Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2018, alrededor de 5,3 millones de niños menores de 5 años murieron en el mundo, aunque la mayoría de esas muertes pudieron evitarse. Las infecciones respiratorias agudas, aún antes de la pandemia de covid-19, causaban alrededor de 3 millones de muertes anuales en el mundo, en todas las edades. Las enfermedades diarreicas eran responsables de aproximadamente dos millones de defunciones; mientras que la malaria se llevó a 405.000 personas.
Mi generación tuvo en sus manos un libro que surtió el efecto de una operación en las retinas, devolviéndonos la luz que el colonialismo eurocéntrico nos había quitado por cerca de quinientos años. Se llama La Visión de los vencidos y su autor fue un maestro mexicano que dedicó su vida a estudiar y comprender a las sociedades prehispánicas, no por mera curiosidad, sino por un impulso de identidad y sobrevivencia.
No, yo no tengo la culpa. La culpa es de los otros, de los indios, de los izquierdistas infantiles, de los ecologistas infantiles, de las feministas infantiles, de los yakuistas infantiles, que llamaron a votar nulo. Yo, soy libre de pecado, soy progresista y puro.
El Ecuador decidió el domingo su destino. Luego de una violenta y sucia campaña de segunda vuelta, en la que primó el argumento del mal menor, el representante del sector financiero, Guillermo Lasso (CREO), se impuso en los comicios y paradójicamente su contendiente, Andrés Arauz (UNES), aceptó los resultados.
Sin duda, una de las novedades del último fin de semana, que causó mucho revuelo, fue la declaración del 3 de abril de 2021 de Jaime Vargas, presidente prorrogado de la Confedereción de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), en la que expresó su apoyo para el balotaje, al candidato del correísmo, Andrés Arauz.
La historia de un país avanza siempre en medio de las vicisitudes y luchas políticas y sociales que su propio devenir genera. En ese devenir y en esas luchas, ciertos conglomerados sociales (clases, estratos, facciones) son determinantes durante un tiempo y luego son desplazados por otros conglomerados sociales emergentes. Así camina la historia.
Por Andrés Kogan Valderrama* / Desde Chile
A propósito de la primera vuelta electoral en Ecuador, en donde el candidato correísta, Andrés Arauz (UNES), saca...
Los resultados electorales del pasado domingo 7 de febrero podrían leerse como la expresión del rechazo a las consecuencias y efectos a las políticas neoliberales impuestas en estos cuatro años de gobierno y como un desplazamiento del electorado hacia posiciones progresistas y de izquierdas: la de la corriente del progresismo que expresa Andrés Arauz (UNES), la del ecologismo contrario al extractivismo minero y petrolero de Yaku Pérez (Pachakutik), y la del candidato Xavier Hervas (Izquierda Democrática) que supo posicionar un discurso e imagen más atractiva para sectores jóvenes y alejada (aparentemente) de la polarización en contra y a favor del correismo.
Se funda en 1926 con el Partido Socialista Ecuatoriano (PSE). Es una izquierda doctrinaria, pegada a los textos clásicos del marxismo. Fue incapaz de ir de la realidad a la teoría, no obstante lo cual, el PSE siempre creyó que nuestros problemas había que pensarlos con cabeza propia. La tendencia consular, fuertemente influenciada por la Revolución Bolchevique, en 1931 produce la primera división de la izquierda, dando lugar a la fundación del Partido Comunista Ecuatoriano. Esa izquierda histórica lejos estuvo de elaborar una interpretación creadora de nuestra realidad, se convirtió en una izquierda oficial, contrapeso necesario para mantener el equilibrio en la dominación oligárquica. La tesis central del PCE fue siempre empujar la transformación demo-burguesa del Ecuador, concebida como un proceso etapista para lo cual aceptaba alianzas con el centro político y la propia oligarquía. El Partido Socialista se diferenciaba en ser menos dependiente de Moscú, pero igual en sus planteamientos conceptuales a los cuales se les había castrado de los elementos más peligrosos de la doctrina marxista como eran la noción de la lucha de clases y la concepción sobre el Estado y el poder.
En esta campaña electoral, Yaku Pérez, candidato a la Presidencia por Pachakutik (PK) y todo el movimiento indígena y popular, tuvimos que enfrentar a varios “enemigos”, y decimos “enemigos” porque las elecciones se convierten en una guerra electoral, donde se gana o se pierde. En esta guerra política, nuestros “enemigos” eran principalmente la derecha y el correísmo (progresismo conservador), en la que los combatientes se unían a nosotros contra ellos o simplemente eran otros más que nos atacaban y a quienes también teníamos que resistir.
No cabe duda, Rafael Correa (RC), Guillermo Lasso (CREO) y Jaime Nebot (PSC) responden a un mismo interés: el del capital nacional y transnacional; y, el del conservadurismo ideológico. Cada uno juega su rol y tiene su estilo.
Al correísmo, enarbolando la bandera del progresismo conservador, le toca actuar como pandilla disciplinadora del barrio, palo a quien no se somete. Liderar sin la menor vergüenza el trabajo indecente, incluyendo las campañas sucias como la de “El Camaleón”, producción de Pichincha Universal. A Correa le toca endilgar a otros las supuestas alianzas con el banquero Lasso, cuando están demostrando que son los aliados perfectos. Le corresponde también enarbolar el discurso populista más procaz: 1000 dólares a un millón de familias; así ganan el voto de grandes masas desinformadas y empobrecidas.
En algún momento me preguntaron ¿Cuáles eran las posibilidades reales de Yaku Pérez? Yo respondí que, a pesar de su desafortunada declaración por Lasso, era un gran candidato, pero dadas las condiciones políticas, sus posibilidades se jugaban entre los errores de Arauz y Lasso.
Muero vecina. En estas elecciones se ha visto de todo. Como dice mi esposo marxista, leninista y chisme bravo: los mishus, sobre todo de Quito, han sido más puros que la propia pureza. Nunca han simulado nada. ¡Muero la purancia mestiza! Y han sido expertos en medición indigenómetra, bonita, para qué le cuento.
Lenín Boltaire Moreno Garcés fue vicepresidente junto a Rafael Correa durante el primer y segundo períodos presidenciales (2007-2009, 2009-2013), fue delegado de las Naciones Unidas en Ginebra (2013-2016) y, ahora, presidente de Ecuador desde 2017. En su primera etapa correísta, Moreno consolidó un pacto político empresarial y llegó a varios acuerdos con todos los partidos a los que les repartió cargos de poder.
No nos conocemos personalmente, pero te confieso que me embarga una profunda tristeza y desazón tras la condena al expresidente Rafael Correa por el caso “Arroz Verde”, pese a que hace mucho tiempo dejé de apoyarlo políticamente porque me decepcionaron sus rasgos autoritarios y las limitaciones de su gestión para emprender en otros caminos que no sean los del desarrollismo de Estado. Estoy convencido de que esta decisión, al igual que la condena por el llamado "Caso Balda", son parte de una estrategia perversa de judicialización de la política y de politización de la justicia, aupada por las élites políticas y económicas del Ecuador, los medios de comunicación hegemónicos y el poder imperial de los Estados Unidos.