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BIOCOMBUSTIBLES: DISPARAR SIN APUNTAR Por Santiago Bonilla Bedoya*

02 de octubre 2012

 

En el marco del debate actual, los economistas, nuevamente, han dado en el clavo: ¡Hay que diversificar la matriz productiva! Sin embargo, como el escenario hiede a circo y lo que digas o dejes de decir son votos, empiezan los disparos a ojo cerrado. Así pues, el Sr. Presidente, con todo el ánimo del caso y la mejor intensión, se ha referido a los biocombustibles como una vía más para la diversificación de la matriz productiva, y rápidamente la respuesta ha sido dada por el ex-Presidente de la Asamblea Constituyente: “…biocombustibles ¡No! Solo si son de segunda generación…con residuos”.

 Púes, sin duda y si tenemos que elegir, como si se tratara de un concurso, la idea del ex–Asambleísta sería superior, además está enmarcada en el Plan Nacional. Sin embargo, no es tan novedosa. La elaboración de combustibles de segunda generación ya es aplicada en varios lugares del  mundo, por ejemplo, en algunos países africanos se ha priorizado la limpieza total de residuos en terrenos agrícolas dando paso a la fabricación de combustibles. En consecuencia, se ha producido un agotamiento en el stock de carbono del suelo, afectando la productividad y la calidad ambiental en estas regiones. Pero seguramente es el  mal  menor, si se compara con la audaz idea de usar nuestros campos agrícolas, garantía de nuestra soberanía alimentaria,en un desesperado intento de diversificación, sin considerar que debemos competir con los bastos territorios de Brasil, Argentina y  Colombia,  en el caso del primero 32 veces más grande en extensión que el Ecuador continental.

El principal biocombustible que se genera en la América Tropical es el étanol, su materia prima principal es la caña de azúcar y su principal objetivo es cubrir el requerimiento energético del “primer mundo”. Como si fuese una replica del obscuro escenario colonial, cuando lugares como Haití, Brasil, entre otros, servirían a las colonias de España, Francia y Portugal en la producción del suministro de azúcar. Ahí, no solo se perdieron vidas sino también fue una de entre tantas otras causas para la erosión del recurso suelo, comprometiendo las vidas futuras que habitarían estos lugares. Ahora todos conocemos las consecuencias que tuvieron  estos modelos en la soberanía alimentaria de Haití.

Otra novedosa idea liderada por Colombia es la generación de biocombustibles a través del monocultivo de palma aceitera (alrededor del 35% del aceite de palma producido en Colombia es exportado en forma de biodiesel). En el caso del Ecuador, si se intentase avanzar en este proceso, las plantaciones seguramente se ubicarían en la Amazonía, promoviendo el cambio de uso del suelo, deforestación del bosque y  la pérdida de biodiversidad, poniendo en riesgo elementos que según el  Plan Nacional podrían contribuir en el cambio de matriz productiva del país.

Por lo tanto, es recomendable dejar de disparar un momento, levantar a ver y empezar a apuntar. La soberanía energética a través de grandes proyectos hidroeléctricos, sin descartar otras fuentes de energía como la eólica y geotérmica, deberían estar por sobre los biocombustibles; cuyo impulso e implementación en el Ecuador, por sus particulares características, pondrían en riesgo la soberanía alimentaria y otras posibilidades,como el uso de la biodiversidad, para avanzar en los objetivos nacionales.

*Candidato a Doctorado en Manejo de Recursos Naturales, Universidad de Córdoba, Andalucía.

 

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