Wilma Salgado .
La crisis sucesivas que se han registrado desde que se pusieron en vigencia las reformas neoliberales impulsadas por el Consenso de Washington, han dado lugar a un profundo deterioro de las condiciones de vida de los pueblos afectados por dichas crisis, atentando contra sus derechos humanos, registrándose la paradoja de que las instituciones del Estado, durante las crisis, en lugar de proteger los derechos humanos, que sigue siendo su obligación fundamental según las constituciones vigentes, han pasado a proteger los intereses de los banqueros y grandes especuladores, dejando de ser un Estado de bienestar para trabajadores y pueblos y transformándose en un Estado de bienestar para financistas y especuladores.
Aún sin crisis, la creciente necesidad de recursos naturales para el desarrollo del capitalismo, ha dado lugar a la apertura de fronteras en los Andes, en la Amazonía y en las tierras mesoamericanas en general, afectando los derechos de los pueblos campesinos e indígenas, al destruir su hábitat. Incluso en situaciones de abundancia financiera, como la que registran la mayor parte de países en desarrollo desde el año 2000, debido al aumento de los precios de los productos primarios en los mercados internacionales y a las bajas tasas de interés en los mercados financieros internacionales, la situación de holgura financiera de los Estados y de los grupos económicos poderosos, contrasta con la situación de exclusión en la que continúa debatiéndose la mayoría de la población de dichos países.
En esas condiciones, hemos sido convocados a este evento, para buscar respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué lectura podemos hacer, desde nuestros contextos regionales, de la crisis económica financiera internacional que afecta sobre todo a Europa? ¿Cuál es el carácter de dicha crisis? ¿Cuáles son los márgenes de maniobra con que cuenta la sociedad civil? ¿Cuáles deberían ser las prioridades de las organizaciones de dicha sociedad civil?
Para tratar de responder a esas preguntas, voy en primer lugar a referirme a los elementos fundamentales de la crisis económica financiera que en este momento afecta sobre todo a Europa, reconociendo sin embargo, que enfrentamos múltiples crisis que se superponen: crisis alimentaria, crisis energética, crisis medioambiental, crisis financiera y económica, e incluso una crisis civilizatoria, en la medida en que el estilo de vida y el estilo de consumo son cada vez más inviables desde el punto de vista del medio ambiente. Al plantearnos “un cambio de rumbo”, tenemos que tener presentes estas múltiples crisis, cada una de las cuales difícilmente puede ser abordada en el espacio de 20 minutos, tiempo disponible para esta exposición, razón por la que sin ignorarlas, voy a concentrarme en el análisis de la crisis económica y financiera desatada en Estados Unidos a mediados del 2007, con repercusiones en todo el mundo, particularmente agudas en Europa, que se mantiene hasta ahora.
Esta crisis, vista en perspectiva histórica, es una más, si bien mucho más profunda y de características especiales, dentro de la cadena de crisis financieras y económicas registradas desde que se pusieron en vigencia las reformas neoliberales y colapsó la arquitectura monetaria y financiera instaurada en la inmediata posguerra, en los acuerdos de Bretton Woods en 1944.
Por razones de tiempo, quiero resaltar sobre todo las reformas neoliberales hacia la desregulación y liberalización financiera, que eliminaron, entre otras, las siguientes regulaciones establecidas en la posguerra, en los acuerdos de Bretton Woods:
• Se eliminó el control de cambios, establecido en la posguerra para evitar los movimientos especulativos de capitales de corto plazo, dando paso a la libre circulación de capitales a nivel internacional, inclusive de los capitales que se mueven por consideraciones financiero especulativas.
• Se eliminaron las regulaciones que prohibían a los banqueros jugar con el dinero de los depositantes en los mercados de valores,
• Se eliminaron las regulaciones que impedían que los banqueros concentren el crédito en empresa o actividades de su propiedad. En las regulaciones establecidas en Bretton Woods, los banqueros debían ser solo banqueros.
• Se prohibió que los bancos centrales realicen préstamos al Estado, con el argumento de que dichos préstamos eran inflacionarios, pero se mantuvo su acción de prestamistas de última instancia para la banca privada,
• Se promovió la reducción del tamaño del Estado y su capacidad de regulación y control sobre todo del funcionamiento y operación de los mercados financieros, calificada de “represión financiera”, con la idea central de que había que reducir la intervención del Estado en la economía, para favorecer el funcionamiento del mercado.
La liberalización financiera se dio en un contexto en que otro elemento fundamental de los acuerdos de Bretton Woods, la convertibilidad del dólar en oro, fue abandonada por Estados Unidos, bajo la Presidencia de Richard Nixon, en agosto de 1971, debido a la pérdida de la mayor parte de sus reservas de oro que había sufrido en la posguerra y que le impedían continuar entregando oro a cambio de los dólares que se encontraban en el mercado, a la paridad establecida en Bretton Woods. Posteriormente, en 1976, en los Acuerdos de Jamaica, se eliminó toda referencia al oro en los convenios del FMI.
El abandono de la convertibilidad del dólar en oro, significó que la emisión monetaria se liberó de la obligación de mantener una relación con las existencias de oro en las bóvedas de la Reserva Federal; esto dio lugar a la emisión masiva de monedas, sucediéndose períodos de abundancia financiera, como el registrado en los años 70, de cacería de clientes para colocar esos excedentes financieros (esta es la época del endeudamiento masivo de los países en desarrollo), con otros de escasez financiera, por la restricción a la emisión monetaria aplicada por Estados Unidos, para controlar la inflación, como sucedió en los 80.
El abandono de la convertibilidad del dólar en oro, dio lugar a un cambio sustancial en la naturaleza del dólar, que dejó de ser un representante del oro, para transformarse en una moneda fiduciaria, en una especie de PAGARÉ garantizado por su emisor. A la inconvertibilidad del dólar en oro le siguió la inconvertibilidad de todas las monedas en oro y la consecuente transformación de dichas monedas en monedas de crédito, al igual que el dólar, en una especie de PAGARES, garantizados por su emisor.
Libre emisión de dinero, libre asignación del crédito esto es libre utilización de los ahorros de los depositantes, libre circulación de capitales a nivel internacional, incluido capitales de corto plazo, junto con innovaciones tecnológicas en el campo de las telecomunicaciones y la informática, crearon el ambiente ideal para el auge de la especulación financiera, la “financiarización” de la economía mundial, que ha dado lugar a que las utilidades en las operaciones financieras especulativas, realizadas por empresas de los más diversos sectores de actividad, hayan pasado a predominar ampliamente sobre las utilidades en las operaciones productivas o comerciales, contrarrestando la tendencia a la caída de la tasa de ganancia que venían registrando las empresas, en vísperas de la liberalización financiera.
La “FINANCIARIZACIÓN” significa, “el creciente papel de motivaciones financieras, mercados financieros, actores financieros e instituciones financieras en la operación de economías nacionales y a nivel internacional”.
La financiarización de la economía mundial y el predomino del capital financiero se pone en evidencia en el carácter de las transacciones internacionales: En el año 2009, según información del Banco de Pagos Internacionales, las transacciones cambiarias en un día habrían ascendido a 4 billones de dólares (4 millones de millones de dólares), mientras que el comercio mundial en ese año ascendió a 11 billones y la inversión extranjera directa a 2 billones de dólares. Esto significa que el comercio mundial en todo el año 2009 equivalió a 2.75 días de operaciones cambiarias; y, la inversión extranjera directa mundial a ½ día de operaciones cambiarias. Los movimientos de capitales no obedecen al comercio ni a la inversión extrajera, sino a motivaciones especulativas financieras.
Quienes promovieron la liberalización comercial y financiera y el achicamiento del aparato del Estado, prometieron que dichas medidas permitirían una mejor asignación del crédito, impulsarían el crecimiento y el empleo, en definitiva el progreso económico y social.
En lugar del crecimiento con estabilidad y empleo, el período posterior a la liberalización financiera se ha caracterizado por una profunda inestabilidad, caracterizada por crisis recurrentes y cada vez más profundas, auge de la especulación en todos los mercados, concentración creciente de la riqueza y creciente exclusión y violencia.
CRISIS SUCESIVAS REGISTRADAS:
1982, crisis de la deuda,
1987, crack del mercado de valores en USA,
1990, crisis financiera Japón,
1992, crisis financiera en Europa,
1995, crisis mexicana,
1997, crisis asiática,
1999, crisis América Latina,
2007, crisis subprime,
2008, crisis Europea.
Cada crisis ha tenido sus propios detonantes, pero todas han estado precedidas por momentos de auge de la economía, cuando ingresan los capitales especulativos, se registran superávits en las balanzas de pagos, auges en los mercados de valores y en los mercados crediticios, incluso con burbujas inmobiliarias. Una vez que se activa el detonante, normalmente asociado a cambios en la coyuntura internacional que dan lugar a cambios, sobre todo en las tasas de interés, se registran fugas de capitales, que deterioran la situación de las balanzas de pagos, se rompen las burbujas inmobiliarias y en los mercados de valores.
Lo grave de estas crisis, es que, durante los períodos de auge de la economía, las utilidades se concentran en el capital financiero especulativo, sin la intervención del Estado, mientras que en los momentos de crisis, los costos se reparten entre la población, con la máxima intervención del Estado.
La intervención del Estado en la crisis norteamericana, es muy ilustrativa al respecto. El Estado intervino pero no para permitir el bienestar de las familias evitando su desalojo de las viviendas, sino para evitar las pérdidas a los banqueros, actuando no solamente como prestamista de última instancia, sino como inversionistas y accionista de última instancia, al invertir en bancos al borde de la quiebra comprándoles los denominados “activos tóxicos”, esto es haciéndose cargo de sus pérdidas.
Mientras en Estados Unidos se desalojaban 200 mil familias norteamericanas por mes de sus viviendas, desde junio del 2007, viviendas adquiridas con préstamos que ya no estaban en capacidad de honrar, porque perdieron su empleo o porque les encarecieron los costos del crédito, llegando a 7 millones de familias norteamericanas desalojadas de sus viviendas, la Reserva Federal entregaba millones de millones de dólares a los banqueros y grandes empresas, incluyendo bancos europeos, a los cuales también les compraban los denominados activos tóxicos, haciéndose cargo de sus pérdidas.
El Informe de la auditoría integral realizada por la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas de la Reserva Federal, la primera que se practica a dicha institución desde que fue creada en 1913, dado a conocer a fines de julio del 2011 , contiene información que por su magnitud escandaliza. La Reserva Federal, ha entregado en préstamos secretos a grandes corporaciones y empresas del sector financiero entre diciembre de 2007 y el 21 de julio del 2010, en plena crisis, 16 millones de millones de dólares: cifra superior al Producto Interno Bruto de los Estados Unidos en el año 2010, que fue de 14,5 millones de millones de dólares. Y más elevada que la suma de los presupuestos del gobierno federal durante los últimos cuatro años. Por supuesto, muy superior al monto de los créditos subprime que las familias no podían pagar, estimado inicialmente en menos de 1 millón de millones de dólares.
¿Qué nos ilustra este ejemplo? El carácter político de la resolución de las crisis, a favor del capital financiero, que ha recibido millones de millones de dólares, de la Reserva Federal , el banco central de los Estados Unidos, que maneja la emisión monetaria, mientras el Estado desalojaba de sus viviendas a las familias norteamericanas que no podían pagar las amortizaciones. Por el monto al que ascendían inicialmente los créditos subprime, menos de un millón de millones de dólares, era más barato para el gobierno norteamericano, hacerse cargo de la deuda de las familias en situación de mora, refinanciar dichas deudas a plazos en los que las familias puedan pagarlas e incluso regalarles dichas casas, antes que proceder a su desalojo, dando lugar con ello a una situación de sobreproducción relativa de viviendas: millones de viviendas desocupadas junto a millones de familias sin vivienda, derrumbe del precio de las viviendas en general, contracción de la actividad de la construcción y de la actividad económica en general. La recesión en Estados Unidos repercutió en todo el mundo.
El costo inicial de los créditos subprime se estimó en menos de 1 millón de millones de dólares, monto muy inferior al paquete de créditos secretos entregados por la Reserva Federal a grandes bancos y corporaciones financieras, por 16 millones de millones de dólares; y, por supuesto muy inferior al enorme costo de la crisis en Estados Unidos y Europa.
El neoliberalismo independizó a los bancos centrales del Estado, con la peregrina teoría de que los créditos del Banco Central al Estado son inflacionarios, mientras que los créditos del Banco Central a la banca privada no lo serian. En consecuencia, en las crisis, los bancos centrales financian el déficit de la banca privada, pero no pueden financiar el déficit del Presupuesto del Estado. De esta manera con la una mano se maneja el Banco Central para entregar liquidez a los banqueros; y con la otra mano, se maneja el Presupuesto del Estado, para imponer austeridad al pueblo, incluidos los pueblos norteamericano y europeos. En realidad, con la independencia de los bancos centrales y la imposibilidad de que concedan créditos al Estado, se privatizaron los bancos centrales, y se los puso al servicio únicamente del capital financiero.
El pensamiento neoliberal sigue vigente en el manejo de la crisis en Europa, para lo cual incluso retornó el FMI a una región de la cual estuvo ausente por más de 30 años.
El retorno del FMI.-
A pesar del fracaso de las políticas impulsadas por el FMI y el Banco Mundial, en los países deudores durante la crisis de la deuda de los años ochenta, por sus efectos negativos sobre la capacidad de producción, sobre la generación de empleo y en general por su responsabilidad sobre el deterioro de las condiciones de vida de la población, dichos organismos, en especial el FMI están de vuelta, con un papel importante otorgado por el G-20 en la reunión de Abril 2009, asignándole incluso recursos financieros adicionales por US $ 750 mil millones de dólares.
A la revigorización del FMI contribuyeron también, países en desarrollo, al comprometerse en la misma reunión del G-20 de Abril 2009, a comprar bonos emitidos por el FMI, para aportar a ese fondo de 750 mil millones, en las siguientes magnitudes:
• China se comprometió a comprar US $ 50 mil millones de dólares,
• Brasil, Rusia, Corea del Sur y la India, se comprometieron a comprar US $ 10 mil millones cada uno.
En total, los cinco países mencionados se comprometieron a aportar 90 mil millones de dólares al FMI. En contrapartida, en octubre 2010, los Ministros de Finanzas del G20, acordaron transferir 6% de los derechos de voto del FMI a los países en desarrollo que realizaron dichos aportes al FMI, hasta octubre 2012 y doblar las cuotas en el FMI.
El FMI está de vuelta en Europa y continúa con las mismas recetas y sus efectos recesivos sobre la producción y el empleo, contracción del gasto social, trasladando a la población los costos de la crisis, mientras los beneficios producidos en la época de auge de la economía, anterior a la crisis, se concentraron en el capital financiero.
Pero mientras los países deudores de Europa se encuentran en una compleja crisis, los países en desarrollo, en particular los de América Latina, atraviesan una bonanza económica y financiera, que les ha permitido no solamente superar la crisis de la deuda, cuyos indicadores en relación al PIB o a las exportaciones se han reducido sustancialmente, sino que incluso les ha permitido acumular grandes reservas monetarias internacionales e incluso crear fondos soberanos.
ACUMULACION DE RESERVAS Y FONDOS SOBERANOS.
El auge de los precios de las materias primas, registrado desde el año 2000, con ciertas interrupciones temporales, por efecto de la última crisis económica y financiera, así como los diferenciales de tasas de interés que se mantienen entre los países industrializados y los países en desarrollo, que han atraído capitales hacia estos últimos; y, el surgimiento de mecanismos de financiamiento bilaterales en el transcurso de la crisis, han posibilitado la acumulación de Reservas Monetarias Internacionales en los países en desarrollo, sobre todo en los 20 más grandes.
“Desde el año 2000 hasta inicios del 2011, las reservas en los países en desarrollo aumentaron en US $ 750 miles de millones (11% del PIB) a cerca de 6.3 millones de millones de dólares (29% de su PIB). Sobre el 90% de la acumulación de reservas corresponden a los 20 más grandes países en desarrollo, alcanzando para cubrir cerca de un año de importaciones”.
Además de las Reservas Monetarias Internacionales acumuladas, algunos países en desarrollo conservan importantes sumas de recursos financieros en los denominados Fondos Soberanos, que en general son invertidos a largo plazo.
De acuerdo con información del Sovereign Wealth Fund Institute, se estima que los fondos soberanos tienen 4.3 millones de millones de dólares a fines del 2010. Los países productores de petróleo son los poseedores de la mayoría de fondos soberanos (3.5 millones de millones de dólares), y US $ 800 mil millones son de países del Este del Asia.
Zoellick calcula que canalizando el 1% de los fondos soberanos que tienen los países en desarrollo a los bancos de desarrollos regionales y subregionales, les permitiría incrementar el capital de estas instituciones en US $ 35 mil millones, lo cual se traduciría en capacidad de conceder créditos adicionales por US $ 84 mil millones de dólares . Esta cifra es superior al total de recursos desembolsados por todos los bancos multilaterales y regionales en desarrollo, incluido el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo de Asia, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de Africa y los préstamos internacionales del Banco Europeo de Inversión a países en desarrollo, en 2009, el año en que tuvieron la mayor actividad crediticia, que alcanzó US $ 64 mil millones, debido a los extraordinarios requerimientos asociados a la crisis.
A la acumulación de reservas y de fondos soberanos, habría que añadir las iniciativas bilaterales de financiamiento que se han puesto en funcionamiento en el transcurso de la última crisis, así como los Sistemas de pagos en monedas nacionales para el comercio entre países, como los suscritos entre China y Argentina, entre China y Brasil, entre Argentina y Brasil, además de las iniciativas financieras bilaterales que China ha puesto en funcionamiento con países de Asia, Africa, América Latina y el bloque de países de la ex Unión Soviética, a través de préstamos del Banco de Desarrollo de China, pero también del Banco de Exportaciones e Importaciones de China.
Los préstamos y líneas de crédito de China buscan los mismos objetivos que los swaps de monedas, el acceso a recursos clave, como el petróleo y los minerales, y el acceso a mercados.
Otra fuente de financiamiento que ha surgido en el transcurso de la crisis, son los créditos concedidos por Banco de Desarrollo de Brasil, BNDES, cuyos activos al 30 de septiembre 2011 alcanzaron los US $ 341.9 mil millones, superiores a cualquier otra institución financiera en América Latina; y, aún que el Banco Mundial, que tenía activos por US $ 282.8 mil millones de dólares en Junio 2010.
El único banco con mayores activos que el BNDES, es el Banco de Desarrollo de China, por US $ 774 mil millones en diciembre 2010, fecha a la cual el BNDES tenía activos por US $ 339 mil millones.
El BNDES también ha iniciado operaciones de crédito fuera de su territorio, a países en desarrollo de Latinoamérica y El Caribe, e incluso de África, apoyando la expansión internacional de las grandes empresas brasileras.
La enorme acumulación de reservas internacionales por parte de China y su búsqueda de mercados, por una parte, para compensar la caída de sus exportaciones a Estados Unidos y Europa, tradicionalmente sus principales mercados, así como su necesidad de aprovisionarse de petróleo y materias primas, le han llevado a asumir una posición mucho más activa como financista e inversionista en los países en desarrollo que le ofrezcan mercados o recursos naturales.
Una de las paradojas de los países en desarrollo, en particular los latinoamericanos, es que hemos acumulado reservas monetarias internacionales y fondos soberanos, que son colocados en los mercados financieros de los países industrializados, lo que quiere decir que estamos concediendo financiamiento a dichos países, PASANDO DE UNA SITUACIÓN DE PAISES DEUDORES A LA DE PAISES ACREEDORES, SIN NINGUNA CONDICIONALIDAD Y CON BAJISIMOS RENDIMIENTOS, sin que nos hayamos planteado canalizar dichos excedentes financieros hacia la atención de las necesidades de nuestros pueblos, postergadas durante todo el tiempo en que se impusieron las políticas de ajuste. Ni siquiera hemos utilizado dichos excedentes para construir políticas de seguridad y soberanía alimentaria que protejan a nuestra población de los riesgos que de todas maneras siguen existiendo de contagio de la crisis en Estados Unidos y Europa, peor aún, no hemos levantado ninguna estrategia para diversificar las exportaciones que continúan siendo dependientes de la extracción de recursos naturales, como hace cuarenta años, ni para superar la precariedad del mercado laboral, caracterizado por la informalidad del subempleo y/o el desempleo abierto, que están en la base de la pobreza y la indigencia de elevados porcentajes de nuestro pueblo.
Acostumbrados a la austeridad y el ajuste, no hemos tenido capacidad de implementar políticas para utilizar esos excedentes financieros que han ingresado a nuestros países, dando lugar a la revalorización de nuestras monedas nacionales con la consecuente pérdida de competitividad de la producción local, e incluso, en determinados momentos se han aplicado políticas de austeridad fiscal para recoger los excedentes de moneda nacional colocados por los bancos centrales, dentro de sus políticas de intervención en los mercados para contrarrestar la revalorización de nuestras monedas. HE AHÍ OTRA PARADOJA: AUSTERIDA FISCAL EN LOS MOMENTOS DE ESCASEZ DE DIVISAS Y AUSTERIDAD FISCAL EN LOS MOMENTOS DE ABUDANCIA DE DIVISAS.
Se pone en evidencia que lo que falta en nuestros países son sobre todo estrategias y políticas para manejar los shocks tanto positivos como negativos, construyendo una base productiva que permita superar la precaria situación del mercado laboral, incorporando productivamente al empleo a la población, atendiendo primero las necesidades del mercado interno, empezando por la seguridad y soberanía alimentaria en sus tres ámbitos: el de la producción de alimentos, el del acceso de la población a dichos alimentos, que tiene que ver con la capacidad adquisitiva y el empleo; y, el ámbito de la absorción de los alimentos por parte del organismo, que tiene que ver con la salud.
Si tomamos en cuenta que las monedas ya no representan al oro, sino que son monedas de crédito, especie de pagarés garantizados por quien las emite, es posible buscar mecanismos de financiamiento que sirvan para lograr objetivos como el de la seguridad alimentaria, de preferencia mecanismos inconvertibles que permitan movilizar las fuerzas productivas sin ser objeto de especulación. Por qué no poner en funcionamiento, por ejemplo, una tarjeta de crédito al productor, para fomentar la producción de los productos de la canasta básica de alimentos, que tome en cuenta el ciclo de cada producto, liberando al campesino del azote del agiotista que lo mantiene en la miseria. Si las monedas son simples pagarés, podemos pensar en mecanismos de financiamiento alternativos, como puede ser una tarjeta de crédito al productor, que incluya asistencia técnica en todas las fases de la producción y un seguro de crédito, que garantice la viabilidad económica de la economía campesina.
La actual bonanza financiera de nuestros países se sustenta en bases muy débiles, asociadas al boom de los precios internacionales de los productos primarios que exportamos y a las bajas tasas de interés vigentes en Estados Unidos y Europa, situación que puede revertirse, cuando cambien dichas condiciones internacionales, razón por la que, es indispensable avanzar tanto en la construcción de una Nueva Arquitectura Financiera Regional (NAFR), tema en el que se viene trabajando en América Latina, como en una estrategia productiva que atienda las necesidades primero del mercado interno, nacional y regional, con un enfoque de derechos, incluidos los derechos de la naturaleza, pero que busque también la diversificación productiva, para superar el carácter de economías meramente extractivas y depredadoras de los recursos naturales.
Paso a tratar de responder la pregunta planteada al inicio de esta exposición. El deterioro de la situación de los derechos humanos, que irónicamente se registra tanto en los momentos de crisis, como en los de auge, es un proceso irreversible?
La respuesta es que de ninguna manera es irreversible. Y precisamente para revertir esa tendencia, es fundamental la participación de la sociedad civil, para debatir los problemas que nos aquejan, levantar estrategias de defensa de los derechos humanos de nuestros pueblos, que tomen en cuenta las nuevas condiciones en que se desenvuelve la economía mundial. Dichas estrategias deberían ser levantadas con la mayor participación social posible, diseñando políticas que se orienten a la atención de las necesidades básicas de la población pero cuidando y protegiendo al medio ambiente y a la naturaleza.
La forma en que se está enfrentando la crisis actual tanto en Europa como en Estados Unidos, y el retorno del FMI, muestran que el pensamiento neoliberal, a pesar de su rotundo fracaso, no ha sido derrotado. Siguen vigentes las ideas neoliberales que colocan como prioridades para el manejo económico, al equilibrio fiscal y la estabilidad monetaria, a costa de sacrificar los derechos humanos de los pueblos. En situaciones de crisis de la deuda, resultantes de la acumulación de superávit comercial del país acreedor y déficit comercial de los países deudores, como es el caso de Europa, en este momento, conviene retomar el debate que se dio en Bretton Woods, cuando Keynes planteó la necesidad de que la carga del ajuste necesario para corregir los desequilibrios comerciales y financieros internacionales sea compartido entre deudores y acreedores, para ayudar a los deudores a mejorar su capacidad productiva y estar en capacidad de servir la deuda. Porque está más que comprobado históricamente que solo en condiciones de crecimiento, los países deudores pueden pagar el servicio de su deuda.
En las nuevas condiciones de monedas fiduciarias, es necesario pensar en pagarés a cien años plazo, por ejemplo, mientras se reconstruye la capacidad productiva de los deudores. Y en lugar de los pactos fiscales, como los vigentes en Europa, corresponde impulsar la suscripción de pactos por la defensa de los derechos humanos. Ese debe ser el auténtico papel del Estado, como mandan las Constituciones: proteger los derechos humanos. Y ese nuestro papel como sociedad civil, denunciar las nuevas formas de explotación a los pueblos por parte del capital financiero, exigirle al Estado que cumpla con su obligación de defender los derechos humanos y de la naturaleza, proponer soluciones alternativas al neoliberalismo imperante y articular acciones y movilizaciones a nivel internacional. Si el capital financiero está articulado a nivel internacional, los movimientos sociales tenemos que trabajar también en forma articulada, a nivel internacional.