La profunda crisis económica provocada por el confinamiento decretado en prácticamente todo el mundo, para combatir el coronavirus, obligó a recuperar el papel del Estado, en la mayor parte de países del mundo, inyectando masivos recursos económicos para estimular la reactivación productiva, proteger el empleo y paliar la crisis provocada por el confinamiento, sin embargo, el gobierno ecuatoriano, continuó aplicando las políticas de ajuste acordadas con el Fondo Monetario Internacional: despidió empleados públicos; redujo el gasto y la inversión pública inclusive en salud y educación; privilegió el pago a tenedores de bonos de deuda pública externa; eliminó subsidios a los combustibles; incurrió en masivos atrasos en el pago a pequeñas y medianas empresas proveedoras del Estado; introdujo normas laborales restrictivas de derechos e incluso dictando leyes para limitar el monto del gasto y la inversión públicas a futuro.
Al pensar en 2020 pienso en cómo todas las personas nos hemos visto expuestas, en mayor o menor medida, a la incertidumbre, la inestabilidad, la fragilidad, la vulnerabilidad, la precariedad y el miedo. Y, pienso en cómo todas estas palabras, tan usuales en este momento, han sido parte siempre de la vida de quienes de alguna forma trabajan en el arte. Pienso en un fenómeno que he estudiado desde hace varios años: el carácter contagioso de la precariedad, cómo se transmite de un ámbito a otro, con la misma eficacia con la que se transmiten los virus. He podido constatar que el arte es uno de los espacios en los que más rápido y con especial intensidad se han observado características de la precariedad contemporánea.
“Todos fallaron cuando una niña pedía ayuda, es a nombre del Estado ecuatoriano que les pido acepten nuestras disculpas, por ese inmenso dolor que sufrieron hace 18 años”, así lo señaló el presidente de la República, Lenín Moreno, ante Petita Paulina Albarracín Albán, en un acto público de reconocimiento y vergüenza estatal ante la violencia sexual y la indiferencia de los sistemas de salud y educación que llevaron a la muerte a Paola del Rosario Guzmán Albarracín, hija de Petita, en diciembre de 2002.
El objetivo de este artículo es ser breve en la explicación de cada uno de estos temas, buscando aclarar sobre ciertos elementos que circulan en las redes sociales y que desinforman a la ciudadanía, puesto que estamos en medio de un proceso electoral que ya se vio empañado por la campaña sucia. Dicho proceso electoral debería enmarcarse en la generación de propuestas y no en el encuadre mediático de la generación del miedo para disuadir que se vote por determinado candidato.
Los diseños y estilos eran de las más diversas afecciones, la necesidad convertida, una vez más, en la producción insaciable del deseo expresado en estilosos cubrebocas.
La violencia contra mujeres y niñas violadas, proveniente tanto de los violadores directos como del Estado que las somete, es inconcebible e inaguantable.
Hasta 1938, en Ecuador la penalización del aborto estaba sujeta a la moral pública y a la honra de la familia. En ese año, el entonces nuevo Código Penal tenía como su centro de protección jurídica, en casos de aborto, a la vida. En este código penal se despenalizó el aborto en caso que corra riesgo la salud o vida de la mujer embarazada, y también, en el caso de que la mujer tenga alguna discapacidad mental[1].
Será una década sin lograr un COS satisfactorio para los derechos a la salud. El infructuoso diálogo liderado por los gobiernos lleva a algunas conclusiones: los intereses contrapuestos en el sector salud son significativos y difícilmente reconciliables, a tal punto que no han hecho viable una perspectiva común. No es cuestión exclusiva de las personas y equipos que han dirigido o dirigen el MSP, responsable gubernamental del diálogo, sino del desajuste estructural entre los actores del sistema sanitario existente, sus intereses específicos, sus posturas ideológicas y una rectoría que resulta no pertinente. Las personas son importantes pero la estructura lo es más. El harakiri es patético para la institucionalidad, pero abre una puerta para otro sendero.
Sucumbíos es una mucho más que verde y húmeda provincia en el norte de Ecuador. Colinda con el Departamento de Putumayo, sur de Colombia, una zona históricamente azotada por conflictos armados, y con otras cinco provincias de la Amazonía y Sierra ecuatorianas. Es una franja de territorio reconocida por su biodiversidad, única en el mundo, y –paradójicamente– por la industria del petróleo, a la cual debe su nombre su capital: Lago Agrio. En 1969, Texaco inició la explotación del oro negro y eso atrajo a miles de colonos inmigrantes del sur del país. En ese tiempo nadie imaginó que la migración podía suponer un problema.
Lo digo de frentón: los trabajadores no deben renunciar a su dignidad a pretexto de la crisis económica y política que afronta el país en toda su institucionalidad. Tampoco pueden estar sujetos a la volatilidad emocional de sus superiores, quienes en algunos casos normalizaron la verbalización de la violencia como rutina cotidiana de relacionamiento, pero también de discriminación entre una élite intelectual y sus simples operarios, quienes habitan a la sombra del anonimato laboral.
Por Indira Huilca* / Tomado de Jacobinlat.com
Perú vive días agitados e inciertos. La vacancia contra Vizcarra redundó en la asunción del gobierno por parte...
Aunque la actividad de las ciudades se detuvo con la expansión de covid-19, no ocurrió lo mismo con el trabajo del campo. Sí, los campesinos e indígenas quedaron más aislados que nunca de la atención pública y mediática, pero no se acomodaron en el lamento y la queja, continuaron labrando la tierra que da el sustento al campo y a la ciudad.
La realidad y la ficción se parecen tanto que, en estos tiempos profundamente mediáticos, es muy dificil distinguir las líneas que la separan. Esto aconteció en estos días, ante nuestros ojos, en las últimas elecciones presidenciales realizadas en los Estados Unidos, donde triunfó el demócrata Joe Biden, enterrando al fascista republicano Donald Trump.
En el 2016, la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos tomó a los medios de comunicación de todo el país por sorpresa; a raíz de eso se comprometieron a incluir en sus redacciones a las distintas comunidades que conforman esta nación. Esto supone a conservadores, aquellos en áreas rurales (un grupo complejo por sí mismo) y, sí, a los latinos.
Las comunidades en Cotopaxi celebran a sus muertos de la manera más fiel que pueden. Ha pasado ya mucho tiempo desde que el sincretismo entre el ser indígena y las religiones de occidente se juntaron, con esto las nuevas maneras de vivir la presencia de los muertos a través de la religión, a veces, se divide entre iglesias, pero con una misma idea de conservar lo indígena, y al parecer los alimentos resultan ser parte de la ofrenda más ancestral para los que ya no están en este mundo.