13 Noviembre 2014
“A todos les invitó, primero, a ser parte de su proyecto. A los que se negaron, después de haber comido en su mesa, los desenmascaró y los enterró para siempre.”
Después de su experiencia en el Ministerio de Economía a Rafael Correa le quedó claro que debía encontrar la forma de ser candidato a la presidencia de la república. Le faltaba el instrumento. Los acontecimientos políticos suscitados en Quito durante el año 2005 dieron lugar al surgimiento del Movimiento PAÍS. Figuras cercanas a la izquierda interpretaron creativamente el momento político e iniciaron un proceso de concentración del movimiento ciudadano que había protagonizado la caída de Gutiérrez y, anteriormente, de Mahuad y Bucaram.
La izquierda tradicional era incapaz de tomar ninguna iniciativa. Carente de base orgánica y planteamientos programáticos propios, reclamaba para si la representación popular en un momento en que el pueblo rebasaba todo esquema. La convulsión política de ese momento convocaba a la imaginación, a la creatividad, a la audacia y al heroísmo. Ninguna de estas virtudes exhibía la izquierda tradicional, estaba paralizada, como una estatua de sal, sin saber qué hacer. Cuando Correa apareció como integrante de PAIS, (Patria Altiva I Soberana) se les prendió el foco del oportunismo y acudieron a la convocatoria de este nuevo grupo que surgía con la fuerza renovada de lo novedoso y creativo. Acudió toda la izquierda, sin excepción. (ii)
LAS TESIS “REVOLUCIONARIAS” DEL MOVIMIENTO PAIS
Vale la pena recordar las tesis iniciales de PAIS porque sobre ellas se construyó el fatal experimento político que ahora comienza a hacer agua por los cuatro costados. Fue a esas tesis que la izquierda ecuatoriana plegó de forma acrítica, sin beneficio de inventario, permitiendo que se cumpliera, en la práctica, ese “pequeñísimo detalle” que en política es el triunfo electoral. Esa izquierda todavía no sale de su asombro. Busca explicaciones en tesis peregrinas como la “traición” de Rafael Correa, con el único pretexto de seguir ocultando su incapacidad rayana en la bobería.
“Las tesis de Movimiento PAIS se pueden resumir en tres ideas centrales” -dice Gustavo Larrea-: “todos y todas, como ciudadanos, tienen la responsabilidad de revolucionar su país; todos los ciudadanos y las ciudadanas deben luchar por una patria solidaria… y, la ciudadanía es y debe ser el actor del cambio en el Ecuador.” (iii) “Frente a la deslegitimación de la clase política –que no representaba a nadie excepto a si misma-, decidimos ponerle el nombre de Revolución Ciudadana, de ciudadanos indignados.” (iv) “…la “Revolución Ciudadana” no es únicamente un lema de campaña electoral, sino una concepción política que se fue forjando desde tiempos atrás, como ruptura con las tesis tradicionales de la izquierda.”,(v) sostiene Larrea. “El Movimiento PAIS recoge la esencia del movimiento forajido: no más engaños, no más los mismos de siempre, no más pactos ocultos.”(vi) “Al entender a la ciudadanía como actor, se reconoce la diversidad de representantes sociales y se permite a todos y todas ser partícipes del proceso de transformación social, económica, política y cultural. El objetivo trazado fue constituir a Movimiento PAIS como actor político, con opción real de poder, con una candidatura viable.”
No era la izquierda ecuatoriana la que recogía la siembra del movimiento popular, el “acumulado histórico” de la protesta, era una instancia política creada por un grupo de intelectuales, tecnócratas, dirigentes de clase media, algunos dirigentes políticos de centro izquierda que captaban con mayor lucidez el momento político que vivía el país. Ninguno de ellos había militado jamás en la izquierda revolucionaria y, apenas tenían al marxismo como parte de su cultura, jamás como una doctrina rectora de su conducta política.(viii)
Fue esta plana mayor la que tomó la iniciativa de llamar a las fuerzas de izquierda constituidas, a los movimientos sociales y a los intelectuales no orgánicos de izquierda para “marchar hacia el poder”. Como hemos dicho, la respuesta fue inmediata: la “izquierda histórica”, encabezada por el PSE-Frente-Amplio, asistió; los grupos más radicales encabezados por AVC, también y, los intelectuales de izquierda simbolizados en Xavier Ponce, igual.
Cuando en el 2006 se inició la campaña electoral el entusiasmo triunfalista de este grupo propuso a la nación un documento al que titularon Los Cinco Ejes Programáticos de Alianza País. Un escueto documento que parecía haber sido hecho para competir por un gobierno municipal. El márquetin comenzó a elevar la figura de Rafael Correa a posiciones estelares. (ix) Al cabo de la contienda el triunfo fue para el nuevo líder. Y este es el punto.
LA IZQUIERDA “BOBA” SEPULTADA PARA SIEMPRE
¿Cómo una izquierda de tanta trayectoria histórica, de “ideología marxista” y no sé cuántos títulos más, plegó sin condiciones a un Movimiento nuevo, con nada que se parezca a un programa y sin fundamentos ideológicos? ¿Cómo los ex guerrilleros del AVC, cuya sangre derramada les convertía en el más alto ejemplo de lucha social en el Ecuador, cayeron desmayados en brazos de este casi improvisado Movimiento? ¿Cómo intelectuales que siempre escribieron con la mano izquierda, lo dejaron todo y se fueron tras Rafael Correa? ¿Cómo los Movimientos sociales, encabezados por la CONAIE, lo hicieron? (x)
La izquierda ecuatoriana en su conjunto, intelectuales orgánicos o no, junto a los movimientos sociales dirigidos o influenciados por ella, no tuvieron que hacer muchas consideraciones ante la propuesta de estos nuevos salvadores de la Patria, porque coincidían con su visión y concepciones; coincidían, incluso, en su falta de concepciones; era la izquierda reformista que, durante décadas, había estado esperando la llegada de su salvador.
Esa izquierda histórica, seudo marxista, seudo socialista, seudo comunista, seudo revolucionaria y colosalmente oportunista es la que le dio fibra y músculo a la candidatura de Rafael Correa; ella permitió que su nuevo “líder” se apropiara de su discurso y hasta de sus símbolos, aceptando implícita y explícitamente que sus tesis estaban equivocadas, como dice Larrea. Los dirigentes de PAIS y sus aliados saben que el concepto de “ciudadanía”, sin los referentes de las tesis de izquierda, sin su utopía, sin sus sueños, sin sus símbolos, sin sus ideólogos, inclusive, no es una categoría real, apenas una entelequia vacía que no puede ir más allá de la indignación. A esa categoría vacía, la Revolución Ciudadana le llenó con las ideas de la izquierda.
Así, pues, la campaña electoral del 2006 se hizo con las tesis de la izquierda, el acumulado histórico de la lucha de los movimientos sociales y el liderazgo de Rafael Correa, contra una “partidocracia” que había saqueado la nación y engordado en la corrupción. Esa izquierda, la izquierda histórica reformista, se embarcó en la propuesta electoral de Alianza PAIS, aceptando todas sus condiciones. Ochenta años demoró en encontrar su molde definitivo, con la molesta sensación de que, a pesar de su abolengo, sus títulos y trayectoria, se veía obligada a ceder la iniciativa a estos improvisados del Movimiento PAIS y su líder Rafael Correa.
PERO “ESA IZQUIERDA” TENÍA UN AS BAJO LA MANGA
Pero ella tenía un as bajo la manga. Su esencia electoralista le hacía pensar que lo importante era ganar las elecciones. Por eso lo apostaron todo a Correa y su proyecto. Si llegamos, desde adentro podremos disputar el gobierno, nosotros tenemos la ideología, los cuadros y, también, la organización -pensaban. Al pensar de esa manera, esa izquierda estaba cavando su propia tumba. La táctica del camuflaje le había dado éxitos parciales a lo largo de su historia, pero ahora se trataba del poder político. Los intereses en este nivel son tan concretos como una roca basáltica, nada de espejismos. Pronto se dieron cuenta que Rafael Correa era suave por fuera y duro por dentro.
Se bajaron de esa nube cuando en el 2007, al inaugurar la Asamblea Constituyente, Correa lo dijo claramente: “los que vinieron con agendas propias se equivocaron.” Ya era demasiado tarde. Habían contribuido, con todo su entusiasmo, sus recursos ideológicos y su discurso al triunfo electoral del más hábil líder reformista de todos los tiempos, y, pronto entendieron que la teoría del “gobierno en disputa” era tan falsa como el cuento de Caperucita Roja. No era esta la primera vez que le pasaba lo mismo a la vieja izquierda reformista, de ahí que se justifica su marbete de “boba”.(xi)
Pero, ¿para qué la “izquierda boba” quería disputar el poder a los correistas? ¿Para radicalizar la revolución ciudadana? ¿Para dinamitar el Estado burgués? ¿Para construir otra democracia? Nada de eso, para hacer lo mismo que Correa, pero con otro “estilo”.
No toda la “izquierda boba”, seamos precisos. Ahora los comunistas y los socialistas renegados, los ex miristas y los ex guerrilleros y toda esa fauna oportunista aceptan su destino y se han quedado adentro para empujar el proyecto demo-burgués de Correa; los socialistas “patiamarillos” han abandonado el barco y ahora se dicen Socialistas Revolucionarios, lo que sólo nos puede causar risa. Los “resentidos”, con Alberto Acosta a la cabeza, sostienen que Correa les traicionó y no les dejó hacer el “país que querían”, y al stalinismo emepedista Correa lo descuartizó sin compasión. A todos les invitó, primero, a ser parte de su proyecto. A los que se negaron, después de haber comido en su mesa, los desenmascaró y los enterró para siempre. Dentro o fuera, esa izquierda ya no existe, porque su proyecto es ahora propiedad de la Revolución Ciudadana. La que no está muerta, está agonizando.
LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
Este análisis puede hacernos pensar que no había en el Ecuador una verdadera izquierda revolucionaria. Nada puede ser más equivocado.
El germen primigenio de las concepciones nacionales y revolucionarias nació con la izquierda en el acto fundacional del PSE, en 1926. Esa semilla ha ido eclosionando progresivamente, desde entonces.
Dijo presente, por primera vez, al saldar cuentas con la corriente comunista en 1931 y negarse, ideológica y políticamente, a convertirse en un partido consular del PC ruso. Leonardo Muñoz dice que quienes formaban esa fracción querían que se aplicara el marxismo a la realidad ecuatoriana. (xii) Nombres como el de Leonardo Muñoz, Enrique Terán o José Alfredo Llerena enarbolaron, en su momento, el estandarte del socialismo nacional y revolucionario. Sin embargo, durante la década de los años treinta, muchas de estas figuras sirvieron como soporte electoral del PSE. (xiii) Una vez más las tareas ideológicas de pensar la realidad nacional se vieron superadas por los intereses electoreros y parlamentarios. No es que no existía un pensamiento nacional y revolucionario en el seno de la izquierda ecuatoriana, sólo que cedía a una dirección reformista y volvía a replegarse para defenderse y seguir madurando.
La inestabilidad política en el Ecuador de los años treinta culminó con la fraudulenta elección de Carlos Alberto Arroyo del Rio en 1940. Rodas dice que la lucha de la izquierda en estos años giró alrededor de dos ejes: “mayor democratización del país…y búsqueda de una mejor distribución de los ingresos.” (xiv) Ese socialismo oficial hacía esfuerzos para competir con las tesis de los partidos de la oligarquía, proponiendo a la nación un listado de medidas coyunturales y no un alcance programático proyectivo que delinease un nuevo tipo de sociedad, discutiera el tema del poder y tomara posición sobre la naturaleza del Estado, como era de esperarse de un partido de izquierda. Que no haya existido una clase obrera numerosa y definida, no justifica que la izquierda en el Ecuador no haya tenido un pensamiento revolucionario porque en eso consistía, precisamente, la aplicación creadora de la teoría política marxista alejada de las tesis oficiales del pensamiento comunista internacional. El reformismo de hoy trata de justificar el reformismo de ayer. El peso de la clase media en las filas de la izquierda, en cambio, si explica que la casi totalidad de sus dirigentes hayan provenido de este sector, así como el legalismo de su accionar y el arribismo medular que la caracterizó.
En 1941 el Perú invade nuestro territorio y se nos obliga a los ecuatorianos a firmar el Protocolo de Rio de Janeiro. Arroyo del Rio maneja con mano dura la nación en un momento en que crece la visibilización de los trabajadores y su protesta ante la crisis general que reina en la nación. En 1942 surgió la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, en 1943 se convocó un Congreso Obrero, en el 44 se fundó la CTE, surgieron frentes antifascistas y, en el sector indígena, se fundó la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). En la sociedad crecía el descontento contra Arroyo del Río y, cada vez se hacía más claro que debía dejar el poder. La oposición era total, pero quienes más activaban en contra del mandatario liberal eran las fuerzas de izquierda, PSE y PC.
Si bien es cierto que la efervescencia popular estaba agitada por la izquierda no se puede decir que tenía una deriva de izquierda, era el velasquismo y su líder el polo imantado que atraía las fuerzas de la oposición a Arroyo del Rio. Acción Democrática Ecuatoriana, ADE, se conformó con fuerzas políticas de todo signo: liberales, conservadores, independientes, socialistas, comunistas, bonifacistas y, sobre todo, partidarios del “Gran Ausente”, que, desde Colombia, esperaba los acontecimientos.
Una insurrección militar en el puerto principal dio al traste con la dictadura liberal de Arroyo, después de lo cual, en el seno de ADE, los terratenientes serranos, con el apoyo de socialistas y comunistas, propusieron el nombre de Velasco Ibarra. El líder, que sentía “latir su corazón a la izquierda”, cuando llegó, conformó un gobierno de derecha y, como premio consuelo, integró a algunos militantes de la izquierda a su gobierno. Toda la acción heroica de las masas a nivel nacional terminó en manos de la oligarquía que vio en Velasco el caudillo preciso para neutralizarlas.
La Constitución de 1945 fue el premio mayor de la “revolución gloriosa” del 44. Había fervor popular, el pueblo estaba movilizado, las fuerzas políticas tradicionales cuestionadas y asustadas por el despertar de las masas. Precisamente por la presión popular que comenzaba a desbordarse Velasco se proclamó dictador y entregó la revolución a la oligarquía. La más progresista Constitución del Ecuador duró apenas un año, después de la cual vino la “restauración conservadora” expresada en la Constitución de 1946, la represión velasquista y la frustración popular.
Esa izquierda no supo canalizar adecuadamente la lucha del pueblo. Todos los errores cometidos pueden ser atribuidos a las debilidades ideológicas de una dirección de clase media con pujos aristocráticos que no tenía visión de poder, que carecía de líderes populares, que repetía una doctrina y no era capaz de pensar su realidad; una dirección que se dejaba someter por la Historia y que no era capaz de corregirla. Con cierto pudor Rodas dice que después de la Gloriosa, socialistas y comunistas se volvieron “espectadores del reordenamiento del poder” (xv) … conservador.
Pero las jornadas de lucha popular de la “revolución gloriosa” de 1944 calaron hondo en la conciencia popular. La intelectualidad más lúcida de la izquierda asimiló la experiencia y siguió su incansable búsqueda. Los sectores electoreros y tradicionales de la izquierda se acomodaron bajo la sombra del gamonal pro norteamericano Galo Plaza Lasso. Alejandro Moreano (xvi) dice que, a partir de la “gloriosa”, la izquierda del Partido Socialista comenzó a plantear la tesis de la revolución socialista. A raíz de esas jornadas de lucha la búsqueda heroica de nuevas tesis enraizadas en nuestra realidad, comenzaban a cuajar en una teoría diferenciada de las concepciones oficiales del stalinismo internacional.
LA REVOLUCIÓN CUBANA
América Latina y el mundo fueron sorprendidos al finalizar la década de los años cincuenta con el triunfo de la Revolución Cubana. Ninguna de las fuerzas de la izquierda tradicional tuvieron nada que ver con este hecho histórico, por el contrario, la revolución cubana se hizo a pesar de lo que decían los cánones internacionales del pensamiento comunista. Una “revolución dentro de la revolución” se dijo, para contrastar las tesis oficiales de los Frentes populares, las alianzas de clase y las tareas “demo-burguesas” de la izquierda. América Latina y el Ecuador, dentro de ella, vivían una profundización cruel de la crisis general del capitalismo dependiente.
Esas luces nuevas del pensamiento revolucionario que emanaban del triunfo cubano, captaban, como en una antena, lo mejor del pensamiento de la izquierda anterior al mismo. La corriente nacional, revolucionaria y creadora del socialismo ecuatoriano, se sintonizó de inmediato con ellas. Junto a la experiencia cercana de la “gloriosa” constituyeron la materia prima histórica inmediata con la cual, en 1963, se fundó el Partido Socialista Revolucionario Ecuatoriano. No por casualidad la intelectualidad comprometida con la lucha popular del 44 -a cuya cabeza se encontraba Manuel Agustín Aguirre-, concurrió a su fundación.
Ese Socialismo Revolucionario, después de casi dos décadas de lucha, llegó debilitado orgánicamente a su XXXV Congreso (1981), en el cual, la fracción electoralista vuelve a tomar las riendas del, hasta entonces, Partido Socialista Revolucionario. A nombre de la “restauración socialista”, la dirección de Víctor Granda, Enrique Ayala, Manuel Salgado, Hernán Rivadeneira, Germán Rodas y otros fueron asfixiando sistemáticamente al Socialismo Revolucionario y sustituyendo sus tesis orgánico-políticas por las del reformismo socialista que terminó, como hemos visto en líneas anteriores, en brazos de Rafael Correa Delgado. Es un cuento mañoso sostener que el SR se tomó el PSE. La tesis del “partido de masas” les pinta de cuerpo entero.
En el 44 Congreso del PSE, al cabo de la Dirección de Diego Delgado, esa corriente revolucionaria perdió las elecciones para la Secretaria General por apenas 46 votos (xvii). Desde entonces, el electoralismo copó la acción del partido y la corriente revolucionaria, alejada de las estructuras partidarias, dispersa también, se ha dedicado a seguir reflexionando sobre nuestra realidad, sobre nuestros problemas, rescatando el espíritu de sus orígenes.
Ese pensamiento hoy cree que es necesario una nueva teoría para seguir soñando con una nueva realidad. Como lo explicaremos en una próxima entrega.
NOTAS
(i) Véase: Estado y comunes: La vía ecuatoriana, entrevista a Rafael Correa, No. 1, Semestre 1, IAEN, Quito, 2013, pg. 193.
i(i) Véase: Larrea, Gustavo: Revolución Ciudadana, Planeta, Ecuador, Quito, 2009, pgs. 31 y 32.
(iii) Ibídem. Pg. 21.
(iv) Rev. Estado y comunes: La vía ecuatoriana, entrevista a Rafael Correa, pg. 194
(v) Larrea, Gustavo: pg. 20.
(vi) Ibídem. Pg.27
(vii) Ibídem. Pg. 29.
(viii) Aquí una lista de quienes dieron el primer impulso al movimiento PAIS: Fander Falconí, Ricardo Patiño, Alberto Acosta, Bety Amores, Patricio Carrión, Rafael Correa, Manuela Gallegos, Raúl Carrión, Diego Landázuri, Eduardo Paredes, Gustavo Larrea, Vinicio Alvarado, Lenin Moreno, Patricio Chávez, Juan Carlos Toledo, Maria Sol Corral.
(ix) A ojos vista, ninguno de ellos era “sospechoso” de ser revolucionario. De tres puedo dar testimoni por haberlos conocido personalmente: Ricardo Patiño, pésimo aprendiz de socialista; Eduardo Paredes, tartufo obediente de quiénes están en el poder; Lenin Moreno, un entusiasta demócrata, nada más.
(ix) El mismo Gustavo Larrea lo consigna en su utilísimo libro: Revolución Ciudadana: “La Dirección Nacional y el buró de campaña estaban conscientes de la importancia que tiene en un proceso político contar con un liderazgo claro y fuerte. Resolvimos que ese liderazgo debía ser asumido por Rafael Correa…”, pg. 35. Quiere decir que ellos mismos decidieron hacer de Correa un líder “claro y fuerte.” Entonces, ¿de qué se quejan ahora?
(x) Pablo Dávalos enfoca este problema de otra manera: él dice que Correa se sumó al movimiento indígena, cuando en realidad el movimiento indígena respaldó la propuesta de PAIS, que no es lo mismo. El enfoque de Dávalos cierra los ojos ante los errores y justifica una conducta política equivocada; el segundo convoca a la necesaria autocrítica, único camino para crecer. Véase: Dávalos Pablo: Alianza País o la reinvención del poder, Eds. Desde Abajo, Bogotá, 2014, pg. 202 y ss.
(xi) Germán Rodas se esfuerza por quitarle a esa izquierda arrepentida -de la que es parte-, el remoquete de “boba” acusando a los partidarios de Correa de “vivísimos”. Lo que se niega a reconocer es que “bobos” y “vivísimos” son responsables del primer triunfo electoral de Rafael Correa. Que los socialistas “amarillos” ahora estén fuera del gobierno no les exime de culpa ni les convierte en revolucionarios.
Estos son los temas de la polémica que Rodas reclama “de la izquierda, para la izquierda y dentro de la izquierda.” Los Socialistas Revolucionarios auténticos hemos estado esperando ese debate toda la vida. Véase: Germán Rodas e Iván Cevallos Miranda: ¿Hay una izquierda infantil y boba? En: Revista Opción Socialista, No. 43, Quito, 2013.
(xii) Véase: Varios autores: El 15 de noviembre de 1922 y la fundación del socialismo relatado por sus protagonistas, Corporación Editora Nacional, Quito, 1982, T. I. pg. 115 y ss.
(xiii) En 1934 el PSE candidatizó a la Presidencia de la República al doctor Carlos Zambrano Orejuela.
(xiv) Rodas, Germán: Op.cit. pg.41.
(xv) Op.cit. pg.57.
(xvi) Véase: Moreano, Alejandro: Capitalismo y lucha de clases en el Ecuador de la primera mitad del siglo XX. En: Ecuador, pasado y presente, Edit Universitaria, 1976, Quito.
(xvii) El candidato a la Secretaria General del PSE fui yo en oposición a Víctor Granda y tuve que luchar a brazo partido inclusive para que la corriente electoralista reconociera mi condición de militante del PSE, porque decían, yo era miembro del SR y no del PSE. Con delegaciones amañadas, principalmente las de Manabí, Pichincha y Esmeraldas, Víctor Granda volvió a la Secretaria General por 196 votos en contra de los 150 que yo obtuve. Por arte de birlibirloque los “amarillos” hacen desaparecer esta posición, con lo cual se engañan a sí mismos y a las actuales generaciones de socialistas.
[…] Fuente: lalineadefuego.info […]
Que bueno que en este análisis no se le mencione a Benjamín Carrión y a Agustín Cueva, ecuatorianos visionarios, que al margen de su pensamiento político ideológico, sobre todo Carrión actuaron a la altura de sus ideas.
La globalización nos ha trastornado y, pensar con claridad ya es una especie de algo inédito.
Lo que pasó con Correa y lo que nos puede pasar con él o sin él, o cualquier otro, se vuelve intrascendente; si no somos capaces de entender que estuvimos, estamos y seguiremos siendo intervenidos por el gran capital y sus agentes (llámense estos revolucionarios, luchadores populares, pachacutiks, banqueros, socialistas, maderas de guerrero, o lo que sea). Ese gran capital que, si tuvo la osadía de ponerle a la Unión Soviética un agente de la CIA en el Kremlim y chao URSS; cómo no nos va a controlar a nosotros, los traspatios, si por un poquito más, no somos Africa.
Cuando tengamos un millón de liberados del consumismo en el Ecuador, hablamos, apreciado Jorge Oviedo. Mientras tanto que las ironías de la vida, como las de Trump y Putin que por creerse excepcionales y talentosos se lanzan piropos, admiraciones mutuas; y la prensa diciendo que son “viriles”, regios, poderosos, personas que se salen con las suyas. Sí que preocupan, como preocupan los planes de Bilderberg. Y en ese marco, qué es Correa?