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jueves, noviembre 21, 2024

25 tesis para polemizar… en tiempo de pandemia

Por Samuel Guerra Bravo*

El mundo vive en estos días una diversidad de circunstancias políticas, económicas, sociales, culturales, que parecerían configurar el fin de viejas crisis y el inicio de nuevas posibilidades. El ámbito del pensamiento no ha permanecido al margen de lo que sucede y ha entrado desde el inicio mismo de la pandemia en múltiples procesos de análisis, reflexión, abandono de gastadas categorías y procesamiento de nuevos conceptos. Del ambiente de angustia o esperanza, de expectativas y resignaciones, que vivimos, quedan en el cedazo algunas ideas, principios, paradigmas, que bien merecen una polémica. 

1. La pandemia de coronavirus ha obligado a aterrizar en nuestras realidades y en nuestros respectivos contextos históricos. La filosofía se ha visto bajo este requerimiento y esta urgencia, como lo revelan los aportes de muchos pensadores y filósofos que en estos mismos días y coetáneamente a la pandemia han ofrecido sus reflexiones y puntos de vista. El poder de la filosofía está en nuestras manos. No lo desperdiciemos en devaneos teóricos descontextualizados, pesimistas o insubstanciales.

2. Diversos posicionamientos teóricos han provocado el ocaso de las filosofías vesperales simbolizadas por el Búho/Lechuza/Mochuelo de Minerva, y de las filosofías matinales (postuladas en el siglo pasado por la “filosofía latinoamericana”) simbolizadas por la calandria. La pandemia ha demostrado que la filosofía es simultánea a los hechos (aunque, desde luego, puede hacer reflexiones posteriores) y que su poder radica  en ser la expresión crítica y analítica del sentido o significado de lo que acadece.  

3. La pandemia se ha constituido en la lápida de las “metafísicas del ser universal y abstracto” y en la afirmación de las “onto-logías históricas del ser-aquí”. Éstas se preguntan, no por el ‘ser’ abstracto como fundamento, sino por el ‘ser-aquí’ determinado por la historicidad y la materialidad, es decir por la existencia natural y la vida cotidiana (puestas en peligro por el coronavirus). 

4. Las onto-logías del ‘ser-aquí’ son discursos sobre los entes históricos, situados, temporales, que viven y mueren bajo determinaciones sociales, económicas, políticas, culturales. El desocultamiento/emergencia del ‘ser-aquí’ se constituye en el fundamento onto-lógico de un proyecto crítico-decolonial, válido para todo ámbito donde sobrevivan formas abiertas o encubiertas de dominación o colonialidad. 

5. Diversos pensadores opinan que se ha abierto una nueva etapa de la humanidad que algunos llaman Transmodernidad y que, al parecer, no se dará en términos de ‘transhumanismo’ (superación del hombre y de lo humano por la inteligencia artificial), sino en términos de un ‘neo-humanismo’ abierto y solidario entre pueblos e individuos que ven, más allá del valor de la ciencia y la tecnología, que no se niega, la necesidad de cuidar-se y cuidar su casa común.

6. Todos, los que conceptualizan y los que simplemente viven el problema, han/hemos enfrentado la pandemia de covid-19 en términos de experiencias directas, inéditas o re-significadas: la experiencia de la propia existencia, no en términos abstractos sino en su presencialidad y singularidad únicas; la experiencia de la enfermedad y del cuidado de sí mismo; la experiencia de los Otros como proximidad o amenaza; la experiencia de la soledad y de la muerte visitándonos en nuestra propia casa; la experiencia del uso político de la vulnerabilidad de la vida y la fragilidad humana; la experiencia del menosprecio de la vejez; la experiencia de la polisemia del lenguaje y la manipulación de los significados por parte de gobiernos y élites dominantes; la experiencia de la esperanza en la ciencia como recurso salvador; la experiencia de la fe alicaída; etc. Estas y otras experiencias, convertidas en presente inescapable de los que viven, mueren, sufren, se quedan o se van, han sacado a luz la estructura onto-lógica de ‘ser-aquí’, es decir de nosotros mismos, de nuestra temporalidad e historicidad.

7. El carácter onto-lógico del ‘ser-aquí’ ha generado enfoques filosóficos diversos sobre la propia existencia, el mundo, la libertad como límite, el lenguaje, el dolor, la enfermedad, la soledad, la vida y la muerte como manifestaciones universales de lo que es, aquí y ahora, en la historia y que, sin embargo, puede dejar de ser por el coronavirus. 

8. Latinoamérica y el Sur-Global han tenido, además, y por primera vez, una auténtica experiencia de la universalidad. Ésta ha permitido que dichas regiones se vieran como parte integrante de un todo universal interpelado por la pandemia. Ha quedado claro que una cosa es el concepto de lo universal generado por la metafísica, y otra -muy distinta- la experiencia de lo universal como constituyéndonos desde dentro y arropándonos a todos desde fuera. Nosotros, los colonizados, que a causa del colonialismo habíamos sido relegados al ámbito de la particularidad, la subvaloración y el olvido, emergimos con la pandemia como parte integrante de una totalidad que nos incluía a pesar de las diferencias regionales, políticas, raciales, culturales o tecnológicas. Los ámbitos coloniales tuvieron, en pleno siglo XXI, la experiencia de lo universal que Europa tuvo, por ejemplo, a partir del siglo XVI con el sistema-mundo generado por el expansionismo y el colonialismo. 

Diversos pensadores opinan que se ha abierto una nueva etapa de la humanidad que algunos llaman Transmodenidad, un ‘neo-humanismo’, abierto y solidario entre pueblos e individuos que ven, más allá del valor de la ciencia y la tecnología, que no se niega, la necesidad de cuidar-se y cuidar su casa común.

9. Estas experiencias de lo fundamental y sustancial, de lo histórico y circunstancial (circum-stare), y la necesidad de pensar nuestra realidad y de pensar-nos para llegar a los determinantes últimos, manifiestan una pre-ocupación y un afán de comprender, no solo las causas de la pandemia, sino la “singularidad universal” (Kant) de la existencia y la vida de cada uno. 

10. La pandemia ha revelado el verdadero fin de la modernidad eurocéntrica y ha re-afirmado el desafío de pensar en sociedades diversas pero iguales en el derecho a la existencia y a la vida. La modernidad fue criticada desde el siglo XIX y pareció encontrar su verdadero fin en el siglo XX con dos fenómenos importantes: el surgimiento de la postmodernidad, cuyos pensadores decretaron en la segunda mitad del siglo XX el fin del hombre, el fin de la razón, el fin de la historia, el fin de los grandes relatos, el fin de las ideologías, el fin de las utopías, etc.; y, la caída de los socialismos de Europa del Este (1989) que significó, según Fukuyama, el verdadero fin de la historia y la universalización paulatina, en alas de la globalización, de la democracia occidental. Estos acontecimientos no alcanzaron dimensiones verdaderamente universales, ni fueron el fin de una época y el inicio de otra, como se suponía, pues el despliegue postmoderno fue un suceso netamente europeo, y la globalización involucró particularmente a las potencias del capitalismo avanzado. 

11. La pandemia de covid-19, que empezó en una potencia emergente como China y que se expandió luego a nivel mundial, ha involucrado a todo el planeta. Ni  la modernidad sometida a crítica, ni el capital financiero dividiendo al mundo en países desarrollados y subdesarrollados fueron sus causas, sino un accidente biológico generado por un enemigo invisible y mortal: el coronavirus. La modernidad ilustrada y la globalización encontraron de este modo  un límite insospechado en la naturaleza biológica de un virus que no ha distinguido entre hegemonías, ideologías, capital o mercado.

12. Aunque Europa seguirá siendo un referente dado su nivel de desarrollo económico, científico y cultural, ya no es más el “centro” del mundo. Tampoco lo es EE.UU. a pesar de su desarrollo tecnológico y militar, pues otras potencias emergentes como China y Rusia desafían con éxito su hegemonía. 

13. El mundo ya no se concentra en determinados países que consideraban sus afanes expansionistas y colonialistas como una forma de universalizar su particularidad. Al perder su valor absoluto y al no ajustarse adecuadamente a las realidades existentes, la categoría metafísica de lo universal ha cedido su campo teórico a otra categoría verdaderamente planetaria: lo pluriversal. La planetarización de lo pluriversal es uno de los paradigmas emergentes que abre posibilidades teóricas a ámbitos que luchan por superar la colonialidad. 

14. En la conciencia de la gente expuesta a la enfermedad, el dolor y la muerte, los paradigmas del capital que se valoriza a sí mismo y del mercado, de la libertad y la democracia, parecen ceder terreno en pro de los paradigmas del cuidado de la existencia humana y de la vida amenazada, de una relación armónica con la naturaleza, y de una apertura a múltiples formas de desarrollo, economía y cultura. 

15. La ciencia y la tecnología que generalmente han estado al servicio de los intereses imperiales se han visto obligadas a volver la mirada al cuidado en la salud, alimentación, vivienda, educación y demás derechos postergados en grandes sectores de la población mundial.

La Línea de Fuego
La pandemia ha puesto sobre el planeta la necesidad de nuevas formas de relación humana basadas en la colaboración y la solidaridad.

16. La simple existencia y la lucha por la vida ha relativizado, más que la guerra, el poder económico y militar de las naciones hegemónicas.

17. Como nunca antes, una razón latinoamericana y del Sur-Global siente la necesidad de re-pensar y criticar las alienaciones heredades de la modernidad y la globalización. Una verdadera “descolonización epistemológica” toca a las puertas de las ciencias sociales. Como ejemplo, dos apuntes epistemológicos de filósofas mexicanas. El uno: “La crítica debe ser una intervención en el curso de la historia que la fracture para que, en esa grieta, se abra el horizonte de un futuro mejor, de un por-venir”. Y el otro: “Debemos asociar el esfuerzo de desmantelar formas de conocimientos, marcos epistemológicos, ligados con la reproducción de prácticas objetables de poder con proyectos de transformación social que buscan lograr metas democráticas sustanciales como la libertad, la igualdad y la justicia”. (González Valerio, María Antonia & Martínez Ruiz, Rosaura. (2020). “Covid-19: crítica en tiempos enfermos”.Filosofía&Co, 13 de abril de 2020). 

18. Si la pandemia ha puesto sobre el tapete la necesidad de filosofar en el horizonte de un proyecto común de descolonización en/para los ámbitos que viven todavía situaciones de dependencia y colonialidad, tal proyecto debe darse, no solo en el campo de lo socio-político-económico, sino también en el ejercicio sostenido de un pensar crítico e irreverente. No se trata de una preparación previa del pensamiento para una acción transformadora posterior: el pensamiento mismo ejercido y expuesto con criterios y métodos críticos se convierte en un dispositivo de transformación. Desde este punto de vista, no vemos otra manera de entender la filosofía más que como un método de análisis para el conocimiento, la comprensión y la transformación del mundo. Estos conceptos no son nuevos; llevarlos a la práctica, eso es lo nuevo.

19. La vida se ha posicionado, no solo como un valor ético capaz de orientar la acción humana, sino como un fundamento universal (valor onto-lógico) y como categoría crítica (valor epistemológico).

20. Vinculado a la vida, está la cuestión del cambio climático. El mundo sabe, aunque los imperios pretenden ignorarlo, que la depredación de la naturaleza genera desequilibrios en el clima y en los efectos del clima sobre los seres vivos. La naturaleza, que para Spinoza era divina (Deus sive Natura), ha sido desacralizada y manipulada por la modernidad ilustrada. El hombre moderno (con excepción de algunas culturas indígenas) no ha entendido los modos de ser de la naturaleza, no ha convivido ni convive con ella y la explota, la depreda. 

21. La pandemia ha puesto sobre el planeta la necesidad de nuevas formas de relación humana, no basadas en la soberanía ni en el Poder, ni en una supuesta centralidad del ser humano sobre todos los demás entes, sino en la colaboración y la solidaridad, para el avance de los múltiples y diversos grupos sociales, y del género humano todo.

22. En un sentido, la pandemia ha ofrecido a las potencias globales y a los gobiernos locales nuevas oportunidades de vigilancia y control social, restringiéndose así el verdadero sentido de la democracia y las libertades. En otro sentido, los Estados han actualizado su bases de datos y podrían emplearlas, no solo en la vigilancia y control, sino en  una mejor distribución de la riqueza y en una preocupación constante por la salud, la educación, la vivienda, la infraestructura (en el supuesto de que estos aspectos constituyeran verdaderamente el objetivo de los gobiernos de turno).

23. Frente a la vida amenazada, el debate ético parece concentrarse en dos frentes: las “éticas utilitaristas” (que priorizan la economía en desmedro de la vida: es de segunda importancia que muera gente por el coronavirus cuando se trata de salvar la economía –capitalista- y el Estado –liberal-) y las “éticas deontológicas” (que consideran la vida como un fin en sí, que no puede ser supeditada a otros intereses que no sean su conservación, sustento y difusión). Es cierto que se requiere de la economía para la subsistencia de la vida, pero no esta economía capitalista que es precisamente la que la amenaza, sino otro tipo de economía: socialista en sentido clásico, socialista con mercado, comunitaria, etc. 

24. Todo ser humano deja un legado bueno o malo, superior o ínfimo, espiritual o material, que merece ser recordado. El culto a los muertos no está en las ceremonias (traslados, velatorios, panegíricos, etc.) sino en el recuerdo de ese legado. Esa es la forma de tratar con dignidad a quienes pasaron por la vida. 

25. La tesis de que los seres humanos pertenecemos a un planeta (la tierra) que  es un organismo vivo que se autorregula (Gaia) tiene ahora nuevas posibilidades, a pesar de la oposición de muchos.

En fin, esta es una pequeña muestra de tesis, principios, paradigmas, ideas, valores, que circulan como una invitación a ser pensadas y debatidas. Su fuerza radica en que nos conmina a todos, tanto si estamos en el mundo del pensamiento, como si no lo estamos. Nadie queda eximido por la pandemia de hacer, pensar, decir, lo que le corresponde. 

“La ciencia y la tecnología que generalmente han estado al servicio de los intereses imperiales se han visto obligadas a volver la mirada al cuidado en la salud, alimentación, vivienda, educación y demás derechos postergados en grandes sectores de la población mundial”


*Samuel Guerra Bravo es investigador independiente. Ha sido profesor de la Escuela de Filosofía de la PUCE. Autor de libros y artículos de su especialidad.


La Línea de FuegoFotografía: Pixabay.

 

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