¿Qué tienen en común Agatha Christie, Graham Bell, Mozart o Edison? Que no acudieron a la escuela y si lo hicieron fue por un período muy corto de tiempo. Sus padres fueron los maestros y educadores. Cabe la pregunta en estos tiempos donde la educación pública se encuentra en la grieta: ¿Qué otras alternativas se pueden implementar para el completo desarrollo de los niños desde la infancia?
El pasado 13 de agosto se estrenaba por fin la película documental La educación prohibida, tras más de 3 años de trabajo, 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres, y un recorrido a lo largo de 8 países de Iberoamérica donde se muestran 45 experiencias educativas no convencionales. Y claro, como tiene tintes alternativos, muchos pueden tener querencia fácil a su crítica o a estigmatizarla sin visionarla. Pero como vamos a picotear el tema de la educación, qué mejor que contextualizar al menos el espectro europeo y ver de esta forma la relevancia de la película para la opinión pública. Según la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea (Eurostat) en Europa el desempleo juvenil hasta los 25 años ronda el 40%, aunque España tiene oro olímpico: Holanda 8,4%; Alemania 8,6%; Austria 10,3%; Portugal 28%, Grecia 30%; Lituania 35,2%; Eslovaquia 36,6% y España 43,6%. El sistema educativo ¿funciona?
Precisamente, los directores de La educación prohibida a lo largo de sus casi dos horas y media de película cuestionan las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación convencional. La escuela, tal como la entendemos hoy día, bebe del sistema prusiano al servicio de las élites implementado en el siglo XVIII, es decir: test estandarizados; división de edades; clases obligatorias; contenidos desvinculados de la realidad; sistema de calificaciones; presiones sobre maestros y niños; sistema de premios y castigos; horarios estrictos o su estructura verticalista. Sin embargo, a pesar de las sucesivas reformas en estos 200 años, de contenido y forma, en términos generales la educación podríamos afirmar que sigue siendo la misma; una herramienta para formar a trabajadores útiles al sistema y una herramienta útil para que la cultura permanezca igual; lo cual es conservar la estructura actual de la sociedad.
El debate tras visionar La educación prohibida abre todas las esporas y germina en cada una de las argumentaciones de los teóricos que van a pareciendo. Unos más moderados, otros más radicales: “La escuela es una fábrica de ciudadanos obedientes”; “el sistema fordista o taylorista se aplica no solo a la industria sino a la escuela o al ejército”; “en el actual sistema el que no aprende se queda atrás, lo que sería un sistema de exclusión social que selecciona desde la escuela” o “la escuela no es educación. La educación es el territorio donde todo el aprendizaje sucede”. ¿Funciona este método? Pero, ¿qué es una buena educación entonces?
A principios de los años 20 surgieron varios movimientos en la pedagogía y la psicología que desarrollaron experiencias educativas concentradas en la acción, la libertad del niño y la construcción autónoma del aprendizaje replanteando precisamente la estructura tradicional. Teóricos como Montessori, Waldorf, Sumerhill, Freire o Illich, fueron sus precursores. Décadas más tarde estas vertientes pasaron a engordar los discursos minoritarios aunque muchas escuelas decidieron seguir optando por estos métodos de enseñanza; con éxito. En concreto, el modelo Krausiano (poner en contacto directo al alumno con la naturaleza y con cualquier objeto de conocimiento) fue el intento pedagógico que se intentó implantar en España. La máxima referencia que lo llevó a cabo fue la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Ginés de los Ríos, que logró poner en sintonía a España con el resto de Europa a nivel cultural, social y científico. Hasta la dictadura de Franco.
Los ejemplos están ahí. Y los testimonios también. Si os animáis a ver la película compartirla para el debate. La tenéis disponible y gratis en http://www.educacionprohibida.com/.