21 de Julio 2015
La frase del título de este artículo, mencionada por Úrsula Buendía en “Cien años de soledad”, sirve como hilo conductor para recorrer por la historia política del Ecuador e identificar, en el trayecto, analogías que parecerían repetirse cada cierto tiempo y que sugieren similitudes con la realidad contemporánea.
Las siete analogías que se describen en las siguientes páginas no son sino siete constataciones sobre parte de la vida política ecuatoriana. No implican un regreso al mismo lugar ni espacio. Sin duda, cada nuevo ciclo presenta mejores horizontes que el anterior y abre nuevas posibilidades. Sin llegar a presentar un detalle exhaustivo en las analogías que se presentan a continuación, la intención en los contenidos que siguen es recordar algunos hitos para invitar a profundizar a la reflexión y el debate, para aprehender de la historia. Sabiendo que no hay dos situaciones históricas iguales y que los contextos son muy diferentes, es evidente que si se pueden hacer comparaciones para ayudar a entender mejor los acontecimientos.
Primera analogía: De la crisis a la estabilidad
En 1859 el naciente país enfrentó una crisis que amenazaba con su destrucción. En Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja se formaron gobiernos autónomos. El Perú ocupó varios territorios y bloqueó el Puerto de Guayaquil. La magnitud de la crisis era de tal envergadura que los países vecinos decidieron negociar la partición de Ecuador. Al borde de la desintegración, la aristocracia quiteña logró neutralizar los procesos separatistas a través de la figura de Gabriel García Moreno quien luego de triunfar en la Sierra, tomó Guayaquil y reconstituyó al estado ecuatoriano.
Casi cuatro décadas después, el país volvió a vivir una época convulsionada. Las nacientes fuerzas políticas del Ecuador no lograban ponerse de acuerdo. En la costa estaba el poder económico gracias al auge de las exportaciones de cacao y en la sierra se concentraba el poder político, en alianza con la iglesia católica. La población no estaba contenta pues pese a haber conseguido la libertad de España, Ecuador seguía siendo un país con profundas diferencias sociales y una carga de discriminación racial hacia los pueblos indios y negros.
El 5 de junio de 1895, una Asamblea del pueblo reunida en la ciudad de Guayaquil, desconoció al gobierno de Luis Cordero y nombró como Jefe Supremo al General Eloy Alfaro. Desde Guayaquil, Alfaro inició una campaña militar y política hacia la Sierra. Se apoyó en los campesinos de la costa que formaron las montoneras guerrilleras; en la participación de humildes sectores urbanos, en indios de la sierra, en pequeños y medianos propietarios de tierras y en sectores medios con educación.
La entrada de Eloy Alfaro a Quito significó una guerra civil. El ejército se enfrentó con pobladores enardecidos que respaldaban la decisión de Guayaquil. Los montoneros vencieron y Alfaro se afirmó como Jefe Supremo. La Asamblea que se reunió después lo nombró presidente. Alfaro logró unificar un país que se desintegraba.
Un siglo después, en 1996, una nueva fase de inestabilidad se instauró en Ecuador. Tras el derrocamiento de Abdalá Bucaram como presidente de la república hasta el 2007, ocho gobiernos se sucedieron en el poder, algunos de apenas días de duración. Las pretensiones de imponer el neoliberalismo en Ecuador se toparon con una de las más recias resistencias del continente. Fueron las mismas fuerzas sociales que llevaron a Rafael Correa a la Presidencia.
La confluencia de partidos y movimientos de las izquierdas, de los pueblos indios, de jóvenes, mujeres y ecologistas, sectores medios y facciones de la burguesía de orientación más liberal, significó el inicio de una fase de estabilidad y consolidación de la institucionalidad pública, venida a menos por la aplicación de la ortodoxia económica definida en Washington.
Segunda analogía: Biografías
Los tres hombres que en su momento lograron detener la crisis política del país y enrumbar al Ecuador en un nuevo período provienen de la región litoral: Eloy Alfaro de Montecristi, Manabí; Gabriel García Moreno y Rafael Correa de Guayaquil, provincia del Guayas. Los dos últimos perdieron tempranamente a sus padres.
Los tres también, vivieron en su momento, en el exterior. García Moreno, doctor en Derecho, pudo profundizar sus conocimientos de química y matemáticas, en sus viajes a Europa. En París vivió cerca de año y medio. A los 22 años, Eloy Alfaro salió de Ecuador para exiliarse en Panamá. Durante varias veces en su vida Alfaro regresaría a Panamá y viajaría por toda América Latina. Rafael Correa estudió en Bélgica y Estados Unidos.
Pero entre estas tres importantes figuras, solo don Eloy se involucró activamente en las luchas independentistas de América Latina, disputando junto al pueblo el poder que detentaban los sectores más reaccionarios de la sociedad en la que vivió. Ni Rafael Correa, menos García Moreno, como referentes de sus gobiernos, tuvieron una vinculación directa u orgánica con los movimientos sociales que en cada etapa hicieron posible la consecución de conquistas sociales por una mayor justicia social.
Tercera analogía: Inauguración de un nuevo orden constitucional
Cada uno de los tres regímenes analizados se inauguró con una nueva Constitución que marcó, en cada momento, el inicio de un nuevo pacto social, fuertemente influenciado por las ideas de quienes ejercían la presidencia de la república.
El período presidencial de Gabriel García Moreno inició con la proclamación de una Constitución calificada como “carta de la esclavitud” por su enfoque conservador y represivo.
El 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente, tras expedir la undécima Constitución, eligió como presidente a Eloy Alfaro quien extendió el mandato de su primer período hasta agosto de 1901. En su segundo período, entre enero de 1907 y agosto de 1911, Alfaro inició con la Constitución de 1906, aprobada pocos meses atrás por la Asamblea Constituyente. Dicha constitución fue conocida como “la carta magna del liberalismo ecuatoriano”.
Rafael Correa inició su mandato impulsando la elaboración de una nueva Carta Magna, aprobada mediante consulta popular en el año 2008. La Constitución vigente recoge históricos planteamientos de sectores subalternizados como la plurinacionalidad, contiene un marco de derechos muy progresista y derechos únicos en el planeta (como los derechos de la naturaleza y el buen vivir) pero encierra, al mismo tiempo, un conjunto de disposiciones hechas a la medida del recientemente inaugurado gobierno.
Cuarta analogía: La centralidad de la modernización
Gabriel García Moreno promovió una política de modernización que tuvo, como sus principales hitos, a la Ley Orgánica de la Instrucción Pública, la fundación de institutos de educación y del Observatorio Meteorológico, la creación de la Academia Nacional Científica y Literaria y del Conservatorio de Música, la reorganización de la universidad y la fundación de la escuela politécnica y el fomento de la educación de la mujer. Durante sus dos períodos presidenciales, se preocupó por la reforma del sistema fiscal, el fortalecimiento del sistema financiero y el mejoramiento de las comunicaciones con la instalación del hilo telegráfico.
Eloy Alfaro introdujo mejoras significativas a favor de los sectores subalternos: la abolición de algunas contribuciones de los indígenas y la incorporación de la mujer a la vida pública. Además implantó el laicismo en la educación y decretó la libertad de prensa y la libertad de cultos, incrementó la recaudación fiscal, fundó varios establecimientos de educación primaria y secundaria y para la formación de maestros, reorganizó la enseñanza universitaria; abolió la cárcel a causa de deudas y promovió la Ley Orgánica del Poder Judicial, así como leyes sobre la división territorial y el régimen administrativo interior.
Rafael Correa reestructuró al conjunto del Estado reorganizando, fusionando, ampliando, creando nuevas y complejas instituciones, junto con la creación de miles de puestos dentro del servicio público. Fortaleció el uso de la tecnología en la gestión y los servicios, reorganizó la universidad, mejoró el sistema tributario, modernizó a las fuerzas armadas y a la policía, todo en aras de incrementar la eficiencia considerada como norma de funcionamiento del Estado. Durante su período presidencial ha construido nuevas y modernas escuelas, ciudades del milenio, hospitales, y ha enfatizado en el acceso universal de la población a los servicios de salud y educación, incidiendo en la disminución de los niveles de pobreza en Ecuador.
Quinta analogía: Integración nacional e internacional
Gabriel García Moreno fue presidente de Ecuador en los períodos 1861-1865 y 1869-1875. Durante sus mandatos prosperaron las grandes obras públicas. De manera especial destacan la construcción de la red vial y el trazado de una red ferroviaria entre Quito y Guayaquil.
Eloy Alfaro impulsó la construcción del ferrocarril entre Quito y Guayaquil que se inauguró en 1908 y promovió varias obras de infraestructura y comunicación. El gobierno de Rafael Correa se ha distinguido por la importancia concedida a la inversión pública en carreteras, centrales hidroeléctricas e infraestructura de diversa naturaleza.
Guardando las distancias y los contextos, para estos tres regímenes, la integración nacional parecería haber sido sinónimo de disponibilidad de infraestructura, sin considerar otro tipo de integración … aquella que aún está pendiente, la integración de un país atravesado por prácticas y conductas discriminatorias y racistas que no hemos podido aún resolver.
Hacia el exterior, Eloy Alfaro es sin duda quien tuvo, entre los tres procesos descritos, una proyección regional incontrastable. En 1896, intentó retomar la frustrada integración latinoamericana iniciada por Bolívar, convocando a un Congreso Continental que lamentablemente no tuvo el respaldo de otros países de la región. Rafael Correa ha caminado junto a la nueva integración regional, sin lograr aprovechar sus propias capacidades y posibilidades para expandir su liderazgo.
Sexta analogía: Crecimiento económico sobre una matriz primario-exportadora
La estabilidad que vivió el país durante el régimen de García Moreno se sustentó, en gran parte, por el incremento de los precios del cacao. El incremento de las exportaciones durante los años de su gobierno implicaron la duplicación del presupuesto del Estado.
Durante el gobierno de Alfaro, aumentaron aún más las exportaciones cacaoteras y crecieron las importaciones. Su gobierno consolidó el modelo primario exportador que caracteriza al país desde entonces.
Con excepción del último año, el gobierno de Rafael Correa coincidió con el alza del precio del petróleo, principal rubro de exportación del Ecuador. Los cambios introducidos en los contratos petroleros permitieron que el Estado se beneficie, como nunca antes, de un mayor porcentaje de la renta petrolera que se espera sirva para sentar las bases de su propuesta de diversificación de la matriz productiva del país a fin de superar la “trampa de la especialización”.
Séptima analogía: Autoritarismo y poder
Gabriel García Moreno impuso un régimen autocrático, suprimió la libertad de prensa e instituyó tribunales eclesiásticos como sustento de sus afanes moralistas. Su vocación de dictador convirtió a su período en un espacio de persecución de liberales y de gente portadora de opiniones contrarias, para lo cual contó con el apoyo incondicional de la Iglesia y de los militares. Concentró el poder en sus manos, sin respetar límites. Como gobierno despótico, “semejante a un espejo cóncavo, absorbe todos los rayos del sol, y (…) es muy dueño de agraciar con ellos a sus súbditos, o de tragarse la luz y convertirla en tinieblas en sus voraces entrañas”, denunció Juan Montalvo en su obra “El Regenerador” (149).
Entre los rasgos de la personalidad del presidente Correa, su autoritarismo es quizá uno de los aspectos que mayor malestar y desgaste ha ido generando durante los ocho años de su mandato. Su escasa apertura al diálogo, su intolerancia frente al disenso, la descalificación a sus críticos, que hasta un momento capturaron la atención y simpatía de sus votantes, han comenzado a actuar en su contra. Correa no ha tenido reparos en imponer su criterio frente a temas no admitidos por moralidad, como el derecho a tomar decisiones sobre cada cuerpo o la sexualidad.
Al contrario de los otros dos caudillos, Alfaro fue reconocido como un hombre dispuesto a escuchar y dialogar, llevando a su lado a personalidades como José Peralta de quien valoró su oposición por sincera e inteligente. “Tuteaba a todos, venerable y paternal, y todos le obedecían porque había nacido con el don de mando” (Ibid.: 105). “Un edecán (…) le leía los diarios en alta voz, a excepción de las noticias y artículos más importantes que viera en la mañana. Si se trataba de algo elogioso para él y su gobierno, interrumpía. –Sáltate el resto. Ya sé lo que dirá más abajo. En cambio, si había censuras, escuchaba en silencio y haciase repetir párrafos enteros, mientras movía pesadamente la cabeza” (Ibid.: 86).
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La entrada a la escena política de estos tres regímenes significó, en cada caso, la modernización del país, una articulación más consistente con el capitalismo, la consecución de una mayor institucionalidad y la ampliación de sectores medios. Fueron regímenes que, en su momento, refundaron el Estado. Cada uno de estos tres presidentes dejó un Ecuador distinto al que recibió. ¿Por qué tras tan importantes cambios los procesos se detienen?, ¿qué explica el alejamiento de los pueblos de respecto a la figura que concentró la voluntad de recoger sus necesidades? García Moreno carecía de respaldo popular, no así Alfaro o Correa, cuya sintonía con los procesos históricos y sociales fue innegable en determinadas etapas.
La Revolución Liberal, menos radical y profunda que la que la iniciada por las montoneras alfaristas, continuó sobre el cadáver de don Eloy, víctima de la traición de otros “liberales”; la figura de García Moreno se ha redituado en varios otros dictadores que siguieron su camino; la revolución ciudadana de Rafael Correa, de mantenerse, tendrá el desafío de volver a transitar junto a los sectores que permitieron su ascenso al poder pues no es –o no es únicamente- contra los impuestos a la herencia que el pueblo sale a las calles, es sobre todo, por el malestar ante una propuesta de gobierno que se desdibujó entre el poder, el autoritarismo y el vacío de democracia, porque se percibe que el gobierno en el que depositaron la esperanza comenzó a darles las espaldas. Ojalá no sea demasiado tarde y la derecha, dentro y fuera del círculo gubernamental, no gane nuevamente la delantera.
Biografía
Avilés Pino, Efrén (2000). Diccionario del Ecuador: histórico, geográfico, biográfico. Guayaquil: Cromos.
Ayala Mora, Enrique (1993). Resumen de Historia del Ecuador. Quito: Biblioteca Digital Andina. Universidad Andina Simón Bolívar del Ecuador.
Montalvo, Juan (1987). El Regenerador. Vol. 1. Ambato: Ilustre Municipio de Ambato. Departamento Municipal de Cultura.
Pareja Diezcanseco, Alfredo. (s/f.). La hoguera bárbara II. Vida de Eloy Alfaro. Biblioteca Digital. Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura.
El análisis de la autora, Remedios Sánchez, es -sencillamente- exacto. Lo más objetivo y más serio que se ha publicado en el Ecuador reciente sobre este tema. Felicitaciones, a través de La Línea de Fuego, donde quiera se encuentre la autora de este trabajo tan inteligente.