Ya en mayo de 1940, el ejército nazi al mando de Adolf Hitler había arrinconado a toda la Europa occidental en las playas de Dunkerque, amenazando lanzar a todos sus ejércitos hacia el mar. Con esto se completaba la conquista de Francia y solo restaba el desembarco en Inglaterra para terminar todo el proceso de dominio alemán.
El mundo entero miraba con una mezcla de estupor y desesperación como en un límite de tiempo muy pequeño, todo su poder se derrumbaba frente al ejército alemán, antes humillado en la Primera Guerra Mundial.
A la salida desesperada del ejército inglés y francés por este puerto, en miles de pequeños barcos particulares, solo le podía seguir un contundente ataque a la isla inglesa y su invasión posterior. Hitler empezó el trabajo, arrasando toda Inglaterra con permanentes bombardeos que mataron a muchos ciudadanos de ese país. Sin embargo, inexplicablemente, a esto no le siguió la invasión esperada, que habría sido cruenta y habría tenido un gran costo para los ejércitos alemanes, pero que le habría permitido a Hitler adueñarse de toda Europa, sin excepción y que más allá habría significado la supresión de Inglaterra y Francia como países independientes y los habría convertido en una especie de protectorados alemanes, al estilo de Vichy en el sur mediterráneo de Francia en años posteriores.
Al contrario de esto, Hitler en este tiempo comete dos errores estratégicos inexplicables, que llegarían a significar la caída del Reich de los mil años en apenas seis. Por un lado, ya aliado al Imperio del Japón a finales del mismo año 1940 cede a las pretensiones de Hirohito y le permite al imperio japonés atacar la base naval norteamericana de Pearl Harbor, en las islas Hawái. Como era esperable, esto ocasiona que EE.UU. entre en la guerra y declare el inicio de las hostilidades tanto con Japón como con Italia y Alemania. Esto refuerza el frente occidental, lo que plasma en un desplazamiento de la confrontación hacia Asia y el norte de África.
Por supuesto, a partir de este momento se hacía ya mucho más difícil invadir Inglaterra, a la que empezaban a llegar ingentes recursos materiales y soldados desde Canadá y EE.UU. principalmente. Inglaterra se convirtió así, con el tiempo, primero en un fuerte acorazado y posteriormente en un enorme portaviones que nunca paró de lanzar miles de kilos de bombas sobre las ciudades alemanas.
El segundo error, el más grande de los dos, consistió en dejar de lado el pacto Molotov – Ribbentrop y proceder con la invasión de la URSS a partir del 22 de junio de 1941, apenas un año después de Dunkerque y apenas 6 meses antes de Pearl Harbor, lo cual desató la confrontación más feroz y cruenta de toda la Segunda Guerra Mundial, en la cual se sacrificó la vida de 20 millones de rusos y supuso la virtual caída de la Alemania nazi y la eliminación física de su cabeza: Adolf Hitler.
A partir de 1942, la contienda evolucionó como ya se podía esperar, la Alemania nazi fue destrozada en medio del empuje de los Estados Unidos e Inglaterra en el frente occidental y el empuje de la URSS en el frente oriental, motivo del título de este ensayo. La arrogancia y estupidez hitleriana llevaron a Alemania al peor momento de su historia, a la derrota total y a la casi destrucción de la cultura, del mundo y de la forma de vida de los alemanes. Un inicial momento de rápidos triunfos creó una falsa imagen de omnipotencia que fue el factor que, posteriormente, provocó toda la tragedia que se llegó a dar.
Hitler, en lugar de mantener la cabeza fría y terminar el trabajo en Inglaterra, manteniendo a los rusos inmóviles bajo la ilusión o la certeza de un pacto verdadero que los hiciera copartícipes de un nuevo mundo en conjunto se lanza a la ofensiva sobre ellos con consecuencias desastrosas. Hitler pudo haber modelado ese imaginario para los eslavos, pudo haber sido legítimo en eso o pudo, por último, haberles engañado hasta esperar mejores momentos, mejores coyunturas en las que pudiera, ya sin el peso de otros, eliminar a su enemigo ruso.
Sin embargo, este es un error común en la historia de la humanidad: subestimar a los enemigos, permitir que la arrogancia provoque cercamientos; es algo que se presenta con frecuencia. En el Ecuador actual hay también un caso cercano de este error estratégico, el cometido por Rafael Correa Delgado, a lo largo de su ejercicio de 10 años en la presidencia de la República.
Así como el Führer, el ex presidente ecuatoriano comete el mismo error estratégico luego de la aprobación de la Constitución de 2008, en octubre 20 de ese año. De la misma manera, había llegado Correa a ese momento con todo a su favor en cuanto a la confrontación con la derecha ecuatoriana, diríamos que casi en un punto de exterminio de ella dentro del país y había logrado construir un frente desde la izquierda hacia el centro totalmente sólido. La izquierda más fundamentalista desalojaba varias instituciones del Estado, a golpe limpio, en apoyo al gobierno de la Revolución Ciudadana.
Sin embargo, eso duraría poco, al menos, hasta poco después de la aprobación de la Constitución. A partir de ese momento, Correa corta los pactos de hecho, que habían existido hasta el momento, con todos sus aliados de su propio extremo de la confrontación. Mientras socialcristianos, seguidores de Álvaro Noboa, demócrata cristianos y otros esperaban el puntillazo final, el estoque definitivo, extrañamente, Correa los deja de lado y revierte su artillería en dirección hacia sus antiguos aliados: Pachakutik, Unidad Popular, Conaie, UNE, FUT. Solo se libran de esto algunas organizaciones sociales que se subsumen por completo a la voluntad de Alianza País y en especial del prospecto de caudillo que empieza ya a verse en Rafael Correa Delgado.
¿Pero cuál es el detalle en la historia de este fenómeno tan especial?
El inicio del gobierno de Rafael Correa Delgado se dio en medio de los augurios y de los anuncios de la llegada del socialismo al Ecuador, basado en una inicial relación con los grupos sociales y políticos de ancestral lucha por avanzar hacia esta forma de gobierno; es así que para el año 2007 se llega a construir una gran alianza que mantiene por centro a Alianza País, pero que cuenta con varios círculos concéntricos de relación, dentro de los cuales constan innumerables organizaciones sociales y prácticamente todos los grupos políticos de izquierda socialdemócrata, socialista y comunista del Ecuador.
Al centro de la alianza, dentro de País constan varios grupos de diferente origen y generalmente relacionados con las principales personalidades del movimiento (Alberto Acosta, Ricardo Patiño, Augusto Barrera, etc.), que en el pasado han sido parte de varios partidos o movimientos (PSE, Pachakutik, etc.) y que le dan su forma original al movimiento. No es un partido consolidado, contiene a un grupo de personalidades dispersas pero de mucha afinidad interna y que han creado su relación más que alrededor de la práctica política, alrededor de la construcción teórico – ideológica.
Por fuera de la estructura de País, en cambio se van arremolinando las alianzas en al menos tres círculos de relación: en el primero de ellos se concentran partidos y movimientos que de origen presentan mayores afinidades con el movimiento de gobierno o han sido matriz de varios grupos internos de País o han sido origen teórico – ideológico de esos grupos, ahí podemos ver a partidos y movimientos como el PSE – FA, Ruptura de los 25 y el Partido Comunista y a organizaciones sociales como Fenocin, FEI, CNC – EA, CEOSL, Fenacle, Coordinadora Política de Mujeres, CEDOC, etc.
En el segundo círculo, mas externo, de menor afinidad con las cabezas de País y con su estructura y formas teórico – ideológicas se encuentran básicamente movimientos y organizaciones sociales que giran alrededor de la matriz de Pachakutik y en general de todo lo construido alrededor de los grupos indígenas más fuertes del país y de toda la construcción ideológica – política del movimiento indígena y que mantiene fuertes tendencias indigenistas y eco – indigenistas. Estos grupos guardan una mayor distancia, inclusive hasta el final del gobierno anterior, con el correísmo en general, debido a que su concepción mantiene una tendencia de izquierda y hacia el socialismo, pero secundaria a la razón étnica, cultural y nacional del movimiento indígena.
El tercer círculo, aun más externo y con menos lazos concretos y teórico – ideológicos con País está constituido por organizaciones de izquierda más clásica y estalinista, pero de mejor y mayor eficiencia organizativa, basada en estructuras rígidas celulares. La matriz de este tercer círculo, el más externo es el Partido Comunista Marxista Leninista y su brazo político electoral, el MPD ahora Unidad Popular. Dentro de este círculo se inscriben también organizaciones sociales de la misma tutela como: la UNE, El Frente Popular, la UGTE, la FESE y la FEUE. Paradójicamente, es en este grupo de organizaciones donde País basa, en el inicio, su mayor capacidad de acción concreta. Cuando se dan las primeras confrontaciones con el poder político constituido hasta ese momento son éstas entidades las que actúan con mayor fuerza y logran, en base de la confrontación, desplazar a las fuerzas de la derecha neoliberal.
Estas condiciones políticas se expresan por completo hasta finales del año 2008, en que se establece la Asamblea Constituyente, se aprueba la Constitución nueva y, con ese respaldo, se avanza hacia la casi total eliminación de la derecha política, de los antiguos partidos políticos del país[2] y, en general, de toda la estructura que hasta ese momento había sido tildada como “partidocracia”.
Sin embargo, ya para los inicios del año 2009 empieza una profunda ofensiva política, que ya no es solamente contra la derecha del país, sino que empieza a adoptar posturas de confrontación hacia la izquierda estalinista del Partido Comunista o hacia la izquierda indigenista y ecologista de Pachakutik. Se avanza hacia la toma de organizaciones que por décadas han estado filiadas a estas matrices y que se resisten pero que, en un período de cuatro años, llegan a estar casi al borde de la desintegración y el colapso. Extrañamente, el ente político al que le apostaron estas organizaciones, termina siendo la mayor amenaza que hayan debido enfrentar desde su época de construcción originaria.
Pero el asunto no termina ahí sino que se expande hacia los círculos más internos de la gran alianza diseñada por País: el círculo interno e inclusive los movimientos internos a País empiezan a resentirse y se llegan a fragmentar segmentos muy importantes y representativos del movimiento de gobierno como: Alberto Acosta y las personalidades que luego adoptaran el nombre de Montecristi Vive, Gustavo Larrea y todas las personalidades estructuradas alrededor del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y que finalmente derivan en Democracia Sí y Cesar Rodríguez y Paúl Carrasco con todas las estructuras que posteriormente pasaran a formar poder popular. Es en este punto en que la inicial confrontación entre los sectores liberales de izquierda de País y los sectores socialistas empieza a definirse a favor de los primeros lo cual marcará de manera definitiva el carácter del gobierno de Correa.
Así mismo se alejan del gobierno segmentos del PS – FA (hoy PSE)que sufre una fragmentación que lo divide por su misma línea de unidad y de diferencia de más de una década atrás: el originario Partido Socialista Ecuatoriano que lo abandona y el Frente Amplio de Izquierda que se apropia de su pequeña estructura y se acerca casi hasta las entrañas de País. En este proceso de descohesión corren igual suerte y presiones centrifugas, organizaciones sociales filiadas al socialismo como son: las centrales sindicales Ceosl y Cedocut y en especial, la organización indígena y campesina Fenocin, la más fuerte de las organizaciones sociales relacionadas con el PS – FA. Finalmente se da también un cisma con Ruptura de los 25 y escisiones adicionales dentro del Partido Comunista y sus organizaciones sociales cercanas.
Pero ¿Cuáles son las razones de esta ofensiva de País hacia las organizaciones de izquierda socialista y comunista? Básicamente son dos: la primera lograr adueñarse del espacio político que ellas mantienen y que han construido durante al menos tres décadas, que las ha validado social y políticamente, que mantienen bases y estructuras consolidadas, aunque ninguna en su mejor momento y que tienen con la caída del neoliberalismo, una oportunidad real de acceder al poder, aunque ninguna de ellas haya logrado darse cuenta de aquello por completo. Una izquierda, por lo tanto, con las mejores oportunidades pero débil, en el mejor momento histórico pero plagada de dogmatismos y de cacicazgos. Pero al final, mucho mas legitima que un Movimiento País que, lo más probable es que solo haya pretendido disfrazar de socialismo una desesperada intención mundial de superar el fracaso del neoliberalismo a través de una recomposición de un liberalismo neo – keynesiano de estricto control estatal.
La segunda razón tiene que ver con la necesidad secundaria, aunque no menos importante, de falsificar el discurso: tomar los iconos, las frases, los discursos y toda la cultura desarrollada por el socialismo, vaciarlos de sus contenidos reales y de origen para rellenarlos con los conceptos que la recomposición liberal – capitalista necesita. En este momento de la historia se inaugura una nueva contraposición que intenta desplazar a la tradicional de socialismo Vs. liberalismo por la de liberalismo vs. neoliberalismo. Tomado el discurso, las generaciones venideras, con la sola excepción de los expertos, creerán con soltura que socialismo es una simple mejor repartición de las ganancias y los beneficios y no como es: una profunda alteración de las relaciones de propiedad sobre los medios de producción.
Todo esto, hay que dejarlo en claro es otra consecuencia de la desviación estalinista y autoritaria del socialismo, desarrollada durante el siglo XX alrededor del mal llamado socialismo real. Es la estatización de los medios de producción que desarrolló este error histórico lo que propició la creencia de que no hay socialismo sin autoritarismo, lo que impidió ya en los hechos, la emergencia de la propiedad social de los medios de producción, de su socialización no estatizante.
Al caer el socialismo autoritario europeo se inauguró la idea de que el socialismo era inviable por antidemocrático y que la democracia solo era posible alrededor de la propiedad privada de los medios de producción. Se nos ha llevado a pensar que la libertad política y social solo es posible si hay inequidad en la propiedad de los medios de producción, pues esta es consecuencia de la libertad de apropiarse individualmente de ellos y a eso se le llama libertad económica.
Pocas falsedades e incoherencias como esta, pues es precisamente la equidad en la propiedad de los medios de producción, lograda por una propiedad social no estatal, lo que asegura la libertad económica, la iniciativa colectiva e individual y, finalmente, una permanente repartición equilibrada de los beneficios y, más allá de esto, un posterior desarrollo de libertad política para todos, entendida esta como la posibilidad de interpretar, crear y desarrollar la sociedad que queramos y necesitemos.
Con toda probabilidad este siempre fue el futuro más probable de País, sino ya su presente: el convertirse en una de las puntas de lanza de un regreso hacia los dogmas de un liberalismo más clásico en la región, que reemplace y haga olvidar los fracasos permanentes y toda la inhumanidad del neoliberalismo, pero esto, por supuesto, no es socialismo.
Al final, este error estratégico tan grave, pero también tan común termina por desestructurar todo el poder de Alianza País. Como es lógico, AP experimenta un deterioro de sus capacidades electorales al final de su década de gobierno. Pero enfrenta este problema con dos frentes abiertos, el de la derecha y el de la izquierda. Estos terminan, en efecto por aliarse o al menos por coordinar intereses, en su intento denodado por subsistir. La irrefrenable arrogancia de AP, sin embargo, evita que repare en esto, desprecia el problema y lo subestima.
Las elecciones se dan y AP termina ganándolas con muy escaso margen. Mas allá de si esto fue o no con fraude, es ya una muestra de su deterioro y de su fragilidad. Sin embargo, aparentemente el obstáculo quedó sorteado y se inauguró un nuevo período de gobierno para País. Es ahí cuando se revela que el error de haber mantenido dos frentes abiertos, de haber permitido ser enganchados en una pinza, tiene efectos de mayor profundidad que los visibles. Se eligió presidente a Lenín Moreno Garcés, primer vicepresidente de Correa, con toda la creencia de que él daría continuidad al “proyecto” o, al menos, se lo conducirá hacia allá, sin percibir que Moreno había sido ya cooptado por uno de los sectores de Izquierda atacados por País.
En efecto, hacia ya tiempo que la izquierda no correísta mantenía cercanías con el ex vicepresidente y que esto inclusive tenía nombre y apellido: Gustavo Larrea. Pero la relación de Larrea con Moreno no era reciente, eran en realidad bastante antigua, pero aun así la perdida de perspectivas de Alianza País hace que esto no sea considerado y que se opte por el control del candidato que lucía como el mas opcionado a ganar una elección contra una derecha y una izquierda en reconstitución.
Luego se revelaría, a través de las ya conocidas acciones de Moreno, que el efecto de la lucha en dos frentes y de otros factores adicionales como la corrupción[3] existente en el gobierno de Correa, habían hecho mella profundamente en la coherencia interna del movimiento. Cuando Moreno abandona a Correa se queda con País, pero sin sus miembros correístas y ellos, los primeros, no tardarán mucho tiempo en revelar la profundidad del resentimiento y de los cuestionamientos morales y éticos a un Rafael Correa Delgado, que empezaba como joven promesa y terminaba como caudillo permisivo con la corrupción.
Es la historia anunciada de los errores cometidos por arrogancia y por lo que, en este caso, esta por detrás de ella: Una nueva comprobación de que el centralismo, el caudillismo, los métodos autoritarios y estalinistas no llevan sino al error y al fracaso. Cualquier socialismo actual y no será el del siglo XXI, en adelante, cuando logré dejar atrás el desprestigio y el escarnio, tendrá un gran beneficio: la conciencia plena de que solo con democracia radical se construye cualquier socialismo.
*El Director – Jimmy Marchán Brito
[2] Solo unos pocos partidos políticos sobreviven a esto y generalmente son aquellos asociados a País y a la tendencia ideológica que se asienta en ese momento en el Ecuador, que va desde el centro hacia la izquierda, pero que en los primeros momentos del gobierno de Correa se promociona a través de un discurso que lo acerca a la izquierda socialista, aunque después ya en los hechos tienda a adoptar una postura socialdemócrata e inclusive de izquierda liberal. Todas esas señales hacen ver desde este momento que la estructura del movimiento es la de una gran amalgama de grupos, pocos de ellos necesariamente socialistas.
[3] Muchos dirán que es la corrupción el principal factor de la caída de Correa. No coincido en eso pues esa corrupción solo fue posible debido a los errores estratégicos cometidos y a la tendencia a seguir concibiendo al socialismo, al estilo leniniano, como un centralismo aunque sea democrático, pero centralismo excluyente y autoritario al fin. El periódico digital Rebelión, publica un articulo de Pedro Santander en el que el autor propone, parafraseando al Che, que se trate de volver a la ética volviendo heroica a la cotidianidad para así evitar la tentación del dinero y del poder. Sin embargo, en mi opinión, esa propuesta no repara en el hecho de que los elementos de distorsión permanecen -el poder y el dinero siguen ahí- lo cual evitara el efecto deseado, al menos en algunos casos. El poder sigue ahí, el dinero sigue ahí, es decir, el capitalismo y su carrera desaforada hacia la producción y “el desarrollo” siguen ahí. Mejor solución me parece la propuesta hace tiempo por los anarquistas: suprimir por completo al dinero y al poder: (htpp://rebelión.org/noticia.php?id=248943)