Cambiar la estructura productiva para diversificar la economía, dinamizar la productividad, garantizar la soberanía nacional y salir de la dependencia primario-exportadora.
El siglo XIX definió el lugar del Ecuador, al igual que de la mayoría de los países latinoamericanos, en la división internacional del trabajo. Desde su origen, empezó su función de proveedor de bienes primarios provenientes de la agricultura –intensiva y de recolección– y de la extracción minera. Estos recursos le dieron la posibilidad de financiar la importación de manufacturas industriales que tenían un mayor componente tecnológico.
La base productiva y social, que ha sustentado esta forma especializada de inserción en la economía mundo, ha sido proclive a la concentración de pocos productos, mercados y a la propiedad de los medios de producción. Si echamos una mirada retrospectiva, resultó ser que la demanda mundial fue lo que, en última instancia, determinó esa suerte de ruta de condena del país, para situarlo en una circunstancia extrema de vulnerabilidad ante las frecuentes crisis del capitalismo central.
Esta historia resumida nos hace pensar en la urgencia e importancia que tiene el cambio de matriz productiva del Ecuador, para enfrentar un distinto proceso de acumulación y de especialización interna. En otras palabras, necesitamos el aporte de la inteligencia y la creatividad en la producción de los ecuatorianos para intercambiar y cooperar con nuevos lugares en el mundo.
No podemos olvidar que la estructura del comercio internacional se caracteriza por el intercambio desigual. Es más probable que el Ecuador modifique su matriz productiva, pues es una decisión de política pública interna. Y es menos probable que un mundo desigual –de falsa libertad de comercio– esté dispuesto a transparentar la estructura del comercio para contrarrestar el intercambio desigual en el planeta. Este momento es único. No podemos perderlo de vista.
El problema estructural más grave que amenaza la sostenibilidad de la macroeconomía ecuatoriana es el déficit de la balanza comercial no petrolera. Las importaciones crecen mucho más rápido que nuestras exportaciones no petroleras, lo cual es una amenaza para nuestra economía. Las implicaciones de este fenómeno macroeconómico se sienten en el día a día, pues empresas locales no pueden competir con otros productos que vienen desde el exterior; nuestras tendencias de consumo se orientan hacia bienes importados; nuestro gasto diario beneficia cada vez más a la generación de trabajo en el exterior. Para lograr revertir esta tendencia, y al no contar con política cambiaria a raíz de la dolarización, se requieren medidas vinculadas a la balanza de pagos: aranceles, restricciones a la importación, entre otras. Estas medidas son necesarias pero no suficientes, lo que requerimos es la transformación productiva con la sustitución selectiva de importaciones, la diversificación de las exportaciones y la conformación de industrias prioritarias.
La sustitución de importaciones implica crear y producir dentro del país aquello que estamos importando del exterior. Existen miles de millones de dólares en bienes que sí podemos producir en el país y que requieren esfuerzos pequeños para llevarlos a cabo. Para esto hay que constituir regulaciones e incentivos adecuados. En el ámbito de bienes y servicios producidos por el Estado, tenemos ya buenos resultados como en el caso de la energía eléctrica. En el ámbito de los bienes producidos por privados, vamos a incentivar la producción nacional. Una buena parte tiene que ver con el apoyo a los productores mediante el crédito, precios adecuados, la facilitación de insumos y materias primas, la dotación de talento humano capacitado para esos procesos productivos, entre otros. Otra parte tiene que ver con la demanda: el Estado compra más de US$ 10 mil millones anuales en bienes y servicios, que se puede dirigir para impulsar la sustitución de importaciones, mediante contratos de largo plazo y preferencias para los productores nacionales. Sin embargo, la principal demanda de bienes importados viene del sector privado, de los consumidores. La sociedad debe asumir con responsabilidad el derecho al consumo, prefiriendo lo nacional a lo importado. Para esto, implementaremos una serie de medidas regulatorias (precios, normas técnicas, aranceles, prohibiciones) y medidas de promoción (campañas informativas y publicitarias de preferencia de lo nuestro, concientización de las prácticas de consumo).
Pero el déficit también se debe reducir con un aumento de las exportaciones. Es clave descomponer el problema en aumentar más cantidades de lo mismo, más productos y más valor por producto. Lo esencial es la diversificación de exportaciones con mayor valor agregado. El Estado debe acompañar con los incentivos y regulaciones adecuados para que el sector privado y el sector popular y solidario puedan dinamizar sus exportaciones a más destinos. La promoción de exportaciones es una de las herramientas fundamentales que permite abrir oportunidades en el mundo para emprendimientos ecuatorianos.
Como catalizador del proceso de transformación productiva, se requiere la conformación de industrias básicas, de gran escala, que permitan al país proveerse de los bienes necesarios para impulsar un proceso de industrialización. La transformación de los minerales, la conformación de una industria petroquímica y las industrias siderúrgica y metalmecánica son los objetivos principales para avanzar hacia la transformación estructural. Las políticas deben estar afincadas en el territorio, de acuerdo a sus necesidades y potencialidades.
Ya existe un enorme esfuerzo del Estado, mediante la inversión pública en la dotación de infraestructura para la productividad sistémica. Las carreteras, la infraestructura de transporte, la reducción del costo de la energía, la facilitación logística y las telecomunicaciones son ejemplos de la inversión para la productividad sistémica. Estas inversiones contribuyen significativamente a la reducción de los costos de emprender. El Estado también debe destinar recursos para que los ciudadanos puedan ser pilares de la transformación productiva a través de la formación de un vigoroso talento humano, saludable y educado para la incorporación de conocimiento en los procesos productivos.
La inversión extranjera debe ser complementaria a la inversión pública y a la inversión nacional. El Estado debe regular y controlar que el capital cumpla con las éticas empresariales pero también con requisitos de desempeño. La transferencia tecnológica y la generación de valor agregado deben ser los frutos que nos deje la inversión extranjera.
“Una de nuestras preocupaciones es quiénes estarán inmersos en este necesario cambio de matriz productiva del país y cómo el Estado incluirá a nuevos actores, por eso es necesario el fortalecimiento de la organización social como base de la productividad”. José Estuto Lino (agricultor), Taller de construcción del Programa de Gobierno, Santa Elena.
LINEAS DE ACCIÓN
• Transformar el conocimiento en riqueza: articular la investigación científica y tecnológica, y la educación superior, con la economía productiva. Las universidades, escuelas politécnicas e institutos técnicos y tecnológicos deben estar en constante diálogo con los sectores productivos y satisfacer sus necesidades en el marco de la planificación nacional. De esta alianza estratégica existen beneficios recíprocos que se verán traducidos en mejoras productivas, educativas y en la generación de nuevos conocimientos.
• Aumentar y orientar la inversión en ciencia, tecnología e innovación, con el fin de contar con sólidos núcleos de investigación y desarrollo tecnológico en todo el país. Esto permitirá la generación de los conocimientos necesariospara producir bienes y servicios que satisfagan las necesidades del país, y nos permitan insertarnos en forma estratégica en el mundo.
• Desarrollar las cinco industrias estratégicas claves para el cambio de la matriz productiva: refinería, astillero, petroquímica, metalurgia del cobre y siderurgia.
• Consolidar la transformación productiva de productos de los catorce sectores prioritarios: turismo; alimentos frescos y procesados; energías renovables; productos farmacéuticos y químicos; biotecnología: bioquímicos y biomedicina; servicios ambientales; metalmecánica; tecnología: hardware y software; plásticos y caucho sintéticos; confecciones, ropa y calzado; vehículos, automotores, carrocerías y partes; transporte y logística; construcción; y cadena forestal sustentable y productos madereros procesados.
• Implementar programas de innovación y transferencia tecnológica para productores de los sectores priorizados, a fin de incrementar su competitividad y la incorporación de valor agregado.
• Incentivar el uso eficiente de energía y de recursos, el ahorro energético y la renovación de la maquinaria industrial para aumentar las capacidades productivas. Los retos competitivos y ambientales obligan a producir mejor y lograr mayores niveles de eficiencia en el uso de todos nuestros recursos.
• Continuar la inversión en logística e infraestructura. Seguiremos impulsando los medios multimodales de transporte: carreteras, autopistas, puertos y transporte aéreo y red ferroviaria. Estas acciones permiten transportar los bienes y servicios a los mercados de manera más segura y menos costosa y más eficiente en el uso de la energía. También es importante mantener la constante actualización y calidad de los servicios de telecomunicaciones.
• Incentivar la diversificación de la producción, propiciando los encadenamientos productivos y los multiplicadores internos. El Estado cuenta con una serie de mecanismos que deben estar articulados a la transformación estructural del país. Mediante la inversión pública y privada se puede promover aquellas iniciativas que potencien la producción nacional, la generación de trabajo y permitan asegurar que todo el ciclo de la producción esté articulado (desde la materia prima hasta el producto final con valor agregado). Para ello se deben gestionar de manera óptima los recursos. Las compras públicas y la política arancelaria y para-arancelaria constituyen elementos importantes para incentivar la producción nacional.
• Buscar mecanismos de promoción de la producción nacional en el mercado interno, a fin de fomentar el consumo de productos ecuatorianos. De esta manera se dinamiza la economía nacional. ¡Primero lo nuestro!
• Impulsar la desconcentración productiva como parte del cambio de la matriz productiva y alcanzar un desarrollo policéntrico.
• Implementar programas de importación directa de determinados insumos para la producción, con el fin de eliminar las cadenas de intermediación y evitar que los precios de estos insumos en el país sean mayores que en sus países de origen.
• Fortalecer el Instituto Nacional de Normalización, a fin de contar con estándares nacionales de calidad y oferta de bienes y servicios, conocidos por todos los sectores productivos y de servicios del país.
• Consolidar los mercados internos y abrir nuevas mercados externos para asegurar el éxito de los nuevos emprendimientos. A nivel interno, se debe reducir la intermediación para disminuir la brecha existente de precios entre el productor y el consumidor.