El fotógrafo Schaul Schwarz presenta en Sundance su reportaje sobre el narcotráfico, contado a través de un grupo de música y un policía científico
Es el segundo documental, tras dos años de fotografías en Juárez
Contar una historia es más difícil de lo que uno cree a priori y resulta casi imposible, cuando uno se juega el tipo. Este es el caso del documental Narco Cultura, de Schaul Schwarz (Israel, 1974), que compite en el festival de cine independiente de Sundance, que se celebra del 17 al 27 de enero en Utah (Estados Unidos). El arriesgado relato, que se estrenará el martes 23 y competirá bajo la categoría de Documental estadounidense, acerca al espectador, a través de corridos y la policía científica mexicana, al mundo de los cárteles de la droga, sus ramificaciones y el clima de violencia que impera en Ciudad Juárez.
“La idea surgió una noche en un club de narcos en Riverside, en las afueras de Los Ángeles. Después de pasar dos años como fotógrafo de guerra en Ciudad Juárez no podía concebir cómo vestían y cómo celebraban la música”, cuenta todavía sorprendido Schaul Schwarz. Combinando su experiencia en México, Schwarz optó por un largometraje para comentar la historia al completo, ya que “las fotos se me quedaban cortas y no contaban todo lo que quería reflejar”.
La película parte de la música de la narcocultura. Centrada en la banda de corridos Bukanas de Culiacán, el grupo ejemplifica la dureza de las letras. “Las canciones son muy violentas y no esconden nada; es más, están orgullosos. Si uno se hace muy popular le puede llegar, incluso, una petición de un gran capo para que le haga una canción a cambio de coches, dinero, etcétera”, revela el fotógrafo. Pero este descaro es un consuelo: “Así se salvan, se entretienen con algo que hacer”.
El otro pilar sobre el que descansa el documental es la labor de la policía científica que, a pesar de su entrega y dedicación, su trabajo resulta inútil. “Me sorprende cuánto creen en lo que hacen. Parece que hacen algo y no es mentira, pero el 97% de los crímenes no se investigan y solo el 1% llegan a juicio”, cuenta el fotógrado, dos veces ganador de los premios World Press.
Pasear por Ciudad Juárez, en el Estado de Chihuahua, con casi 1,5 millones de habitantes, según el Observatorio de Juárez, puede ser peligroso. “Siempre nos pasaba algo. El problema es llegar demasiado rápido a los sitios. Una vez había unos hombres enmascarados. Nos echamos para atrás y a los 5 minutos había un hombre muerto”, recuerda Juan Bertrán (Madrid, 1986), técnico de sonido y único acompañante de Schwarz. “Yo ya he estado en guerras como Afganistán. A mí lo que más me asustó fueron los tres días que pasamos en casas de narcos, en su mundo”, recuerda el fotógrafo.
Con un paisaje tan tremebundo, lo que más preocupa al director es la pérdida de fe y la bajada de expectativas de vida de los juarenses que viven bajo la sombra de unos personajes a la altura de una estrella o celebrity. “El Chapo Guzmán es como el Messi de allí. La gente quiere convertirse en lo que son ellos porque mientras que un peluquero gana cinco dólares por hora, los narcos consiguen cientos”.