La coordinadora plurinacional dibuja su escenario post correa. El ideario es un punto de acuerdo común. La carta presidencial, en cambio, muestra las líneas fusibles de la unidad.
EL TERCER ENSAYO DE LA IZQUIERDA
Revista Vanguardia No 326 www.revistavanguardia.com
30 de enero 2012
Más táctica que estrategia. Menos purismo y más interfaces. Menos golpes de pecho. Efectiva recuperación de base social. Reactivación de la protesta ciudadana. Oxigenación de las tesis. Posicionamiento de un nuevo imaginario. Definición del programa de gobierno. Y maduración de un perfil presidencial contundente para el 2013…
Las izquierdas del país, las que quedan tras el incendio correísta, tienen ante sí una prueba a la cual hasta Sísifo renunciaría. La Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas, sin embargo, quiere arriesgar una nueva apuesta —la tercera de la tendencia en la última década— para reconstruir un proceso político de transformación radical, dicen sus ideólogos y operadores, y correr a Carondelet finalmente sin caballos prestados. En ese propósito sus niveles de responsabilidad frente al pasado reciente son insoslayables.
El reto de la Coordinadora luce a trote por campo minado. Pero sus integrantes más optimistas ven una oportunidad de “reconstrucción del tejido social y recuperación del pensamiento crítico”. Lo dice Marcelo Larrea, excandidato presidencial en el 2006 y cuadro fuerte del movimiento Participación, vértice de estrategia política de la tendencia. Desde su perspectiva, la brújula de la Coordinadora no es aupar la figura anticorreísta. La gente de las izquierdas tiene claro que ese camino de acción es una serpiente que se morderá la cola, pues el anticorreísmo es, en esencia, la admisión de que Rafael Correa pondrá la agenda de todos sus contendores.
Larrea liquida el, en apariencia, falso dilema. “El correísmo —dice— es un accidente histórico lamentable en el país y hoy nos enfrentamos más bien a una contrarrevolución agresiva”. En esta medida sostiene que la apuesta pasa por recuperar la ética en el poder, reinstitucionalizar el ejercicio de lo público e inaugurar la participación. Para ello Larrea defiende el Manifiesto por la equidad, la democracia y el buen vivir como “el salto cualitativo que ubica un horizonte para la Coordinadora que trasciende la coyuntura electoral”.
El Manifiesto no es catecismo, se dice en la tendencia, sino el marco de referencia conceptual para la operación política. Y este es un campo de amplia maniobra para la Coordinadora, especialmente para sus grupos más orgánicos. De hecho la semana anterior ha sido de alto movimiento en el ámbito de las definiciones. “No podemos permitirnos ni el titubeo ni las tibiezas”, dice Diana Atamaint, asambleísta de Pachakutik por Morona Santiago. Y repasa hitos frescos de esa agenda.
El martes 24, por ejemplo, se trazó la cancha con Humberto Cholango, presidente de la Conaie, en Cayambe. El 28 fue día de rendición de cuentas a los líderes del pueblo shuar, como una respuesta táctica a la arremetida del oficialismo por dividir a las organizaciones de base. Y para este lunes 30, dice Atamaint, el testigo pasa para la autocrítica de los gobiernos locales encabezados por los partidos de la tendencia. Morona Santiago, en este punto, será un espejo del poder de articulación social de los prefectos, alcaldes y presidentes de juntas parroquiales que se agrupan en torno a la Coordinadora.
No han sido ni serán jornadas para la corrección política, se admite entre los operadores de la tendencia. Ha habido momentos duros. Pero sólo el debate asegurará, dicen, el esclarecimiento. ¿Están todos los que son? ¿Son todos los que están? Este ejercicio de contrapunto interno resulta impostergable para determinar con quiénes se sostendrá el proceso que ubica al próximo 8 de marzo como la primera prueba de fuego.
Para ese jueves está prevista la marcha que partirá de la Amazonia, de la Sierra centro, de Esmeraldas hasta alcanzar Quito. No se trata, per se, de una medición de fuerzas ante el oficialismo, dice Natasha Rojas, militante del Movimiento Popular Democrático. Y Marcelo Larrea complementa la idea. “El problema no es si hay o no poder de convocatoria. El problema, más bien, es un reto: la definición política, el enriquecimiento de los 12 puntos programáticos del Manifiesto y el delinamiento de las corresponsabilidades entre los diversos actores, organizaciones ciudadanas y partidos de la Coordinadora”.
En este punto las izquierdas dicen que pueden esgrimir altas credenciales de su potencia orgánica y doctrinaria. La cumbre de Yantzaza, en Zamora Chinchipe, fue una operación que sigue la tesis de Gustavo Larrea: derrumbar el mito del Correa invencible. De hecho, más de 3000 integrantes de la tendencia escogieron el domingo 15 de enero, día del quinto aniversario de la autodenominada revolución ciudadana, para empezar a instalar una nueva iconografía política —el rap de Esta vez no Presidente es la señal de dónde está puesta la vara—. Y no sólo eso: sino también para enterrar los ismos y los polos y tender puentes, dice Rojas, con agrupaciones que vayan más allá de una identificación política: agricultores, empleados públicos, estudiantes secundarios, universitarios. Apuntar, en suma, a las organizaciones progresistas del país, dicen Atamaint y Larrea casi en coro.
Todas las disidencias críticas del proceso del 2007 son bienvenidas para la Coordinadora y prueba de ello es la chompa azul —azul Participación— que el asambleísta César Rodríguez luce en los últimos meses.
Rojas, de su lado, maneja escenarios optimistas. Su confianza radica en el potencial movilizador del MPD y Pachakutik, los brazos orgánicos de la tendencia. Así cree que en el horizonte del 2013 se puede partir con un 20 por ciento de opción electoral. Punto de partida, recalca por si las dudas Gustavo Vallejo, de la Coordinadora Socialista Revolucionaria.
Para este militante —crítico de las concesiones que el socialismo quinterosilvista ha hecho a Correa—, el jueves 8 de marzo será el hito catalizador de la nueva protesta social. Y hacia ese día, el oficialismo, dice Vallejo, es una cantera de mechas que enciendan la movilización. “El 8 de marzo se evidenciará el acumulado de equivocaciones y desvíos del régimen —dice Vallejo—. Y nosotros daremos una respuesta desde el ámbito de los derechos humanos, no sólo por la criminalización de la protesta. En cinco años tienes muertos por los cuales todavía no hay justicia…”.
Rojas le acompaña en la exposición. “El 8 de marzo se construirá una plataforma social en que por sí solas caerán las contradicciones del correísmo. Y nuestros énfasis estarán puestos en rechazar el Estado policiaco, la vulneración de los derechos políticos, la precarización de las condiciones laborales y el rotundo fracaso del gobierno en el combate contra la inseguridad”.
Larrea no se cambia por nadie y se expresa con dureza. “No nos detendremos per se a amplificar el desgaste de Correa. Él mismo muestra su propio desgaste —dice—. Su caso es patético porque muestra un proceso de descomposición política por la ruptura con la base social en la cual nació”.
En la Coordinadora tratan de optimizar la retórica y no se enredan en mebretes para ubicar al Presidente en algún cubículo de las izquierdas. “Rafael Correa no es de izquierda —sentencia Atamaint—. Es el gran renovador de la derecha”.
Vallejo escucha a la asambleísta y se entusiasma. “Este Presidente ha asestado golpes a la sociedad civil que ninguno de los gobiernos de la partidocracia concretó en su tiempo”. Y Marcelo Larrea no se queda atrás. “Rafael Correa ha tratado de declararse como dueño de la historia de los movimientos sociales, en los cuales no ha tenido ningún papel, y, por el contrario, ha dado respuestas neoliberales a los temas neurálgicos para la transformación del país”.
Todos, a la vuelta de la charla, terminan en Correa casi como en un guión inexorable. Luego, el brío de las exposiciones cede tiempo al tino cuando el siguiente punto de la agenda de la Coordinadora, tras las batallas conceptuales, sea el aterrizaje en la realidad política: la definición del proceso electoral eficaz para el 2013.
Los operadores de la tendencia, los que más cabello han perdido en sus luchas políticas, saben que los panes se queman en la puerta del horno. Sin embargo, la tentación por moldear perfiles presidenciables no sólo que es irresistible, sino pedagógica para determinar por dónde pudieran estallar las líneas fusibles de la Coordinadora.
No es un juego temerario, se escucha a baja voz entre los militantes, sino la posibilidad de una evaluación sostenida para corregir a tiempo las porosidades por donde el Titanic de las izquierdas pudiera hacer aguas. Por tercera ocasión en la última década…
Rafael Correa, en código inverso, vuelve a ser la inspiración. “Estos últimos cinco años —dice Marcelo Larrea— nos obligan a trabajar en figuras que representen una clara trayectoria de compromiso con las necesidades históricas de transformación”.
“El carácter de la unidad es estratégico —añade Natasha Rojas— porque la izquierda es la única fuerza con posibilidades de llevar a cabo un proceso de transformación en el país”.
Transformación… Esta es la palabra de fuerza para la Coordinadora. Figuras como Diana Atamaint sostienen que la apelación por tal transformación no puede suponer una morigeración de los errores cometidos en los procesos electorales del 2002 y del 2006. Tiempos en que el espejismo de los outsiders de la política —Lucio Gutiérrez y Rafael Correa— golpearon los tobillos del movimiento indígena, de la izquierda radical, de las agrupaciones urbanas, de los defensores de derechos humanos, de los ecologistas, de los sindicalistas, de las feministas…
La definición del candidato para Carondelet será como una cirugía a corazón abierto. La imagen la propone una de las integrantes de la Coordinadora quien, sin pelos en la lengua, ha impugnado a Gustavo Larrea y a Alberto Acosta sobre la caja de Pandora de la cual sacaron al economista-catedrático de la Universidad San Francisco de Quito.
Atamaint prefiere hablar de una lección aprendida “en la cual todos, unos más y otros menos, tenemos responsabilidad” del esquema concentrador del Primer Mandatario. En claro, la asambleísta amazónica apuesta por un perfil en torno al cual “la transformación social parta de un cambio cultural construido históricamente desde abajo y no por un simulacro de revolución ordenado desde arriba”.
¿En qué cancha, entonces, se jugará ese partido? Las filas más orgánicas y de alto olfato táctico de la tendencia ya tienen nombre y apellido para el perfil del presidenciable. “Una voz frontal que sume y sume”, dice una fuente. Los más ideológicos, en cambio, regresan la mirada a los personajes de Montecristi..
Ven en ellos un capital ético, un poder de referencialidad desde los espacios mediáticos, pero con relativa eficacia para el arte de hacer política puerta a puerta. Y en el ala de los estrategas no se han resistido a correr escenarios electorales para vislumbrar cómo lucirían sus retratos en la papeleta y luego en el Salón Amarillo de Carondelet…
Sin querer activar la tómbola de los nombres, Atamaint empuja la idea de que la Coordinadora convoque a elecciones primarias abiertas a toda la ciudadanía. Pocas voces suscriben la tesis de las primarias circunscritas sólo para los militantes de los partidos y los movimientos de la tendencia.
Gustavo Vallejo propone un marco, si se quiere más científico, para proyectar exponencialmente las fortalezas de la unidad. Mapear el país según algunas variables. Uno: eficacia electoral de los movimientos y partidos en los últimos procesos. Dos: la fortaleza de las organizaciones de base en los diversos territorios. Tres: la equidad de género no por cuota sino por resultados de acción legislativa y gubernamental local. Cuatro: la capacidad para tender puentes con el resto de actores sociales. Pero aquí Vallejo pone a la derecha y al populismo al otro lado del muro de las posibilidades y los deseos.
El clima social que se encienda a partir del 8 de marzo puede anticipar hasta dónde las izquierdas podrán estirar la sábana. Las pequeñas gestas, como los triunfos electorales sobre País, en las juntas parroquiales de Esmeraldas, Morona Santiago y Zamora Chinchipe, indican prospectivamente hasta qué punto la Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas ha podido poner el cascabel al gato…
Las razones por las cuales suena el río…
Paco Moncayo
Asambleísta a. libertad
El exacalde de Quito mantiene bajo perfil. Pero puso su nombre a consideración. Su opción es fuerte entre las agrupaciones con consistencia orgánica en la Coordinadora.
Alberto Acosta
Expdte. de la asamblea
Líderes indígenas empujan su perfil. Pero desde otros frentes se reflexiona sin concesiones sobre su corresponsabilidad en el endiosamiento de Rafael Correa.
Gustavo Larrea
Líder de participación
Nadie en la Coordinadora desconoce su talento en la operación política y en la definición de contenidos. Pero también tiene pasivos por saldar…
Frases
“El 8 de marzo se evidenciará el acumulado de desvíos de correa. Nuestra respuesta será desde los dd.hh.”.
Gustavo Vallejo
Coordinadora Socialista Revolucionaria
“No podemos permitirnos el titubeo ni la tibieza. Tenemos que recuperar las bases de la arremetida oficialista”.
Diana Atamaint
Asambleísta de Pachakutik
“Nuestro énfasis: rechazar el estado policiaco y el fracaso de Correa contra la inseguridad”.
Natasha Rojas
Militante del MPD
“Rafael Correa ha dado respuestas neoliberales a los temas neurálgicos para la transformación del país”.
Marcelo Larrea
Integrante de Participación