Un importantes acuerdo militare entre Rusia y Israel con escasa cobertura en los medios
03 de Octubre 2015
Dado el aumento de la tensión por el apoyo ruso a Irán y al régimen sirio, el reciente anuncio de la venta de 10 aviones no tripulados IAI Searcher a primera vista parece algo insólito.
Sin embargo, la decisión de Israel de vender armas al país que aparece como el principal benefactor de sus enemigos no es más que el último capítulo de una larga y compleja historia de cooperación militar entre Israel y Rusia.
Si bien no es la primera vez en la historia reciente que Israel y Rusia han cooperado en el ramo de la tecnología de aviones no tripulados (ANT), la oportunidad temporal podría tener importantes repercusiones tanto en la situación militar en Ucrania como en la situación diplomática en Naciones Unidas.
En las últimas semanas, Rusia ha estado mostrando músculo, no solo en Ucrania sino también en Siria, con una presencia militar cada vez mayor que ahora incluye aviones de combate, tanques e infantería, y drones.
El gobierno [ruso] sostiene que tal despliegue se hace con la intención de luchar contra el Estado Islámico (EI), pero muchos analistas coinciden en que en realidad el aumento de la presencia militar es una cuerda de salvamento para un gobierno sirio cada día más dependiente de ejércitos extranjeros para tratar de conservar la pequeña porción de Siria que todavía controla. Hasta este momento, las informaciones que se conocen sostienen que los ataques rusos han matado a combatientes que se oponen al EI y a civiles a diferencia de los blancos declarados por Moscú.
Los recientes acuerdos sobre armas entre Rusia e Irán han tenido también una importante cobertura mediática. La venta a Irán de misiles antiaéreos rusos S-300 a principios de este año ha sido un importante factor de intrigas y negociaciones alrededor del programa nuclear de la república islámica. Estados Unidos manifestó su preocupación acerca de que los sofisticados misiles pudiesen ser utilizados para defender instalaciones iraníes de investigación de los aviones estadounidenses o israelíes en un eventual ataque aéreo.
La relación cada vez más amplia entre Irán y Rusia se ha convertido en una cuestión política en la derecha de Estados Unidos. Durante la primera ronda de debates del Partido Republicano, la comentarista de Fox News, Megan Kelly, planteó el tema de la visita del general Qassem Suleimami a Moscú el pasado 24 de julio.
Como comandante de la tan mencionada fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní –declarada organización terrorista por Estados Unidos– Suleimani está a cargo de operaciones exteriores, entre ellas el apoyo al gobierno de Al-Assad en el manejo de la milicia chií en la lucha armada contra el EI en Iraq. Durante los mítines contra el acuerdo nuclear con Irán del mas pasado en Washington, los asistentes Donald Trump, Ted Cruz y Sarah Palín mencionaron la seguridad de Israel y la relación de los militares de Irán con Rusia como razones importantes para oponerse a las negociaciones con Irán.
Con toda la retórica que ha merecido Suleimani y su relación con Putin, el importante acuerdo sobre armas entre Rusia e Israel se ha producido sin escrutinio alguno de los políticos estadounidenses y con muy escasa cobertura en los medios.
Coordinación militar y diplomática
Hablando sobre cuestiones militares, los drones pueden ser utilizados para hacer tareas de espionaje en las posiciones ucranianas en favor de la separatista República Popular Donetsk. Estos aparatos permiten una vigilancia aérea más sofisticada para su guerra “secreta” en Ucrania sin tener que comprometer aviones tripulados que correrían el riesgo de ser derribados. Este es un desarrollo para nada pequeño que mejorará mucho la posición estratégica de los separatistas. En pasados conflictos la vigilancia con ANT ha demostrado su importancia.
En términos de la diplomacia, la venta de armas encaja en el contexto en el que Israel examina con cautela una nueva relación con Rusia. No es un secreto que no hay “un amor perdido” entre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el presidente de EEUU Barack Obama; en una pocas instancias notorias, Israel aparece como si estuviera explorando una relación más cordial con Moscú a pesar del apoyo ruso a Siria e Irán.
La manifestación más obvia ha sido el rechazo israelí a condenar la anexión de Crimea por parte de Rusia, que escandalizó y encolerizó a los funcionarios estadounidenses que esperaban que Israel votara incondicionalmente con Estados Unidos en Naciones Unidas.
La reciente venta de drones está en el centro de esta historia. A finales de 2014, Israel pensaba vender aviones similares a Ucrania, pero canceló al acuerdo propuesto debido a la presión de Rusia. Menos de un año después, es probable que el mismo equipo sea utilizado contra Ucrania. Algunos israelíes que sirven en las fuerzas armadas de Ucrania han pensado que Israel se está deshaciendo de sus versiones antiguas de drones vendiéndoselas a Rusia.
Este no es más que el último –de momento– capítulo de la larga y desconcertante historia de los tratados de venta de armas ruso-israelíes, iniciada antes incluso de que existiera el estado de Israel. Tan tempranamente como 1944, Josep Stalin, notorio antisemita, vio un interesante potencial en el movimiento sionista que estaba combatiendo contra el mandato británico en Palestina. Antes de eso, Stalin había creado un “estado judío” en la remota provincia de Birobidzhan.
El proyecto, que incluía la construcción de monumentos y escuelas ruso-yidish fue un intento apenas velado de segregación de los judíos de Rusia. En 1948, el estado satélite de Checoeslovaquia vendió una importante cantidad de armas, entre ellas 86 aviones de combate, a la Agencia Judía, que más tarde se convirtió en el gobierno del estado de Israel.
Los checos también entrenaron a unos cuantos pilotos que después servirían en la fuerza aérea israelí. Antes de empezar con la serie de juicios que demostrarían su poderío frente a los judíos rusos, Stalin había visto su apoyo al sionismo como un movimiento estratégico contra la dominación británica en Oriente Medio.
Durante los últimos años de la Guerra Fría, la relación se agrió y el gobierno [ruso] mostró su antagonismo; esto duró hasta el colapso de la Unión Soviética. Las relaciones diplomáticas entre los dos países se hicieron más cálidas desde la caída del comunismo y se han fortalecido en la última década.
En 2001, los dos países liberaron a los turistas de ambos países de la obligación de tener un visado para poder viajar. En 2010, Rusia e Israel firmaron un acuerdo militar quinquenal muy centrado en la venta y operación de drones. Durante la ofensiva de 2014 contra Gaza, el presidente ruso Vladimir Putin expresó su simpatía por la postura israelí a pesar de la posición de su gobierno en Naciones Unidas. Israel ignoró los llamamientos de la Unión Europea y Estados Unidos en favor de boicotear algunas formas de cooperación económica con Rusia.
La industria israelí del dron
Desde el punto de vista económico, la industria israelí del avión no tripulado es enorme para un país tan pequeño. Según el Instituto de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo, aparte de Estados Unidos no hay otro país en el mundo capaz de competir seriamente en el campo de los ANT; esta industria ha facturado por lo menos 4.600 millones de dólares entre 2005 y 2013.
Por el contrario, Rusia ha quedado muy atrás en la producción de drones. La revista Wired conjetura que la tecnología local rusa está retrasada unos 20 años en relación con la estadounidense. El atraso de Rusia en cuanto a la tecnología de los drones quedó de manifiesto cuando las fuerzas armadas de Georgia infligieron unas bajas sorprendentemente altas al ejército ruso en su invasión en 2008.
El impulso modernizador de la fuerza aérea rusa condujo en 2010 al tratado de cooperación militar entre Israel y Rusia. El acuerdo firmado entre Industrias Aeroespaciales Israelíes (IAI) y el gobierno ruso a través de Oboronprom, una empresa rusa del ramo de la defensa, abarcaba mucho más que la venta de armas; implicaba la cooperación militar directa, por ejemplo el adiestramiento de por lo menos 50 operadores rusos de ANT.
Más interesante aún: IAI y Oboronprom acordaron la producción conjunta de estos aviones en Rusia. Muchos de nuevos ANT rusos son el resultado de este programa. A principios de este año, las fuerzas ucranianas derribaron un dron –y publicaron fotos– que era la versión rusa del IAI Searcher, cuya adquisición o fabricación presumiblemente formaba parte del tratado de 2010.
Dados los estrechos lazos que unen a Rusia e Iran y la oposición de Estados Unidos a una invasión de Ucrania, es posible que el programa conjunto israelo-ruso de ANT sea la mayor fuente de incomodidad para ambos países. A principios de este año la agencia noticiosa Bloomberg News conjeturaba acerca de una ola de diplomacia encubierta entre Jerusalén y Moscú que incluiría la tácita aprobación de la antigua venta de misiles S-300 a Irán a cambio de una Rusia entre bastidores.
Según los cables diplomáticos publicados por Wikileaks, los funcionarios de Estados Unidos creían que antes de eso Rusia e Israel habían intercambiado inteligencia sobre tecnología de Irán y Georgia; Israel proporcionaría a Rusia los “códigos de enlace informático” de los drones Hermes 450 –de fabricación israelí– utilizados por las fuerzas armadas georgianas. Según este documento, los funcionarios estadounidenses pensaban que a cambio de esos códigos Rusia proporcionaba información sobre los sistemas de defensa de las instalaciones nucleares iraníes.
Además, ha habido operaciones de inteligencia de alto perfil que apuntaban a una cooperación directa entre los servicios secretos israelíes y rusos. Existe la conjetura de que el secuestro, en 2011, del ingeniero palestino Dirar Abu Sisi en el este de Ucrania había sido coordinado por los SBU, los servicios secretos de Ucrania al servicio del por entonces pro-ruso gobierno ucraniano. Más tarde, Abu Direr apareció en la prisión israelí de Ashkelon.
La sospecha de una operación conjunta ruso-israelí es muy razonable si se tiene en cuenta el hecho de que en 2011 la SBU estaba fuertemente influida e infiltrada por los servicios de inteligencia rusos. En 2012, Rusia fue capaz de organizar el secuestro en Kiev del connotado opositor ruso Leonid Razvozzhayev. En ese momento, la influencia rusa en los servicios de seguridad ucranianos era tan profunda que el gobierno de Ucrania se negó a iniciar una investigación del descarado rapto y en lugar de eso Moscú sostuvo que Razvozzhayev había cruzado voluntariamente la frontera.
Entre los israelíes existe una sorprendente división en relación con la crisis de Ucrania; hasta ha habido personas con pasaporte de Israel combatiendo en ambos bandos del sangriento enfrentamiento. Se han planteado cuestiones referidas al origen nacional –ruso o ucraniano– de ex soldados israelíes en ambas facciones en lucha. Los dos bandos se lanzan acusaciones sobre el aprovisionamiento de armas israelíes a uno u otro lado, y ambos lados se acusan públicamente de antisemitismo.
No es sorprendente que Moscú haya rebautizado los drones israelíes con un nombre ruso –Forpost–, que significa “puesto de avanzada”. Pese a la dura retórica, hay muchas razones lógicas para la cooperación Israel-Rusia. Ambos países están reprimiendo a movimientos independentistas dentro del territorio que controlan y ambos países utilizan la misma retórica en relación con el islamismo para justificar esas acciones.
El idioma ruso es uno de los más hablados entre los judíos de Israel. Al mismo tiempo, en 2014, Rusia y sus aliados Kazakhstan y Azerbaijan son los principales abastecedores de petróleo a Israel. Informaciones recientes dan cuenta de que Rusia e Israel están cooperando en una nueva línea de reactores de combate con la intención de venderlos a India, que ha mejorado ostensiblemente las relaciones con Israel desde la elección en mayo de 2014 del primer ministro Narendra Modi.
Vladimir Putin tensa la cuerda pintando como nazis a los ucranianos que se oponen a Rusia basándose –aunque son cosas que nada tienen que ver una con otra– en la historia de las milicias pro-nazis ucranianas durante la Segunda Guerra Mundial.
Los subsidios estadounidenses
La ayuda de Estados Unidos representa un pequeño porcentaje de la economía de Israel pero libera una importante cantidad de dinero para investigación y desarrollo. Al menos en parte, IAI está subsidiada por el gobierno de Estados Unidos, que proporciona fondos para el sistema defensivo misilístico Cúpula de Hierro.
Los funcionarios estadounidenses han expresado frecuentemente su preocupación acerca de la propagación de la tecnología israelí a terceros países; el programa israelo-ruso del ANT coloca al gobierno de Estados Unidos en una posición especialmente incómoda.
Estados Unidos subsidia indirectamente a la industria israelí del dron en un momento en que esa industria está vinculada con las empresas rusas del ramo de la defensa. En un interesante sesgo, Oboronprom se enfrenta hoy con sanciones del gobierno de EEUU, que a su vez está pensando en una legislación para penalizar a las personas y empresas que boicoteen a las firmas israelíes.
La entrada de lleno de Rusia en la guerra civil siria ha resultado en una sorprendente entente cordial, en la que Moscú y el gobierno de Israel deciden tácitamente coordinar acciones militares en el interior del país desgarrado por la guerra.
La participación de los drones rusos en el conflicto sirio ha complicado aún más la situación. Si bien no se sabe cuál es el modelo de dron utilizado en Siria, existe la posibilidad de que Oboronprom fabrique los dones que Rusia tiene hoy desplegados en Siria.
En tanto hay pruebas de que Rusia ha empleado tecnología israelí contra Ucrania, todavía no hay evidencias de que eso mismo esté sucediendo en Siria.
Dicho esto, no hay duda de que los entusiastas de la aviación deben mirar atentamente el cielo para ver si la tecnología militar israelí ha sido introducida en el arsenal del “eje de la resistencia”.
* Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García.
Foto: Middel East Eye