Es evidente que no hay, ni hubo, ninguna forma social sin intercambio. El motor del tan ansiado –y siempre esquivo– progreso ha sido el comercio. La historia de los pueblos está signada por los avatares del comercio, sobre todo de aquel flujo de bienes y servicios que rebasa las fronteras nacionales. Esto es aún más claro en países pequeños, cuyos flujos comerciales determinan marcadamente la evolución de sus sociedades y se reflejan en sus estructuras económicas, orientadas a satisfacer la demanda externa. Su historia, su presente e incluso su futuro parecen estar predefinidos por las constelaciones del comercio…
Esta es una realidad inocultable en el Ecuador. Su vida republicana, desde “los gran cacao” hasta “los capos del comercio”, está claramente atada a la evolución del comercio exterior. Las modalidades de acumulación y las consiguientes relaciones sociales dominantes están determinadas, en última instancia, por la dinámica del mercado internacional, en definitiva, por el capitalismo metropolitano. Sin minimizar o marginar otros elementos propios de la rica y compleja estructura regional del país, es preciso poner atención al nexo externo, que es el punto medular del detallado y sugerente análisis de John Cajas-Guijarro.
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*Economista ecuatoriano. Profesor de la Universidad Central del Ecuador. Doctorante en economía del desarrollo en FLACSO-Ecuador.