Quito ofrece atractivos turísticos, plazas, centros de recreación y mucha historia. Sin embargo es una ciudad que no se prepara para los cambios: estos llegan, se colan y se acomodan como pueden, como un tetris mal armado.
Actualmente las calles volvieron a llenarse de gente que habita la ciudad como si no existiera riesgo a contagiarse por covid-19, una contradicción con algunos centros de vacunación, donde días atrás existía un gran abstencionismo.
Al mismo tiempo, la disputa por la alcaldía de Quito entre Jorge Yunda y Santiago Guarderas, ha provocado que la ciudad no sea atendida en sus problemas profundos, peor pensar que se pueda planificar su futuro.
Así, los quiteños y los residentes en “Toqui” (como dicen los más jóvenes) vamos viendo como, poco a poco, se caotiza. Quito está sin proyección en cuanto a la infraestructura y su tejido social está desarticulado y en conflicto.
En este caos, sus habitantes, ya no nos vemos con nuestros vecinos como iguales. Parece que cada vez esta ciudad toma un tinte más individualista. Al final de todo –como se dice comúnmente–, nos acabamos mordiendo la cola entre unos y otros.
1.- Los parques son lugares esenciales para la recreación de las personas, que sirven para tomar aire fresco después de un largo confinamiento, sin embargo no hay precauciones sobre las aglomeraciones y posibles contagios por covid-19.
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2.- Desafortunadamente la mayoría de automovilistas en la ciudad no respetan a los ciclistas. Muchos conductores les pitan o incluso les “avientan” el coche, a pesar de que podrían lastimarlos o matarlos.
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3.- Algunos establecimientos de comida no toman en cuenta los protocolos de bioseguridad y distanciamiento entre las personas.
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4.- Es hora del almuerzo muchos y los taxistas lo saben, el hambre no puede esperar así que invaden las calles en ambos carriles, imposibilitando el flujo de vehículos en las vías.
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5.- En la ciudad se ha visto un incremento de escúters que facilitan el transporte de una manera amigable, sin embargo, muchos conductores no usan el equipo de seguridad necesario y a veces invaden las veredas, que son de uso exclusivo de los peatones.
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6.- No existe el respeto por parte de los conductores de motocicletas ni de automóviles a los ciclistas y transeúntes. Los motociclistas se suben a las veredas, y los automovilistas no respetan la ciclovía.
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7.- ¡Ya nadie controla! Los conductores de automóviles no son sancionado, a pesar de que muchos de ellos se estacionan en lugares prohibidos con señaléticas.
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8.- Hay dueños de mascotas que son responsables –los menos– en llevar una bolsa para recoger sus desechos, pero otros no. Las veredas y los parques de la capital están sucias de popo de perro.
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9.- La ciclopaseo dominical es una de las actividades más sanas en la ciudad, sin embargo, cada cambio de autoridad (ahora dos en disputa) vacilan sobre su permanencia.
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10.- Muchos transeúntes se ven en el riesgo de atravesar la calle fuera de las “ pasos cebras” peatonales, esto ocurre muchas veces porque los conductores no ceden el paso a las personas.
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11.- Quito es una ciudad que ha crecido considerablemente los últimos años, a partir de esto se han visto los problemas de vialidad y los embotellamientos en sus calles ya no solo en horas pico.
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12.- Algunos negocios se han tomado parte de los espacios públicos colocando maceteros, sillas y mesas que impiden la libre circulación de las personas en las veredas.
Posiblemente es un tema que no les interesa mucho a las nuevas generaciones. Ellos dirán: cosas de viejitos y juntitos. Pero si para algo sirve el periodismo es para hacer memoria de aquellos hechos que marcaron a toda una generación. Hablar del cine Alhambra, por ejemplo, debe ser para los jóvenes de hoy como si les contaran sobre los discos acetato o los casets de cinta o el teléfono de disco. Nostalgia de abuelos.