En comparación con las cientos de horripilantes historias de los migrantes centroamericanos, (incluyendo niños) que huyen de la pobreza y violencia hacia los Estados Unidos, los casos de los migrantes nicaragüenses, que buscan mejores días en Costa Rica son menos dramáticos.
A pesar de ser el segundo país más pobre de América después de Haití, Nicaragua no se cuenta entre los otros países centroamericanos que envían miles de inmigrantes a los EE.UU. De acuerdo con cifras del 2013 del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, 55.307 guatemaltecos fueron capturados cruzando la frontera sudoeste de Estados Unidos, junto con 48.984 hondureños y 37,197 salvadoreños. La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos atrapó unos escasos 2.413 nicaragüenses ese mismo año, una cifra que se ha mantenido prácticamente sin cambios durante la última década.
Pero que los nicaragüenses no estén viajando a los EE.UU. (migración Sur-Norte) en grandes cantidades no quiere decir que no están migrando a otra parte. En lugar de viajar al norte, los nicaragüenses han apuntado al sur (migración Sur-Sur), hacia el vecino Costa Rica, en busca de mejores oportunidades económicas. La ubicación geográfica, porosidad de la frontera y alta demanda de mano de obra barata, son solo algunas tendencias que han colocado a Nicaragua en un camino migratorio diferente al del resto de países de esta turbulenta región.
La migración nicaragüense tiene profundas raíces en Costa Rica que se remontan al siglo XIX. En ese tiempo, muchos nicaragüenses trataron de llegar a Panamá para trabajar en la construcción del canal y algunos acabaron quedándose en Costa Rica, para ayudar a construir el ferrocarril entre San José y Limón o para trabajar en la industria del banano en auge. La más reciente ola de migración de Nicaragua a Costa Rica coincidió con la guerra civil en Nicaragua y, más tarde, la puesta en práctica de las reformas económicas neoliberales durante los años 1980 y 1990.
Hay muchas ventajas que tienen los migrantes nicaragüenses en Costa Rica que no podrían encontrar en los Estados Unidos. Así, costarricenses y nicaragüenses comparten el mismo idioma y en ambos países la religión católica es la predominante, la calidad de educación (especialmente la elemental y la superior), y una frontera amplia y sin mucho patrullaje, que permite a los migrantes viajar fácilmente de ida y vuelta para el trabajo o para visitar a la familia. Las cifras del Departamento de Inmigración de Costa Rica, muestran que en el 2014, más de 480.000 nicaragüenses cruzaron la frontera con Costa Rica.
Sin embargo, a pesar de los beneficios que existen de migrar hacia Costa Rica, los migrantes nicaragüenses enfrentan muchos factores negativos casi idénticos a los que se podrían encontrar si migraran hacia los Estados Unidos u otro país norteño. No importa cuán lejos o cerca se esté de la familia, la experiencia de la migración exige un alto costo emocional de los migrantes y sus familias, ya que la separación en sí causa sufrimiento. Los migrantes tienen que enfrentarse a leyes anti-migración que condicionan su legalidad en el país, siendo objeto de deportaciones. Estas leyes ayudan a crear un ambiente de persecución y denuncia hacia el migrante, lo que desalienta la solidaridad humana y alimenta fácilmente las prácticas xenófobas. La subcontratación es otro factor que enfrentan los en suelo “tico”. Estas contrataciones son, en la mayoría de las veces, realizadas por empresas agroindustriales que en muchas ocasiones condicionan las garantías y los derechos de los nicaragüenses, a sabiendas de la indocumentación de los mismos.
Normativamente se establece que la seguridad social es universal, sin embargo, en la práctica el no estar inscrito en este régimen limita las posibilidades de acceder a los servicios públicos de salud. Esto perjudica a la población migrante que dada su condición muchas veces irregular, y por ello carente de documentos migratorios, no poder asegurarse en la Caja Costarricense de Seguridad Social (CCSS), poniendo en riesgo su salud y la de su familia.
A pesar de todos estos problemas, los nicaragüenses prefieren confiar en las perspectivas relativas de seguridad y de trabajo que encuentran en Costa Rica, dejando de lado la opción de migrar hacia los Estados Unidos, aún cuando siguen siendo percibidos como una minoría étnica y ciudadanos de tercera clase, lo que dificulta su adaptación a la sociedad costarricense.
[…] Fuente: lalineadefuego.info […]