19 Abril 2014
El Hoy <www.hoy.com.ec>
Esta industria editorial nunca transparenta sus éxitos mercantiles, ni los intereses económicos en este segmento del mercado
En el Volumen 10 de la revista “Salud Colectiva” se encuentra el artículo “Diez años de Salud Colectiva; una aproximación a las reglas de juego del campo editorial científico”, escrito porMartinovich; Arakaki; y Spinelli, donde se analiza el tema de las revistas científicas, sintetizado en los siguinetes tres aspectos:
Uno. Los artículos producidos por los académicos del mundo son muy rentables para los accionistas de las empresas que difunden las investigaciones; así, por ejemplo, Reed Elsevier donde se encuentra scopus, reportó ingresos en 2012 por 10.397 millones de dólares, con una tasa de crecimiento del 9% anual, justamente en un momento de crisis. Por otro lado, la compra de bases de datos y de fondos editoriales significó para Brasil un incremento del 300% en 14 años y para Argentina sobre el 900% durante una década.
Sin embargo esta industria editorial nunca transparenta sus éxitos mercantiles, ni los intereses económicos; por el contario, solo difunde las supuestas bondades que brinda. Es difícil no reconocer que este éxito se asienta en los beneficios de la tecnología y de un sistema de explotación sustentado en la calificación gratuita de los artículos -realizada por los propios académicos- mientras los autores beneficiados con la publicación pagan derechos de difusión.
Dos. Estos intereses nunca aparecen porque lo que supuestamente importa es –gracias a las complicidades de ciertos académicos y al marketing- la “calidad” de los artículos, que atrae a los consumidores, y el “alto impacto”, que beneficiaría a los autores.
Pero lo que realmente existe es un sistema circular: el mayor impacto de un artículo define, adicionalmente, su calidad, porque un texto que es más citado que otro se lo considera mejor; para lo cual existe un mecanismo fraudulento que “mejora la calidad” de los productos: obligar a los estudiantes y a los profesores a citarse mutuamente, lo cual construye comunidades académicas endogámicas.
Pero la realidad del “alto impacto” se desvanece cuando, según el catálogo Reed Elsevier, la tercera parte de las revistas en Ciencias Sociales no cuentan con un factor de impacto que lo mida y las que si lo tienen, el factor de impacto no llega a uno; con lo cual, muchas revistas que no entran en estossistemas tienen una difusión mucho más alta; por ejemplo, los casos de las revistas Nueva Sociedad en América Latina o Ecuador Debate en el país, que se niegan, por política editorial, a entrar en esto sistemas.
Tres. Las lógicas de estos mecanismos de circulación del conocimiento producen una tensión entre la capacidad operativa de estas empresas (plataformas), la rentabilidad económica que persiguen sus accionistas y la calidad de los productos que venden. Cómo el trabajo académico debe ser científico, en muchos casos ciertos artículos son retirados de circulación o, en otros, simplemente no se publican por las presiones de las empresas que se ven cuestionadas. Por ejemplo, es conocido que las farmacéuticas hacen “lobbies” para recomendar la publicación de ciertos artículos que promocionan sus productos y, en otros casos, para retirar los que cuestionan sus medicinas.
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