La izquierda de marca, la izquierda “Carolina Herrera” o “Gucci”, es la izquierda que critica el capitalismo, pero que disfruta de sus mieles, que vive como burgués pero que cuestiona al imperialismo.
La izquierda dejó de ser revolucionaria luego de la caída de la URSS, como a su vez, los liberales que en su época revolucionaron con las revoluciones liberales, pero que hoy van cogiditos de la mano con los conservadores, sus antiguos enemigos.
Las sociedades no son estáticas como tampoco las organizaciones y los pensamientos. De igual manera, hoy lo liberal es un nivel inferior a lo que es lo revolucionario en este tiempo, los socialistas también han sido cooptados por el sistema y ya no son una alteridad.
¿Cuál es la gran diferencia entre los conservadores, liberales, nacionalistas, populistas, socialdemócratas, socialistas, comunistas? Los de un extremo quieren una menor intervención del Estado y viceversa los otros.
Todas las propuestas oficiales defienden la democracia y su sistema de partidos políticos, basados en un sistema verticalista de poder; y hoy, lo revolucionario es un sistema en el que prima lo horizontal y donde se busca el consenso como fórmula de funcionamiento social y no el de las mayorías contra las minorías. Es principalmente donde no existen los partidos políticos sino la participación de la sociedad civil con sus formas naturales de funcionamiento.
Todos los partidos políticos defienden el sistema presidencialista, donde un solo individuo decide por millones de seres humanos, es decir, una suerte de monarquía republicana donde una sola persona concentra todo el poder y ahora lo revolucionario es un sistema en donde el pueblo participa directamente en la toma de decisiones nacionales, donde el poder está en el pueblo organizado y el ejecuta directamente sus propias transformaciones. A esto se lo llama sociocracia, biocracia, etc. Así podríamos ampliar mucho más lo revolucionario.
Estas propuestas revolucionarias, hoy son cuestionadas por la izquierda y la derecha, como en su tiempo fueron las propuestas liberales y las socialistas. Estas se enmarcan en una serie de conceptos como: bienes comunes, decrecimiento, ecología profunda, buen vivir y otras teorías que se vienen abriendo en todo el mundo. Propuestas, a las que cierta izquierda se ha abierto, pero que solo les ha acomodado a las suyas y que en el fondo, las quieren ponerlas a la cola del marxismo; cuando, hoy lo revolucionario es que el marxismo es otro ingrediente entre varias teorías sociales.
Hoy, lo revolucionario implica ser profundamente decolonial, algo que a la izquierda eurocentrista marxista le resulta difícil, pues se guían por el Karl Marx eurocéntrico del Manifiesto Comunista y de El Capital y no conocen del Marx que en sus últimos años de vida comprendió que el capitalismo era un fenómeno básicamente europeo y que no cabía pasar necesariamente por el capitalismo para crear el socialismo.
Los actuales marxistas leninistas siguen creyendo que hay que profundizar el capitalismo para crear el proletariado que construirá el socialismo y luego el comunismo. Toda la izquierda, desde el ala derecha o progresista hasta los más radicales del otro lado siguen en el fondo el mismo esquema, que el propio Marx ya lo cuestionó en sus últimos años de vida. Hoy lo revolucionario no es construir el socialismo, sino lo comunario, que no es el comunismo de Marx.
Hoy, lo revolucionario está más allá de la lógica binaria: derecha – izquierda, pues ésta es una lógica colonial, que en este tiempo ya no representa la diferencia en las relaciones de poder. La izquierda es parte del sistema estatuido y ahora los revolucionarios son los contra-sistema y lo alterativo, conceptos éstos que no maneja la izquierda.
Los revolucionarios de este tiempo son decoloniales y han rebasado la categoría inventada por los revolucionarios franceses. Hoy, ya queda obsoleta y no sirve para establecer las nuevas dimensiones de transformación. Hoy, no es suficiente con reinventar o rehacer la izquierda, sino salir de todas las lógicas impuestas por el poder estatuido. Hoy, un revolucionario está más allá de la izquierda o desde la izquierda más al fondo y que no es la extrema-izquierda.
La prueba clara, es que para el pueblo ya no hay diferencia entre unos y otros; para ellos todos se aprovechan del Estado, son corruptos, manipulan con la política, etc. El pueblo se da cuenta que todos son parte de la misma politiquería del sistema y ya no creen en la democracia, ni en las instituciones del Estado, ni en los partidos políticos, ni en nada de lo instituido. Por ello, es que emergieron los nacionalistas y populistas, aprovechando del descredito de este sistema y se han hecho del poder en algunos países, aunque lo único que quieren simplemente es borrar el estado de bienestar creado por las socialdemocracias e introducir un neo conservadurismo mundial.
Sin embargo, los contra-sistemas y los alterativos siguen trabajando “desde abajo”, rehaciendo nuevas formas de vida, nuevos procesos de organización y de funcionamiento, etc. Paso a paso recreando en la práctica lo que es el nuevo mundo que se quiere y se sueña vivir y no en las utópicas teorías de la izquierda. Ahí están, los zapatistas, los kurdos, las eco aldeas, las cooperativas integrales y algunas comunidades ancestrales sueltas por diferentes partes del mundo.
Ecuador
Las izquierdas ecuatorianas no son la excepción, por el contrario, son el ejemplo más claro de este panorama; desde los del ala derecha o socialismo del Siglo XXI que viven como burgueses y que sueñan con disfrutar más del sistema establecido, porque esa es la “nueva izquierda”. La correísta Paola Pabón, prefecta electa de la provincia de Pichincha, no tuvo empacho en organizar una gran fiesta de posesión al estilo norteamericano y presentarse con un vestido “Carolina Herrera” de más de 1000 dólares, mientras había quienes hacían actos sencillos y declaraciones de austeridad, como bajarse el sueldo: Yaku Pérez, o de no utilizar los vehículos oficiales: Jorge Yunda.
Algunos izquierdistas y feministas salieron en defensa del vestido y de la mujer, diciendo que se critica como se viste cuando ella puede vestirse como quiera y de que no se critica a los hombres por usar ropa de marca. Cuando, lo que se cuestionaba es la incoherencia entre el discurso y la práctica, pero muchos izquierdistas y feministas ecuatorianas son parte de esas concepciones burguesas, todavía instaladas dentro de revolucionarios de cafetín.
Otro ejemplo de este falso revolucionarismo son las manipulaciones con ciertas tradiciones indígenas, como la toma del bastón de mando y en la que una gran parte del movimiento indígena izquierdista la ha convertido en un acto folclórico. Se ha vuelto costumbre hacer estos actos, antes profundos simbolismos de responsabilización social, hoy en actos politiqueros con la manipulación de formas indígenas. Se han desnaturalizado y deformado la toma de bastón de mando, por lo que hasta el acto de Yaku Pérez resulta no muy creíble, aunque él personalmente si lo valora, pero ante la opinión pública son actos triviales.
Hoy, lo revolucionario es mejor recrear otros actos más simbólicos y realmente sentidos, frente al desgaste hecho por las izquierdas indigenistas. Personalmente, en el único personaje dentro de la izquierda indigenista que confío es en Yaku Pérez, pero ahora veremos su accionar en el gran reto que ha adquirido.
En las redes sociales se vio un video de una agresión física con un pequeño chirlazo y un escupitajo a Vinicio Alvarado, un alto funcionario de la época correista, y días previos se vio como a un ladrón que intentó robar una cartera a una mujer fue linchado y casi muerto por el populacho. En el Ecuador es más peligroso y repudiado un ladrón de gallinas que un alto funcionario que ha robado millones en el Estado.
Se ha naturalizado que el Estado es un ente de robo normal, donde los políticos y los empresarios que obtienen los contratos “roban, pero hacen algunas obritas”; mientras fuera del Estado y de los empresarios, el robo por parte del pueblo pobre es algo gravísimo. Los que hacen esos robos pequeños son parte del pueblo, pero los que roban en grandes cantidades pertenecen a las élites; pero el pueblo no les da la misma dimensión a los que son de arriba y arremete duramente contra los de abajo, qué paradoja. Esta es otra expresión de cómo se naturaliza la dominación como estilo de vida y de la que son parte la izquierda y la derecha.
*Escritor nacido en Ecuador. Abogado, a los dos años de ejercicio dejó de engañarse y guardó su título. Desde hace 16 años viaja por Europa -principalmente- acompañando procesos de despertar de la conciencia.
Al señor autor se recomienda una lectura más profunda de lo que suele llamar la “izquierda”, sobre todo la del anarquismo y sus ramas históricas y contemporaneas, para diferenciar y precisar algo más sus argumentos. Los que van en contra de la izquierda “establishment tipo FLACSO” son muy acertados, pero sus actuaciones se deben en gran parte a la larga ausencia de los discursos postmodernos izquierdas y anárquicos en el país…
Buen artículo, sin embargo, como el autor vive comodamente en Europa, le falta proponer una estrategia y una táctica para seguir en la dirección que se propone y sobre todo le falta mojarse el poncho, es decir arriesgarse para cumplir esos loables propósitos como lo hemos hecho algunos y por ello no publicamos nuestros verdaderos nombres.