El periodista Juli Esteve y el investigador Àlvar Martínez documentan la historia del hospital de los exiliados republicanos en Francia |
Toulouse -ciudad francesa de medio millón de habitantes, capital de la antigua Occitania- ha estado siempre emparentada con la inmigración. Hoy, acoge a una población magrebí de unas 50.000 personas. Hace siete décadas, al terminar la Guerra Civil española, se convirtió en capital y en uno de los principales refugios del exilio republicano. El Hospital Varsovia es uno de sus principales legados. Fundado en 1944 por médicos españoles (la mayoría catalanes) que lucharon en la resistencia francesa contra el nazismo, el centro acabó convirtiéndose en el gran referente sanitario para los 150.000 exiliados españoles en el sur de Francia.
Para rescatar la memoria del Hospital Varsovia, el periodista Juli Esteve y el profesor e investigador del Instituto de Historia de la Medicina, Àlvar Martínez, han codirigido el documental “La Batalla del Varsòvia”, producido por InfoTV a iniciativa del Museu d’Història de la Medicina de Catalunya. El documental, de 60 minutos, recoge la historia de este hospital de vocación igualitaria y labor basada en los principios de la medicina social.
Aún hoy presta atención sanitaria, con criterios similares a los del día de su fundación, el Hospital Varsovia. Se ubica en el mismo lugar: Saint-Cyprien, un barrio de Toulouse que tradicionalmente acoge a población inmigrante. Cuando un grupo de médicos españoles (sector profesional muy numeroso entre los exiliados) funda el hospital, la situación no puede ser más dramática. Europa vive una crisis de refugiados sin precedentes. Deportaciones, campos de concentración, éxodos masivos…. Confluyen en pocos años el final de la contienda española, la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia por las tropas de Hitler.
Los republicanos españoles participaron en la liberación de Francia en primera línea de combate. Animados por la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial y la expulsión del ejército nazi de Francia, persiguen el mismo resultado en España. Es la “Operación Reconquista”, el intento por parte de la guerrilla de liberar España del franquismo, que fracasa. Con el fin de sanar a los numerosos heridos en los combates guerrilleros, nace en 1944 el Hospital Varsovia, sobre un castillo de Toulouse abandonado por los nazis en pésimas condiciones. Y nace como hospital militar aunque, poco después, finalizada la guerra, adoptaría la condición de civil.
El funcionamiento del centro sanitario se resume, desde primera hora, en cuatro ejes, según Àlvar Martínez: la complejidad (el hospital es como una ciudad dentro de Toulouse); la solidaridad: entre médicos, personal, refugiados, comités de apoyo, exilio americano, entre otros colectivos; su modernidad (posee las prestaciones de un hospital del siglo XX: asistencia médica, pero también formación de personal e investigación científica) y el principio vertebrador de la medicina social. Hay, además, otro factor clave: “la resistencia a desaparecer, ya que estuvo condenado desde el primer día; la historia del Hospital Varsovia es una trágica batalla por la supervivencia”, explica Martínez.
El centro arranca muy en precario, con escasísimo material. Médicos –la mayoría de ellos, militantes del PCE-, enfermeras y demás personal trabajan al principio sin percibir un sueldo. A pesar de las carencias logísticas, pronto se crean los primeros dispensarios y se consigue prestar un servicio gratuito de salud para españoles que llegan de todo el territorio francés. Afectados por la tuberculosis, falta de vitaminas o desnutrición acuden al Varsovia. En algunos casos, son españoles que acaban de ser liberados de los campos de concentración nazis de Mauthausen o Dachau. Pero el hospital desempeña asimismo otra función, la de punto de encuentro y espacio de socialización para los expatriados.
La ayuda, que llega de múltiples frentes, resulta esencial para que el hospital mantenga el pulso. En Estados Unidos se utiliza el cine como arma propagandística para recaudar fondos que sostengan el centro. La iglesia unitaria norteamericana, una de las más progresistas, envía ropa usada, dinero, zapatos y medicamentos. La principal fuente de ayudas proviene del Comité de Refugiados Antifascistas de Estados Unidos. Numerosos médicos y profesores de Medicina de la facultad de Toulouse también se vuelcan en el proyecto. Así las cosas, el hospital se consolida y convierte en un referente, hasta el punto de recibir la visita del presidente del gobierno de la República en el exilio (1945-1947), José Giral.
Pero llega la caza de brujas en Estados Unidos, encabezada por el senador McCarthy (1947-1957). En plena guerra fría se persigue encarnizadamente cualquier atisbo de comunismo y el Comité de Investigaciones Antiamericanas comienza su paranoica labor; ésta, finalizaría con el encarcelamiento de la cúpula del Comité de Ayuda al Refugiado Antifascista en 1948 y el final de las ayudas de la iglesia unitaria. Ese mismo año, sin embargo, el Comité crea una agencia en Toulouse de apoyo al centro hospitalario. Es un primer golpe contra las vías de financiación del hospital.
En 1950 se desencadena el segundo ataque contra los cimientos del Varsovia. Francia desencadena la operación Bolero-Paprika contra militantes comunistas extranjeros que, en el contexto de la guerra fría, amenazaban supuestamente la seguridad nacional. La redada supone la detención de buena parte del personal del Varsovia. Poco importaba el sobresaliente papel de los exiliados republicanos en la resistencia francesa. El ejecutivo galo accedió a las presiones de Franco, sin que la solidaridad de los comunistas franceses sirviera para evitar la detención de 404 camaradas (entre ellos, 276 comunistas españoles).
El Varsovia estaba herido de muerte. Si sobrevivió fue por el apoyo de los militantes del Partido Comunista Francés, que formaron un equipo médico para hacerse cargo del hospital, con el cirujano Joseph Ducuing a la cabeza. Entre 1950 y 1955 se produce una dura batalla jurídica para evitar que el estado francés se quedara con el centro y echara el cierre. Finalmente logró constituirse una sociedad privada autónoma, cuyos beneficios debían obligatoriamente reinvertirse en el hospital. Un objetivo revolucionario. Y así hasta hoy, cuando el Varsovia continúa atendiendo a la gente con menos recursos. Funciona como fundación privada de un patronato en el que están representados vecinos, sindicatos y organizaciones sociales. Y, sobre todo, ocupa aún un lugar de honor en la memoria del exilio.