminidad-afecto-naturaleza-etnias quedan relegados a segundo plano y más bien, se convierten en asiento o base para la piramidalización del sistema patriarcal. O en las cuatro razones que identifica Boaventura de Sousa Santos: “la razón impotente, aquella que no se ejerce porque piensa que nada puede hacer contra una necesidad concebida como exterior a ella misma; la razón arrogante, que no siente la necesidad de ejercerse porque se imagina incondicionalmente libre y, por consiguiente, libre de la necesidad de demostrar su propia libertad; la razón metonímica, que se reivindica como la única forma de racionalidad y, por consiguiente, no se dedica a descubrir otros tipos de racionalidad o, si lo hace, es sólo para convertirlas en materia prima; y la razón proléptica, que no tiende a pensar el futuro porque juzga que lo sabe todo de él y lo concibe como una superación lineal, automática e infinita del presente.” (2)
Así hasta nuestros días, cuando se da un “giro copernicano” con el ecologismo, el feminismo, el culturalismo, pero fundamentalmente con el etnicismo -en particular el andino- al cuestionar profundamente al dualismo sustantivista y su teoría universal para todos los pueblos del planeta. Si bien, algunas de estas posiciones son anti-patriarcalistas y anti-eurocéntricas, pero no van más allá de lo civilizatorio y del primermundismo. Siendo el “vitalismo complementario” la ruptura mayor, en que además de lo señalado cuestionan al laicismo, al antropocentrismo y al reduccionismo, pues tiene una concepción relacional, holística y espiritual aunque no religiosa, en la que al mismo tiempo reivindica al mito y a la magia desde una conciencia arquetípica jungniana y quántica-relativista.
La mayoría de estas nuevas tendencias cuestionan al dualismo político pero no al dualismo en sí mismo, ponen distancia con la explotación pero no con el capitalismo como tal, quedando en algunos casos en un “capitalismo verde”. Lo cual ha provocado el surgimiento de un eco-socialismo, entre quienes crean una mixtura roja y verde -aunque sigue siendo dualista y sustantivista-, y cuyo propósito es renovarse y actualizarse para mantenerse en la acción política. Tendencia ésta, que cuestiona al capitalismo y se declaran ecologista pero que tampoco rebasan los valores civilizatorios y lineales, por eso abogan por una nueva civilización. Así dicen: “Las reformas parciales son completamente insuficientes: es necesario reemplazar la micro-racionalidad de la ganancia por una macroracionalidad social y ecológica, lo que requiere un cambio real de civilización.”(6)
De ahí, que algunos hablan de crisis civilizatoria (Lander) o de civilización (Houtart), cuando es la crisis de la civilización como tal, y la única civilización es la occidental (pleonasmo) pues la logocracia es exclusivamente eurocéntrica. (Para diferenciarlo estamos utilizando los términos civilcéntrica y/o civilizacionista, que tienen como centro a lo urbano y al ciudadano). Ni siquiera Japón o China, que son países capitalistas son logolátricos, pues sigue subsistiendo el animismo y el culturalismo dentro de estos pueblos. La civilización -como así mismo el feudalismo- son un fenómeno exclusivo de Europa, ya que no surgieron en ninguna otra parte del mundo. Por lo que no se trata de crear otra civilización, ni siquiera anti-logolátrica sino de una trans-civilización (más allá), la misma que debería ser un sistema vital cultural en el sentido de crianza de la vida (matricial).
Occidente no solo que se ha transformado en fundamentalista del logos sino que ha devenido en acultural (unkultur) por su extremismo racionalista. Lo único que sobrevive como cultural en el “norte” son ciertas expresiones artísticas, pero la cultura como sistema de vida ha desaparecido para ser pura civilis y polis, es decir, total urbanismo mecanicista jerarquizado. Entendiendo a la cultura en el continuum de la naturaleza, y a la civilización en la separación y división con la naturaleza (modernidad). Para esta última, “La premisa organizadora era la creencia en el papel de la modernidad como la única fuerza capaz de destruir las supersticiones y relaciones arcaicas, a cualquier costo social, cultural o político. La industrialización y la urbanización eran vistas como inevitables y necesarias rutas progresivas a la modernización.” (8)
El paradigma eurocéntrico -se llame Derecha o Izquierda-se sigue auto-considerando como el punto de referencia de lo adelantado, mejor, superior, eficiente, y todo paradigma de fuera del “norte” es valorado en cuánto se acerque o se aleje a sus valores de vida, y de acuerdo a ello sus cánones de aceptación y estimación. Los paradigmas y arquetipos no-occidentales deben guardar una rigurosa razón instrumental para que les sea dado un pequeño gesto de apertura, por quienes tienen las medidas y las categorías de lo correcto, racional, justo, real… en la misma dimensión como lo decía Hegel: «todo lo que es real es racional, y todo lo que es racional es real».
El pensamiento del “sur” sigue siendo visto despectivamente por la academia bipolar -a pesar de la decadencia y el agotamiento del primer mundo-, en cuanto sigue considerándolos postulados románticos, idealistas, folclóricos, idílicos, incompletos, empíricos. Incluso calificándolos de retrógrados, en la supuesta idea de que estos planteamientos están proponiendo “regresar al atraso” o la “edad de piedra”, como señalaba un despistado de mala fe. Pero lo cierto, es que muchas voces del primer mundo hablan de “regresar a la naturaleza”.
El haberse salido Occidente de la forma de vida en el continuum de la naturaleza o conciencia interrelacional para generar la crisis total de hoy en día, y el planteamiento de retomar aquel estilo no dualista ni hegemónico para sanar la descomposición creada por el primer mundo, no significa regresar al pasado social como una especie de apocatástasis, sino que se vuelva a vivir en el presente dentro de los principios y modelos de la naturaleza si queremos sobrevivir como especie. Haber perdido la brújula natural para caminar a tientas según los designios del ego dictatorial y de la mente empírica, para ahora plantear caminar con la sabiduría de la naturaleza, es decir conscientemente con la vida, no significa “volver al atraso” (además de que el atraso fue otro) sino recuperar el camino de la naturaleza inteligente para en humildad y en respeto re-aprender a convivir con ella, en una forma armónica y complementaria. La diferencia está en que “La muerte de la naturaleza es suicidio colectivo de la humanidad, y sin embargo la cultura moderna que se globaliza nada aprende del respeto a la Naturaleza de las otras culturas, aparentemente más “primitivas” o “atrasadas”, según parámetros desarrollistas”. (9)
Posición y actitud de la que la Izquierda del “sur” no está exenta, pues se maneja dentro de las mismas categorías cartesianas del “norte”. Es decir, hay una Izquierda que cuestiona a la Derecha pero que sigue jugando en la misma cancha logocrática, y que no le interesa abrirse a otras canchas que juegan dentro de otros parámetros, conciencias y modalidades. En este sentido, la Izquierda -en general- sigue siendo empírica, reductivista, extremista, por ende patriarcalista y civilizacionista hasta los tuétanos, y que sigue despreciando lo sensitivo, lo femenino, lo vital, lo espiritual, lo afectivo, lo ritual, y toda expresión multiversa y relacional. Han perdido todo lo matricial, por eso solo ven dinero, economía, eficiencia, excelencia (actitud “anal” diría Jung), y no se dan cuenta del costo ambiental, cultural, étnico, humano. El valor es la bolsa de valores y la naturaleza es solo mecanismo para elevar las virtudes (vir=varón) y los valores consumistas del hombre desarrollado y progresado, es decir, primer mundista.
“Primero está el hombre y luego la naturaleza” -dicen la mayoría de Izquierdas-, pero de qué va a vivir el hombre cuando se acabe la naturaleza. ¿Quién sostiene al ser humano: la naturaleza o el hombre? Para la visión ego-antropocéntrica el hombre es medida de todas las cosas (Kant), y para los tecnócratas y cientificistas modernos es lo mismo (antropomorfismo). Creer que la ciencia y la tecnología es la salvación, es la actitud necrófila de la modernidad que ha llegado a la decadencia senil, creyendo que el problema humano es tecnológico cuando es conciencial.
En España el 30% de la población son esclavos del twiter y hacen el amor junto a ella para “no perderse nada”. En Japón un 46% de las mujeres entre 16 y 24 años no están interesadas en, o detestan, el contacto sexual. Muchas mujeres consideran el contacto físico repugnante. Más del 25% de los hombres se sienten igual. El Instituto de Población y Seguro Social de Japón informa que 90% de las mujeres jóvenes piensan que seguir solteras es preferible a lo que se imaginan será el matrimonio. Las relaciones a largo plazo y el contacto humano están siendo reemplazados por una gratificación instantánea como el sexo casual o apareamiento corto, la pornografía en internet, las “novias” virtuales y las caricaturas anime. Esta abstinencia puede también llegar a extremos patológicos de reclusión como son los hikikomori o “encerrados” que casi no ponen un pie afuera, los otaku o “geeks-desadaptados” y los shingurus o “solteros parásitos” – la mayoría de quienes entran en esta categoría son hombres mayores de 30 años que aún viven con sus padres.
En Australia, según NSW se establece que los niños carecen de las habilidades fundamentales de movilidad debido a la vida sedentaria que tienen. Apenas un 2 % de alumnos son capaces de cumplir con carreras, saltos verticales y horizontales. En Gran Bretaña, la mitad de los menores de 7 años no llega a los mínimos recomendados de movimientos de 1 hora, los pequeños pasan 7 horas al día en actividades sedentarias, según la revista BMJ Open. “El excesivo sedentarismo de los niños occidentales trae de cabeza a los especialistas en salud, que ven cada vez más cerca un futuro ligado estrechamente a las enfermedades cardiovasculares”. (Revista La familia 27-10-13)
¿Cuál y dónde está la pobreza? La pobreza es la idiotez? Lo cierto, es que ya ha llegado la generación de idiotas de la que hablaba Einstein, cuando decía: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, el mundo solo tendrá una generación de idiotas.”
Como vemos, lo que gobierna este mundo es la miopía terrorista del consumismo hedonista (homo consumus), lo que les ha llevado a perder la conciencia total, integral, sensible, amorosa para quedar esclavos de la parte y del extremismo materialista. Las Izquierdas deberían escuchar a Leonardo Boff, cuando dice que la “visión holística y sistémica necesitamos hacerla hoy hegemónica en nuestra lectura de la realidad. En caso contrario, quedamos rehenes de visiones fragmentadas que pierden el horizonte del todo. En esta diligencia Jung es un interlocutor privilegiado, particularmente en el rescate de la razón sensible.” Como vemos la Izquierda no propende a un cambio estructural y fundacional sino a un cambio dentro del mismo paradigma logocrático, es decir, pasar de un lado (Derecha) al otro (Izquierda). Eso es todo, por ende el piramidalismo sigue intacto y no hay un cambio de matriz constitutiva y fundacional sino solo un cambio de “matriz productiva”, como ahora quiere la Izquierda y está de acuerdo la Derecha.
Si bien los eco-socialistas ponen distancia con el productivismo de Marx y con el anticapitalismo ecologista, se esfuerzan por recrear un marxismo ecológico por demás inexistente en Marx y su visión de oposición entre el desarrollo de las fuerzas de la producción con las relaciones de producción. Argumentan que el cuestionamiento de Marx al capitalismo y su acumulación progresiva e indefinida, es ya una actitud ecologista. Estos eco-marxistas bajo el argumento de que los ecologistas no cuestionan al capitalismo o de que sus alternativas no son reales y prácticas para salir del capitalismo, se esfuerzan por hacer de Marx un rojo con lentes verdes. Lo cual, de alguna manera es meritorio aunque nada raigal, que sería lo deseable. Se han dejado tocar por el ecologismo aunque obligados ante las reacciones de la naturaleza, sino seguirían con su mismo
[…] FREIRE, Atawallpa (2014). « Ruptura de dos paradigmas: Una lectura de la Izquierda desde la Filosofía Tetrádica Andina », dans Lalineadefuego.info (4 juin), Dossier: El Buen Vivir, Estado Plurinacional, Izquierdas, […]
[…] FREIRE, Atawallpa (2014). « Ruptura de dos paradigmas: Una lectura de la Izquierda desde la Filosofía Tetrádica Andina », dans Lalineadefuego.info (4 juin), Dossier: […]