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domingo, diciembre 22, 2024

DIEZ AÑOS DE CÁRCEL PARA EL PRESO POLÍTICO JEREMY HAMMOND. por Silvia Arana

25 noviembre 2013

Jueza de Nueva York dicta máxima condena posible para el joven hacker por revelar espionaje ilegal contra activistas de Ocupar Wall Street.

“Ir a la cárcel, morir por la causa… o vivir sometido” -dice Jeremy Hammond, esposado y escoltado por un guardiacárcel, al finalizar la entrevista con la cineasta Vivien Lesnik Weisman[1].  La última opción -vivir sometido- ha sido imposible para este activista de 28 años, cuya vida parece signada por las palabras que lleva tatuadas en el brazo: Libertad, igualdad y anarquismo.

Se autodefine como militante social y hackctivista (alguien que usa sus destrezas en computación para atacar sistemas de vigilancia gubernamental y corporativa difundiendo de manera pública y gratuita la información obtenida). Afirma que de ninguna manera el accionar de un hacker puede reemplazar el activismo social sino que lo complementa, como una herramienta de acción directa.

En una conversación con el periodista Chris Hedges, quien lo visitó en la cárcel una semana antes de que fuera dictada la condena, Jeremy Hammond se identificó como “anarco-comunista que lucha contra la autoridad del estado centralizado y las corporaciones explotadoras”[2]. Su objetivo es construir “colectivos basados en la asociación libre, el consenso, la ayuda mutua, la autosuficiencia y la armonía con el medioambiente”. Enfatizó la importancia de cortar los lazos personales con el capitalismo y participar en “la organización de protestas masivas, huelgas y boicot”. Considera que hackear y difundir la información obtenida son herramientas efectivas para revelar las horribles verdades del sistema y para resistir. Mencionó la fuerte influencia que tuvieron en su formación las viejas luchas anarquistas de Alexander Berkman y Emma Goldman. También se refirió a los revolucionarios afroamericanos como George Jackson, Elaine Brown y Assata Shakur, al igual que la de miembros de Weather Underground (movimientos radicales basados en su ciudad natal, Chicago). Contó de sus numerosas visitas al cementerio donde se halla el Monumento a los Mártires de Haymarket (Chicago), en honor a los cuatro anarquistas que fueron ahorcados en 1887 y a otros que participaron en las luchas anarco-sindicalistas.

Hammond fue miembro del colectivo de hackers Anonymous, que en colaboración con WikiLeaks, Rolling Stone y otros medios, reveló miles de mensajes electrónicos de la compañía de inteligencia Strategic Forcasting (Stratfor) -documentación conocida como “Archivos de Inteligencia Global” (Global Inteligence Files). Los documentos revelaron el espionaje interno de opositores, incluyendo activistas de Ocupar Wall Street; conspiración (infructuosa) para asociar a la activista y periodista Alexa O’Brien con Al Qaeda. Otra de las revelaciones más notorias surgidas de los correos electrónicos de Stratfor se refería a la injerencia de EE.UU. en asuntos internos de Venezuela.

Stratfor y el FBI

Stratfor es una empresa privada de inteligencia que provee datos a los servicios de inteligencia del gobierno -al Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security Department), cuerpo de Marines, Ministerio de Defensa, Pentágono- al igual que a corporaciones como Dow Chemical y otras.

Dado que el dato original sobre una vulnerabilidad en el sistema digital de Stratfor fue proporcionado por un hacker informante del FBI surgieron algunas especulaciones sobre por qué el gobierno “sacrificó” a Stratfor. Algunas de las suposiciones dicen que fue una trampa para Julian Assange -esperando que el fundador de WikiLeaks dejara huellas de su supuesta participación.

Empresas privadas de inteligencia, que hacen espionaje usando herramientas tecnológicas y que trabajan como contratistas privados para el Departamento de Homeland Security, como Stratfor, actúan sin control gubernamental, sostienen Hammond y otros hacktivistas. Por ello la escogieron como blanco de ataque cibernético para exponer las actividades ilegales de espionaje.

Hammond y su defensores han cuestionado seriamente el rol del FBI en el caso. Por una parte, la vigilancia ilegal contra organizaciones de protesta social, como el movimiento “Ocupar”. Por otra parte,  el rol crucial que tuvo el hacker informante del FBI, Héctor Monsegur alias Sabu, quien proporcionó los datos de Stratfor al igual que los nombres de numerosos sitios web de gobiernos extranjeros identificados como vulnerables a ataques cibernéticos. Hammond mencionó sitios gubernamentales de Brasil, Irán y Turquía, antes de que la jueza Loretta Preska ordenara eliminar los nombres de los países del registro oficial. Hammond, gracias a sus habilidades excepcionales como hacker penetró los sitios web, obtuvo códigos y acceso -mientras el FBI a través del informante Sabu monitoreaba dichos sitios. Hammond remarcó que tanto las actividades como los archivos del gobierno de EE.UU. deberían ser investigados.

Juicio en Nueva York: jueza y conflicto de intereses

A pesar de que Hammond proviene de Chicago, ciudad donde vivía cuando hackeó a la empresa Stratfor, de Texas, las autoridades federales decidieron que la investigación y el juicio se realizaran en el estado de Nueva York. El pretexto fue que el hacker -informante del FBI, Sabu, guardó datos obtenidos por Hammond en un servidor en Nueva York.  La verdadera razón parece ser que Nueva York es el centro de guerra cibernética más poderoso del gobierno.

The National Lawyers Guild (Asociación Nacional de Abogados) solicitó que la jueza Loretta Preska se excusara en el juicio de Hammond por conflicto de intereses. Los datos de una cuenta de correo electrónico del marido de Preska, Thomas Kavaler, abogado de la firma legal Cahill Gordon & Reindel figuraban entre los datos revelados por Hammond. La jueza se negó a excusarse del caso, y su comportamiento no dejó dudas de la razón: dictó la máxima condena posible contra el joven hacker, además de imponerle severísimas medidas para cuando salga en libertad, tres años de vigilancia, prohibición de usar criptografía o un alias; la policía podrá inspeccionar su computadora, su persona y su hogar sin necesidad de una orden judicial. Le prohibió “cualquier contacto con sitios electrónicos u organizaciones de desobediencia civil”. Durante el proceso, que se extendió 20 meses y que Hammond pasó encarcelado en el Metropolitan Correctional Center de Nueva York, la jueza ignoró los documentos probatorios de que el gobierno y la firma de inteligencia Stratfor conspiraron para vincular a grupos opositores, no-violentos como Ocupar Wall Street con Al Qaeda, para así poder enjuiciar a disidentes internos pacifistas como “terroristas”.

Jeremy Hammond: fuente periodística para medios de todo el mundo

En vísperas de la sentencia, un grupo de editores y periodistas de medios de diversos países -con una audiencia combinada estimada en 500 millones- le enviaron una carta a la Jueza Preska pidiéndole clemencia para el joven activista. En ella dicen que sus medios difundieron la información proporcionada por Jeremy Hammond sobre ilegalidades cometidas tanto por corporaciones como por autoridades gubernamentales en más de 15 países. Afirman que en cientos de artículos -escritos en base a los documentos revelados por Hammond- quedó demostrado el comportamiento corrupto y antiético de una variedad de organizaciones y empresas, como la firma Stratfor y sus clientes. Enfatiza que Jeremy Hammond actuó movido por el afán de transparencia -sin ningún tipo de beneficio personal. Luego, menciona que los co-acusados -por las mismas infracciones- en Irlanda no serán enjuiciados. Y los enjuiciados en Gran Bretaña recibieron condenas máximas de 16 meses de cárcel. Recalca el compromiso del joven activista Hammond y el valor de sus revelaciones, considerándolo una fuente periodística, que debería estar protegida por los derechos constitucionales de la prensa.

Firman la carta, entre otros, Julian Assange (Editor de WikiLeaks), Pedro Miguel (Editor Internacional de La Jornada), Carlos Enrique Bayo (Director de Público), Aissa García (Directora de Telesur, México), Jean-Marc Mananch (Le Monde), Stefania Maurizi (periodista de L’Espresso), Jamal Ghosn (Editor de Al Akhbar/Inglés), Ernesto Tiffenberg (Editor Ejecutivo de Página 12).[3]

La jueza Preska de la Corte del Distrito Sur de Nueva York desestimó los alegatos en defensa de la libertad de prensa y de la protección de las fuentes periodísticas. Dictaminó una condena de diez años de cárcel, la máxima posible para alguien que se ha declarado culpable de un cargo de infracción al Acta de Fraude y Abuso (en el uso) de Computadora (CFAA, según sus siglas en inglés) por acceder al sitio de la compañía Stratfor. Al leer la sentencia, Preska desestimó el alegato de la defensa de que Hammond había actuado con fines de justicia social. Para la jueza, Jeremy Hammond quería causar “caos total”, usando como prueba palabras empleadas a menudo -no solo por Hammond sino por muchos- en el medio cibernético.

J. Hammond: “¿cuándo responderá el gobierno por los delitos que cometió?”

Breve resumen de la declaración leída por Jeremy Hammond antes de que se anunciara la sentencia que lo condenó a 10 años de cárcel:

“He hackeado sitios gubernamentales y de corporaciones con una clara comprensión de que estaba actuando fuera de la ley, y que mis acciones podrían costarme la cárcel. Pero creí que tenía la obligación de usar mis conocimientos para oponerme a la injusticia y exponer la verdad. […] Confrontamos una estructura de poder que no respeta ni siquiera su propio sistema de control, ni qué hablar de los derechos de los ciudadanos ni de la comunidad internacional. […]

[En referencia a un arresto previo] Fui arrestado por el FBI por hackear el sistema digital de un grupo belicista de derecha, llamado Warrior Protest… Aunque ni una sola tarjeta de crédito del banco de datos de dicho grupo haya sido difundida ni usada por mí ni por nadie, fui sentenciado a dos años de cárcel […] Cuando me liberaron, estaba ansioso por continuar la lucha por una mejor sociedad. Con el tiempo, me sentí frustrado por las limitaciones de la protesta pacífica […] El gobierno de Obama continuó con las guerras de Irak y Afganistán, incrementó el uso de drones, y no cerró la prisión de Guantánamo […]

“Grupos como WikiLeaks y Anonymous… me acercaron al hacktivismo […] en particular, el heroico accionar de Chelsea Manning, quien expuso las atrocidades cometidas por las fuerzas armadas de EE.UU. en Irak y Afganistán. Corrió un riesgo personal enorme al revelar la información -por creer que el público tiene el derecho de saber. […] Pensé que la mejor manera de demostrar solidaridad era continuar el trabajo de exponer la corrupción y oponerse a ella.

“Me acerqué a Anonymous porque creo en la acción directa, descentralizada y autónoma. Anonymous realizaba acciones de respaldo a las insurgencias de la primavera árabe, contra la censura y en defensa de WikiLeaks. Aporté mis destrezas técnicas y contribuí en la elaboración de ideas y objetivos. Fue una época apasionante: el nacimiento de un movimiento digital de disenso, un momento en que se delinearon significados y alcances del hacktivismo.

“Me sentía muy entusiasmado con el movimiento Ocupar y su lucha contra las injusticias del capitalismo y del racismo. Pero en pocos meses, los movimientos “Ocupar” llegaron a su fin, acosados por las redadas policiales, los arrestos masivos de activistas que fueron expulsados de los parques públicos. La represión de Anonymous y del movimiento Ocupar marcaron el tono para el accionar del grupo Anti-Seguridad en los meses siguientes – la mayoría de nuestros ataques cibernéticos contra la policía fueron en respuesta a los arrestos de camaradas.

“Decidí atacar los sistemas digitales de la policía por el racismo y la desigualdad con la que se aplica la ley. Me enfoqué en sitios de productores y distribuidores de equipo policial y militar porque lucran con las armas usadas para imponer los intereses político-económicos de EE.UU. en el extranjero y reprimir a la gente dentro de nuestro país. Obtuve información de firmas de seguridad porque trabajan en secreto por los intereses del gobierno y de las corporaciones a costa de los derechos de los ciudadanos, persiguiendo y desacreditando a activistas, periodistas y otros que buscan la verdad, y difundiendo información falsa.

“Nunca había escuchado hablar de Stratfor hasta que el hacker Sabu [informante del FBI] me dio el nombre de la firma. […] Tardé más de una semana en romper las vallas de seguridad para ganar acceso al sistema interno de Stratfor […] Sabu, que participó de todos los pasos de la operación, ofreció un servidor -proporcionado y monitoreado por el FBI. Posteriormente, se transfirieron los e-mails, se usaron las tarjetas de crédito para hacer donaciones a organizaciones, y los sistemas de Stratfor fueron destruidos. Todavía sigue siendo un misterio la razón por la cual el FBI nos presentó al hacker que descubrió la vulnerabilidad inicial, y permitió que la operación de hackeo continuara.

“Como resultado del hackeo a Stratfor, ahora conocemos algunos de los peligros de la industria de inteligencia privada que actúa sin regulaciones. Se reveló a través de WikiLeaks y otros medios que Stratfor mantenía una red internacional de informantes que hacían actividades de espionaje intrusivas y probablemente ilegales en beneficios de grandes corporaciones multinacionales.

“El gobierno celebra mi condena y encarcelamiento deseando que esto sea el punto final de la historia. Asumo la responsabilidad de mis acciones declarándome culpable pero, ¿cuándo responderá el gobierno por los delitos que ha cometido?”[4]

La pregunta de Hammond resuena en Nueva York y en el mundo a pesar de la mordaza que intenta silenciarla.


[1] http://www.huffingtonpost.com/vivien-lesnik-weisman/jeremy-hammond-q-and-a_b_4298969.html

[2] http://www.truthdig.com/report/item/feeding_the_flame_of_revolt_20131117

[3] Texto completo: http://wikileaks.org/IMG/pdf/Hammond_Support_Letter_from_World_Media.pdf

[4] http://www.sparrowmedia.net/2013/11/jeremy-hammond-sentence/

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