20 Abril 2014
Las ausencias físicas del escritor Colombiano Gabriel García Márquez y del filósofo Argentino Eliseo Verón, sin lugar a dudas, ha sido una de las noticias más tristes o menos esperadas por el mundo académico latinoamericano. Todo esto porque sus legados comunicativos se proyectaron en una época en que la región sufría efectos mediáticos y culturales provenientes de políticas expansionistas ligadas fundamentalmente a las corrientes teóricas comunicativas de carácter funcional, inspiradas en los paradigmas creados por H. Lasswell y R. Merton, entre otros.
Dichos paradigmas se imponían no solo en las escuelas de periodismo o en las curriculas académicas, sino también intentaban abarcar el campo de la literatura y en los textos impresos y audiovisuales como revistas, periódicos, radio y televisión. Educar, informar y entretener era la consigna del momento en el mundo de la comunicación en Latinoamérica.
Ellas debían concentrase en campo del la “unidireccionalidad” entre emisores y receptores que casi siempre actuaban a favor del “capitalismo renovado” o mejor dicho -el capitalismo en su nueva fase de desarrollo. Cuestión por ejemplo, que se expresaba en la llamada “Alianza para el Progreso” impuesta por la administración norteamericana, y que predominó hasta mediados de los años setenta. Los medios eran sus mejores soportes para la difusión de esta política.
Es aquí, y en este periodo en que Eliseo Verón y el Gabriel García Márquez, ambos desde sus propios campos disciplinarios, irrumpen con mucha fuerza en el continente, instalando un campo critico en el mundo de las comunicaciones y su relación con el sujeto social, denunciando que aquellos procesos comunicativos basados en los paradigmas funcionales “inventaban un mundo por nosotros”.
Eliseo Verón en sus teorías académicas planteaba una revisión constante de la ideología y sus significaciones en los esparcimientos periodísticos de todo tipo. Sobre todo proponía analizar aquellas significaciones ideológicas del texto visual y escrito que casi siempre operaban políticamente a favor de la ideología dominante en que la “certidumbre” es una oportunidad para establecer un campo de influencia que básicamente se concentraba en los modos de “hacer” y no de “pensar”. Aquella reflexión desplazó a las tradicionales nociones de información, generando una nueva propuesta académica y política para el mundo de las Ciencias Sociales y las comunicaciones.
Por otra parte, Gabriel García Márquez en el campo de la literatura expresaba claramente que ella debía ser más autónoma del lenguaje institucional de la Real Academia, deslizándose a un lenguaje más local y ligado al mundo indígena y afrodescendientes de América Latina. Propuso hacer de éste (lenguaje) un proceso contestatario e irreverente, colocando un nuevo sello académico en que las narrativas mediáticas latinoamericanas hablarán del sujeto, de su contexto social, político y cultural. Narrativas que permitirán construir nuevas redes de significaciones que fortalezcan el cuestionamiento a los poderes de siempre.
Asimismo, Gabriel García Márquez, ubicará en el escenario de la academia y en el mundo de las comunicaciones la importancia que tiene el realismo mágico, no solo desde la pintura, sino también, desde las expresiones literarias en que el/los lenguaje no es, ni está organizado por el poder. Muy por el contrario, ellos pertenecen a la cultura popular y suramericana.
Indudablemente, que los revolucionarios de la comunicación situaron al mundo de las comunicaciones en la posición crítica-reflexiva e instalaron la triada académica para logar mirar más allá de lo obvio: Historia, Comunicación y Cultura. Todo un desafío