19-10-2017
“El chispaso inicial ilumina el Oriente.
Es Rusia la nación de donde surge
la llama anunciadora […] pero sus
estallidos dispersos continúan en
una roja sucesión de llamaradas”
Antonio Quevedo
En el calendario occidental, el 17 de Octubre de 1917 sucedió la Revolución Rusa, un evento que marcó las dinámicas políticas del mundo durante el corto siglo XX. Su escenario fue un país periférico de Europa, cuyas relaciones de producción estuvieron marcadas por la permanencia del feudalismo, por un escaso proletariado urbano y por unas relaciones políticas condicionadas al absolutismo del Zar.
Este artículo, es la primera parte de una reflexión de largo aliento sobre los impactos e influencia, de este proceso histórico, en el Ecuador. En esta primera parte se brindará una panorámica general sobre la forma en la que se presentó la Revolución en los medios periodísticos forjadores de opinión pública, generalmente dominados por intelectuales letrados, tanto conservadores como liberales.
La Revolución Rusa fue un acontecimiento precursor de una nueva visión del mundo. El fantasma del Manifiesto Comunista tomaba forma en la realidad histórica. Significó que el devenir de la humanidad podía ser escrito en clave de los oprimidos, y que la interpretación de la historia humana, no sería la misma.
La radicalidad con la que Rosa Luxemburgo definió la Revolución, estuvo relacionada con “sus hondas repercusiones sobre todas las relaciones de clase, su aptitud para enfrentar el conjunto de los problemas económicos y sociales” (Luxemburgo, 1980). Estas reflexiones, sin duda, alertaron a los amos del mundo, quienes, seguramente, se sintieron amenazados por lo que empezaba a nacer en Rusia.
Pero ¿a qué se debía ésta preocupación? ¿Sería acaso, que los dueños de todo sintieron amenazada su propiedad, su integridad y su seguridad?. ¿O la pesadilla de los pobres empoderados los atormentaba? ¿O acaso no podían dejar de pensar en el nombre de Lenin?
Las noticias sobre la Revolución
En el periodo de análisis, existen dos periódicos que orientan la opinión pública ecuatoriana, por un lado ‘El Día’ de tendencia liberal y ‘El Comercio’[1] afincado en la Sierra y con una posición inclinada hacia el conservadurismo. Al revisar la prensa, una de las primeras impresiones es que la Revolución Rusa se sigue como un acontecimiento importante y se la incluye en la sección de noticias internacionales. Los primeros chispazos de la misma se confunden con los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, cuando la situación política Rusa, desborda la coyuntura de la Guerra, y crea su propia línea de opinión, los titulares plantean el acontecimiento como “La situación de Rusia” y “La Anarquía en Rusia”. La información en un primer momento muestra objetividad en relación a la forma en la que se narra el acontecimiento por parte de las agencias internacionales. Un ejemplo de ello, es una de las primeras noticias en relación a la Revolución, que aparece en la sección Importantes Noticias Europeas del periódico El Día, el 11 de Noviembre[2] de 1917.
Oficialmente se comunica que en Petrogrado, los maximalistas[3] ayudados por la guarnición de Petrogrado, hizo posible el golpe de Estado que se efectúo sin derramamiento de sangre; el presidente del consejo de obreros y soldados, anunció que el gobierno provisorio no existía. El parlamento preliminar lo han disuelto. A última hora informan que la guarnición de Petrogrado y el proletariado depusieron a Kerenzky (El Día, 1917).
En un primer momento, la Revolución es presentada como un golpe de Estado, cuyos ‘actores’, los maximalistas han desplazado del poder a Kerenzky.
Esta denominación hace referencia a los bolcheviques, y será popularizada en el Ecuador a través de la prensa. Allí, son caracterizados como “una ramificación agraria del extremista socialismo ruso, es el que se ha levantado contra sus antiguos jefes que creen poder salvar a Rusia y al proletariado moscovita […] los maximalistas han tomado Petrogrado y depuesto del cargo de presidente provisional a Kerenzky[4]” (“La Situación de Rusia”, 1917).
Para el 14 de noviembre de 1917, se establece ya una línea editorial clara del acontecimiento, cuando se plantea que:
El comité militar de los soviets lanzó una proclama diciendo que gracias a la ayuda de la guarnición de Petrogrado esta se halla en sus manos; la oficina directiva comprende 14 maximalistas, dos partidarios de Lenine, dos de Zinovielf, dos de Trotzky y siete socialistas revolucionarios; si los maximilistas extienden su dominio queda de hecho proclamada la revolución social en Rusia
En esta edición de ‘El Día’ se plantea por primera vez el nombre de Lenin y de los principales líderes de la Revolución. Se empieza a observar una preocupación del medio sobre la posibilidad del triunfo. En el desarrollo de los acontecimientos podemos observar como se posiciona la resistencia frente al poder de los bolcheviques.
En la edición del 15 de noviembre se señala que:
“Los empleados civiles de Petrogrado se negaron a reconocer la autoridad de Lenine, y suspendieron el trabajo, paralizando así la administración del país; las tropas de Kerensky inician ataques contra los rebeldes y estos derrotados se dirigen a Moscú”.
Después, en el artículo titulado ‘La Anarquía en Rusia’ del 17 de Noviembre se señala que “Kerenzky controla Petrogrado; Al sur de Rusia Cosacos Destruyen la guardia Roja; habitantes de Petrogrado rompen las proclamas leninistas”, sin embargo en la misma fecha, pero en los cables de última hora se plantea una revisión:
El genio de Kerenzky posibilitó después de la derrota del Zar, instaurar una sociedad democrática, lo que enfocó los esfuerzos del gobierno en combatir al invasor (alemán); Maximistas luchan por la repartición agraria y por ello combaten al gobierno de Kerenzky; los maximistas son los que siguen las ideas de Gorki, anhelan algo más profundo en las libertades públicas; quieren la repartición de la propiedad y de los terrenos que hacen a un hombre fabulosamente millonario y a otro un triste vagabundo; Gorki derrama la idea de que ‘la propiedad es un robo’; desde el momento que Rusia rompe con todos los lazos del antiguo y podrido régimen zarista; los maximistas quieren alcanzar una Rusia genuinamente democrática, liberal, socialista, fundada en vastos principios y en una riqueza convenientemente repartida, que asegure la estabilidad de la nueva vida; Kerenzky puede entrar en negociaciones con los jefes de la Revolución y acordar mutuamente una serie de concesiones, las cuales darán por resultado un triunfo más de la democracia y de la libertad; esperemos un poco más el desenvolvimiento de las cuestiones rusas, aguardemos los hechos definitivos para pensar en la Rusia del futuro ¿acaso puede tenerse la convicción de que el Zar no regresará ya jamás al trono?
En este punto, podemos observar, la preocupación del medio por clarificar la conflictividad del proceso revolucionario ruso. En el artículo de opinión, del 20 de Diciembre titulado ‘Causas de la revolución: sus consecuencias’, su autor intenta matizar, y dar a entender el contexto de emergencia de la Revolución Rusa:
El imperio de Pedro el grande ha sido durante mucho tiempo una extensión vastísima de terreno frío, inclemente, la estepa y habitado por gentes semi-bárbaras, especie de conciertos, de esclavos dominados por señores de poder absoluto, crueles, severo e ignorantes […] esos habitantes ateridos de frío han alentado siempre en sus entrañas un fuego vivísimo que les impulsa hacia la libertad. Convertidos al socialismo, ansiaban la derrota de los poderosos para conquistar la igualdad como ciudadanos y la igualdad como hombre […] querían saber de democracia y de gobiernos constitucionales, aprovechar de la libertad y conseguir la repartición agraria. Todos estos anhelos llegaron a convertirse en ríos de energías revolucionarias y como todo río busca salida al mar, buscaba salida a la libertad
E incluso se abre la reflexión sobre la división interna del bolchevismo. En la edición del 24 de noviembre de ‘El Día’, se plantea que los “comisarios maximistas recientemente nombrados para que se dirigieran a los departamentos que se hallan en poder de los revolucionarios antidemocráticos, renunciaron, protestando, de los métodos políticos de terrorismo empleados por los Bolsheviski”.
Los hechos contrarios a la revolución incluso se posicionan con mayor fuerza; para el 27 de noviembre ‘El Día’ señala que “se sabe positivamente que al Gobierno anarquista ruso no le reconocerá ninguno de los gobiernos aliados”. Sin embargo, la revolución sigue siendo tratada como hecho noticioso y para diciembre de 1917 uno de los principales temas es la conformación de la Asamblea Nacional. Así, el 4 de diciembre ‘El Día’ informa que
El nuevo gobierno esta formado de un ministerio mixto el que representa a todo los partidos que tengan representación en el parlamento el que tendrá 108 soviets igual número de aldeanos, 100 delegados del ejército y 60 de las uniones comerciales. Los resultados parciales de las elecciones para diputados a la asamblea indican una mayoría maximilista y socialistas. Los reaccionarios acordaron reorganizar el concejo del pueblo; los empleados del Banco del Estado se declararon en huelga de 3 días en protesta por el abuso maximilista que incautó 25 millones de rublos.
Uno de los elementos que toma fuerza de forma gradual en la narración periodística del acontecimiento, es la idea de la Revolución como un proceso de carácter socialista, que se convierte en una amenaza para las élites mundiales. En este caso un artículo titulado ‘Petrogrado Rojo: el gobierno de Lenine’ que es del 2 Diciembre de 1918, plantea de manera clara la visión, que sobre la Revolución empiezan a dibujar, sobre todo las élites que tiene temor de la expansión de estas ideas:
El marxismo vulgarizado de Lenine. Los ojos ardientes de codicia de ellos vienen a expropiar a los expropiadores según la fórmula de Lenine y consolidar la revolución por el asesinato/Día a día los diarios constatan las ejecuciones en nombre del pueblo. En el horrible caos en el que han sumido los maximalistas a los cerebros groseros y a la almas simples, las fantasías más diabólicas toman cuerpo. Los demonios han invadido los santuarios y han derribado los altares.
El elemento central de estos relatos es la representación degradante de los bolcheviques, como una especie incivilizada, que mostraría lo peor de lo humano. Una herramienta para acentuar esta imagen es señalarlos con insistencia como propulsores del ateísmo y resaltar sus ataques a iglesias y sacerdotes. Lo que, en países de alta filiación católica, crearía el imaginario de que los socialistas y comunistas tenían pactos con el diablo.
Al día siguiente 3 de Diciembre de 1918, se posiciona la idea liberal de la limitación a la libertad de expresión, y el manejo de la opinión pública por parte de los bolcheviques:
Los nuevos hombres del maximalismo y del comunismo, gritan, manotean, hacen y deshacen el Estado y solo ellos se ve y solo a ellos se oye en los ámbitos del país […] los diarios del capitalismo y de la burguesía han sido suprimidos por el liberalismo comisariado del pueblo […] aborrecer la revolución es natural en las víctimas de sus reformas arbitrarias; pero identificar la patria con el pueblo que hace la revolución y execrarlos a ambos es sinónimo de inconsistencia.
Esta visión crea una opinión pública negativa, sobre todo en aquellos sectores más vulnerables al control ideológico de la Iglesia, que de forma automática se convertirán en enemigos militantes contra toda forma organizativa que tenga que ver con los rusos o sus ideas. Uno de los artículos más ponzoñosos contra este proceso es del 18 de Enero de 1919, el cual se titula ‘El Anarquismo en Sudamérica’ y donde se dice que
Desgraciadamente la chispa aquella ha saltado ya desde la lejana Rusia en donde reapareció a raíz de la caída del Imperio, a nuestro Continente, y en la actualidad causa estragos de tal alcance en la progresista República Argentina que ocasionó ya innumerables víctimas en el pueblo bonaerense, una parte del cual se ha dejado seducir por los apóstoles del bolshevikismo más exagerado […] (Argentina) retiene en su territorio el mayor número de inmigrantes europeos, allá se han dirigido de preferencia los agentes del anarquismo, y so pretexto de huelgas en las que quieren salir triunfadores, los amotinados han producido ya verdaderos conflicto no entre el capital y el trabajo, sino entre el pueblo y el gobierno. El que con energía y constancia admirable, trata de reducir a los huelguistas, aunque esa operación cueste una montaña de cadáveres, como lo ha declarado el ministro de guerra de ese país. Frente a esa situación “no podemos menos que felicitarnos de que el Ecuador, por lo que hasta aquí aparece, se vea libre de conmociones de tal naturaleza, entre otras causas por la absoluta libertad y buena posición económica y social de que disfruta el obrero, cualidades que hacen poco menos que imposible conflictos de esta naturaleza […] y en caso que llegará algún aventurero de esa clase a nuestro suelo, estamos seguro que nuestro pueblo, paciente y abnegado como el que más, sabrá desechar sus formulas de progreso que no tienen nada de tal (Subrayado en negritas propio).
Podemos ver, como el medio intenta posicionar una idea de armonía entre trabajador y empleador, además señala lo ajenos que esos conflictos serían a nuestra realidad. Caracteriza el ‘ser’ de la sociedad ecuatoriana como un pueblo pasivo, que espera paciente la palabra del sacerdote. Esto muestra la ceguera de ciertas élites ilustradas hacia su propia realidad, en concordancia con el cerco ideológico implementado por la iglesia y los conservadores, de manera especial en la Sierra.
Así, los grupos conservadores y la Iglesia se demarcan como los primeros obstáculos de quienes asimilan las ideas de la Revolución Rusa. A partir de entonces se refuerza el control material e ideológico de estos grupos sobre amplios sectores sociales, a quienes les será condenado el coqueteo con las ideas rojas del bolchevismo.
[1] La cronología y el análisis de los acontecimientos es más integral en el periódico ‘El Día’, al cual se toma como referencia central de este trabajo.
[2] Para el calendario gregoriano la fecha sería en el mes de noviembre.
[3] Maximalista era una de las tantas denominaciones con las que se nombraba a los Bolcheviques, y hacia referencia a los seguidores del escritor ruso Máximo Gorki.
[4] Fue un importante político Ruso socialdemócrata con un papel importante en la Revolución de Febrero. Cumplió las labores de Primer Ministro del gobierno provisional hasta el advenimiento de la Revolución de Octubre.
*Docente Universidad