Un consejo popular dice que no hay que compararse con otros porque siempre se encontrará quiénes son “mejores” o “peores” que uno, lo cual por sí mismo no nos ayuda a superarnos. Sin embargo, los funcionarios oficiales han anunciado la aplicación en el Ecuador de las pruebas PISA, precisamente para compararnos con otros países, como si eso fuese lo más sustancial de sus resultados posibles.
Que son las pruebas PISA
Son pruebas correspondientes al Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) diseñadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La OCDE agrupa a los 34 países que se consideran más desarrollados y asume la misión de promover políticas “que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”, es decir dentro y fuera de sus países, como evidencia de su actitud de potencias que mandan en el mundo. En consecuencia esos países, desde la OCDE, entre otras cosas señalan que: “Medimos la productividad y los flujos globales del comercio e inversión. Analizamos y comparamos datos para realizar pronósticos de tendencias. Fijamos estándares internacionales dentro de un amplio rango de temas de políticas públicas”[1].
Esto ya debería plantearnos una pregunta desde la soberanía: ¿Por qué debemos aceptar un instrumento para que los países desarrollados nos fijen estándares? ¿No es esto similar a lo que hacen el Banco Mundial, FMI o el BID, con la diferencia de que al menos de esas organizaciones somos parte?
Las pruebas se aplican cada tres años desde el año 2000 centrándose en las competencias lectoras, matemáticas y científicas de estudiantes de 15 años de edad. En América Latina se aplican ya en Argentina, Brasil, Colombia, Panamá, Perú, Uruguay, Chile y México, siendo estos dos últimos países integrantes de la OCDE.
¿Para qué se supone que sirven?
En documentos oficiales de la OCDE, se hacen señalamientos como los siguientes, que brevemente los comentamos:
– “PISA examina el grado de preparación de los jóvenes para la vida adulta y, hasta cierto punto, la efectividad de los sistemas educativos.”[2]
Primero se observa que, contrario a otras declaraciones, en realidad se evalúa a los estudiantes sino a los sistemas educativos. De hecho, nada se analiza en las pruebas respecto a la gestión educativa de los gobiernos.
Cabe también preguntarse para qué tipo de vida adulta es la que están juzgando pues no es lo mismo la vida adulta de alguien de Puyo que de París, de alguien de cultura indígena o de cultura europea, de alguien crítico o de quien se acomoda a lo que el sistema le ponga por delante. Es obvio que aquí manda una visión eurocentrista que no quiere ser considerada.
– “PISA se centra en el reconocimiento y valoración de las destrezas y conocimientos adquiridos por los alumnos al llegar a sus quince años”.[3]
En realidad, en los documentos oficiales se presenta una confusión entre destrezas y competencias[4], pero se observa una inclinación a que se evaluará el “hacer” (destrezas) por encima del comprender, criticar, transformar. Cuando se habla de conocimientos, sólo mencionan su adquisición pero no miden su capacidad de construcción de nuevos conocimientos, la pertinencia y relevancia de los mismos para la realidad concreta, el desarrollo de las actividades en el aula y demás datos respecto al proceso de aprendizaje, ya que solo les interesa el resultado final.
Tampoco se evalúa la totalidad de las llamadas “competencias clave o básicas”, sino sólo las específicas de interés de las pruebas.
– “Los resultados de la prueba … permiten observar la ubicación de los resultados de cada país en el contexto internacional.”[5]
Ubicación de los resultados que se refiere a la categorización de los países, mediante un ranking que se convierte en el instrumento público para justificar la imposición de políticas públicas en educación. Esto responde a las prácticas del mercado, basadas en la competitividad que permite que el pez grande se coma al pez chico, desde donde han generalizado procesos de comparación y homogenización que se expresa también en lo social. Esta forma de interpretar los resultados ha permitido su uso en propuestas de reforma educativa. Como sucede con cualquier mercancía, en este caso cuentan con un mecanismo de publicidad que se vuelve más importante que la calidad misma del “producto” educativo.
Para qué sirven realmente
“La prueba PISA responde claramente a las exigencias del mundo globalizado y a la circulación de cerebros privilegiados como mercancías altamente tasadas, por ello sus resultados son interesantes indicadores”.[6] Esta afirmación de Tatiana Coll desde México se ratifica en análisis del Colegio de Profesores de Chile[7] y de la Confederación de Trabajadores de la Educación de Argentina[8], todos países latinoamericanos en los cuales ya se aplican estas pruebas.
En otras palabras, tal y como era de esperarse, la OCDE pone a la educación al servicio del mercado y de los empresarios y la convierte en un componente de trabajadores intelectuales convertidos en mercancía.
Además: “El discurso económico y laboral, competitivo y utilitario, de rehacer la educación en Europa, que parte de la onda y la Comisión Europea, se produce en el horizonte de privatización de los servicios públicos (entre ellos la educación)”[9]. Si bien en el Ecuador no se está aplicando el modelo neoliberal, y por ello estamos lejos de los procesos de privatización que está viviendo Europa, bajo un Estado que moderniza el capitalismo como el que tenemos se coincide con el neoliberalismo en cuanto a que es el discurso competitivo el que manda y estas evaluaciones contribuyen a ello.
De un tercer aspecto que debe ser considerado, nos alerta Hugo Aboites en un estudio de cerca de mil páginas de la “historia de poder y resistencia” en torno a la evaluación educativa en México entre 1982 y 2012[10]. Este aspecto es la manera en la que a través de este tipo de pruebas y de instrumentos, se da paso a una centralización internacional (en este caso desde la OCDE) de la supervisión y orientación educativa. “Para sus promotores no bastaba con que cada uno de los países se diera la tarea de tratarse de una cultura de la eficiencia y la evaluación, también era necesario establecer mecanismos de supervisión que evitará la aparición de diferencias de enfoque y múltiples interpretaciones acerca significado concreto de cuestiones tan básicas como ‘escrutinio’ y ‘calidad’”. Si la deuda externa fue el instrumento a través del cual se impulsó las políticas neoliberales, en las pruebas PISA existe otro instrumento de determinación internacional, por encima de las decisiones nacionales, a pesar de que las conclusiones se presenten siempre como “recomendaciones”, pues son mucho más que eso como se puede demostrar en la historia reciente.
Desde el punto de vista pedagógico estas pruebas adolecen los mismos males que todo tipo de prueba estandarizada que las hace más un mecanismo de control que un instrumento de mejora educativa. De allí que se pueda ya decir que hay un “profundo error conceptual” a más de plantear críticas seria en lo pedagógico y en lo estadístico, todo más allá de que se diga que las pruebas plantean temas también relacionados al contexto de los estudiantes[11].
La prestigiosa revista educativa británica TES, en un análisis publicado el último diciembre titulado “Is Pisa fundamentally flawed?” (¿Es Pisa fundamentalmente defectuoso?), Plantea una serie de aspectos de la “técnica” de evaluación que cuestionan los resultados de estas pruebas. Se cuestiona principalmente la aplicación del modelo estadístico llamado Rasch, por el estudioso que lo inventó. Con él trabajó durante muchos años el profesor de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) Svend Kreiner, que ha asegurado en distintas ocasiones que ese modelo no sirve, no funciona para PISA porque necesitaría que todos los alumnos respondieran exactamente a las mismas preguntas, mientras en PISA los estudiantes responden paquetes distintos de pruebas. La OCDE responde que: “Las evaluaciones PISA se han diseñado de tal manera que el ajuste perfecto del modelo [matemático] no es necesario para permitir comparaciones sólidas entre los países”[12]. En otras palabras, el modelo estadístico no es riguroso ni les importa que lo sea. ¿Será que las concluisiones ya están prediseñadas?
Albert Tuijnman, un antiguo participante en el diseño de las pruebas PISA explicaba: “… Cuando la OCDE diseña un proyecto como este no le mueven intereses de investigación, de análisis académico de hipótesis o datos, lo que significa que la recolección de datos en sí misma no es muy elaborada… El interés principal es simplemente saber donde el sistema logra éxito, más que explicar porque tiene éxito.”[13]
Éstas parte de las explicaciones de cómo los resultados de distintas evaluaciones internacionales pueden contradecirse cuando se los quiere utilizar para medir la calidad educativa de un país. Esto sucede, por ejemplo, entre los datos de las pruebas PISA y les de otras evaluaciones internacionales como los TIMSS (Trends in international Mathematics and Science Studies). Si bien estos segundos se toman para otras edades, por igual categorización los países y, la ubicación en las que los coloquen es muy distinta a los de los resultados de PISA en las mismas áreas[14].
Entonces debería decirse si de parte del gobierno existe algún interés adicional que no sea sólo compararnos con otros países. Debería aclarar si esto tiene que ver uno con la negociación de un TLC con la Unión Europea. En distintos países donde ya hay una insistente aplicación de estas pruebas se resalta que no contribuyen a mejorar la calidad educativa. Tras siete años de gobierno ya deberían saberlo, así como deberían saber que la calidad de la educación no está en el cemento.
NOTAS
[1] Página web de la OCDE en México: http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/
[2] OCDE (2006) Assessing Scientific, Reading and Mathematical Literacy, p. 11.
[3] OCDE; 2012. El programa PISA de la OCDE. Qué es y para qué sirve. Pág. 7.
[4] Hay múltiples críticas fundamentadas a las competencias educativas y su orientación en favor empresarial. Entre ellas se pueden encontrar las presentes en la revista Intercambio de la red SEPA, (Red Social para la Educación Pública en las Américas).
[5] Íbid, pág 7.
[6] Sorpresas de la prueba PISA. Tatiana Coll. La Jornada, 20 diciembre 2013, México.
[7] Colegio de Profesores de Chile, 2009. Revista docencia Nº 38.
[8] CTERA. Canto Maestro Nº 18. Evaluación del sistema educativo.
[9] CC.OO. Enseñanza. Revistra T.E. Nº 289. Madrid.
[10] Aboites, Hugo, 2012. La medida de una nación. Los primeros años de la evaluación en México. Universidad Autónoma Metropolitana y Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. México.
[11] Buckingham, Jennifer, 2012. Keeping PISA in Perspective: Why Australian Education Policy should not be driven by international test results. The Center for Independent Studies. Australia.
[12] El País, 3 de diciembre de 2013. Las tripas del informe. Madrid.
[13] citado por Larry Kuehn en: Kuehn, Larry, 2004. Leaning between conspiracy and hegemony:
OECD, UNESCO, and the tower of PISA.
[14] Abreu Anthony, 2012. ¿Por qué los PISA no son una adecuada herramienta de medición? http://elgastoeducativodominicano.wordpress.com/2012/02/09/414/#
[…] Más Información: lalineadefuego.info […]
[…] Son pruebas correspondientes al Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) diseñadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La OCDE agrupa a los 34 países que se consideran más desarrollados y asume la misión de promover políticas “que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”, es decir dentro y fuera de sus países, como evidencia de su actitud de potencias que mandan en el mundo. En consecuencia esos países, desde la OCDE, entre otras cosas señalan que: “Medimos la productividad y los flujos globales del comercio e inversión. Analizamos y comparamos datos para realizar pronósticos de tendencias. Fijamos estándares internacionales dentro de un amplio rango de temas de políticas públicas”[1]. […]