05 de enero 2016
En El abecedario de Gilles Deleuze (1989), entrevista realizada por Claire Parnet, el filósofo francés explica ciertos términos claves en función del alfabeto. A la letra G, le corresponde la palabra francesa gauche (izquierda). Deleuze sostiene que hay que considerar dos cosas. Ser de izquierda, primero, es una cuestión de perspectiva y empieza por definir qué no es ser de izquierdas. Señala que no es de izquierda cuando se parte del código postal; esto es, de sí mismo, la calle donde uno vive, la ciudad, el país, los demás países, el continente. Se comienza por sí mismo, dice, porque ese yo es un privilegiado que quiere conservar su condición a pesar de que está al tanto de que esta situación es intolerable y no puede durar más. Ser de izquierda, por el contrario, percibe el contorno, el continente, el país, la ciudad, la calle, por último, uno mismo, ya que se trata de acabar con los privilegios.
Segundo, según Deleuze, la izquierda nunca fue un asunto de gobierno, no hay propiamente un gobierno de izquierda, sino de un devenir revolucionario. Para el filósofo, la historia revisionista obsesionada con demostrar el fracaso de las revoluciones carece de sentido. Desde su perspectiva, es claro que toda revolución fracasa, pero esto no quiere decir que haya que descartar los devenires revolucionarios. El devenir, según él, no pertenece al ámbito de la historia, sino al de lo intempestivo, a la creación de algo nuevo. Es por eso que lo fundamental es preguntarse cómo y por qué la gente deviene revolucionaria, devenir que afortunadamente, afirma, no pueden evitar los historiadores revisionistas.
Deleuze considera que ser de izquierda es una cuestión de minoría; es decir, devenir minoría. Indica que hay un devenir mujer como también hay un devenir animal o niño (en Mil Mesetas se explican los diferentes tipos de devenir); pero no hay que confundir el devenir con una esencia o algo consolidado; más bien, se trata de una creación o invención constante. Parnet le interrumpe preguntándole por qué no hay un devenir hombre. El filósofo le responde que hombre, en este caso, es la mayoría; esto es, un patrón. La mayoría, para decirlo con más precisión, es aquel o aquellos que cumplen el patrón; pero nadie propiamente es mayoría porque se trata de un patrón vacío, un modelo sin substancia. La minoría, en cambio, no tiene modelo, es un proceso que quiebra el patrón y, en realidad, somos todos. El arte de la política de izquierdas, según este pensador, está en devenir minoría para oponerse a la tiranía, la opresión, y solucionar o detener problemas concretos como el hambre, los genocidios, etc.[i]
En el Ecuador, vivimos el ocaso del consenso neodesarrollista que caracterizó a la Revolución Ciudadana. El gobierno de Rafael Correa surge de un frente formado por diferentes fuerzas de izquierda (exagerado llamarlo popular) que, en un inicio, tomó ciertas medidas en favor de los pobres. Sin embargo, con el paso del tiempo, Alianza País, el partido gobernante, abandonó sus alianzas de tipo popular; se enfocó en la modernización económica o el cambio de matriz productiva permitiendo que antiguas fuerzas del estatus quo o una nueva burguesía se enquiste en el aparato de Estado. En la actualidad, las arbitrariedades son más frecuentes y experimentamos un incremento sostenido de la represión; por esta razón, desde mi punto de vista, no es errado sostener que el correísmo se encamina hacia el despotismo.
En este ensayo, sin embargo, no me propongo hacer una lectura revisionista ni explicar las razones del fracaso de la Revolución Ciudadana. Mi intención es analizar cómo la idea deleuziana del devenir revolucionario aporta elementos importantes frente a la mistificación de la democracia representativa o la crítica a la concentración de poder –ignorando contradictoriamente la concentración de la riqueza- que manejan las derechas. Si seguimos los aportes del filósofo francés, resulta que la concepción de las derechas coincide con un pensamiento burgués en donde el código postal, o sea, el individuo, tiene prioridad frente al contorno. A quienes aún simpatizamos con la creación de un frente popular, el discurso de la democracia burguesa no nos es de utilidad; por el contrario, se trata de un patrón vacío o idealista que anula la posibilidad de una democracia popular en función de la gente común o trabajadora, no en beneficio de diversas oligarquías ni de las “nuevas burguesías”.
¿Cómo se puede devenir revolucionario o minoría en el Ecuador (pos)neoliberal? No existe un manual ni una sola manera de hacerlo; pero me gustaría enfocarme en un caso particular, el documental, Los descendientes del jaguar (2012), de Eriberto Gualinga, producido en los márgenes de la nación –en oposición a la capital o las grandes ciudades.[ii] Gualinga es un indígena kichwa de Sarayaku en la Amazonía ecuatoriana. Su película documenta el triunfo de su comunidad en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En el 2012, la Corte declaró culpable al Estado ecuatoriano por atentar contra los derechos del pueblo de Sarayaku cuando emprendió actividades petroleras en su territorio sin el consentimiento de la comunidad.
En la primera parte, Los descendientes del jaguar nos lleva a Sarayaku, pero no para reivindicar un código postal o un individualismo ingenuo, sino con el propósito de mostrarnos un horizonte: una forma de vida concreta. La selva, para esta comunidad, es un ser vivo (kawsak sacha): una multiplicidad formada por agenciamientos entre diferentes seres (humanos y no humanos valga el lenguaje antropocéntrico) de cuyo equilibrio depende la vida.[iii]
La mayoría, en este caso, radica en el discurso del progreso, una abstracción lineal, vacía, sin cuerpo o soporte material. El gobierno ofrece a la comunidad salir de la pobreza a través de servicios como salud, educación, infraestructura moderna, etc.; es decir, desde este punto de vista, el desarrollo significa ajustarse al estilo de vida del “hombre blanco-mestizo de la ciudad”. Los dirigentes de Sarayaku responden con una pregunta: ¿qué es ser pobre? Desde su perspectiva, su vida no es tan pobre como se imaginan los funcionarios gubernamentales. Aunque no poseen grandes riquezas materiales, consideran que tienen un ambiente con aire limpio, agua no contaminada, acceso a una dieta balanceada, la comunidad es capaz de garantizar su alimentación o subsistencia por sí misma, los niños pueden jugar libremente, los niveles de estrés son inferiores a los de la ciudad, entre muchas otras cosas.[iv] Esto no significa que no necesiten algunas tecnologías o servicios que ofrece el gobierno, pero sí un cuestionamiento a un modelo de desarrollo que depende de la permanente expansión del capitalismo y de la frontera petrolera o minera.
La selva, para la gente de Sarayaku, no es una fuente de recursos a libre disposición. La selva, como mencioné antes, es un ser viviente del que depende la vida de todos (humanos y no humanos). Allí además están las reservas más grandes de aire, agua y existen ciertas formas de gratuidad en donde no hay necesidad de dinero para sobrevivir. La lucha de esta comunidad, en consecuencia, no es para conservar privilegios. Se trata de reivindicaciones concretas que buscan garantizar la vida evitando la destrucción de la selva y, por ende, del planeta.
La mayoría también controla las cortes y otras instituciones estatales; pero devenir minoría en Los descendientes del jaguar no implica acabar con el sistema legal o las instituciones, sino ponerlas al servicio de la gente. En la segunda parte, el documental nos lleva a Costa Rica, país en donde se encuentra la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La comunidad de Sarayaku reclama sus derechos, pero no mediante una argumentación fundamentada en principios abstractos, sino como un caso particular en donde se crea lo que Deleuze llama jurisprudencia. En otras palabras, no estamos ante la aplicación de unos “derechos universales” (siempre vacíos) teorizados por los “grandes pensadores liberales”, sino ante la lucha material de un pueblo directamente afectado por las políticas gubernamentales que se opone a la devastación que traen consigo las políticas/discursos mayoritarios del desarrollo/progreso.
Devenir minoría, en consecuencia, no es sinónimo de la defensa de los derechos de las minorías. De acuerdo con esta línea de reflexión, la mayoría impone un principio a partir del cual concede ciertos derechos a quienes cataloga como subgrupos minoritarios. Los “derechos de las minorías” así definidos suponen lo que la gran pensadora boliviana, Silvia Rivera Cusicanqui, en “Violencia e interculturalidad. Paradojas de la etnicidad en la Bolivia de hoy”,[v] considera como la imposición de fronteras (creación de mapas étnicos en Bolivia) con el objeto de encerrar a los pueblos indígenas en una tradición esencialista (un pasado primitivo o premoderno). Al reducir a estos grupos a una condición de un número minoritario, se neutraliza su fuerza y se conservan las condiciones de subordinación, dependencia o desposesión.
Los descendientes del jaguar nos muestra cómo en la Corte Interamericana se formó un agenciamiento a nivel internacional. Allí, se estableció una alianza entre diferentes sectores: indígenas, abogados, ecologistas, grupos anticapitalistas, etc. Esta multiplicidad creativa inventó argumentos sólidos (jurisprudencia), gracias a los cuales la Corte condenó al Estado ecuatoriano a pagar las respectivas indemnizaciones a la comunidad a más de exigir la consulta y el consentimiento pleno del pueblo de Sarayaku antes de emprender cualquier actividad extractiva en su territorio.
Se puede objetar que la defensa de “los derechos de las minorías”, en particular indígenas, fue lo que permitió este triunfo. Este razonamiento, sin embargo, como ya lo advertimos, parte de una abstracción: del accionar de “una mayoría generosa” que otorga derechos perdiendo de vista las estrategias concretas de quienes se oponen a los modelos mayoritarios. Dicho de otro modo, el punto de vista de la mayoría es vertical, de arriba hacia abajo; mientras que el devenir minoritario de Sarayaku viene de abajo hacia arriba y es de carácter oblicuo en tanto sucede por medio de agenciamientos locales y globales.
Rivera Cusicanqui nos ofrece más pistas para comprender mejor el devenir revolucionario o minoritario de la comunidad de Sarayaku en la Amazonía ecuatoriana. De acuerdo con ella, no se trata de recluir a los pueblos indígenas en una región específica a través de un diseño etnicista o multiculturalista que define las minorías en función del lenguaje de la mayoría. Ella sostiene que es más adecuado que los indígenas se piensen a sí mismos como mayorías –en Bolivia los son por su número- para desde allí crear un nuevo consenso social capaz de romper los patrones violentos del colonialismo. De ahí que, según esta autora, es fundamental indianizar la sociedad.
Aunque el lenguaje de mayorías y minorías que usa Rivera Cusicanqui, en una primera instancia, parece oponerse a la propuesta deleuziana del devenir minoritario; desde mi lectura, ambas propuestas son compatibles. Indianizar la sociedad se constituye en un devenir indígena que permite quebrar el modelo colonialista o blanco-mestizo (mayoritario para Deleuze), el cual por varios siglos ha implantado el racismo, la explotación, la exclusión, etc.
En la entrevista con Antonio Negri, “Control y devenir”, Deleuze afirma que cuando “una minoría crea modelos es porque desea volverse mayoritaria, y sin duda es inevitable para su supervivencia o su salvación (por ejemplo tener un Estado, ser reconocido, imponer sus derechos). Pero su potencia viene de lo que ella ha sabido crear y que pasará más o menos por el modelo sin depender de él. El pueblo es siempre una minoría creadora y lo sigue siendo incluso cuando conquista una mayoría”.[vi]
La propuesta de indianizar la sociedad coincide con la creación de un modelo por parte de una minoría. En primer lugar, no estamos ante un subgrupo definido a partir del patrón mayoritario, sino ante una minoría que deviene mayoría gracias a una manera de ocupar un espacio-tiempo u organizar un territorio. En segundo lugar, la fuerza de la minoría depende de su capacidad de invención e independencia de su propio modelo –exactamente lo opuesto a lo ocurrido con el gobierno de Rafael Correa (RC) que, entre otras cosas, usa sus iniciales personales para nombrar su proyecto político: Revolución Ciudadana (RC). En este sentido, indianizar la sociedad no consiste en la implementación de un modelo cosificado –etnicista o multiculturalista- ni aferrarse a un pasado idealizado. Se trata de un esfuerzo por romper los modos y las subjetividades colonialistas que impiden una convivencia más equilibrada y armónica.
En Los descendientes del jaguar, la minoría tiene pretensiones de convertirse en una mayoría. La indianización de la sociedad, en este filme, no es un manual doctrinario o ideológico, sino un planteamiento concreto para que la gente abandone su mirada utilitaria hacia la naturaleza. En conclusión, la comunidad de Sarayaku, gracias a una sólida jurisprudencia, al establecimientos de alianzas eficaces a nivel internacional y a la realización del propio documental, da cuenta de la urgencia para proteger la Amazonía debido a que la vida de todos solo es y será posible en la medida en que la selva continúe viviendo.
[i] El abecedario de Gilles Deleuze, letra G, https://www.youtube.com/watch?v=HKQGRVOCnuo&list=PLemhICgDr5S3A9iztIrSM8qkdnfa0gSgG&index=2
[ii] Los descendientes del jaguar (2013), Eriberto Gualinga, https://www.youtube.com/watch?v=MisSLxg7vLk.
[iii] La comunidad de Sarayaku usa el término kawsak sacha para referirse a la selva como un ser viviente. El corto Kawsak Sacha (2013), también de Eriberto Gualinga, desarrolla este concepto con mayor amplitud, https://www.youtube.com/watch?v=LmJjQ6tYp_4.
[iv] En Los secretos del Yasuní, Resistencia, entrevista realizada por Carlos Andrés Vera, Patricia Gualinga, hermana de Eriberto y dirigente de la comunidad Sarayaku, elabora una crítica a la concepción de pobreza y desarrollo que maneja el gobierno ecuatoriano. https://www.youtube.com/watch?v=BibqYltgCmI.
[v] Silvia Rivera Cusicanqui, “Violencia e interculturalidad. Paradojas de la etnicidad en la Bolivia de hoy”, http://pueblosencamino.org/?p=1527.
[vi] “Control y devenir”, entrevista a Gilles Deleuze por Toni Negri, http://biopoliticayestadosdeexcepcion.blogspot.com.ar/2010/06/en-la-entrada-precedente-este-post-se.html.
* Docente en Whittier College