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viernes, enero 10, 2025
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DERECHOS

El destino impostor de Jutta Hipp

El destino suele ser un gran impostor. A menudo finge estar escrito de antemano y tenerlo todo previsto; pero apenas un instante después nos desorienta con enmiendas o tachaduras de principiante, giros inesperados y oportunidades que semejan condenas. Cuando niña Jutta Hipp soñaba, en su Leipzig natal, con un futuro entre lienzos y paletas; hasta su nombre, una variante de Judith –“la alabada”-, parecía augurarle éxitos y reconocimiento en el camino elegido.

El viejo sueño de dividir a la Conaie

esde el Primer Levantamiento de las Nacionalidades y Pueblos en 1990, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) ha sido objeto de reiterados intentos de división impulsados por sectores sociales que ven en ella una amenaza al orden establecido. 

Las castas del Titanic ecuatoriano

La pandependencia se expresa en las necesidades generalizadas de los recursos mínimos para sobrellevarla. Un país con el sistema de salud desmantelado, con el dinero estatal comprometido a los grupos de élite, factores que sumados a la negligencia del gobierno lo hacen completamente vulnerable. Los ecuatorianos han comparado los atroces actos gubernamentales con la película Titanic -a propósito de la reunión secreta de Lenín Moreno con Leonardo DiCaprio-, que al momento de hundirse el transatlántico, los jefes del barco prefieren salvar a la burguesía y aristocracia, mientras los pobres y la plebe completan los cupos. En la fase cero de vacunación, por sobre la primera línea, la crème de la société, familiares de la presidencia, el gabinete ministerial, ex funcionarios, la rancia oligarquía y la burguesía ecuatoriana fueron vacunados clandestinamente o en fiestas públicas como los clubes Rotario y Quito. 

Violeta Parra: un silencio que nunca llegó a ser ausencia ni olvido

Domingo 5 de febrero de 1967. Un par de horas después del mediodía, en el municipio de La Reina –un alejado suburbio de la ciudad de Santiago de Chile-, suena con fuerza la música de algún festejo familiar. Tal vez por eso, el eco solitario de un disparo tarda en causar alarma entre los pobladores. Solo algunos momentos más tarde advierten que Violeta Parra, vecina del lugar y una de las creadoras más notables de la historia chilena, acaba de suicidarse. Cuando su hijo Ángel recibe la noticia por teléfono, lo atraviesan sensaciones contrapuestas: “(…) alegría por su liberación, tristeza por su ausencia que pensé definitiva. Error, desde ese día, su presencia no ha dejado de acompañarme”, anota en su libro Violeta se fue a los cielos.

Los yumbos

Algunos cronistas llamaron “país de los yumbos” al territorio situado en las laderas occidentales del volcán Pichicha. El nombre yumbo consta en el diccionario quichua-español de L. Stark y P. Muysken con el significado de brujo, pero es posible que se refiera al personaje que guiaba la conciencia comunal hacia la interpretación del modelo del mundo. En Tulipe, centro ritual de este pueblo, se representa el mundo con formas geométricas: patios hundidos para indicar el paso al inframundo, tolas para acercarse al mundo superior y la figura de un jaguar, símbolo del mundo de aquí.

Miriam Makeba: Mama África, la voz de todo un continente

En la región noreste de Sudáfrica, el Transvaal, viven los Bapedi. Son un pueblo paradójico: uno de los grupos étnicos más castigados por la discriminación y la violencia racial institucionalizada, tiene sin embargo una música tradicional festiva y alegre. Cuando Zenzile Miriam Makeba los conoció, siendo apenas una adolescente, se enamoró de ese rasgo que ella compartía desde pequeña, en un país donde las rejas y los golpes oscurecían los sueños de la inmensa mayoría. “Cuando niña, me gustaba trepar a los árboles y ponerme a cantar. Me imaginaba que era un pájaro y volaba…”, recordaba.

La Posta y el amarillismo

“De qué sirve que hayas ganado premios en periodismo y des clases de ética periodística en Twitter a quienes piensan diferente a ti, si al final del día no eres más que un charlatán y un activista político de clóset”. Así lo escribió en la red social Twitter el periodista de Ecuavisa, Juan Carlos Aizprúa. Una reflexión muy importante y que es necesario reflexionarla, debatirla, profundizarla.

América Latina: 13 millones de mujeres expulsadas del mercado laboral en el 2020

A inicios de 2020, veíamos como China hacía cuarentena para evitar que un virus se propagara. Era una película de ficción y el virus parecía que estaba lejos. Dos meses después, ese virus llegó también al país y a América Latina. Luego, las restricciones para disminuir el contagio llevaron a las frágiles economías de personas, empresas y países a pique, castigando a los de siempre, entre ellos, las mujeres: 13 millones de ellas, en América Latina y el Caribe, fueron expulsadas del mercado laboral el año pasado, poco más que toda la población de Bolivia.

¿Nada detiene la marcha del movimiento feminista?

La revolución industrial transformó la realidad productiva del planeta, en adelante la sociedad se polarizó entre una burguesía propietaria y un incipiente proletariado que se organizó en torno a los sindicatos.

Repartidoras: frente a las ganancias millonarias, se requiere una regulación urgente

Existe un sector informal altamente precario, que a todos nos ha ayudado muchísimo durante esta sindemia,[1] que capitaliza fuertemente la crisis, la irregularidad precaria y que se ha vuelto urgente regular, tal como se ha sucedido en Italia y como se discute en varios países europeos. Me refiero a las empresas repartidoras de comida (o starups), como UberEat, Glovo, Rappi, etc., bastiones urbano del trabajo mal pagado, sin seguridad social y laboral para miles de migrantes venezolanos y otros que perdieron su trabajo “formal” tras los recortes públicos y privados, gracias a las políticas del maldesarrollo[2] del Fondo Monetario Internacional.

¿Es posible un diálogo de izquierda y movimientos sociales vs. “progresismo”?

El denominado “progresismo latinoamericano”, que se alimentó de algunas fracciones de los partidos de izquierda, pero también de corrientes populistas e incluso de políticos de derecha y empresarios que apuntan a un proyecto supuestamente innovador (que en teoría espera superar el neoliberalismo, o al menos desmarcarse de EE.UU. y abrir nuevos mercados en China y otros polos de desarrollo económico), se ha afincado de manera más clara sobre todo en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, en cada país con su respectivo matiz.

Yaku Pérez y la interculturalidad

Que Yaku Pérez, indígena cañari, que pasó su infancia en el huasipungo de una hacienda, que sabe lo que es pobreza extrema, que ha sufrido persecuciones políticas, encierros arbitrarios, y que haya logrado convertirse en un político e intelectual, dispuesto a responsabilizarse por el destino de todos los ecuatorianos desde los más altos ideales, es realmente digno de alabanza.

Los enemigos de Yaku y del movimiento indígena

En esta campaña electoral, Yaku Pérez, candidato a la Presidencia por Pachakutik (PK) y todo el movimiento indígena y popular, tuvimos que enfrentar a varios “enemigos”, y decimos “enemigos” porque las elecciones se convierten en una guerra electoral, donde se gana o se pierde. En esta guerra política, nuestros “enemigos” eran principalmente la derecha y el correísmo (progresismo conservador), en la que los combatientes se unían a nosotros contra ellos o simplemente eran otros más que nos atacaban y a quienes también teníamos que resistir.

ESPECIAL| Del paro de Octubre a un gobierno indígena insurgente

Sorprende encontrar afirmaciones tanto de la candidatura de Pachakutik –Floresmilo Simbaña, incluida la izquierda radical, Alejandra Santillán- cuanto de las filas del “progresismo” –Andrés Arauz- que proclaman los resultados de las elecciones del 7 de Febrero de 2021 como una contundente derrota del neoliberalismo –refiriéndose a Guillermo Lasso y Lenín Moreno-, y un triunfo de ambas tendencias que sumadas sobrepasan el 50 %, tal como ocurrió en las elecciones bolivianas donde la candidatura de Luis Arce del MAS, integró los votos de movimientos indígenas y progresistas y alcanzó el 55 % del total.

Al indio que quiera ser Presidente, la injusticia del blanqueamiento

Cuando nos desprecian nos llaman indígenas, indios, cholos, mitayos, oscuros, tiznados; cuando quieren tributos o votos, ciudadanos. Cuando el indígena tenía sus cabellos largos, le rapaban en las escuelas (años sesenta, setenta, ochenta, noventa y hasta los dos mil), con tijeras, cuchillo, a jalones, llamándoles piojosos, sucios, pilisientos. A la mujer le jalaban las trenzas y se le impedía entrar en la escuela.Cuando el hacendado violaba a las sirvientas, campesinas, indias huasipungueras, a veces se arriesgaba a ponerle su apellido en el bautizo, o le sugería al cura o al juez del registro civil un apellido blanco, mestizo, que haga juego con su sangre. Cuando al guagua se le ponía nombre indígena, “ese no es nombre cristiano”, decían, “le has de poner uno del evangelio”. Cuando se hablaba en kichwa, en shuar, achuar... los blancos escupían: “esas son lenguas del diablo”, y se prohibía su enseñanza. Y ahora, a los años, cuando se presentan con los cabellos cortados, con nuevo nombre, con la lengua ancestral olvidada a fuerza del látigo, se les grita: “¡tú no eres indígena!”. La fiesta de bautizo, confirmación, matrimonio servía para endeudar a los taitas, para quitarles las tierras y sus propiedades.Los trapiches y ventas de alcohol de los hacendados cumplían y cumplen la función de idiotizar a los trabajadores. Los vendedores se ríen: “el fin de semana el shunsho deja devolviendo todo el sueldo por unos cuantos litros de trago”.Cuando se rebelan los indígenas, los arrastran, les patean, les matan y vuelven a nacer mil veces. Sin zapatos, caminan; sin libros, leen; y, sin esferos, escriben sus propias páginas. Sin universidades, se gradúan; y, sin dinero, conservan su riqueza. Sin teléfonos y sin internet, se comunican. Sin vacunas, viven. Sin lentes, ven. Sin lágrimas, lloran. Con cadenas, piensan en la emancipación del futuro. La belleza de las luchas se derrama como gotas de pintura por los abriles, como el parto de las mujeres que cortan con su propia mano el cordón umbilical y desenvainan la placenta.Cuando los indígenas, indios, indias, mitayos, mitayas, cholos, chagras, quieren ser autoridades, presidentes, se les hiere e injuria de todas las formas posibles: el papel no aguanta tanto insulto. Al indio que quiera ser Presidente de la República, la injusticia del blanqueamiento, de la burguesía engominada, le encaminará por el vía crucis político, se le hará hablar en todas las lenguas, se le tomará exámenes que no se le piden al blanco común, se le detendrán los conteos, se le anularán los votos, se les rayarán los nombres… Al final, en algún año, ganará, y verá desde su escritorio que no tomó la choza presidencial, sino que ésta lo tomó a él. Si recapacita a tiempo, se dará cuenta que solo regresando al camino del pueblo, que solo latiendo con millones de corazones podrá transformar su realidad teñida de sufrimientos y sangre.

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