Al momento de escribir estas líneas Julián Assange, cumple dos años asilado en la Embajada de Ecuador en el Reino Unido, sin que el gobierno británico autorice el salvoconducto que le permita viajar a Quito. El temor del fundador de Wikileaks es que, luego de poner un pie fuera del lugar, sea detenido y trasladado a Suecia -con una posibilidad no menor de luego ser deportado a EEUU, uno de los países más afectados por las revelaciones de Wikileaks-. ¿Por qué aún no se le ha permitido el viaje hacia el país que decidió asilarlo? ¿Qué peligros corre el fundador de Wikileaks? ¿Por qué algunos medios masivos internacionales no difunden la actualidad del caso?
¿A qué se debe el silencio de algunos medios masivos privados sobre el momento que vive Assange y sus condiciones de vida desde hace ya dos años? Llama la atención ya que, como ha afirmado el propio Patiño, han sido estos mismos medios los que durante 2010 reprodujeron las “revelaciones” de Wikileaks. El silencio puede obedecer a ciertas presiones políticas-empresariales para que el tiempo y el olvido contribuyan a una solución adversa a la pretendida por Assange y el gobierno de Ecuador. Algunos medios han apuntado a hacer mermar la solidaridad internacional que Assange ganó hace un tiempo atrás, intentando que los periodistas no opinen más sobre el caso.
Este no es un mal momento para recordar el “porqué” del asedio a Assange: fue Wikileaks quién dio a conocer documentos de la política exterior norteamericana en Irak y Afganistán –donde constaban, entre otras actitudes de parte de las tropas estadounidenses, asesinatos selectivos y torturas a detenidos a fin de interrogarlos-. También filtró cables referidos a Guantánamo, y la existencia al interior de la prisión de ancianos con demencia senil, adolescentes y enfermos psiquiátricos graves.
Sin dudas Assange constituyó un primer momento de “alumbramiento” internacional sobre elementos que Estados Unidos pretendía ocultar –acá hay que decir que Snowden completó el segundo momento en cuanto a las revelaciones sobre la institucionalidad norteamericana-. ¿Será por estas revelaciones que el Reino Unido y Suecia no han hasta el momento respetado los derechos de asilo del periodista en América Latina? ¿Hasta allí han llegado las presiones del Departamento de Estado norteamericano?
Dos años después, y sin haber sido acusado de crimen alguno –ni en Estados Unidos, ni en otro país-, Assange continúa en una situación inestable para su propia vida. Sin embargo, es consciente de que “cuando uno tiene un principio, hay que luchar por ello y simplemente no ceder”, tal como manifestara en estos días sobre los peligros que pudiera correr de acá en más. ¿Se podrá lograr una solución negociada para el caso en torno a la comisión de juristas que se debió conformar hace ya un año? Como se vislumbra, hay más dudas que certezas en cuanto al futuro del fundador de Wikileaks.
* Juan Manuel Karg / @jmkarg. Politólogo UBA / Analista Internacional. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación – Buenos Aires