17.5 C
Quito
domingo, diciembre 22, 2024

FENOMENOLOGIA DE UN TRIUNFO ANUNCIADO. por Napoleón Saltos Galarza

 

Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.

Jorge Luis Borges

 

Quito, febrero 2013

 

Las elecciones no crean fuerzas, las expresan, son una contabilidad de las fuerzas existentes. La representación se basa en la presentación, en el poder de las diferentes fuerzas en dos planos: el poder directo y el control del poder del Estado. El proceso electoral parte de una línea base constituida por el poder real.

LA PRESENTACION

El triunfo de Rafael Correa con el 60% de los votos expresa la fuerza de la hegemonía[1] lograda por el proyecto de Alianza País. La fuerza oficial parte del acuerdo logrado arriba en torno a un proyecto de modernización económica y política que permite la ubicación oportuna del país en la ola del capital financiero-rentista y de los capitales emergentes encabezados por China-Brasil. Correa logra resolver la crisis de hegemonía que afectó al país durante una larga década. Desde una representación bonapartista, que implica la capacidad de una representación general de las diversas fracciones del capital y del poder, sin atarse en particular a ninguna, logra abrir espacio para grupos emergentes así como articular a antiguos grupos económicos reciclados. Y al mismo tiempo logra incorporar un masivo apoyo abajo.

El modelo propuesto por Correa en torno al “socialismo del siglo XXI” se puede caracterizar como “la modernización del país, junto con una preocupación por la justicia social. Esto se realizará por etapas.”[2]

Las políticas locales se enmarcan en los juegos de poder globales. América Latina está ante una disyuntiva: el alineamiento con uno u otro polo de poder global, con el polo Norte-Sur, liderado por las potencias tradicionales –USA, Europa, Japón– o con el polo Este-Oeste, liderado por las potencias emergentes, los BRICs; o la búsqueda de nuevas formas de soberanía e integración. La tendencia de los gobiernos “progresistas” se mueve entre el discurso y la búsqueda de soberanía, y una relativa desvinculación del eje Norte-Sur, para revincularse al Eje Este-Oeste.

El Gobierno de Correa ha logrado resolver este primer tema con una vinculación-dependencia sobre todo de China, que se ha convertido en el nuevo acreedor e inversionista externo[3]; y con una vinculación negociada con Estados Unidos. El discurso antiimperialista, identificado reductivamente con el enfrentamiento al polo americano, mientras se justifica toda relación con el otro polo, permite una legitimación desde el imaginario patriótico. La nominación de Jorge Glass a la vicepresidencia por encima de la microizquierda serrana confirma esta orientación. Aunque quedan elementos de discrepancia de los polos globales, a través de la acción de brokers económicos y políticos, sobre todo en las áreas estratégicas económicas – petróleos, telecomunicaciones – y políticas – los alineamientos en políticas globales.

La primera fortaleza de Correa está en el acuerdo arriba, a partir de la participación en los beneficios. La banca, más allá del discurso, ha tenido beneficios altos durante el período del régimen correista: en el 2011 obtuvo una ganancia record de 393 millones de dólares, un 64% más de lo obtenido en el 2006, cuando se inició el actual régimen; y un 51% más que en el 2010; para el 2012 se anuncia una ganancia en torno a los 320 millones de dólares. Entre los bancos privados que más ganaron en el 2011 está el Banco de Guayaquil del banquero-candidato Guillermo Lasso, con 98,102millones; el Banco del Pichincha con 96, 521 millones; Produbanco con 39,821 millones.[4]

A lo que habría que añadir que en estos seis años no se ha realizado ninguna recuperación del salvataje bancario, ni se ha apresado a ningún banquero “corrupto”. El asunto Filanbanco, en el que juega un papel central Pedro Delgado, sigue siendo un tema pendiente, a pesar del acuerdo inicial de una reducción del monto de la deuda calculado por Juan Falconí Puig de 2.688 millones de dólares y por la ex-Superintendente de Bancos, Gloria Sabando, en 1.055 millones de dólares[5], a 400 millones anunciados por el Presidente Correa.[6] El desacuerdo está en el manejo realizado de los bienes incautados.

La concentración monopólica de la riqueza ha crecido durante el período de Alianza País: “En el 2007, cuando empezó el gobierno de Rafael Correa, 50 grupos económicos obtuvieron ingresos de casi 15.000 millones de dólares. Representaron el 33% del Producto Interno Bruto, PIB, que en ese año llegó a 44.000 millones. Cuatro años después, en el 2010, el Servicio de Rentas Internas había certificado la existencia de 75 grupos. Estos habían obtenido ingresos por algo más de 25.000 millones de dólares. Y su impacto económico representaba el 43,8% del PIB, que en ese año fue de 58.000 millones de dólares. Un crecimiento de 10 puntos.”[7]

El peso de la redistribución hacia abajo no proviene de una afectación de la riqueza de los de arriba, sino que recae en los fondos del Estado, provenientes de un período extraordinario de ingresos por el mini boom petrolero iniciado en el 2003 y la ola de subida de los precios internacionales de las conmodities producida por el desplazamiento del capital financiero transnacional hacia el rentismo; así como en el aporte de los sectores medios a los pagos sociales.

De modo que el desacuerdo arriba no está en torno al modelo económico, sino sobre la forma política. El propio Presidente Correa ha señalado que el propósito no es el cambio de modelo, sino mejorarlo: “Básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que cambiarlo, porque no es nuestro deseo perjudicar a los ricos, pero sí es nuestra intención tener una sociedad más justa y equitativa.”[8]

El SENPLADES no sólo señala que se mantiene el modelo de acumulación, sino que se ha ahondado la reprimarización y el carácter rentista de nuestra economía: “(…) el desarrollo del país sigue anclado al petróleo y la exportación de productos primarios: 71% del aparato productivo del país se sostiene en la producción de bienes primarios, el 8% en los servicios y apenas el 21% en la producción de bienes industrializados. En el 2006, un 56% del total de exportaciones no petroleras correspondían a bienes primarios, porcentaje que aumentó en el 2011, cuando registró 61%. El peso de las exportaciones de manufacturas, que tienen más valor agregado, se redujo en cinco años. En el 2006 era el 40% del total de exportaciones no petroleras. En el 2011 fue del 36%.”[9]PERO ESO SE EXPLICA POR EL HECHO DE QUE LAS EXPORTACIONES PRIMARIAS HAN SUBIDO – HAY QUE VER NE CUANTO A TONELADAS O DOLARES

Un componente clave de la hegemonía instituida por PAÍS es el predominio de la visión etapista de la “revolución”, portada por los grupos de izquierda que operan dentro del régimen y por la visión dominante en la izquierda oficial continental, que converge con la visión evolutiva de los grupos de poder que dirigen el “proyecto”. Atilio Borón señala con claridad esta concepción, como “la permanente profundización y aceleración del proceso reformista”,[10] en base a una lectura gradualista de la relación entre reforma y revolución. Con ello se abre un campo a la aceptación del “bien menor” y se deslegitima las visiones “maximalistas” del cambio estructural.

En la entrevista realizada por Orlando Pérez en la noche del triunfo, Correa ratifica esta visión como la perspectiva del nuevo período:[11]

OP. Entonces, ¿qué va a hacer en cuatro años más que no sea lo mismo y reestructure el comienzo, como dice Heidegger?

RC. A lo que me refiero es a la parte técnica, pero en la parte política no se ha hecho más de lo mismo. La relación de poder en este país ha cambiado. Aquí ya no mandan los banqueros, la burguesía, los medios de comunicación, los organismos internacionales, los gringos… Aquí manda el pueblo ecuatoriano, y en eso el cambio ha sido radical. Ya en la parte técnica -matriz productiva, etc.- no hemos tenido gran diversificación, por eso nosotros mismos hemos hecho la autocrítica de que nos ha ido bastante bien, y hemos hecho bastante bien lo mismo de siempre. Tenemos que hacer cosas nuevas y mejores. Ese es el gran desafío.

OP. ¿Qué es lo que falta?

RC. Por ejemplo, diversificación de la materia productiva; dentro de eso, diversificación de la matriz energética, que ya lo estamos haciendo. Estamos sembrando y en 2016 cosecharemos, y qué forma; convertiremos al país -por primera vez en la historia- en exportador de servicios, de energía limpia, renovable. Eso es un cambio histórico.

“… para el mismo Correa, el propósito de esta “revolución” no es el cambio estructural. Tan solo, hacer mejor las cosas con el mismo modelo (de capitalismo extractivo) de acumulación y además sin afectar a los sectores que concentran la riqueza. Hacer más de lo mismo, aunque bien. Ese parecería ser el concepto de “revolución” tal como lo comprende Correa.”[12] El triunfo le permite al Presidente un nuevo grado en su razonamiento: la separación entre la técnica y la política. La disputa está en el control político, en donde efectivamente hay un cambio de hegemonía, el paso desde el poder del bloque financiero agroexportador, articulado al eje global Norte-Sur, al bloque financiero-rentista-importador, articulado al eje global Este-Oeste; la matriz económica se presenta como una variante del modo capitalista.[13]

 

LA POLÍTICA ELECTORAL

La política es el arte de modificar el cauce de las condiciones objetivas, crear voluntades colectivas que abran nuevas orientaciones. En la micropolítica electoral eso es lo que se proponen los candidatos de las diversas tendencias, al menos en el discurso: captar la opinión pública para convertirla en votos.

En la democracia representativa se opera una metamorfosis básica: se crea una mayoría artificial y sobredeterminada por el poder: un proceso de tzantzificación creciente. El “pueblo” se reduce a los electores, los electores quedan reducidos al número inscrito en el padrón, los votos quedan reducidos a los votos válidos, los votos quedan reducidos a las fórmulas de la distribución de escaños. Con ello se produce una democracia de minoría. En las elecciones actuales, de acuerdo a los datos oficiales del CNE, de los 14 millones y medios de ciudadanos, existirían 11.675.441  de electores, pero únicamente hay registrados con firmas y huellas alrededor de 9 millones[14]; es decir de entrada quedan fuera 2.5 millones de posibles electores. A esto hay que sumar la abstención voluntaria o determinada por circunstancias objetivas, además de los votos nulos y blancos. El resultado es que incluso mayorías electorales notorias, como la que se da en las elecciones actuales con el respaldo a Correa y a las listas de Alianza País, en realidad representan a una minoría, en torno al 30%.

El proceso electoral se trazó como la disputa entre el Presidente-candidato, Rafael Correa, y los otros. La escena venía actuando en forma binaria: el gobierno y la oposición de la derecha. El proyecto inicial de la derecha fue recrear el referente venezolano de unificación de la oposición. Pero esta propuesta no prosperó, porque hay intereses parciales y sectorializados. El interés general está expresado en el proyecto PAÍS. El intento de la “Unidad de la Izquierda” era romper este juego de espejos.

El centro de la crítica de los candidatos de derecha en la campaña estuvo, no al modelo de acumulación, sino en torno al estilo autoritario del Presidente y la falta de independencia de los poderes del Estado. Ideológicamente se planteó un cierto desacuerdo con la excesiva intervención del Estado y la necesidad de recuperar la iniciativa del libre mercado; pero esta crítica se refiere en términos de políticas concretas más a la reducción de los impuestos que a la modificación del modelo. Por arriba hay una convergencia en torno al extractivismo y la reprimarización; las críticas, aunque débiles, vinieron de las filas de la “Unidad Plurinacional de las Izquierdas”.

La fuerza de PAÍS se complementa con el control de los aparatos de Estado desde el Ejecutivo. El objeto de la política se reduce al control del poder del Estado. En el ámbito electoral, el régimen captó el control tanto del CNE como del Tribunal Contencioso Electoral, bajo el nuevo sistema político instituido a partir de la Constitución de Montecristi. Desde allí ejerció el control tanto de las reglas como del desarrollo del proceso electoral. El campo normativo, preparado con años de antelación, aseguró las ventajas para el orden del poder, en torno a un sistema presidencialista reforzado.

Para la elección de Presidente, ante cualquier riesgo de incertidumbre se instituye la mayoría del 40%, a condición de que el segundo lugar tenga una distancia mayor del 10%. Para la elección de los asambleístas se ratifica el sistema D’Hont, un sistema de distribución de mayoría, utilizado durante el período de dominio del Partido Social Cristiano.

El control del proceso va desde el momento preelectoral: el asunto de las firmas detuvo la intervención temprana de los partidos, lo que dejó un espacio abierto para la presencia de la imagen oficial; a la vez que buscaba acentuar la ilegitimación sistema de partidos. Aunque el desenlace afectó también al Partido de Gobierno por el alto número de firmas presentadas por PAÍS que fueron invalidadas por el CNE, en el arranque del proceso el poder logra el objetivo del disciplinamiento de las fuerzas participantes.

El control fundamental está en el campo de la opinión pública. Un signo clave de poder es la formación de la agenda pública. El régimen tenía un adelanto por el dominio de la escena política durante seis años, a través de una sistemática política mediática. En muy pocos momentos PAÍS perdió la iniciativa sobre los temas tratados.

La campaña se orientó a dar continuidad a la presentación de los resultados de la gestión del régimen. El gobierno podía propagandear sus logros: “El desempleo disminuyó a 4,1 porciento a fines del año anterior –una baja record en más de 25 años. La pobreza ha bajado  27 porciento desde 2006.  El  gasto público  en educación  es ahora más del doble en términos reales (ajustados a la inflación). Un aumento creciente del gasto en salud ha ampliado el acceso de la población a la atención médica. Otros gastos sociales también  han crecido  sustancialmente, incluyendo una enorme expansión del crédito subsidiado para la vivienda.”[15] Podía presentar además el ícono visible de las carreteras y la inauguración de obras, como el signo del cambio. Con ello, se ha construido un imaginario fuerte en torno a la capacidad de Correa para enfrentar la crisis mundial: mientras en Europa y particularmente en los países en donde están los migrantes ecuatorianos, España e Italia, la crisis afecta a la vida de la gente, en Ecuador hay un tiempo de bonanza y tranquilidad. Una imagen que apantalla la realidad que va por abajo y el sentido del modelo.

Desde la lucha social un tema situado en la visibilidad de la opinión pública era el de  las luchas contra el extractivismo y en defensa del agua, a partir de las movilizaciones de la CONAIE en marzo del 2012. Aunque en el proceso electoral perdió fuerza y no logró constituirse en un tema central.

El forcejeo inicial desde la oposición se concentra en torno al caso COFIEC-Duzak que involucra al primo del Presidente, Pedro Delgado. Se visibiliza el tema de la corrupción que salpica al régimen, por su intento inicial de defender al acusado y convertirlo en víctima de la prensa ‘corrupta’. Pero se desactiva el tema desde dos dinámicas: la capacidad propagandista del régimen para desplazar hacia nuevos temas; y la incapacidad de la oposición para pasara de la denuncia contra la corrupción a un cuestionamiento ético. El dominio de la razón cínica bloquea el poder de la denuncia.[16]

Los asesores aconsejaron a Lasso que al populismo sólo se le puede ganar en su propio terreno. El candidato de la derecha intentó posicionar el tema del aumento del bono de 35 a 50 dólares, como instrumento de disputa de la adhesión clientelar de la masa, con el aditamento de que iba a ser financiado con la reducción de los gastos propagandísticos del régimen. Correa le dio la vuelta al tema: la distancia entre la oferta y la ejecución inmediata; con el aditamento de que la fuente de financiamiento venía de las utilidades de la banca.

La agenda electoral progresivamente fue controlada desde la fuerza de la propaganda gubernamental, con acciones marginales de una oposición que trataba de mostrarse como ecuánime y pacífica, para diferenciarse de la figura “autoritaria” del Presidente: una campaña opositora que se desarrolló en la media cancha, mientras dejaba campo libre a la propuesta oficial.

 

EL TRIUNFO OFICIAL

Con la hegemonía resuelta temporalmente y con las reglas electorales definidas a favor del poder, el resultado era previsible: Correa logra el 57% de la votación y gana una mayoría absoluta en la Asamblea, con 90 asambleístas.

El mapa del triunfo del Presidente Correa muestra el mayor apoyo en la Costa y Cuenca, con promedios en torno al 60%; un apoyo medio en la Sierra, con porcentajes menores en las provincias con composición indígena; y un apoyo más reducido en la Amazonía, en dos provincias es desplazado del primer puesto por Gutiérrez en el Napo y por Lasso en Zamora. En la Costa el electorado que tradicionalmente apoyaba a las fuerzas populistas y socialcristianas se habría desplazado hacia Alianza País.

Se confirma la tendencia mostrada en la votación de la Consulta Popular, aunque reforzada. Quizás la diferencia de seis o siete puntos a favor de Rafael Correa entre las dos votaciones está en la dispersión de la oposición en las elecciones de febrero 2013, mientras en la votación de la Consulta la oposición pudo presentar un frente común de facto en torno al NO.

El Presidente Correa obtiene un respaldo multiclasista que atraviesa a los diversos sectores y a los diversos territorios. No hay contradicciones significativas de los grupos económicos y de poder, local y transnacional, con el proyecto Correa: las contradicciones son negociables o desembocan en la “aceptación”, aunque sea forzada. La pugna antiimperialista y antioligárquica está bajo control.

La reducción del apoyo a Lucio Gutiérrez expresa, entre otros elementos, el desplazamiento del apoyo al Presidente Correa por personal militar y policial “atendido” por el régimen, sobre todo a raíz de los acontecimientos del 30S.

Destaca el apoyo “popular” de los electores. Esto muestra el estado de conciencia de las masas, un dato de las condiciones “objetivas” que no fue tomado en cuenta por la izquierda opositora. En la contabilidad del apoyo oficial se suma decenas de nuevos burócratas incorporados a la función pública.

Este respaldo no se puede reducir únicamente al voto de agradecimiento-clientelar de los beneficiarios de los bonos o de los cargos. Si bien éste es uno de los principales componentes del modelo,[17] la construcción de la hegemonía  es más compleja, opera en varios niveles: la asistencia, el discurso, la propaganda y la producción de sentido “orgánico”.

El juego clientelar tomó mayor fuerza durante la campaña electoral: hay indicios para establecer que ésta fue la campaña más cara de la historia del país, tanto por el lado del régimen como de la oposición oligárquica. La candidatura oficial contó con el apoyo de los recursos del Estado. Ahora todo cuesta: las firmas, las movilizaciones, la propaganda; hasta colocar una bandera en el domicilio tiene un precio. El lado ridículo estuvo en la competencia sobre el monto del bono de la pobreza: desde los 50 de Correa y Lasso, hasta los 100 de Lucio y Noboa. Se han reducido las adhesiones por convicción y militancia.

La modernización de las relaciones de producción capitalistas en el agro, que se concretan en la elevación de salarios y el aseguramiento social de los trabajadores en la plantaciones, tienen un lado “progresista” frente al dominio oligárquico tradicional; por lo cual ejercen un poder de atracción al imaginario social. El juego del poder es la separación de este proceso particular respecto a los ciclos claves de reproducción ampliada del capital, como en el manejo de las áreas estratégicas – petróleo, telecomunicaciones -; aún más se puede legitimar el discurso de la bondad de estas políticas en función de la provisión de servicios públicos.

El ejercicio bonapartista-populista-autoritario[18] del poder se basa en la disolución de las formas orgánicas autónomas de los actores “populares” y la relación con una masa incapaz de generar auto-representación, y que, por lo tanto, delega la esperanza hacia un líder carismático fuerte.

No se trata de un voto autónomo, está marcado por las definiciones de la hegemonía: en el capitalismo “la ciudad lleva tras sí, inevitablemente, al campo. El campo sigue, inevitablemente, a la ciudad. Únicamente se trata de ver cuál de las clases “urbanas” será capaz de llevar tras de sí al campo, cuál de ellas podrá resolver este problema y qué formas adoptará esta dirección ejercida por la ciudad.”[19]

La fortaleza de Correa estuvo también en la debilidad de la oposición. El dominio hegemónico se expresa en el doblegamiento de la voluntad colectiva de las fuerzas opositoras, que se inclinaron hacia una campaña light, elecciones frías, sin la clarinada de la calle y la convicción de la propuesta.

El cálculo del candidato-banquero llegó hasta el posicionamiento a futuro desde un programa de libre mercado con rostro humano; sin mostrar interés es cuestionar el núcleo del modelo económico ni político del régimen. Basta citar que ante la pregunta sobre la reforma judicial y el Consejo de la Judicatura la respuesta de Lasso fue por el lado del respeto a lo actuado en el marco de la legalidad, incluidos los plazos del organismo rector de la función judicial. La noche de los resultados electorales, el candidato-banquero festejó el “triunfo” como la fuerza opositora legitimada, al lograr el 23,3% de la votación presidencial y contar con 9 asambleístas y con una estructura partidaria nacional.

Los magros resultados electorales dejan fuero de juego a los partidos populistas PRE y PRIAN, así como al MPD, que por primera vez desde el retorno constitucional no ha logrado un solo parlamentario. Sociedad Patriótica de Gutiérrez sigue el cauce de un desgaste cada vez mayor: logra el 6,5% en la elección presidencial y contaría con 8 asambleístas.

La disputa se orientó  en contra del estilo autoritario de Correa, desde una visión de la democracia representativa liberal, especialmente el argumento de la separación de poderes, cuando estamos ante un cambio de la forma de la política y del Estado en torno a modelos neoconstitucionalistas y neoinstitucionalistas. La fuerza de Correa viene de la representación de las posiciones más avanzadas del capitalismo global que puede encarnar el interés general; ante el cual las propuestas parciales de fracciones, como la bancaria, aparecen como intereses corporativos, sin capacidad de convocatoria hegemónica; tanto más que vienen con el lastre de una herencia oligárquica rechazada por la masa, sobre todo en torno al tema de la crisis y el salvataje bancarios.

El vaciamiento de movilización social y el alineamiento unilateral a la lucha institucional-electoral afectó sobre todo a las posibilidades de la Unidad de la Izquierda. Los puntos de disputa programática se redujeron al tema ecológico y al incumplimiento de la Constitución de Montecristi, dentro del mismo terreno normativo e ideológico oficial. En asuntos claves como el tema de la educación superior el candidato presidencial reprodujo el discurso gremialista de las conquistas y el libre ingreso, sin fundamentar un imaginario diferente de reforma universitaria. Abandonó la fuerza de la lucha contra la corrupción y de la propuesta de una ética política diferente, a partir del cálculo de no generar una imagen confrontacional.

El discurso dirigido hacia el centro termina por desfigurar la propuesta de la Unidad de la Izquierda, sin lograr, de un lado, diferenciarse ante el electorado de la propuesta de Correa, que en amplios sectores sigue siendo el representante de la izquierda y concentrando el imaginario del cambio; y de otro, superar el síndrome del voto útil en sectores medios de centro izquierda de la Sierra, que terminan votando contra Correa y a favor del más votado de la oposición: por primera vez desde que tengo memoria, la derecha política (Guillermo Lasso) obtuvo más votos en Pichincha que en Guayas. En términos generales, (…) Guillermo Lasso tuvo porcentajes de votación ligeramente más altos en las provincias serranas que en las costeñas, con excepción de Azuay (más bajo), Esmeraldas y el Oro (más altos). Esto es algo excepcional en la historia electoral ecuatoriana reciente. La hipótesis es ésta: no solo Rafael Correa ganó una parte importante del electorado que tradicionalmente votaba a la derecha en la Costa, sino que Guillermo Lasso logró recoger una parte del voto que tradicionalmente votaba por el centro izquierda en la Sierra. El posible electorado a favor de Alberto Acosta votó finalmente contra Rafael Correa. Prefirió el voto útil.”[20]

Un signo de la diferencia en este campo está en el triunfo de Cléber Jiménez en Zamora (Acosta logra una votación significativa con el 18,21%; la lista de asambleístas encabezada por Jiménez obtiene el 28, 65%), como un reconocimiento a uno de las asambleístas más valientes en la denuncia de la corrupción; un asambleísta que “se olvidó” de los temas provinciales y se dedicó a los grandes temas nacionales y globales, que es el campo en que se definen también los intereses locales, sobre todo de una provincia anti-minera que lo apoyó masivamente.

Se prueba una vez más que para la izquierda revolucionaria la lucha al interior de la institucionalidad capitalista requiere el asentamiento en las luchas extra-institucionales, en la movilización social y en el enfrentamiento en los puntos de ruptura antisistémica. Para que el pueblo crea en el cambio no es suficiente la denuncia y el desgaste del poder, sino la presencia de una alternativa creíble.

La cuestión indígena introduce factores de autonomía “civilizatoria”, aunque no se traduce mecánicamente en apoyo electoral: esto puede explicar en parte por qué Pachakutik, a pesar de su debilidad general y en particular del debilitamiento de su capacidad contra-hegemónica, logra representaciones de asambleístas provinciales. “Los indígenas, que constituyen aproximadamente el 30 % de la población, están divididos políticamente, a la par que otros grupos de la sociedad ecuatoriana. Como el poder político utiliza estas divisiones, el movimiento indígena ha perdido parte de su fuerza original. Algunos elementos radicales no facilitan la tarea de la CONAIE. El partido Pachakutik ha manifestado un cierto oportunismo, especialmente en el tiempo de la presidencia de Lucio Gutiérrez. La interculturalidad promovida oficialmente, parece ser más una integración de todos en una modernidad clásica no criticada, que un diálogo entre culturas de igual derecho.”[21]

Una condición del dominio hegemónico es el control de los gérmenes de alternativas antisistémicas, de procesos con capacidad contra-hegemónica. El poder juega dos líneas complementarias: la cooptación de los cuadros orgánicos y la criminalización de la lucha social. El mecanismo principal ha sido el primero, aunque hay que tomar el cuenta las posibilidades de influencia de los microgrupos de la izquierda social y política en el proyecto de la Revolución Ciudadana.

La represión a las luchas sociales tuvo su punto más alto en el ascenso de la resistencia al modelo extractivista: “Frente a las resistencias contra las concesiones mineras a corporaciones extranjeras, en su mayoría canadienses y chinas, se implementó la legislación anti-terrorista;  varios líderes indígenas fueron arrestados y encarcelados.”[22] Pero para el período electoral el régimen logró mantener el control. Los intentos de la Unidad de la Izquierda de convertir el tema de los “10 de Luluncoto” en un signo de la criminalización de la lucha social tenía una base orgánica débil, por lo cual no logró suficiente trascendencia para traducirse en apoyo electoral.

El sistema de partidos queda modificado profundamente. ¿Vamos a un sistema unipartidista, tipo PRI en México, en donde la oposición institucional queda reducida a la marginalidad? ¿O vamos a un sistema bipartidista, con un juego de espejos entre el polo oficial y la oposición oligárquica? ¿Hay espacio institucional para una acción autónoma de los actores subalternos?

La magnitud del triunfo puede apuntar en lo inmediato a un régimen tipo PRI, en donde las contradicciones de la sociedad se introyectan como disputa de fracciones y camarillas dentro de Alianza País. Las posibilidades de modificaciones retornan al campo de la presentación.

¿Hasta dónde se confirma la estructura orgánica de Alianza País? Si establecemos la relación entre la votación presidencial y la votación para asambleístas nacionales vemos que hay una relación de correspondencia, en torno al 57%, mientras las otros partidos aliados se mantienen en porcentajes bajos, Avanza en torno al 3% y PSFA 1%. Los bajos resultados dejan en condiciones difíciles a los partidos aliados: el PSFA va en camino a su extinción; y AVANZA, constituido en el refugio de antiguos políticos reciclados, no cumplió las expectativas del Jefe del IESS, a pesar del gasto dispendioso de los fondos públicos.

El peso electoral está en la capacidad de arrastre desde el liderazgo carismático de Correa. El método D’Hont termina por reforzar la construcción de la mayoría. La simbólica de la propaganda refuerza esta tendencia: en las vallas se puede ver a una masa anónima de candidatos nacionales, provinciales, uniformados de verde, y una figura central que destaca, el Presidente-candidato, con una vestimenta diferente, de negro. La imagen del Presidente-candidato recorriendo en solitario el país en bicicleta[23] refuerza esta imagen con un hálito de juventud y modernidad.

La propaganda oficial se centró en destacar los logros de la administración y reforzó la figura carismática del líder: el lema central fue “ya tenemos Presidente, tenemos a Rafael”. Refuerza “la nueva plataforma política de su fenómeno: la plataforma mediática”[24], dirigida sobre al target de jóvenes, en el marco del clima modernizador hacia la “sociedad del conocimiento”. Esta línea fue reforzada “indirectamente” por la campaña oficial del CNE dirigida a incentivar el voto de los jóvenes.

Los resultados provinciales tienen algunas variaciones influenciadas por varios procesos de micropolítica: la presencia de partidos “aliados” – PSFA, Avanza -, las disputas de candidaturas y figuras individuales locales.

Alianza País ha logrado constituir un nuevo tipo de movimiento político que se sustenta en la dinámica electoral y en el soporte estatal. La estructura interna cuenta con un  liderazgo personal del Presidente Correa, un centro fuerte en el que intervienen los grupos con poder real y es el que decide en la macropolítca; y un sin número de grupos que se mueven en la micropolítica de las disputas internas para colocarse hacia el centro de decisión. El soporte no está en la organización social, que queda debilitada en una dinámica de individualización ciudadana, que elimina las diferencias cualitativas y homogeneíza en torno a los derechos; sino en el aparato de Estado. Cuando la visión oficial habla de poder popular desde abajo se refiere a las Juntas Parroquiales y a las delegaciones distritales de los municipios. El movimiento PAÍS es la expresión del modelo neoinstitucionalista, una democracia disciplinaria, controlada desde arriba.

 

¿UNA DERROTA SORPRESIVA?

El triunfo de Correa era previsible. Los cálculos sobre la fuerza de la izquierda en torno a un 8% de la votación no se cumplieron.

No funcionó la unidad plurinacional de las izquierdas, ni hacia afuera ni hacia adentro. Las expectativas de que podía disputar el imaginario de izquierda tomado por Alianza País no se cumplieron: un resultado en torno al 3,3% en la candidatura presidencial de Alberto Acosta muestra el retorno a un sitio marginal.

La relación entre la votación presidencial y las votaciones a asambleístas muestran la ausencia de un acuerdo nacional programático: la lista de asambleístas nacionales obtiene un 50% más de votos que la candidatura presidencial. Y la desproporción es mayor en referencia a las candidaturas de asambleístas provinciales, sobre todo en las provincias en donde los partidos de la unidad son fuertes localmente; no se produce una transferencia a la candidatura nacional: la distancia va de 1 a 3 y hasta 4. Esto indica que un alto porcentaje de votos locales por la unidad de la izquierda se desplazaron a nivel nacional en apoyo a Rafael Correa y en otros casos, por el dispositivo del voto útil para la oposición, hacia Lasso.

Pero no se trata de una derrota únicamente electoral, se trata de una derrota política, que viene desde atrás; y se corre el riesgo de una derrota ética. La primera debilidad en el proceso electoral fue el abandono del horizonte utópico, para moverse en el campo del realismo político, en la lógica del cambio gradual. 

 

TEMAS FRONTERA

Las posibilidades de las luchas alternativas retornan a la presentación y se ubican en los puntos de ruptura antisistémica. Actualmente empiezan a mostrarse tres temas frontera.

La lucha campesino-indígena ha colocado un tema frontera en la resistencia al modelo rentista imperante, particularmente la lucha contra el extractivismo minero y petrolero, y la defensa de la biodiversidad, el agua y la vida.

En torno a la cuestión agraria el gobierno ha impuesto un modelo estructurado en torno al agronegocio, orientado a la agroexportación y a la producción de biocombustible y transgénicos, y a la agricultura bajo contrato (modelo PRONACA), orientada a la provisión del mercado interno. Sin embargo allí empiezan a generarse contradicciones, tanto con las luchas por la reforma agraria, impulsadas por un sector de las organizaciones campesinas,[25] como con las luchas indígenas en torno a un proyecto integral de redefinición de la relación entre la madre-tierra y la sociedad.

En los tiempos de la “sociedad del conocimiento” se principaliza la lucha por el control de la renta tecnológica. La cuestión del conocimiento gira en este período en torno a la lucha por el modelo educativo, en particular universitario. El régimen impulsa un fuerte proceso de modernización del sistema de educación superior, funcional a los cambios de la globalización, en particular, la articulación al capital financiero-rentista transnacional. Hasta ahora la resistencia ha actuado desde atrás, desde la defensa gremialista de las “conquistas” y “derechos”, por lo cual no ha tenido resultados positivos, pues el régimen ha conquistado el imaginario de cambio. La posibilidad de una alternativa está en pasar de la crítica a la construcción de una propuesta y una fuerza alternativa en torno a un modelo fundado en el diálogo de saberes y conocimientos entre lo más avanzado de los aportes de la ciencia y la academia a nivel mundial y los aportes de la originalidad de nuestra América.

La originalidad de las luchas alternativas en nuestro Continente implica una “creación heroica”, fundada en la superposición barroca de las luchas antiimperialistas, con las luchas anticapitalistas y las luchas civilizatorias por el socialismo y el comunismo. 

 


[1] La hegemonía, según la visión de Gramsci, implica fuerza más consenso, dominio de la sociedad política recubierta de sociedad civil. Podemos diferenciar la hegemonía arriba (H1), entendida como el acuerdo en el bloque en el poder; la hegemonía como el sentido dominante-dirigente que se extiende y es “aceptado” por toda la sociedad (H2); y la contrahegemonía (H3), como la disputa de poder desde las clases y fuerzas subalternas.

[2] HOUTART Francois, Las fuerzas sociales y políticas en vísperas de la elecciones de 2013, PDF, Alba Noticias, 26-12-2012.

[3] VILLAVICENCIO Fernando, Ecuador made in China, Editorial Gráficas Silva, Quito, 2013.

[4] DIARIO EXPRESO, Unidad de Investigación, sábado 21 de enero del 2012, p. 6.

[5] Hoy, 17/10/2009. Lo que le acarreó a un juicio político impulsado por Alianza País.

[6] DELGADO Diego, Colosal festín pelucón, PDF, 15 febrero 2013. ROSERO Andrés, Elecciones 2013: mercadeo de ofertas, intereses ocultos, línea de fuego, febrero 2013.

[7] REVISTA VANGUARDIA, El boom del poder económico, número 327, 6 de febrero 2012, pp. 16 – 21.

[8] CORREA Rafael, Entrevista, Diario El Telégrafo, 15-01-2012.

[9] SENPLADES, Nuevo Plan para cambiar el aparato productivo del país, Diario El Comercio, Quito 26 de Septiembre del 2012

[10] BORON Atilio, Ecuador: cuatro lecciones de una victoria aplastante, ALAI AMLATINA, 18/02/2013, consulta febrero 2013

[11] CORREA  Rafael, Entrevista, Diario El Telégrafo, 13 de febrero del 2012: http://www.telegrafo.com.ec/actualidad/item/tenemos-que-hacer-cosas-nuevas-y-mejores.html, consulta febrero 2013

[12] MARTÍNEZ Mateo, Hacia un análisis del discurso de la Revolución ciudadana, lalineadefuego, febrero 19, 2013, consulta febrero 2013.

[13] Esta es la cuestión fundamental: diferenciar la naturaleza de los cambios operados por la Revolución Ciudadana y su perspectiva: ¿se trata de cambios cíclicos o de cambios estructurales? “Encontrar la identidad real bajo la aparente diferenciación y contradicción, y encontrar la sustancial diversidad bajo la aparente identidad es la más delicada, incomprendida y no obstante esencial dote del crítico de las ideas y del historiador del desarrollo histórico. (GRAMSCI Antonio, Cuadernos de la Cárcel, 24, § 3, Vol. 6, p. 166.)

[14] Al momento, con el 86,33% escrutado se contabiliza 8.209.591 de firmas y huellas dactilares registradas en el Padrón. Aún no se aclara el porcentaje del abstencionismo.

[15] WEISBROT Mark, El “New Deal” del Ecuador: Nada es tan exitoso como el éxito, The Guardian Unlimited, 15 de febrero, 2013, http://www.cepr.net/index.php/other-languages/spanish-op-eds/el-qnew-dealq-del-ecuador-nada-es-tan-exitoso-como-el-exito, consulta febrero 2013.

[16] SALTOS Napoleón, La banalidad del bien, en VILLAVICENCIO F., Op. Cit.

[17] Como señala Houtart, Op. Cit.: “Este programa (de bonos), mínimo frente a lo que significa la pobreza real, pero importante en los casos extremos, corresponde a una lógica asistencial (necesaria en situaciones de emergencia), que no produce actores sociales, sino más bien clientes del Estado.”

[18] ZAVALETA MERCADO René, Formas de operar el Estado en América Latina (bonapartismo, populismo, autoritarismo), en IBARGÜEN Maya y Norma DE LOS RIOS MÉNDEZ (coordinadoras), René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonios y revisiones, Miño y Dávila Editores, Buenos Aires, Argentina, 2006.

[19] LENIN, Vladimir, Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la Dictadura del Proletariado, Obras Escogidas, p. 144, http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas10-12.pdf, consulta febrero 2013.

[20] OSPINA Pablo, Primeras reflexiones sobre una derrota, lalineadefuego, febrero 20, 2013

[21] HOUTART F., Op. Cit. Desde este análisis, Houtart se pregunta si era conveniente el involucramiento de la CONAIE en el proceso electoral, “con el peligro de gastar mucha energía y credibilidad en una campaña perdida desde el inicio, en vez de consagrarse como movimiento social, al mediano y largo plazo, preparando así un post-Correa.”

[22] HOUTART F., Op. Cit.

[23] MURILLO Carol, ¿Y quién se baja de la bicicleta?, El Telégrafo, 21-01-2013 http://www.telegrafo.com.ec/actualidad/item/y-quien-se-baja-de-la-bicicleta.html, consulta febrero 2013. Y la respuesta de UNDA Mario, La bicicleta, el ciclista y la comparsa, línea de fuego, febrero 2013.

[24] MURILLO C., Op. Cit.

[25] Aquí se basan las contradicciones al interior de la FENOCIN entre una línea vinculada a la política oficial, sobre todo con asentamiento en la Costa; y una posición de confrontación a partir de una línea campesina.

 

lalineadefuego
lalineadefuego
PENSAMIENTO CRÍTICO
- Advertisement -spot_img

Más artículos

1 COMENTARIO

  1. Napoleón Saltos aporta significativamente desde una perspectiva global el leer el sentido del proyecto de AP y la complejidad de los desafios para la izquierda social. Le da sentido histórico al encaje del proyecto capitalista de Correa al proyecto global,

    Hgo Amaru Mafla

Deja un comentario

- Advertisement -spot_img

Lo más reciente