El Mashi Presidente ha entablado una polémica pública con el general González en torno al significado de los términos retención y secuestro. Defendiendo su punto de vista ha insultado a miles de ecuatorianos que sí hacemos una distinción entre los dos vocablos.
El español es un idioma flexible, cuyos términos sugieren, en orden de intensidad, una idea. No es como el alemán, o el mismo inglés, que son más exactos. Por ejemplo, si digo hogar, tengo una gama amplia de significados que van desde la idea precisa del sitio donde vive una familia hasta el de fuego o brasero, que nos recuerdan el origen del término. Si escribo una prosa poética tengo muchos recursos para describir el paisaje o los sentimientos, si quiero precisión, busco los términos exactos.
El verbo retener, en su acepción más precisa, significa “negativa de devolver algo”. Los policías sublevados se negaban a devolver al Presidente que, sin que nadie le invite, se fue a meter en el recinto; en cambio, el verbo secuestrar es sinónimo de raptar y raptar significa “llevarse a alguien con violencia o con engaño”, robarlo, para pedir algo por él. Los hechos del 30S están más cerca de la retención que del secuestro.
Hace cuatro años que el régimen nos quiere convencer de que hubo secuestro. No lo hubo. Que las circunstancias configuraron un escenario para el golpe de Estado, es otra cosa, pero no soy ignorante ni tampoco borrego. Lo que ahora está mal es que el general González declare que no se imaginaba que sus revelaciones iban a causar tanto revuelo. No se llega a General con la ingenuidad de un inocente.
Este libro da pie para preguntarnos: ¿por qué se vuelve a soplar sobre las cenizas?
El régimen debería preocuparse más de esto que de querer demostrar que hubo secuestro.