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domingo, diciembre 22, 2024

REPRIMARIZACION Y EXTRACTIVISMO: ¿LOS CONDENADOS DEL CAPITAL?[1] por Napoleón Saltos Galarza

Quito, noviembre 2012

Compañeros: hay que decidir desde ahora un cambio de ruta. La gran noche en que estuvimos sumergidos, hay que sacudirla y salir de ella. El nuevo día que ya se apunta debe encontrarnos firmes, alertas y resueltos… Ahora asistimos a un estancamiento de Europa. Huyamos, compañeros, de ese movimiento inmóvil en que la dialéctica se ha transformado poco a poco en lógica del equilibrio. Hay que reformular el problema del hombre. Hay que reformular el problema de la realidad cerebral, de la masa cerebral de toda la humanidad cuyas conexiones hay que multiplicar, cuyas redes hay que diversificar y cuyos mensajes hay que rehumanizar.

FRANZ FANON, Los condenados de la tierra.[2]

 

TIEMPO DE TRANSICIÓN

Vivimos un tiempo de paradojas, incertidumbres y cambios. Vivimos un período de transición marcado por dos procesos: la crisis y decadencia del sistema-mundo-capitalista y la emergencia de signos de un mundo post-capitalista, de gérmenes de resistencia antisistémica. Un proceso de transición todavía sin sujeto.

La transición se caracteriza por la combinación caótica de los signos de crisis del mundo viejo que empieza a caer y de los signos de emergencia del nuevo tiempo.

 

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

La historia del capitalismo se mueve en ciclos, en espiral. En la crisis actual confluyen procesos de tiempos diversos:[3] En el tiempo corto estamos ante la crisis del modelo financiero neoliberal. En el tiempo medio estamos ante la crisis de la hegemonía norteamericana. En el tiempo largo estamos ante la crisis estructural del capitalismo, en el final  de la fase descendente del 5º Kondrátiev,[4] con tendencias estructurales. En el tiempo muy largo estamos ante una crisis civilizatoria y el cambio de época.

 

LAS PARADOJAS DE LA TRANSICIÓN

La crisis actual es un momento de condensación de las contradicciones del sistema, encierra la posibilidad del paso a un nuevo ciclo del capital, con estructuraciones más complejas, o la posibilidad del paso a una fase histórica postcapitalista. La crisis se presenta como problema y como oportunidad. En este sentido, la crisis actual se presenta bajo la forma de paradojas civilizatorias:

Paradoja de la abundancia y la escasez:

Sobre la base de la revolución de las fuerzas productivas, cimentada en la tercera revolución científico-técnica y en la apertura a los aportes de un mundo plural, por primera vez la humanidad está en condiciones de ser sujeto de su propia historia, superar la escasez y construir una fraternidad universal. Sin embargo, esta potencialidad es expropiada por la acumulación monopólica de los capitales transnacionales que actúan como Estados sin territorio, en alianza con los Estados centrales y con los organismos multilaterales, y se transmuta en la tragedia de la desigualdad y la exclusión de individuos, comunidades, países y continentes que se convierten en desechables para la reproducción del capital, con nuevas formas de pobreza y violencia.[5]

Se trata de la contradicción fundamental del capitalismo, entre la socialización de las fuerzas productivas y la privatización de las relaciones de producción, que hoy se presenta en su forma más extrema. Esta es la base material de la naturaleza de la crisis. Una formación socio-económica no desaparece hasta haber agotado todas sus posibilidades y variantes. En su largo proceso, el capitalismo se mueve en un revolucionamiento permanente de las fuerzas productivas sobre la base de la concentración y centralización privada de descomunales recursos en manos de monopolios cada vez más centralizados, lo que ha permitido que rebasen el poder y los límites de los Estados nacionales, y puedan actuar como Estados sin fronteras, con dominios de territorios y poblaciones. Allí está la fuente del poder, pero también el límite estructural, pues el capitalismo no puede escapar a una espiral creciente que desemboca en sucesivas crisis que se han movido desde la periferia hacia el centro y que empiezan a mostrar signos de crisis estructural.

Paradoja de la democracia y la violencia

La democracia se ha convertido en el sistema político legítimo a nivel global y abre la posibilidad de construir una ciudadanía universal. Sin embargo asistimos a un “fascismo social”[6], con nuevas formas de violencia.

Aquí reside la contradicción política clave: hay un desfase entre la globalización del poder, que tiene como base el debilitamiento de los Estados nacionales,  y la ausencia de un Estado global; por lo cual el Estado norteamericano busca convertirse en el aparato de orden mundial, en alianza con los organismos multilaterales y el G7.

Estamos ante el reordenamiento del monopolio de la violencia legitimada, bajo diversas formas. La estrategia central es el combate al “terrorismo y al narcotráfico”, que se convierte en estrategia de control de los pueblos.

El déficit estructural del Estado global para garantizar la cohesión de la sociedad abre espacios para la “mafiación” de la política. En América Latina, el signo es la frontera México-Estados Unidos, convertida en la zona de mayor violencia en el mundo.

Paradoja ecológica

El modo de vida instituido por la modernidad capitalista amenaza la supervivencia del planeta tierra y de la humanidad. Esta paradoja presenta diversas formas: la expansión de la sociedad de consumo, el calentamiento global, presión sobre la biodiversidad y los recursos naturales, afectando sobre todo al Sur.

En el calentamiento global inciden tiempos muy largos de modificación geológica del planeta y de su relación en el espacio. Empero el modo de producción y el modo de vida dominado por el capital termina acelerando esos tiempos y procesos, hasta el borde en que la naturaleza no tiene tiempo de recuperarse y restablecer los equilibrios: si el desarrollo mundial, el crecimiento demográfico y el consumo energético basado en los combustibles fósiles, siguen aumentando al ritmo actual, antes del año 2050 las concentraciones de dióxido de carbono se habrán duplicado con respecto a las que había antes de la Revolución Industrial.

Un signo es la destrucción de los bosques naturales a manos de la nueva ofensiva del capital mundial para apoderarse de territorios, a fin de destinarlos a la producción de agrocombustibles.

Atrás de estos problemas hay un cambio sustancial del capitalismo tardío, que se inicia en la transición a la hegemonía norteamericana, en torno a los años 30-40, y que llega a su forma extrema, en una especie de “hipermodernidad”[7] en nuestro tiempo: el desplazamiento[8] de la ganancia extraordinaria, “el acicate más evidente y primordial del progresismo en la sociedad moderna”, desde “la figura de la renta de la tierra” a “la figura de la renta tecnológica”. Dentro de la distribución del plusvalor, una porción se destina al pago no justificado de la ganancia extraordinaria y otra porción al pago también injustificado de “a los propietarios de la tierra, por el simple hecho de que detentan un poder señorial sobre el territorio, el pago de la renta de la tierra.”

Hoy asistimos a una “mutación tendencial de larga duración”: el predominio de la figura de la renta tecnológica sobre la renta tradicional de la tierra. Frente a la propiedad señorial de la tierra se consolida “una propiedad igualmente monopólica y señorial (…) sobre la tecnología, sobre el secreto de una innovación técnica potenciadora de la productividad del proceso de trabajo. De la época del imperialismo, época de la lucha de los grandes conglomerados de acumulación de capital por concretarse en un territorio nacional con amplias bases naturales capaces de abaratar su producción, se ha llegado a la época en que la toma de concreción del capital busca la razón de ese abaratamiento en el provecho exclusivo que puede sacar de ciertos dispositivos técnicos singulares dentro de un proceso de producción determinado. (…) El ‘cómo’ se produce vale más que el ‘con qué’ se produce.” “Esta última y definitiva subordinación de la naturaleza a la técnica, es una alteración radical y decisiva.”[9]

En este desplazamiento se asienta la sobreexplotación de la naturaleza, hasta arrastrar a la humanidad al borde de un fracaso ecológico, que no es posible superar dentro de la lógica del capitalismo, pues es la base de su progresismo. Por ello el fracaso de las sucesivas cumbre mundiales del ambiente.

Ante la crisis actual, el capital busca la salida en una espiral de “ganancia extraordinaria” asentada en la combinación del capital financiero, bajo las figuras especulativas de los “derivados”, con el capital rentista, tanto bajo la vieja figura de la renta de la tierra, como bajo la nueva figura de la renta tecnológica. El signo de esta combinación es la orientación de la producción agrícola hacia los “bío-combustibles”.

Paradoja de la paz y la guerra

La oferta del Capital sobre la paz universal, después de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real, se ha convertido en un mundo atravesado por guerras y conflictos armados, bajo diferentes formas, enfrentamiento entre Estados, violencia del narcotráfico y del capitalismo delincuencial, estrategias de intervención del imperialismo bajo el discurso de la expansión de la democracia y la paz.

Después de la caída del Muro de Berlín los ideólogos del poder americano anunciaron el “fin de la historia” y la constitución de un nuevo orden bajo el dominio estadounidense. Sin embargo se inicia inmediatamente una cadena de guerras imperialistas, la primera invasión a Irak y la Guerra de Kosovo.

La carrera armamentista no se detiene. Estados Unidos sigue siendo la potencia militar indiscutida, con la mitad de los gastos militares a nivel mundial.

En las guerras hay algunas constantes:[10] conquistas de territorio y su reorganización, destrucción del enemigo y administración de la conquista. El resultado de la Tercera Guerra Mundial, la denominada Guerra Fría fue “la derrota y la destrucción de la URSS, y la victoria de Estados Unidos, alrededor del cual se aglutinan hoy la gran mayoría de los países. Es cuando sobreviene lo que llamamos “Cuarta Guerra Mundial”. Aquí surge un problema. El producto de la anterior guerra debía ser un mundo unipolar, pero para hacerse efectivo, este mundo unipolar tiene que llegar a lo que se conoce como “globalización”. Hay que concebir al mundo como un gran territorio conquistado con un enemigo destruido. Es necesario administrar este nuevo mundo y por lo tanto globalizarlo. (…) Se trata de homogenizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida,” pero al mismo tiempo surge la diferencia y la fragmentación. “Lo que quiere hacer este gran mercado es convertir todas estas islas no en naciones, sino en centros comerciales.”

“En términos propiamente militares la Tercera Guerra Mundial tenía su lógica. Era en primer lugar una guerra convencional,” y se realizaba en territorios determinados, en la periferia de los dos poderes enfrentados. En esta época, en el marco de la guerra contra Vietnam “se desarrolla el concepto de “guerra total”: en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares. (…) No es sólo una guerra en todos los frentes, es una guerra que puede estar en cualquier lado, una guerra totalizadora en donde el mundo entero está en juego. (…) En cualquier momento y en cualquier circunstancia puede surgir un conflicto.”[11]

Cada vez se llega a formas más extremas. El Pentágono pasa de la guerra de despliegue rápido a la estrategia de proyección de fuerzas y luego  “pasaron a un modelo de guerra con soldados locales, más apoyo internacional, más una instancia supranacional. Ya no se trata de enviar soldados, sino de pelear por medio de los soldados que están ahí, apoyarlos según la base del conflicto y no usar el modelo de una nación que declara la guerra, sino una instancia supranacional como la ONU o la OTAN. Los que hacen el trabajo sucio son los soldados locales y los que salen en las noticias son los estadunidenses y el apoyo internacional. Este es el modelo. Protestar ya no funciona: no es una guerra del gobierno estadunidense; es una guerra de la OTAN y además la OTAN sólo está haciendo el favor de ayudar a la ONU.”

A pesar del potencial bélico, Estados Unidos ha terminado estancado en las guerras en que ha entrado directamente, como en Irak y Afganistán. Por ello en los nuevos conflictos bélicos, como en Libia y en Siria, busca desatar “guerras civiles” desde el poder externo, actuar por mano interpuesta, privilegiar el poder aéreo, con nuevas tecnologías, como la utilización de aviones no-tripulados (drones).

La paradoja se muestra en el momento del “triunfo”. El signo actual es la situación de Libia después de la expulsión y asesinato de Gadafi.

Paradoja de la cantidad y la calidad

La modernidad capitalista se organiza en torno al predominio del valor de cambio sobre el valor de uso, de la cantidad sobre la calidad.[12] La tendencia es a la homogeneización y a la eliminación de la diversidad. El conocimiento y los saberes en occidente se organizan a partir de la abstracción.

“La vida moderna necesita descansar sobre (…) la subordinación, sujeción o subsunción del proceso ‘social-natural’ de la reproducción de la vida humana bajo un proceso ‘social-artificial’, sólo transitoriamente necesario: el de la reproducción del valor mercantil de las cosas en la modalidad de la ‘valorización del valor’ o ‘acumulación de capital’. En la base de la vida moderna actúa de manera incansablemente repetida un mecanismo que subordina sistemáticamente la ‘lógica del valor de uso’, el sentido espontáneo de la vida concreta, del trabajo y el disfrute humanos, de la producción y el consumo de ‘los bienes terrenales’, a la ‘lógica’ abstracta del ‘valor’ como sustancia ciega e indiferente a toda concreción, y sólo necesitada de validarse con un margen de ganancia en calidad de ‘valor de cambio’. Es la realidad implacable de la enajenación, de la sumisión del reino de la voluntad humana a la hegemonía de la ‘voluntad’ puramente ‘cósica’ del mundo de las mercancías habitadas por el valor económico capitalista.”

Esta forma que constituye la base del capitalismo, en el tiempo actual ha llegado a su forma extrema, en donde la subsunción real del trabajo al capital, del valor de uso al valor de cambio, de la vida natural al proceso social-artificial de la mercancía habitada por el valor capitalista, invade también el campo del consumo y, a través de ello, se presenta como dominio del conjunto de la vida, como bío-poder. Aquí está la base material de la crisis civilizatoria.

La originalidad de América Latina se presenta como una sociedad “abigarrada”, en donde se superponen culturas, formas económicas y políticas.

HACIA UNA CRISIS ESTRUCTURAL

La novedad de la crisis actual es que convergen varias crisis: hipotecaria, financiera, económica, energética, alimentaria, ecológica. La crisis económica se combina con una crisis de poder, la crisis de la hegemonía norteamericana. Y  con ello empiezan los signos de crisis de propia civilización burguesa.

En las crisis el sistema juega en el borde. El capitalismo tardío se presenta como hipercapitalismo, juega las cartas extremas en un doble movimiento, el retorno hacia delante de las formas antiguas-originarias y el salto a formas futuras.

En lo económico combina el retorno al capital rentista, el retorno a la “acumulación por desposesión” o “acumulación originaria”, bajo nuevas formas de renta: la renta tecnológica o de conocimiento predomina sobre la vieja forma de la renta de la tierra, con el salto a las formas extremas de capital financiero – una cadena de derivados – que acumulan el trabajo virtual futuro. Con ello la presión “retorna” a su origen, a la relación entre naturaleza y sociedad. El signo es la crisis energética.

La crisis acentúa los niveles de explotación del trabajo, empezando por la agudización del desempleo, que afecta sobre todo a los jóvenes.

Según estimaciones del FMI “el desempleo continúa a niveles superiores a los registrados antes de la crisis en muchas economías, incluido Estados Unidos. A nivel mundial, se prevé un promedio de desempleo de alrededor de 6% en el 2011, con tasas que van de 4% en Asia oriental a 10% en Oriente Medio. Se proyecta que las tasas de desempleo serán inferiores en las regiones donde el crecimiento fue más elevado el año pasado. El desempleo juvenil sigue siendo alto, de 25% en Oriente Medio y entre 15% y 20% en las demás regiones. Los coeficientes empleo/población son bajos en muchas regiones, lo cual sugiere que muchas personas se ven obligadas a ingresar en el sector informal.”

Se bloquea la expectativa de futuro. En  Europa, en 2011, la media del paro juvenil se sitúa en 21.4%. 15 países la superan. España, con 46.4 %; Lituania (35.1), Letonia (34.5), Eslovaquia (33.6), Grecia (32.8), Estonia (32.9), Portugal (29.2), Irlanda (28.9), Italia (27.8), Bulgaria (26), Polonia (25.9), Hungría (25.9), Rumania (23.5), Francia (23.2), Suecia (22.9) y Chipre (22 por ciento). Sólo 11 de los 27 tienen tasas por debajo de la media: Islandia (20.1), Bélgica (19.9), Reino Unido (19.6), República Checa (18.2), Eslovenia (15.3), Luxemburgo (14.8), Dinamarca (14.4), Malta (13.6), Alemania (8.5), Austria (8.3) y Países Bajos (7.6%).

Esta es la base material de las movilizaciones de los “indignados” en España y en la periferia de Europa.

Según la OIT, en Tendencias mundiales del empleo juvenil, el paro afecta a 75.1 millones de jóvenes, 12.7% del total. En América Latina se sitúa dos puntos por encima (14.4%). Otro informe de la OIT destaca el carácter precario, estacional y sin protección social del empleo, alcanzando a 67% del empleo juvenil.

En América Latina: de los 104 millones de jóvenes sólo 13% estudia y trabaja, otro 33 sólo trabaja y un 34 sólo estudia. Pero hay un 20% que no estudian, no trabajan y no buscan empleo. Más de 20 millones de jóvenes pertenecientes a la llamada generación ni-ni.

Se expande la subsunción real  del capital sobre  el trabajo desde las esferas de la producción y la circulación, hacia las esferas del consumo, hacia el control de la vida. El poder se presenta como bío-poder.

REORDENAMIENTO MUNDIAL

La crisis afecta al eje Norte-Sur, liderado por las viejas potencias: Estados Unidos, Europa y Japón. Un creciente número de economías de la zona euro están en recesión. Las políticas de shock del FMI, ensayadas en América Latina en los 80, a raíz de la crisis de la deuda, trasladan la crisis a la periferia: Grecia, España, Portugal.

Mientras tanto hay un crecimiento de las nuevas potencias, los BRICs. China pasa a ser la segunda potencia  económica mundial, es el mayor exportador del mundo y el segundo mayor importador. En cuanto a divisas y reservas de oro, China es número uno, con un total de casi 3,2 millardos de dólares, Brasil y la India son sexto y séptimo. Estados Unidos está en décimosexto lugar. La presencia de los BRICs ha limitado la posibilidad de trasladar los impactos de la crisis hacia la periferia. La acumulación de excedentes, ya no en manos de las viejas potencias, sino de las potencias emergentes. Y más bien las viejas potencias, en particular los Estados Unidos tienen una problema estructural de endeudamiento.

La economía norteamericana está estancada. A pesar de que Estados Unidos ha aplicado su poder financiero y bélico, no ha logrado superar la crisis, aunque ha logrado trasladar los efectos sobre todo hacia Europa.

ECONOMINA NORTEAMERICANA

PROYECCIONES DEL FMI

PIB real Precios al consumidor Saldos en cuenta corriente Desempleo
2011 2012 2013 2011 2012 2013 2011 2012 2013 2011 2012 2013
1.7 2.1 2.4 3.1 2.1 1.9 -3.1 -3.3 -3.1 9.0 8.2 7.9

En el 2008, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC), que agrupa a las diferentes Agencias de Inteligencia de los Estados Unidos, publicó un documento con una serie de publicaciones futuristas pensadas para orientar al Gobierno entrante del presidente Obama. En el informe titulado “Tendencias mundiales 2025” señala que el predominio de los Estados Unidos a nivel mundial desaparecería gradualmente en los próximos 15 años, al mismo tiempo surgirían nuevas potencias mundiales, particularmente China e India.

Entre las conclusiones más importantes está la disminución de la hegemonía de los Estados Unidos y el surgimiento de nuevos rivales mundiales: “Aunque es probable que Estados Unidos siga siendo la única superpotencia en el 2025, su fuerza relativa menguará, incluso en el ámbito militar, y su influencia se verá limitada.”

Contradicción principal

La contradicción fundamental en el sistema capitalista es enfrentamiento entre el capital y el trabajo. Sin embargo la contradicción principal, a partir de la acción de la política, puede desplazarse a otros terrenos.

Actualmente, la  contradicción entre las viejas potencias y las potencias emergentes es el teatro principal: La fortaleza económica y la diplomacia de los BRICs han contenido la estrategia de las viejas potencias: desplazar los costos de la crisis a las periferias y jugar las guerras en los bordes para consolidar su hegemonía. En Europa los capitales han dirigido los ataques a sus propios pueblos y trabajadores, a través de medidas de shock que se ensayaron en América Latina en los 80.

El cambio de posición de China y Rusia ante los planes imperiales sobre Siria han logrado contener temporalmente la estrategia tipo Libia, y con ello frenan el avance hacia el conflicto contra Irán.

Entre estos dos ejes se dan confrontaciones: una económica, centrada actualmente en la batalla monetaria y en el control de la renta. Y una confrontación político-militar  vicaria: paso de la doctrina Bush que estaba guiada por la lucha contra el terrorismo, a la doctrina Obama que retoma el enfrentamiento al enemigo geopolítico, el eje China-Rusia. Esto implica un nuevo dislocamiento de las fuerzas militares a nivel global, con un cerco a la expansión China y a la alianza económico-militar, sobre todo de China y Rusia, en una línea que va desde el Mar Mediteráneo, en particular, en torno al Mar cercano al conflicto sirio, pasa por el estrecho de Ormuz, en torno al conflicto con Irán y se extiende hasta el Mar de China.

En América del Sur el dislocamiento de las fuerzas militares se organizan en torno al Plan Colombia y al control de la Amazonía, con un cerco a la expansión brasileña y a los intentos de integración autónoma impulsada sobre todo por el gobierno de Venezuela. El signo es la reactivación de la IV Flota a partir de abril del año pasado, después de 50 años de congelamiento, con la disposición de garantizar la seguridad nacional (de los Estados Unidos) no sólo en los océanos, sino también en las vías fluviales.

Estas contradicciones se mueven en el marco del capital, por lo que hay un límite en las disputas; son más bien movimientos para ganar posiciones. Hay continuidades y diferencias en los manejos: el eje Norte-Sur y en particular Estados Unidos, se mueve en el campo del capital financiero-rentista, desde una estrategia belicista que busca compensar el debilitamiento económico. El eje Este-Oeste y en particular China, liga la dinámica financiero-rentista a las lógicas del capital productivo, desde una estrategia de negociación que busca compensar su debilidad militar.

ESTRATEGIAS ANTE LA CRISIS

El desenlace de la crisis se define en la política. Están en disputa cuatro estrategias, a partir de la caracterización de la crisis y de las fuerzas políticas:

Arriba hay un debate entre las fórmulas fondomonetaristas de la austeridad, basada en un “Consenso de Washington” reloaded (Merkel); y las posiciones de reformas controladas que tomen en cuenta los costos sociales, el rostro bancomundialista (Hollande).

  1. Para las potencias tradicionales (G7) y los organismos multilaterales, se trata de una crisis de tiempo muy corto; la salida es reforzar la política de shock para el salvataje bancario con controles mínimos desde el Estado. La estrategia combina la instrumentalización del Estado a favor del capital financiero y la des-territorialización de la crisis, trasladando los costos a las periferias.
  2. Para el G20 y diversos ideólogos críticos dentro del sistema, se trata de una crisis del modelo neoliberal bajo su forma de shock; por lo cual la salida es reforzar el control desde el Estado, el retorno de un neokeynessianismo que regule los excesos del capital especulativo y reoriente la inversión hacia el capital productivo.
  3. Para los BRICs, encabezados por China, se trata de una crisis de tiempo medio: el debilitamiento de la hegemonía norteamericana, que abre condiciones para un relevo. La salida se basa en una política de multilateralismo y de resurgimiento de acuerdos Sur-Sur.
  4. Desde el pensamiento crítico y los movimientos sociales antisistémicos se ve la crisis como estructural y civilizatoria, pone en juego no sólo el modo de producción, sino el modo de vida. Por lo cual la salida es ir hacia una sociedad post-capitalista, bajo diversas formas: socialismo, sumak kawsay/Estado plurinacional, post-patriarcalismo.

ESCENARIOS DE DESENLACE

Arrighi[13] presenta tres escenarios de desenlace de la crisis:

1. Las viejas potencias, Estados Unidos, Unión Europea y Japón, pueden recuperar su hegemonía y el sistema mundo capitalista pasaría a un nuevo ciclo bajo la forma imperio. Asistiríamos al sueño de la Comisión Blindenberg: dos mundos desconectados, un mundo del capital y un mundo desechable.

2. Las potencias emergentes, desde Oriente, logran un predominio económico. Arrighi se refería Japón, ahora habría que colocar a China. Pero la hegemonía implica también poder político y militar; allí el poderío de Estados Unidos es predominante. Por lo que puede acercarse un escenario de conflicto bélico largo, que ha sido una característica de los cambios de ciclo de hegemonía.

3. Ninguno de los dos grupos logra hegemonía y desembocamos en un escenario catastrófico: barbarie o barbarie.

Hoy es más visible el segundo escenario. Hay un desplazamiento del predominio económico hacia Oriente, hay un reordenamiento del mapa geoeconómico: ante la decadencia del eje Norte-Sur, dominado por las viejas potencias, hay el crecimiento del eje Este-Oeste, liderado por los BRICs.

En estos escenarios falta la visión de los actores de abajo. El desenlace de la crisis no va a darse sólo en el campo económico, se resuelve fundamentalmente en el campo político. Se trata de una crisis civilizatoria.

Y entonces podemos hablar de un cuarto escenario: es posible pasar a un mundo postcapitalista. Todavía esta orientación se presenta como resistencia, a la defensiva, desde diversas vertientes.

Se destacan cuatro puntos de resistencia antisistémica que pueden convertirse en la base para un escenario alternativo:

i.            La resistencia al dominio del capital financiero y el impulso de medidas en contra del neoliberalismo de corte fondomonetarista: el signo es la lucha de los Occupy y algunos intentos de los gobiernos posliberales de América Latina.

ii.            La resistencia al dominio del capital rentista: la lucha contra el modelo extractivista y la defensa de la “madre-naturaleza”. La crítica a la visión del progreso y las tesis del no-crecimiento y el no-desarrollo.

iii.            La resistencia a la democracia liberal y la dictadura del capital: el signo es la lucha de los indignados.

iv.            La disputa del sentido del tiempo histórico y la naturaleza del cambio: el sentido del socialismo, la visión del sumak kawsay, las potencialidades del ethos barroco como una alternativa de modernidad, la construcción del pensamiento crítico, con capacidad de alternativas, en un horizonte hacia el comunismo.

UBICACIÓN DE AMÉRICA LATINA

América Latina se mueve por oleadas. En las décadas del 60-70 el mapa político estaba marcado por la presencia de Dictaduras Militares, estructuradas en torno a la Doctrina de Seguridad Nacional y a una estrategia de contrainsurgencia. Inicialmente impulsan algunas tareas de desarrollo nacional, con mayor énfasis en la Dictadura andinas de Perú y Ecuador, pero progresivamente se asientan en modelos neoliberales, sustentados en la alianza económico-militar con el poder norteamericano.

A fines de los 70 se inician los procesos de retorno a las democracias constitucionales. Ecuador y Perú son los procesos más tempranos y sirven como laboratorio para los retornos más complejos en los países del Cono Sur. El retorno a la democracia se articula con la entrada del modelo neoliberal a partir de la crisis y la renegociación de la deuda externa, en 1982.

El nuevo milenio presentó a América Latina como el espacio de la posibilidad de cambios antisistémicos, de revoluciones: la década de los 90 estuvo marcada por la presencia de fuertes movimientos sociales que abrieron el imaginario de un cambio profundo, de un tiempo constituyente.

“Latinoamérica promete para el futuro más de lo que por el momento podemos hallar en los países capitalistamente avanzados… Así, si bien sigue siendo verdad que el socialismo debe calificar como un enfoque universalmente viable, (…) la inercia masiva generada por los intereses creados del capital en los países capitalistamente avanzados, junto con la complicidad consensual en ellos del laborismo reformista, resulta mucho más probable que se dé una revuelta social que encienda la mecha en Latinoamérica que en los Estados Unidos, con implicaciones de largo alcance para el resto del mundo.” (MÉSZÁROS, I., Op. Cit., p. XXVIII.)

A partir de 1998, con el triunfo de Chávez en Venezuela, el mapa político  empieza a girar a la “izquierda”, mediante el acceso por la vía electoral de gobiernos “progresistas”: Lula-Rousseff en Brasil, la reelección de Chávez en Venezuela, ratificada para un nuevo mandato el 7 de octubre del 2012, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Kirchner-Cristina Fernández en Argentina, Vásquez-Mujica en Uruguay, Lugo en Paraguay, Ortega en Nicaragua, Funes en El Salvador, Bachelet en Chile y, en un proceso tardío, Humala en Perú.

El punto del cambio se estructura en torno al imaginario de la democracia, ahora bajo la forma de democracias ciudadanas y participativas. Venezuela intenta el discurso del “socialismo del siglo XXI”; mientras Bolivia y Ecuador enuncian el del “sumak kawsay”.

Catorce años después empieza el tiempo de los límites. El golpe de Honduras, la derrota de la Convergencia Democrática en Chile, el golpe contra Lugo en Paraguay marcan la cisura.

Se ha recompuesto un eje alineado con el eje Norte-Sur que atraviesa el Continente, desde los países del TLCAN, con una vinculación cada vez más marcada de México al poder y la economía norteamericana, por el nudo del capital del narcotráfico y por los resultados concentradores de diez y seis años de aplicación del Tratado de Libre Comercio; pasando por Centro América, con los regímenes de Panamá y Honduras; hasta el eje del Pacífico en Sur América, con el triunfo de Piñera en Chile, el alineamiento de Colombia, el giro de Humala en Perú y  el retorno de la derecha en Paraguay.

Los gobiernos “progresistas” empiezan a llegar a fronteras estructurales económicas y políticas, en el programa y en la vía, que ralentizan la tendencia e incluso la ponen en riesgo. Han sufrido un complejo proceso de ajuste “orgánico” entre el discurso y la práctica política, que se expresa en la construcción de nuevas hegemonías, con la presencia de nuevos bloques históricos. En este proceso de ajuste “orgánico”, las reformas constituyentes son el soporte de la reinstitucionalización del Estado.

No se trata de gobiernos de coyuntura, sino de período. Desde una visión de tiempo largo representan una propuesta de modernización del Estado nacional-liberal implantado a comienzos del siglo pasado en nuestro Continente; desde una visión de tiempo medio, se centran en la reforma del Estado neoliberal.

Los procesos de Venezuela, Bolivia y Ecuador tienen una trayectoria que pasa por Asambleas Constituyentes que aprueban una nueva Constitución, como fundamento de la reinstitucionalización del Estado. Aunque hay un largo proceso “preparatorio” que viene desde el centro, sobre todo en la formulación de las teorías neoconstitucionalistas y neoinstitucionalistas y la formación de una red de instituciones y de intelectuales dentro de estas visiones.

Nuevas hegemonías

No hay propuesta, programa, proyecto, sin sujeto. La hegemonía implica dos procesos: (i) La construcción de una nueva unidad orgánica entre la base económica y la superestructura política, una nueva visión del mundo y una forma de vida; y la metamorfosis de esta visión del mundo y de la vida, por medio de la violencia y el consenso, en el sentido común del bloque dominante y en el sentido común del conjunto de la sociedad. La forma es la combinación de la fuerza y el consenso, la violencia física y la violencia simbólica; el contenido es la visión del mundo y de la vida. (ii) Esta construcción es, a la vez, la construcción de un bloque histórico, de una fuerza hegemónica, que está formada por una alianza en el poder, el acuerdo arriba, y la participación-subordinación consensual de los de abajo, la aceptación por las clases subalternas de la visión del mundo y de la vida de los de arriba como el sentido común de la sociedad.

Pero esta construcción no se da en forma lineal, unidireccional; enfrenta la resistencia y la disputa de las fuerzas contra-hegemónicas, que buscan construir los dos procesos desde abajo, desde el modo de vida y la visión del mundo de las clases subalternas; sujetos políticos “con la potencialidad de constituirse en hegemonía; aunque ésta sea siempre una hegemonía precaria y opuesta al interés del capital.”[14]

Así, pues, en la hegemonía podemos distinguir diversos niveles: (H1) el acuerdo arriba y la construcción del bloque en el poder; (H2) la aceptación abajo y la construcción del sentido común en el conjunto de la sociedad; (H3) la contra-hegemonía de los sujetos políticos subalternos con capacidad de hegemonía, “la autoconstitución de las clases subalternas en poder popular.”[15]

Estos procesos se complejizan en los Estados periféricos, como los de nuestra América, por la complejidad estructural interna y por su ubicación en la cadena imperialista, en dos perspectivas: la “sobrecarga” de funciones sobre el Estado, pues a más de actuar como espacio de lucha por la hegemonía hacia adentro, también es el eslabón de la relación con los poderes hegemónicos mundiales. Hay una diferenciación clave entre un centro que se caracteriza por el “descongestionamiento” de las contradicciones, y la periferia en donde “se acumulan las contradicciones”.[16]

La combinación de la “complejidad estructural”[17] interna – la presencia de sociedades “abigarradas”[18], marcadas por la persistencia de un “ethos barroco”[19] –, con las presiones de las relaciones externas, reforzadas a partir de la condiciones actuales de globalización del capital y del poder, lleva a que estructuralmente se presente una especie de Estado de excepción permanente[20] y que la hegemonía no se realice integralmente. Estamos ante diversas formas de hegemonía trunca, con el predominio de los Estados, de la sociedad política, sobre la sociedad civil[21]; estamos ante el predominio permanente de la “vía junker” para la modernización del Estado y la economía, con lapsos cortos de juegos hegemónicos y contrahegemónicos, en los períodos constituyentes.

No podemos encontrar una lógica central de hegemonía, sino que encontramos la superposición de diversas formas, en los diversos niveles; no hay hegemonía, sino hegemonías superpuestas. No se trata de la hegemonía en la diversidad, sino de la hegemonía de la diversidad,[22] con diversos niveles de contradicciones y juegos políticos.

La forma de actuación de los Estados en América Latina, sobre todo en los países con mayor complejidad estructural, como los andinos, combinan formas “bonapartistas, populistas y autoritarias”,[23] a las cuales se pueden superponer nuevas formas de hegemonía en los Estados “posliberales” en torno a la construcción de gérmenes de poder popular. Una pista de esta superposición está en la tendencia a formas bonapartistas en el tratamiento de las contradicciones arriba (hegemonía 1), un tratamiento populistas en relación a los actores subordinados (hegemonía 2) y un tratamiento autoritario ante los gérmenes contrahegemónicos (hegemonía 3).

Por ello se requiere una mirada que parta de la microfísica del poder,[24] en donde el Estado y la hegemonía son más un punto de llegada, un constructo inacabado, que un punto de partida. El objetivo no es tanto ver el carácter del Estado y del régimen, sino las posibilidades de la revolución.

La clave está en el reconocimiento del carácter orgánico[25] de estas construcciones, en referencia a la concepción del Estado “integral”, como unidad de sociedad política y sociedad civil; a la edificación de la hegemonía y del bloque histórico, visión del mundo y alianza política que expresan una nueva relación orgánica entre la base económica y la superestructura política; al tratamiento de la hegemonía hacia adentro y hacia afuera.

“(L)a simultaneidad de la base y la superestructura es el hecho central del conocimiento social, o sea, que la sociedad en el capitalismo ocurre como una totalidad esencialmente orgánica.”[26] Las respuestas unilaterales, tanto en la teoría como en la práctica política desembocan en programas y perspectivas que son absorbidos por el sistema.

Aquí está la clave del pensamiento de GRAMSCI respecto al Estado: “Aunque es cierto que para las clases productivas fundamentales (burguesía capitalista y proletariado moderno) el Estado no es concebible más que como forma concreta de un determinado mundo económico, de un determinado sistema de producción, no se ha establecido que la relación de medio y fin sea fácilmente determinable y adopte el aspecto de un esquema simple y obvio a primera vista”[27].

El Estado es la expresión, en el terreno de las superestructuras, de una determinada forma de organización social de la producción. La lucha por el poder y la afirmación de un nuevo mundo económico y productivo son inseparables; de esta condición unitaria surge la propia unidad de la clase que es, al mismo tiempo, política y económicamente dominante. Esta es la base para que el Estado sea “concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la máxima expansión del grupo mismo.”[28]

Carácter orgánico que fundamenta la concepción gramsciana del Estado “integral”. Después de la Revolución Francesa de 1789, la burguesía “pudo presentarse como ‘Estado’ integral, con todas las fuerzas intelectuales y morales necesarias y suficientes para organizar una sociedad completa y perfecta.”[29]. De esta manera Gramsci supera la lectura objetivista del Prefacio de la Contribución de 1859, al ubicar las condiciones del cambio, no en la reducción a la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino a la relación entre infra y superestructura: habiendo reunido las condiciones necesarias y suficientes para la superación del antiguo orden, la burguesía puede proceder a la completa reorganización de la sociedad.

En la originalidad de nuestra América, esta forma orgánica se presenta como la combinación de tres procesos en las luchas populares:[30] luchas antiimperialistas de liberación nacional, luchas anticapitalistas de construcción del socialismo, luchas civilizatorias de orientación a la utopía comunista. Ya no se trata únicamente de la hegemonía dentro de la diversidad de contradicciones y actores, sino de la hegemonía de la diversidad, la necesaria combinación de niveles, actores, propuestas. La fractura de esta relación orgánica lleva a conclusiones concesivas. Esta combinación “abigarrada” es la base de la originalidad, la necesidad de la “creación heroica”, la necesidad de “pasarle a la historia el cepillo a contrapelo”.

Los regímenes “posliberales”, como el de Chávez en Venezuela, se ubican en este tramado complejo; lo que exige la construcción de categorías diferenciadas para caracterizarlos.

Realineamiento internacional

La crisis del eje Norte-Sur crea condiciones para una desvinculación económica temporal de América Latina. Al mismo tiempo se produce un realineamiento con el eje Este-Oeste, liderado por China, y una articulación al IIRSA, liderado por Brasil; aunque existen diversos signos de retorno del capital norteamericano.

Ante la competencia de Oriente, Estados Unidos intenta restablecer la vieja Doctrina Monroe con la propuesta del ALCA, que debía entrar en vigencia en el 2004. Esta estrategia es derrotada en el 2003, por la resistencia de los pueblos y la acción de los gobiernos “progresistas”, liderados por Brasil.

Se abre un reordenamiento del mapa geopolítico y de las fronteras de Sud América, a través de los TLCs, los planes de seguridad, Plan Puebla-Panamá/Plan México, para México y Centro América, y el Plan Colombia para la Amazonía, desde la dinámica Norte Sur; y a través de la IIRSA, desde la dinámica Este-Oeste.

“La iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA), que parece estar diseñando nuevas fronteras internas para el Sur del Continente, se anuncia públicamente en agosto-septiembre de 2000, en una reunión auspiciada por Fernando Henrique Cardoso en Brasilia, con la presencia de los representantes del Banco Interamericano de Desarrollo(BID). (…) se trata de poner en ruta la explotación de yacimientos hidrocarburíferos, minerales, genéticos, acuáticos y también agropecuarios. Justamente porque la IIRSA está pensada a partir de la demanda tiene un diseño centrífugo, extractivo, de expulsión de riquezas hacia los centros de demanda. (…) la IIRSA se piensa desde el centro hacia las costas o hacia los ríos que ?uyen rumbo al mar.”[31] “[Se trata] de una integración doblemente subordinada: a Brasil, por parte de los países sudamericanos, y del conjunto de la región al mercado y el empresariado mundiales.”[32]

“En total se han diseñado ocho ejes transversales y dos longitudinales, con un enfoque profundamente estratégico que determina que algunas regiones particularmente importantes por su dotación de recursos se encuentren bajo el manto de dos o tres ejes simultáneamente. Una visión económica formal, que a la vez considera los intereses regionales, indica como ejes principales los de la zona del Cono Sur que concentran la mayor parte del Producto Interno Bruto (PIB) sudamericano; sin embargo, a partir de una visión estratégica los ejes principales son el Amazonas y el Capricornio, por sus riquezas naturales, y sus conexiones a través del río Madera hasta Beni y de la Hidrovía Paraguay-Paraná.”

Cada país tiene su eje de articulación. Para Ecuador pasa por el eje Amazónico, la vía multimodal Manta-Manaos, que une el Pacífico con el Atlántico, articula el eje global Este-Oeste, China-Brasil. Para Venezuela pasa por la articulación del Orinoco, la reserva de petróleo pesado.

Realineamiento de la Región

El nuevo trazado del territorio coloca en el centro el Eje global Este-Oeste. China es el tercer socio comercial de la región tras los Estados Unidos y la Unión Europea, y pronto adelantará a esta última. La influencia que China ejerce en América Latina mediante el comercio se extiende a tres ámbitos: como exportador de manufacturas a casi todos los países de la región, como demandante de materias primas, sobre todo a los países de América del Sur, y como fuerte competidor en los mercados de exportación, en particular de México y Centroamérica. (CEPAL, 2010)

La vinculación político-militar al eje Norte-Sur es más compleja. La presencia de los Planes Puebla, Colombia, han bloqueado las posibilidades de autonomías de los regímenes de nuestra América.

El capital mundial, ante la crisis, se desplaza al capital rentista: acumulación por desposesión, bajo la forma de renta tradicional de la tierra y renta postmoderna del conocimiento y la tecnología. Con lo que se crea condiciones favorables  para la reprimarización de la economía en la periferia, sobre todo hacia un modelo extractivista.

Se traza una nueva división internacional del trabajo, en donde América Latina se ubica como el campo para la inversión del capital financiero en renta.

En nuestro país se abre paso hacia la reprimarización de las economías, hacia las “bío-banana-republics”, con la novedad de que se ampliado el campo de las “conmodities”, mientras se debilitan los procesos de industrialización, incluso en países como Brasil y Argentina, otrora con fuertes procesos en el sector secundario.

El capital en crisis busca salidas mediante el desplazamiento a nuevos territorios de acumulación. Después del estallido de las burbujas financieras punto-com (2001) e inmobiliaria (2008), busca una base material en la orientación del capital financiero hacia la renta, tanto bajo su formas tradicional de renta de la tierra – renta agraria y renta de los recursos naturales –, como, sobre todo, bajo su nueva forma de renta tecnológica. El signo de este campo está en los biocombustibles, en las ciudades del conocimiento.

Esta situación ha permitido un  desacoplamiento temporal, durante los años 2010, 2011, en que se mantiene un crecimiento sobre el 5%. Empero se prevé una desaceleración del ritmo de crecimiento de nuestras economías para el año 2012 y 2013, por los impactos de la crisis en el centro, en la reducción de las exportaciones, la baja de las remesas y la centralización financiera. El crecimiento de América Latina se mantendrá entre el 2 y 3 % en los próximos 8 años. Por tanto no habrá una recuperación importante del empleo y las desigualdades sociales en vez de resolverse se agudizarán.

Entre los países que sufrirían mayor impacto por la baja del precio de los principales productos de exportación están Venezuela (2,5%) y Ecuador (4,5%). Ecuador es la más vulnerable, por una fuerte dependencia del petróleo y de sus productos primarios de exportación; por el fuerte déficit de la balanza comercial no petrolera que irá aumentando en los próximos años dadas las características del aparato productivo (fuerte dependencia de materias primas y bienes de capital importados); y porque es una economía dolarizada lo que le impide tener mayor margen de maniobra ante shocks externos,  como la caída del precio del petróleo. (RUIZ, 2012)

La misma razón que permite probar el desacoplamiento temporal y proclamar los “éxitos” de los gobiernos, se convierte en el argumento que puede anunciar los riesgos de un ciclo: estamos cabalgando sobre la ola de la lógica del capital mundial; el tiempo está marcado.

El modelo rentista-reprimarizador[33] combina diversos procesos: la minería a gran y mediana escala, la explotación y exportación de crudo, la producción y exportación de bienes agrícolas, el peaje global de la vía Manta-Manaos, los servicios ambientales, los biocombustibles. El extractivismo es parte de este proceso global. Expresa la combinación de capital financiero con capital de renta tecnológica, como el nuevo campo de la reproducción ampliada del capital ante la crisis estructural.

Sobre esta base se articula complementariamente una economía importadora-consumista, con continuación de la reducción de los procesos de industrialización desarrollados en períodos anteriores, sobre todo en los ciclos de los modelos de industrialización por sustitución de importaciones luego desmontados en las fases neoliberales; nuevas formas de endeudamiento externo, bajo la forma de crédito con garantía petrolera, sobre todo con China; y una política asistencialista hacia la población, con resultados de apoyo clientelar.

Se trata de un modelo de modernización de las economías y los Estados  periféricos, que arrastra a los demás aspectos de la política nacional y de la integración regional. Es una forma de hegemonía que reordena el papel de América Latina en la nueva división internacional del trabajo en tiempo de globalización.

Los signos pasan por el impulso de la IIRSA como cauce de la integración, a nivel regional; o la implantación de enclaves de renta tecnológica, como en el caso de la “Ciudad del conocimiento”, Proyecto Yachay, convertido en el proyecto emblema de la modernización de la universidad, en el caso de Ecuador.

LA LÓGICA DEL CAPITAL

La lógica del capital rebasa los intentos progresistas: “hasta los políticos radicales y revolucionarios buscan la raíz del mal mismo no en la naturaleza esencial del estado, sino en una forma de estado definida, que ellos desean reemplazar por una forma de estado diferente. Desde el punto de vista político el estado y el sistema de sociedad no son dos cosas distintas. El estado es el sistema de sociedad[34]

Podríamos ampliar: hasta los políticos radicales y revolucionarios buscan la raíz del mal mismo no en la naturaleza esencial del capital, sino en una forma de capital definida, que ellos desean reemplazar por una forma de capital diferente.

El debate parecería quedarse en la sustitución del capital especulativo-financiero, por el capital productivo; o en la disyuntiva entre el libre mercado y la intervención del Estado… capitalista; entre Freedman y Keynes, sin sitio para Marx. La crítica de la austeridad desde la visión del crecimiento, como lo hizo Hollande durante la campaña, para volver a las redes de la austeridad impuesta por la troika (BCE, FMI, Transnacionales), una vez en el poder. Y más allá, en las búsquedas de los gobiernos “progresistas”, desde arriba, la razón débil de la redistribución de la renta, ante la fuerza de la razón del capital.

Empero las voces desde abajo anuncian nuevas posibilidades. La resistencia antisistémica se incuba precisamente en los intersticios del modelo rentista: en la lucha contra el extractivismo; en la defensa del agua y de la vida ante la gran minería y las grandes centrales hidroeléctricas; en la defensa de la biodiversidad ante la ampliación de las fronteras mineras y petroleras; en la renovada lucha por la reforma agraria y la soberanía alimentaria  ante la invasión de los transgénicos y el dominio de las transnacionales de los agronegocios. Es una lucha compleja, pues en este terreno el bloque popular emergente no se enfrenta sólo al capital financiero-rentista global, sino que se abren contradicciones con los gobiernos “progresistas”, como en el TIPNIS en Bolivia, o en Kimsacocha en Ecuador.

Ya no es Europa-Occidente la que abre el camino. “Ahora asistimos a un estancamiento de Europa. Huyamos, compañeros, de ese movimiento inmóvil en que la dialéctica se ha transformado poco a poco en lógica del equilibrio. Hay que reformular el problema del hombre. Hay que reformular el problema de la realidad cerebral, de la masa cerebral de toda la humanidad cuyas conexiones hay que multiplicar, cuyas redes hay que diversificar y cuyos mensajes hay que rehumanizar.”[35]


NOTAS

[1] Ponencia presentada en la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, CLACSO, México D.F., 6-9 de noviembre de 2012.

[2] FANON, Franz, Los condenados de la tierra, Fondo de Cultura económica,  Segunda edición, séptima reimpresión, México, 1983, p. 287.

[3] WALLERSTEIN distingue en el movimiento del tiempo histórico cuatro dimensiones: el tiempo corto, correspondiente a la coyuntura; el tiempo medio, correspondiente al período; el tiempo largo, correspondiente a la fase; y el tiempo muy largo, correspondiente a la época. El objeto de estudio es el “presente-ahora” (Walter BENJAMIN); se trata de tiempos hacia el pasado, pero que “retornan” en espiral hacia el futuro.

[4] Hay diversos estudios de periodización del capitalismo. KONDRÁTIEV distingue ciclos largos, que se componen de dos fases: una ascendente, de expansión económica, de aproximadamente 23-30 años (fase A) y una descendente, de declinación económica (de estancamiento-recesión o fase B), de la misma duración promedio que la anterior. Puede identificarse seis momentos principales del ciclo K: 1) inicio de la expansión-revolución tecnológica (RT) y creación de un nuevo modelo productivo. 2) desarrollo de la expansión-RT. 3) madurez y cresta de la expansión-(RT) y fin de la fase A; 4) Principio de la fase de declinación, inicio del proceso de racionalización del modelo productivo y de la expansión del sector financiero (inicio del endeudamiento intensivo de los estados, empresas y familias, etc.) 5) máxima intensidad de la declinación: fuerte recesión o depresión 6) consecuencias de la recesión-depresión y fin del ciclo Kondrátiev. Ver RUIZ Patricio, Escenario prospectivo Ecuador, Colombia, Ecuador 2012-2020, PDF, Quito, julio 2012.

[5] Se cumple el sueño de la Comisión Bilderberg de un campo capitalista blindado, del cual son excluidos estructuralmente los desechables, la base del nuevo Imperio.

[6] DE SOUZA SANTOS Boaventura, La caída del Ángelus Novus, Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política, ILSA, Bogotá, 2003

[7] HABERMAS, Jürgen, Doce lecciones de la modernidad

[8] ECHEVERRÍA, Bolívar, Valor de uso y utopía, Siglo XXI, México, 1998, Marxismo e historia hoy, pp. 41 y ss.

[9] ECHEVERRÍA B., Op. Cit., pp. 43-44.

[10] La argumentación sobre las nuevas formas de la guerra la tomamos de SUBCOMANDANTE MARCOS, La Cuarta Guerra Mundial, plática ante la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en La Realidad, Chiapas, el 20 de noviembre de 1999,Motion Magazine, Octubre 26, 2001

[11] MARCOS, Subcomandante, Op. Cit.

[12] ECHEVERRÍA B., Op. Cit., p. 63

[13] ARRGHI, Giovanni, El largo siglo XX, AKAL, España, 1999, Epílogo.

[14] VILLALOBOS-RUMINOTT, Sergio, Prólogo. La hipótesis subalterna y el poder popular, en BEVERLEY, John, Políticas de la teoría. Ensayos sobre subalternidad y hegemonía, Fundación Celarg, Caracas, Venezuela, 2011, p. 21

[15] VILLALOBOS-RUMINOTT, S., Op. Cit., p. 18

[16] CUEVA, Agustín, El Estado latinoamericano y las raíces del estructurales del autoritarismo, en Ensayos sociológicos y políticos, Ministerio de Coordinación de la Política, Quito, Ecuador, 2012, pp. 143 y ss.

[17] CUEVA, A., Op. Cit.

[18] ZAVALETA, René, Formas de operar el Estado en América Latina (bonapartismo, populismo, autoritarismo), en IBARGÜEN, Maya Aguiluz y Norma De los Ríos MÉNDEZ (coordinadoras), René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonio y re-visiones, Miño y Dávila Editores, Argentina, 2006, pp. 34 y ss. Hay versión electrónica, http://www.cides.edu.bo/webcides/images/pdf/ensayos_testimonios_y_re-visiones.pdf, consulta mayo 2012.

[19] ECHEVERRÍA, Bolívar,

[20] CUEVA, A.,

[21] LACLAU

[22] ZAVALETA

[23] ZAVALETA

[24] FOUCAULT, Michel, Microfísica del poder, Ediciones de la Piqueta, Segunda edición, Madrid, 1980.

[25] “En el mismo sentido, haciendo referencia al desarrollo de la Revolución después de 1793, Gramsci se refería a la iniciativa jacobina de unificar dictatorialmente los elementos constitutivos del Estado en sentido orgánico y más amplio (Estado propiamente dicho y sociedad civil) en una desesperada búsqueda de apretar en un puño toda la vida popular y nacional, pero que aparece también como la primera raíz del Estado moderno laico independiente de la Iglesia, que busca y encuentra en sí mismo, en su vida compleja, todos los elementos de su personalidad histórica. (C 6, § 87, Vol 3, p.75.)” BIANCHI, Álvaro, Estado y sociedad en Gramsci, Revista Herramienta, N° 34, http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-34/es-ta-do-y-so-cie-dad-ci-vil-en-grams-ci, consulta, mayo 2012.

[26] ZAVALETA, R., Op. Cit., p. 36

[27] GRAMSCI, Antonio, Cuadernos de la Cárcel, 10-II, § 61, Vol 4, p-232, citado en BIANCHI, A., Op. Cit.

[28] GRAMSCI, Antonio, Cuadernos de la Cárcel, 13, § 17, Vol. 5, p. 37, citado en BIANCHI, A., Op. Cit.

[29] GRAMSCI, Antonio, Cuadernos de la Cárcel, 6, § 87, Vol. 3, p.18, citado en BIANCHI, A., Op. Cit.

[30] MARIÁTEGUI, José Carlos, 7 ensayos de la realidad peruana, Fundación Biblioteca Ayacucho, Venezuela, 2007, http://publicaciones.fba.unlp.edu.ar/wp-content/uploads/2011/08/MARIATEGUI-Jos%C3%A9-Carlos-7-Ensayos-de-interpretaci%C3%B3n-de-la-realidad-peruana.pdf. “En conclusión, somos antimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa” (Ideología y política, p. 95)

[31] CECEÑA Ana Esther, Territorialidad de la dominación. Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, 2007,http://es.scribd.com/doc/61806877/Territorialidad-de-la-dominacion-Ana-Esther-Cecena-IIRSA, consulta julio 2012. Las citas, datos y mapas sobre la IIRSA son tomados de esta fuente.

[32] ZIVECCHI, Raúl, IIRSA: la integración a la medida de los mercados, 2006, http://www.ircamericas.org/esp/3314, citado en CECEÑA, Op. Cit.

[33] JEANNOT, Fernando, La economía rentista en Venezuela, Análisis económico, Vol. XXV, núm 60, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México D.F., 2010, pp. 273-302. “Una economía rentista es aquella donde dicha forma del beneficio es predominante con respecto a otra basada en el desarrollo de las ganancias de productividad y, por esto, la acumulación es extensiva con base en un cambio tecnológico endógeno relativamente lento y baja productividad de los factores.”

[34] Marx, “Critical Marginal Notes on an Article by a Prussian”, MECW, Vol.3, p.197, citado en MESZAROS István, Más allá del capital. Hacia una teoría de la transición, Fundación editorial El Perro y la rana, Venezuela, 2009, http://www.elperroylarana.gob.ve/phocadownload/Fuera_de_coleccion/fueradecoleccion/mas_alla_del_capital2.pdf, consulta septiembre 2012.

[35] FANON, F., Op. Cit.

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