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domingo, diciembre 22, 2024

TRES CLAVES PARA EL ESTUDIO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA SITUACIÓN AGRARIA EN EL ECUADOR: Entrevista con Hernán Ibarra.

 por Elena Gálvez  CDES  <www.cdes.org.ec>

A raíz de la coyuntura que generó la Constitución del Ecuador aprobada en el 2008 se comenzaron discusiones en torno a la elaboración de leyes que formalmente tendrían que ser coherentes con las reivindicaciones sociales estipuladas en dicha Constitución. Algunas de estas leyes han generado gran polémica sobre todo, aquellas que tienen que ver con el uso y manejo de los territorios y los llamados recursos naturales que contienen.

Dentro de este debate tenemos destacan la ley de recursos hídricos que generó un gran descontento y la movilización de distintos actores políticos campesinos e indígenas que establecieron una alianza en torno a ésta; así mismo el caso de la ley de minería movilizó a ecologistas, campesinos e indígenas, por mencionar algunas.

La ley de tierras ha despertado un gran interés y expectativa, dado las contradicciones internas que existen entre los derechos estipulados en la Constitución ecuatoriana y el perfil que tiene el modelo de desarrollo impulsado desde el Gobierno basado en la extracción de recursos y en el impulso de modelos agroindustriales.

En este contexto el Centro de Derechos Económicos Sociales y Culturales – CDES, presenta una serie de entrevistas con distintos expertos en el tema agrario con el fin de aportar a este debate.

En  la   segunda   entrevista  realizada  al   historiador    Hernán   Ibarra  quien tiene experiencia en investigación de    temas   agrarios,     presentamos   un   análisis   sobre   los   puntos   claves    y  mitos  en    torno  al   agro  en el   Ecuador.

 

TRES CLAVES PARA EL ESTUDIO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA SITUACIÓN AGRARIA EN EL ECUADOR

Cuando uno vuelve los ojos hacia los años ochenta uno encuentra que ahí efectivamente había un núcleo muy grande de investigadores; Osvaldo  Barsky[1] llega a contar en un prólogo  a 40 investigadores  del   tema   agrario  en  el   Ecuador. En la actualidad si uno hace el ejercicio de contar puede ser que lleguemos a diez que por lo general tienen un perfil más de consultores que de investigadores. En todo caso se nota que hay el regreso de la preocupación por los estudios agrarios.

La limitación de la década de 1980 fue que no tendía a una visión totalizante, sino una visión fragmentada y micro, se hacían estudios de campesinos, de unidades agro- industriales, de Reforma Agraria,  de comunidades, etcétera. Sin embargo toda esta temática no tenía un eje globalizante aunque se produjo un avance notable en el conocimiento.

Así mismo existía una carencia en la investigación apropiada de los mercados y el tema de la transformación de las élites agrarias. Esos fueron vacíos de esa época que no se han cubierto hasta ahora. Todos esos estudios sobre campesinos y de desestructuración de los sistemas tradicionales agrarios fueron los temas dominantes.

En la actualidad me encuentro trabajando en una tesis doctoral en la que estoy viendo qué fue lo que sucedió entre 1948 y 1965. Ha sido un regreso a un  tema en el que me inicie  como investigador y produje un texto que nunca lo publiqué aunque circuló limitadamente. Cuando yo vuelvo a este tema me doy cuenta de que ya no puedo pensar en los términos anteriores, porque  después de 1980 también cambiaron las perspectivas teóricas y mi forma de ver las cosas.

En esa época yo era muy estructuralista- marxista, sigo siéndolo de alguna manera,  pero ahora yo trato de pensar en otros problemas: la relación entre el Estado y los campesinos; la relación entre la acción de los partidos y de los movimientos de izquierda con los campesinos y tratar de entender cómo en ese momento está ocurriendo el quiebre de la matriz indigenista y pasando a una matriz agraria del Estado. Este punto de quiebre es el que ocurre en este momento y va a desembocar en la  Ley de Reforma Agraria de 1964.

La problemática del Estado en la década de 1980 aparecía como una problemática de las políticas estatales dirigidas a la agricultura pero sin entender la relación de los campesinos con el Estado, este problema no ha sido estudiado. Volver a la década de 1980 sobre la relación del Estado y los campesinos implicaría por ejemplo pensar adecuadamente cómo en un momento declinante de la Reforma Agraria se produjo sin embargo, el mayor avance de los campesinos en la tenencia de la tierra, y eso es impresionante porque quiere decir que hubo mecanismos de mercado que hicieron que los campesinos accedieran a la tierra en esa década y ese es un punto tabú para la izquierda y para los agraristas. La intervención declinante del Estado abre un espacio para que los campesinos intervengan en el mercado de tierras y desestructuren algunas zonas de propiedad terrateniente sobre todo en la Sierra.

La Ley de Reforma agraria de 1973 fue en un sentido más radical que la de 1964, tuvo más efectos redistributivos, pero es una ley que dejó abiertas las puertas al mercado de tierras. Es decir, nunca el mercado de tierras estuvo cancelado, siempre ha funcionado, en este sentido es preciso ponerle más atención al mercado de tierras y entender cómo éste funciono y consolidó en algunos sitios la pequeña y mediana propiedad rural.

Otro tema que a mi parecer ha sido ignorado es que cuando hablamos de los problemas agrarios hablamos de haciendas por un lado y comunidades campesinas por el otro. Entre estos dos hay una franja en el medio que son los propietarios medianos, y este tema también ha sido tabú. Obviamente también ha habido muchos propietarios medianos en la sierra en un estrato entre 20 a 50 hectáreas de propiedad.  En la costa un estrato de 30 a 100 hectáreas es de propietarios medianos que podrían ser lo que se ha denominado los farmers. Este es un conjunto que tal vez esté muy concentrados en las viejas zonas de colonización como Santo Domingo, las zonas subtropicales y este es para mí un tema muy importante, es decir, entender este peso de los propietarios medianos donde muchos de ellos vienen de una raíz campesina .

El tercer tema que quedó sin continuidad es el de las comunidades campesinas como unidades económicas. Los estudios de Luciano Martínez y Fernando Rosero trataron de hacer una economía política de las comunidades campesinas, pero también se convirtió en tabú porque se entró en un momento en el que las comunidades dejaban de tener tierras comunales, las pautas de reciprocidad e intercambio de trabajo estaban en declinación; las comunidades estaban entrando a procesos muy intensos de modernización. Ha habido procesos muy acelerados de modernización de la vida rural e indígena, y claro, en la década de 1980 el tema de lo indígena estaba subsumido bajo la visión de lo campesino.

La década de 1990 es en cambio la década de la etnicidad total y de abandono de los temas agrarios aunque la CONAIE en sus demandas incluye temas agrarios y de hecho en el levantamiento de junio del 90, uno de los planteamientos políticos de la plataforma indígena fue la resolución de conflictos agrarios que estaban acumulados en la década de 1980,  aunque si se llegara a cuantificar, en conjunto en número de conflictos era sensiblemente inferior al que había en la década de 1970. La cuantificación de los conflictos agrarios es algo que tampoco se ha hecho.  

Entonces la CONAIE actuaba sobre el tema de un conflicto agrario que ya había decaído. Fernando Rosero en un libro sobre el levantamiento indígena de 1990 abordó este tema que mostraba la declinación de los conflictos por tierra.

Un tema interesante en este sentido sería la reconstrucción del conflicto agrario en las últimas décadas. Las fuentes de investigación son los expedientes de Reforma Agraria que han sido conservados. Sería interesante hacer un buen análisis con esos expedientes para ver qué zonas cambiaron, en dónde se produjo más acceso a la tierra, como las haciendas se fragmentaban o cómo se fragmentaban las tierras campesinas. En un estudio sobre Chimborazo yo utilicé estos expedientes.  Y en otros estudios revisé los registros de la propiedad para observar las transacciones de tierras.

Sucede que como el enfoque del mercado de tierras lo introdujo el Banco Mundial en la década de 1990 con el fin de desplazar el tema de la Reforma Agraria se ha trabajado muy poco en esta problemática  que estaba vinculada a la titulación de tierras.

Otro tema a tratar bajo esta óptica sería el tema del despojo que debería ser trabajado con las especificidades regionales del país. En la costa se puede efectivamente hablar de un proceso de reconcentración de la propiedad, ahí tal vez si podría hablarse de despojo, pero hay que ver si el despojo se dio a través del mercado de tierras y no necesariamente con violencia.

Alain Dubly en un análisis que hace sobre los conflictos de tierras en la década de 1990 con base en los datos que llegaban a la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos muestra que había muchos conflictos intra campesinos en la costa. Su libro, “Campesinos y despojos”, muestran  muchos problemas por tierras que no vienen de un sujeto externo. Obviamente los empresarios agroindustriales tienen otras formas de presión sobre las tierras campesinas, pero no se puede encontrar hechos de violencia generalizados.

Por esto es interesante volver a los documentos primarios y ver cuál es la dinámica del mercado de tierras y con base en ello ver en dónde se expanden las empresas agroindustriales y cómo adquieren tierras de campesinos pero también tierras de los hacendados porque al constituirse, por ejemplo, las plantaciones de palma africana en Santo Domingo y Quinindé, se habían comprado grandes extensiones provenioentes de hacendados, entonces ahí podemos ver que los hacendados también fueron expropiados, habría que pensar mucho la categoría de despojo. Probablemente es más un concepto más político que analítico y en este sentido, no lo estoy entendiendo adecuadamente.

¿En la década de 1990 las demandas tradicionales por tierra se ven modificadas a través del concepto de territorialidad introducido por el  movimiento  indígena, cómo influye este concepto al debate agrario?

La visión territorial se refiere a una relación entre el medioambiente y la cultura, es una relación más compleja de cómo se planteaba en las demandas agrarias tradicionales, porque en la década de 1980 el tema del medio ambiente no estaba presente.

El tema medioambiental solo estaba presente bajo una idea de trasfondo agroecológico pero no se estudiaban realmente las condiciones agroecológicas, aunque la mayoría de investigadores que estudiaban los temas campesinos se daban cuenta que en la sierra había muy malas condiciones de producción de los campesinos que les obligaba a migrar, alternar con fuentes de ingreso complementarias, había muchas zonas erosionadas.

Esto provocó que los campesinos comenzaran a subir a las zonas más altas. Es impresionante cómo entre 1970- 1990 muchas zonas de páramos fueron colonizadas por los campesinos y ahí viene otro error que yo leí en una tesis de la FLACSO  donde se sostiene que producto de la Ley agraria de 1994 los campesinos comenzaron a subir a los páramos. Este es un proceso que los investigadores nos dábamos cuenta que en muchas de las zonas de la sierra los indígenas estaban subiendo hacia los páramos para hacer cultivos. En efecto habría que poner atención al porqué ocurría esta situación.

Habría que volver sobre el tema de que la Reforma agraria en el Ecuador nunca fue de tipo radical. No hubo voluntad para fragmentar el espacio territorial de las grandes propiedades, solo se permitió su fragmentación que se iba adecuando a los intereses de las empresas agrícolas en las zonas de mejor calidad, posiblemente por eso los campesinos subían al páramo.

Ahora bien, aquí hay otro problema que consiste en que los propios campesinos no tuvieron radicalidad, es decir no había un horizonte de exigencias que permitiera enfrentar el problema. Cuando lo pudieron hacer, las organizaciones campesinas no lo hicieron, tal vez el momento o la oportunidad política mayor fueron los años de 1975-1976 puesto que había una amplia red de organizaciones campesinas en el Ecuador. Quizá una voluntad política podría haber empujado a una salida radical en ese momento pero ese fue un momento que no volvió.

Porque incluso con el levantamiento de junio de 1990 es decir 15 años más tarde el número de conflictos ya era mucho menor. Se trata de conflictos muy marginales que estaban ocurriendo en diversas zonas de las sierra.

Ahí cabe preguntarse qué fue lo que pasó. Tal vez influyó la tradición legalista de la izquierda ecuatoriana. En comparación con Perú en la década de 1970 hubo invasiones masivas de tierras que podrían haber sucedido en el Ecuador también, pero ahí faltó  voluntad política.

No hubo voluntad para cambiar ampliamente el espacio territorial de las grandes propiedades, solo se permitió su transformación a través de la fragmentación de las tierras de peor calidad para los campesinos, dejando las mejores tierras para su trasformación en empresas agrícolas.

Si analizáramos la conflictividad agraria de los años 70, seguramente descubriríamos que la conflictividad era mucho mayor que la que gestionó la CONAIE en la década de 1990, en este periodo es sumamente importante el mercado de tierras para ver cómo fue la transformación de la sociedad indígena porque nos estamos olvidando del propio proceso de modernización con el que muchos indígenas incluso dejaron de serlo.

La década de 1980 el tema étnico evidentemente estaba ahí, como los antropólogos lo constataban  pero de una forma marginal. Apareció la noción de campesinos indígenas como una fórmula de transacción junto a  la decadencia de las organizaciones campesinas agraristas que entraron en crisis.

¿Usted cree que la tendencia dominante de las estructuras agrarias en el siglo XX ha sido a través del mercado de tierra?

En una parte y por otra parte por intervención del Estado. Hay  un argumento aplastante sobre  el índice gini que ha cambiado muy poco,  pero no se ha analizado la consistencia de los datos del Primer Censo Agropecuario de 1954, que fue hecho por provincias, y lamentablemente no hay acceso a los datos primarios. En ese censo está muy mal registrada la tenencia de la tierra en las comunidades campesinas y los recursos naturales.

Luego tenemos el Censo Agropecuario  de  1974 que sitúo los datos en provincias, cantones y parroquias, sin embargo no están identificadas adecuadamente las unidades comunales y asociativas. El Censo  del 2001 se hizo por muestreo y es muy difícil de procesar aunque el SIPAE ha elaborado un texto que visualiza el tema de la concentración.

 


[1] Entre sus obras están: La reforma agraria ecuatoriana, Historia del capitalismo agrario pampeano y El desarrollo rural en Argentina.

 

 

 

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