11 Diciembre 2017
“Si nos detenemos a analizar que nuestras acciones, emociones y pensamientos no están en función de lo que nos hace felices, podemos identificar que hemos otorgado nuestro poder a otros (…) lo ético es recuperar el poder que nos corresponde, aquel que nos permite acercarnos a nuestra felicidad”.
Pilar Núñez y Andrés Paredes, en La Caracola.
Este 25 de diciembre se cumplirán cuatro años y medio desde que inició la aplicación de la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) en Ecuador. Son 1.645 días o 235 semanas de polémicas, discusiones, sanciones y ataques mediatizados por parte de las diferentes posturas generadas al respecto. Pero más allá de la justeza o no de su aplicación, cabría preguntarse si con esta ley algo ha cambiado en los medios de comunicación respecto a su responsabilidad de impulsar programas e información que aporten a la construcción de una sociedad justa, equitativa, igualitaria y solidaria.
Basta con encender la televisión o la radio, navegar en la Internet o comprar la prensa para intuir que todo ha cambiado sin cambiar. Hay asuntos que ninguna Ley de Comunicación podrán afectar, por más sancionatoria o permisiva que esta sea, como el de las intenciones ocultas, las posturas políticas o la manera de esconder estas intenciones y posturas de manera técnica. Dos ejemplos exhibidos en las últimas semanas bastaron para saber que efectivamente, con o sin LOC, los cambios son muy lentos.
Caso 1: Una encuesta que construye realidades[i]
La imagen del exdiputado socialcristiano Rafael Cuesta se proyecta desde su espacio dominical -transmitido por Canal Uno- como el paladín de los medios en contra de la Ley Orgánica de Comunicación (LOC). Por ello ensayó primero un programa el 02 de octubre, en el que presentó ante su audiencia el lado oscuro de la LOC por medio de la acción sancionatoria de la Superintendencia de Comunicación (Supercom), entidad creada al amparo del cuerpo legal vigente desde el 25 de junio de 2013.
“La Supercom habría sido utilizada para perseguir periodistas y silenciar medios”, señaló en la introducción de aquel programa. Y para sustentar lo afirmado invitó a Juan Manuel Yépez, editor de diario Extra, quien expuso los argumentos, como el que indicaba que el 94% de los medios sancionados eran privados.
Con esta argumentación y sin contrastación de fuentes preparó el terreno para su segundo ataque, el cual vendría pocas semanas más tarde, exactamente el 26 de noviembre[ii], cuando junto a la periodista Lucero Llanos presentaron una encuesta que habrían aplicado a 200 comunicadores y periodistas, reporteros, camarógrafos, relacionistas públicos, propietarios de medios, editores, publicistas, académicos y productores. 140 periodistas habrían respondido el cuestionario.
Las diez preguntas aplicadas abordaron lo que consideraron como temas polémicos: derogación o no de la Ley de Comunicación, eliminación o no de la Supercom, la comunicación como derecho humano o servicio público, la exigencia de titulación para quienes ejerzan el periodismo, la corresponsabilidad de los medios ante las opiniones vertidas por sus columnistas, los intentos de control de las redes sociales, entre otros. “En Ecuador los últimos diez años han sido infernales para el periodismo”, señaló Cuesta en la introducción.
Repito, más allá de que el lector esté a favor o en contra de la LOC, vale resaltar las faltas éticas observadas en este reportaje y que en su momento generaron indignación en las redes sociales, pues de manera descarada se intentó inducir-seducir al televidente a tomar una postura en contra de mencionado cuerpo legal.
Problema 1: La idea que proyectan con estos resultados es que el sector del periodismo tiene un solo y único criterio.
Los resultados de la encuesta son apabullantes en contra de la LOC: 84% piensa que la LOC debe derogarse; 83% cree que debe desaparecer la Supercom; 95% considera que la comunicación es un derecho humano y no un servicio público; el 71% dice estar de acuerdo con la exigencia de titulación para quienes ejerzan el periodismo; el 93% considera que la Ley debe ajustarse a principios universales; 70% asegura que debe eliminarse la corresponsabilidad de los medios con las ideas de los columnistas; entre otros.
Problema 2: Privilegiaron las voces en contra de la LOC y borraron del mapa las que están a favor, inventando el cuento de que en periodismo hay criterios iguales y universales, sin fisuras, que se presentan como eternas e independientes, aunque contradictoriamente algunos de ellos le han hecho el juego al poder fáctico.
En cada pregunta, tras la presentación de los resultados daban paso al criterio de periodistas que tenían una posición definida en contra de la LOC. En otras palabras, sus criterios reforzaban los resultados de la supuesta encuesta y le dotaban de aparente representatividad social. Ojo, no se trata de menoscabar o minimizar sus criterios, que son muy respetables, pero sí el formato de presentación empleado por el programa del exdiputado Cuesta. Sus fuentes fueron: Tania Tinoco, directora de Telemundo, Ecuavisa; Otto Sonenholznner, entrevistador de Radio Tropicana y expresidente de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) Guayas; Juan Manuel Yépez, editor general de Diario Extra; María Sol Borja, periodista de Gkilcity; Rodolfo Baquerizo, entrevistador de televisión; Luis Eduardo Vivanco, exdirector general de Diario La Hora y director del portal La Posta; y Roberto Manciati, presidente nacional de AER. Todos ellos expresaron una misma versión del tema. ¿Hubo algún criterio distinto y que pudiera reflejar que no hay posturas únicas? No. Y esta manera de presentar un hecho solo parece tener una finalidad: contribuir a construir un escenario político favorable a los resultados de la encuesta y los criterios de las fuentes empleadas.
Caso 2: El criterio único parece estar en los medios
Era el 27 de noviembre de 2017 y el debate en la Asamblea Nacional sobre el dinero electrónico estaba en su apogeo. Meses antes, el Gobierno Nacional llegó a un acuerdo con el sistema financiero nacional privado, público y de la economía popular y solidaria (no solo con el privado) para traspasar el manejo del dinero electrónico que desde diciembre de 2014 estaba en manos del Banco Central del Ecuador (BCE). En la Asamblea ya circulaba el rumor de que este hecho iba a ser desconocido en el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo.
Ese día, Teleamazonas presentó una nota en la que una periodista marcó desde el inicio el objetivo de la nota: dejar en claro que es peligroso que el dinero electrónico siga en manos del BCE[iii]. Fue la periodista la que señaló de entrada: “Si ya saben que no funcionó en manos del Banco Central para qué insistir”. Inmediatamente dos fuentes remataron este criterio y le dieron forma: Henry Kronfle, asambleísta del Partido Social Cristiano (PSC) y Marco López, exmiembro del Directorio del Banco Central. “No va a haber dinero y se quiere hacer algo con el dinero electrónico”, señaló Kronfle, mientras que López remarcó: “Es una ficción monetaria”. Luego la voz de la periodista extendió en su voz el criterio del analista, pues asegura que “desconfiar del Banco Central es fácil, pues de los USD 12.000 millones de depósitos que tiene, solo USD 4.000 millones están en la reserva, es decir, solo el 40% tiene respaldo monetario”.
Al final, como un apéndice endeble comparado con los criterios vertidos antes, citaron a la gerente general del Banco Central, Verónica Artola, a quien ponen en escena indicando que esperarán lo que se resuelva en la Asamblea Nacional. El tema luego giró hacia la eliminación del impuesto a los retiros en efectivo.
Definitivamente, en esta nota se mostró una postura política respecto a este tema, marcó territorio ubicando como protagonistas a las alarmadas fuentes y dejó como antagonista al Banco Central. Una vez más, se generó la idea de un enfrentamiento entre los héroes (los bancos y la oposición) versus el villano (el BCE). Por supuesto, este tipo de notas estuvo a la orden del día durante varios meses y el tono empleado intentó, para variar, inclinar la balanza de la opinión pública en contra de la gestión del dinero electrónico en manos del BCE.
Conclusiones: ¿En la cancha de quién está la pelota?
Al inicio del artículo se cuestionaba si la creación de la LOC habría cambiado el modo de trabajar el periodismo. Tras los ejemplos citados –no son los únicos- queda la sensación de que nada ha cambiado, de que se han perfeccionado las formas de construir realidades forjadas a la imagen y semejanza de los ostentadores del poder, de que aún se pueden violentar los principios éticos de la comunicación disfrazándolos y de que ninguna ley será suficiente para cambiar esta situación.
La autorregulación tan invocada por medios y periodistas alienados a los grupos de poder no fue suficiente durante décadas en el país y configuró –con excepciones destacables- un ambiente fáctico cuya finalidad era la configuración de una opinión pública proclive a lo que el neoliberalismo hacía en la política y en la economía. La prensa supo jugar un papel fundamental en la visibilización de las contradicciones del sistema, pero supo también determinar hasta dónde hacerlo sin poner en riesgo al statu quo. Sin embargo, la constitución de una legalidad que ponía límites claros al ejercicio periodístico también ha demostrado ciertas falencias.
Indudablemente, la LOC marcó un punto de inflexión necesario para poner fin a los excesos mediatizados que reproducía valores negativos, como el sexismo, el racismo y la discriminación. También obligó a los medios a poner límites en su accionar en favor de la profesionalización y las condiciones salariales de quienes trabajan en medios; en el reconocimiento de la comunicación como un derecho y como un servicio público; en la posibilidad de respetar la honra de las personas dotando de nuevos márgenes de maniobra en favor de la sociedad; en la posibilidad aún intocada de crear medios públicos y de fortalecer los comunitarios, entre otros. Sin embargo, hay elementos de la Ley que se convirtieron en el extremo que desfiguró la intencionalidad original, como la imposición de una entidad que se convirtió en la expresión de la represión.
Es justamente este último aspecto el principal caballo de batalla que emplea la oposición neoliberal para intentar tumbar la LOC. Una de las ofertas del candidato de la banca, Guillermo Lasso, era la inmediata eliminación de la Ley de Comunicación, siguiendo los pasos que en su momento aplicó Mauricio Macri en Argentina, con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o Ley 26.522.
La pregunta de rigor sería la siguiente: ¿en el campo de quién está la pelota para transformar esta situación? Y de correlato: ¿qué tan profundos deben ser los cambios que deben aplicarse en la LOC? Una vez más la pelota está o debería estar en la sociedad en general, y en las Facultades y Escuelas de Comunicación de las universidades del país. Estos espacios académicos deben romper el cerco que se han autoimpuesto, discutir estos temas en las aulas, generar posturas claras y, sobre todo, mejorar la formación y la ética de las y los futuros periodistas y comunicadores.
De otro lado, uno de los errores políticos fundamentales de la Revolución Ciudadana en el ámbito mediático –además de tantos otros como el levantar el mito de que la omnipresencia comunicacional basta para acallar las voces contradictoras y conseguir el apoyo ciudadano- es el haber dejado intocada la construcción de una opinión pública coherente y autocrítica para leer a los medios y para ejercer su derecho a la comunicación.
Se intentó apabullar las voces críticas copando todo vértice y arista social, las mentes y el tiempo de las personas. Esto devino de manera paradójica en un vaciamiento colectivo de toda acción práctica que les permita a las personas ser sujetos de comunicación. Adicionalmente, se crearon medios públicos que se convirtieron en gubernamentales dejando de lado su conexión con la sociedad organizada y no organizada. Por ello, resulta fundamental reorganizar el ámbito de la comunicación desde espacios y trincheras distintos a los manejados hasta ahora. Este pudiera ser el único camino no excluyente que permita a la comunicación retomar paulatinamente su papel revolucionario para transformar la sociedad.
(*) Carlos Villacís Nolivos es comunicador social. Ha desempeñado la docencia universitaria, el periodismo en medios de comunicación privados y públicos, trabajos de consultoría y ejercicio profesional en el sector público. Twitter: @villanoalrescat
NOTAS
[i] Nota de Canal Uno del 02 de octubre de 2017 https://www.youtube.com/watch?v=5djCzPjchJQ
[ii] Nota de Canal Uno del 26 de noviembre de 2017 https://www.youtube.com/watch?v=zdb8UyAcwcQ
[iii] Nota de Teleamazonas del 27 de noviembre de 2017 https://www.youtube.com/watch?v=oIPuGLzrvUM