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martes, diciembre 24, 2024

ECUAVOLEY: PARTE III LAS ORGANIZACIONES. Por Gustavo Abad

ECUAVOLEY: PARTE III
LAS ORGANIZACIONES: EXPERIENCIAS SOCIALES EN TORNO AL ECUAVOLEY
Por Gustavo Abad <www.rostroadusto.blogspot.com>

Voluntades compartidas

El ecuavoley no es una disciplina reconocida en el sistema olímpico internacional y, por ello, su nivel de organización institucional es todavía incipiente. Aunque se lo practica en todo el país e, incluso, en los países con mayor población migrante ecuatoriana, como España, Italia, Inglaterra y Estados Unidos, las diversas iniciativas de organización, no están todavía articuladas mediante políticas públicas de desarrollo depotivo.

El Ministerio del Deporte propone incluir al ecuavoley dentro de las disciplinas oficiales de los juegos nacionales intercolegiales. La Federación de Ligas Barriales (Fedenaligas) obliga a sus afiliados a mantener equipos masculinos y femeninos en esta disciplina. Un gremio profesional, la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) organiza cada año un campeonato que forma parte del calendario oficial de fiestas de Quito. Paradójicamente, durante el resto del año no entra en las agendas deportivas de los grandes medios.

Un inventario de clubes, asociaciones, canchas, empresas y negocios medianos que promueven el ecuavoley en todo el país rebasa el objetivo de este relato. Desde el Club 6 de Marzo de Esmeraldas hasta la Asociación de Ecuavoley de Guayllabamba; desde Los Profesionales del Ecuavoley, de Quito, hasta el Centro Cultural Catamayo, en Loja, son experiencias de organización social en torno al ecuavoley.

De igual manera, la explanada del Estadio Alberto Spencer, en Guayaquil; las canchas de Jipiro, en Loja; el Parque Infantil, en Esmeraldas; el complejo de Chimbacalle, en Quito; la cancha de Joffre, en Quinindé, y miles de escenarios más son arenas consolidadas de este deporte donde se mantiene viva la práctica, no sólo deportiva sino cultural del ecuavoley.

Todas estas iniciativas se basan en la suma de voluntades particulares, en esfuerzos compartidos, que también son parte del modo de ser ecuatoriano. Aquí, una reseña de las iniciativas más visibles:

Una cita anual en el Julio César Hidalgo

Uno de los torneos con mayor regularidad en el país es la Copa Concentración Deportiva de Pichincha, que organiza todos los años la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) a finales de noviembre. Entre 1998 y 2010 se han desarrollado 13 ediciones interrumpidas.

Los partidos se juegan en el coliseo Julio César Hidaldo (JCH), un escenario emblemático del deporte popular. Sobre sus duelas se han desarrollado jornadas memorables de box y de básquet. Hace poco más de una década, la gente asocia al coliseo con la cita anual del mejor ecuavoley del país.

Aunque pueden inscribirse equipos de todo el país, no es un campeonato nacional estrictamente, puesto que los participantes no representan a provincias o regiones, sino a instituciones públicas y privadas. Así, entre los que destacan cada año constan: Clínica Villaflora, Emaap; El Nacional; Invin; Liga Montúfar; Aucas, Ciudadela Atahualpa, Policía Nacional, Ferroviaria, Sociedad de Egresados del Mejía, entre otros. El último campeón, 2010, es Clínica Villaflora.

Tampoco se trata de un torneo profesional, pues los jugadores no tienen contratos formales y no cuentan con una remuneración fija. Sí reciben una recompensa económica de la entidad auspiciante, más uniformes, viáticos y otros gastos menores. En estricto sentido, no hay ecuavoley profesional en el Ecuador, pero algunos jugadores obtienen buena parte de sus ingresos familiares gracias a este deporte, sostiene Fabián Quilca, directivo de la APDP.

Por decisión de los organizadores, este torneo se juega sólo en la modalidad conocida como “ponedores”, que privilegia el uso de la técnica en lugar de la fuerza, al contrario de los ganchadores. El promedio de asistencia por jornada es de 500 espectadores, pero puede llegar a 3.000 en las semifinales y finales.

La APDP ha sistematizado un reglamento, que sirve de referente a otros torneos, cuya última actualización se hizo en 2010. Aunque por ahora el objetivo principal es ofrecer espectáculo, los organizadores no descartan desarrollar, en el mediano y largo plazo, procesos de formación de nuevos deportistas, especialmente en el ámbito estudiantil y parroquial.

En el torneo de 2002 se incluyeron equipos femeninos, pero el resultado fue negativo. Según testimonios de los organizadores, el grueso del público no vio con agrado el desempeño de las jugadoras, por considerar que no tenían un alto nivel técnico y no protagonizaban jugadas espectaculares como sus colegas hombres. Según esos mismos testimonios, también hubo un alto nivel de sexismo, que amerita un trabajo de remoción de estos patrones culturales. Los organizadores decidieron tomarse un tiempo antes de intentar una nueva participación femenina y creen que ese proceso debería desarrollarse en el sistema educativo.

Los Profesionales del Ecuavoley

La avenida Amazonas es una de las más ajetreadas del norte de Quito y en torno a ella corre la actividad productiva, comercial, financiera… La prisa es el factor común en esta zona, donde la gente trabaja y, al mismo tiempo, agoniza en su metro cuadrado de oficina o de mostrador. Es la vida dedicada al trabajo, el tiempo de la producción y el mercado.

Junto a esa misma avenida, en la esquina con la calle Japón, la prisa pierde vigencia. En un espacio de 70 x 30 metros, se juntan todos los días, entre las tres de la tarde y las siete de la noche, no menos de trescientas personas en torno a dos canchas de tierra. La gente mira los partidos, juega a las cartas, intercambia saludos y discusiones, abrazos y desafíos. Los jóvenes hablan con los viejos, algo que ya no ocurre en otros lugares; los burócratas se escapan de las oficinas para revivir en la cancha. Es el tiempo de la naturaleza, de la vida cotidiana, mejor dicho, la única que existe.

“Club Social, Cultural y Deportivo Los profesionales del Ecuavoley” señala un letrero con el nombre de la agrupación que ocupa este espacio hace una década y tiene todo un sistema organizativo. Debajo constan las normas de conducta que deben observar los que juegan en este escenario. “Los profesionales…”, como les gusta llamarse a sí mismos a los 300 socios, convirtieron un pedazo de terreno en un referente del deporte popular.

La historia de esta singular organización está ligada a un grupo de estudiantes de la Universidad Central que se reunían, a principios de la década de 1970, a jugar todos los sábados frente al legendario Teatro Universitario, cuando todavía pasaban películas de Fellini y los bustos de los héroes indígenas de América rodeaban la pileta. Después de graduados, cada uno tomó el camino de su profesión y su familia, pero no dejaron de convocarse para a jugar los fines de semana.

Lejos ya de las aulas, se dedicaron a colonizar cualquier espacio que les permitiera trazar una cancha y templar una red. En la década de los noventas, se instalaron en la avenida Mariana de Jesús, junto a la 10 de Agosto, que fue por muchos años la arena de los mejores ecuavolistas de la ciudad. Ante las quejas de los vecinos por la acumulación de desperdicios, las autoridades municipales les pidieron abandonar el sitio y les asignaron el terreno que hoy ocupan a un costado del parque La Carolina.

“Los profesionales…” son una de las experiencias más visibles de organización social en torno al ecuavoley. Funcionan como club desde 1996 y se rigen por La Ley del Deporte. Para solventar los gastos, cada jugador aporta con dos dólares por partido, que sirven para comprar pelotas y redes, pagar a los árbitros, cubrir los consumos de luz y agua, ampliar y mejorar las instalaciones. Junto a las canchas funcionan varios locales de comidas, una sala de póker y una de reuniones.

“Los profesionales…”, también contribuyen a la salud mental de la población, pues los desempleados encuentran en un partido de ecuavoley el sosiego que les permite eludir la frustración y continuar en la lucha. Por otra parte, cumplen una función geriátrica, porque ahí se encuentran cada tarde cientos de jubilados, cariñosamente conocidos como “los sub-70” a conversar y pasar la tarde sin apuros. En esta, como en toda cancha de ecuavoley, el tiempo de la naturaleza se impone al tiempo de la producción. Aquí la gente también recupera el valor de las cosas inútiles.

Continúa…

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