“La salud humana es un reflejo de la salud de la tierra”
Heráclito
El principio de beneficencia que siempre ha marcado a las profesiones medicas ha ingresado a las puertas de sospecha del poder, AHORA se lo antepone al principio de justicia “Primum non nocere, primero, no hacer daño” , es decir repitiendo la advertencia del gendarme, el maestro tradicional y el padre que maltrata sentencia el poder predispuesto con el dedo acusador a un potencial “dañador”: te vigilo, te ordeno, te castigo . Primum non nocere, no puede ni debe ser el látigo extendido y vigilante del poder…siempre fue el mensaje esencial de la conciencia, la que nos llevo a quienes elegimos la profesión que acompaña al que nace, al que sufre, al que muere.
La visión desarrollista del estado ve la práctica médica en perspectiva mecánica, olvidando que su intimidad epistemológica, está en el ethos de la vida que hace de los recursos un medio, y del bienestar físico, emocional y social, un fin. El poder promueve la aplicación de estándares peculiares que impone un concepto homologado traído de la industria capitalista Atención médica de calidad. Los mismos parámetros de las ciencias contables y la ingeniería, quieren ser aplicados en un contexto en el que profesionales sanitarios formados en ciencias de la administración y la gerencia en salud son relegados porque el mandatario dijo:“los médicos son malos administradores”. No saben que el hospital y los centros donde acuden los que llevan el dolor a cuestas no puede ser equiparado a una fábrica de chorizos. Los parámetros y estándares aplicables solo pueden ser aceptables desde la bioética porque desde esta dimensión la aproximación de la medicina será más con los valores existenciales que con los de los sistemas judiciales o perjudiciales del derecho represor.
Una revisión justa y objetiva de las prácticas profesionales en la Salud Publica reconocerá que los profesionales de la salud, en su mayoría, tienen muy buenas prácticas y casi siempre, estas se realizan en malas condiciones, sin embargo se legisla con énfasis en las excepciones. Para salvar vidas se necesitan mucho más que protocolos a cumplir pues se requiere de una ética de amor que los jueces no entenderán. Se requiere incluso “romper el protocolo” para que el triunfo de la vida sea posible… pero la ley es la ley, y protocolo es protocolo. La Salud Publica sobrevivió en la “larga noche neoliberal” porque médicos y profesionales de la salud trabajaron contra viento y marea. Impagos, mal pagados, recorrieron los caminos olvidados por la patria y el poder y en la misma época. Solo su acción solidaria permitió que los indicadores epidemiológicos, de morbilidad y mortalidad no sean peores que los de los países de la región, indicadores, valga la pena decirlo, que no se han modificado significativamente en el régimen actua
Un análisis conceptual y humanizado de la calidad, trasciende el lado jurídico que quiere hoy vigilar la atención médica conforme a preceptos judiciales que ofertan cárcel. La práctica médica requiere de una política integral de humanización, que apoye la formación de una militancia moral re convertida en axiología adherida a la vida: la solidaridad frente al dolor y la dignidad solemne ante la muerte. Una apuesta comunitaria e ideológica que rompa el cerco mercantil de las leyes de oferta y demanda, en donde los enfermos son una oportunidad, esquema que gobierna el mundo farmacológico y la compra – venta de insumos. Una apuesta por la salud, más que por la enfermedad, por la prevención y por la anticipación a los eventos, por la alegría
Si el objetivo general es vigilar la seguridad del paciente es menester que se impulse el cuidado de los cuidadores y no la amenaza carcelaria, deben los profesionales ser protegidos del cansancio y de la sensación de inseguridad, deben protegerse sus puestos de trabajo, financiar integralmente su capacitación y sobre todo si se quiere calidad humanizada, se deben facilitar todos los mecanismos que rehabiliten el dialogo e interlocución entre pacientes y profesionales. Dialogo ahora en brecha porque se ha estimulado el factor de culpabilización que, de aprobarse en el código penal integral, será eje promotor de una realidad neurótica ¿Quién es el culpable? ¿De quién es la culpa?