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viernes, mayo 3, 2024

Los yumbos

Por Ileana Almeida*

Algunos cronistas llamaron “país de los yumbos” al territorio situado en las laderas occidentales del volcán Pichicha. El nombre yumbo consta en el diccionario quichua-español de L. Stark y P. Muysken con el significado de brujo, pero es posible que se refiera al personaje que guiaba la conciencia comunal hacia la interpretación del modelo del mundo. En Tulipe, centro ritual de este pueblo, se representa el mundo con formas geométricas: patios hundidos para indicar el paso al inframundo, tolas para acercarse al mundo superior y la figura de un jaguar, símbolo del mundo de aquí.

Por su región montañosa de vegetación rica y tupida, es considerada Reserva biósfera del Chocó andino. Referentes hidrográficos de sus límites son por el norte el río Guayllabamba, nombre quechua-incas, y por el sur el río Blanco, denominación española. En este territorio había varias poblaciones que, convertidas en parroquia rurales o comunidades cercanas a Quito, conservan sus nombres: Gualea, Mindo, Nanegal, Tuza, Lloa, Sarapullo, Alluriquín y otras. Llama la atención Cachillacta (comunidad de la sal) cuya población usa hasta ahora las aguas del manantial donde se refinaba el condimento. (F. Salomón). 

Los yumbos mantenían con los quitus una relación constante, les visitaban para comerciar sus productos: sal, ají, maní, maíz, yuca,  jíquima y el preciado algodón, ya sea en peso o en hilo, para confeccionar finas prendas para la élite quiteña, antes y también en la época de los incas. (La famosa manta de la esposa de Atahualpa, que está en el Museo de Historia de Bogotá, está tejida con algodón y una franja de tucapu inca hecho en lana de alpaca). Incursionaban también en el litoral y traían a la Sierra la apreciada concha spondylus. Hay indicios que tenían lugares especiales para el tráfico y que utilizaban hachas de metal como monedas. Para sus recorridos, construyeron zanjas profundas que utilizaban como caminos deprimidos (coluncos, en su lengua) protegidos del sol y la lluvia por tupido follaje. 

Las erupciones del Pichincha y el trato esclavista que los españoles dieron a los indígenas, causaron estragos entre los yumbos: se refugiaron en zonas amazónicas, pero ya en el siglo XVII casi se habían extinguido (H. Jara). Sin embargo, los yumbos dejaron valiosos testimonios de su existencia: topónimos y antropónimos de su lengua, que posiblemente perteneció al grupo chibcha-barbacoano, esquemas mito-poéticos, petroglifos con el símbolo de la espiral, compartido por muchos pueblos antiguos del Ecuador,  vestigios arqueológicos y una fiesta tradicional  de la prosperidad y la vida, la danza de la Yumbada que se celebra actualmente en algunos barrios de Quito como La Magdalena, El Inca, Cotocollao. Vale la pena destacar que la Yumbada está muy ligada a la fecundidad de la tierra: los danzantes alcanzan una y otra vez, cada año, un estado de euforia y el personaje principal muere y resucita.  

Hay varias poblaciones que, convertidas en parroquia rurales o comunidades cercanas a Quito, conservan sus nombres: Gualea, Mindo, Nanegal, Tuza, Lloa, Sarapullo, Alluriquín y otras. 

*Ileana Almeida es filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.

Fotografía: Museo de Tulipe


Bibliografía

Almeida Reyes, E. (2007). Reseña del libro “Tulipe y la Cultura Yumbo”. Aequeología Ecuatoriana, 1-4. Recuperado el 2020, de https://www.arqueo-ecuatoriana.ec/es/noticias/publicaciones/203-resena-del-libro-tulipe-y-la-cultura-yumbo?format=pdf

Frank Salomón. Los Señorío étnicos de Quito.

Simbaña Pillajo Freddy. La danza de la Yumbada en el barrio la Magdalena. Abya Yala, Quito, 2018.

Los Yumbos, Niguas y Ttsachilas o “Colorados” durante la Colonia. Etnohistoria delnoroccidente de Pichincha. Eiciones Abya Yala,  Quito, 1997.

Veselovski A. N. Poética histórica y otros artículos sobre la mitopoética. El Árbol del Mundo. Colección Criterios. Casa de las Amécas, La Habana, 2002.

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