“La primera víctima de esta guerra es, como siempre, la verdad.”
Miguel Ángel Cabodevilla
1. Como han mencionado algunos comentaristas, el Parque Yasuní no es ninguna área prístina, ningún paraíso en la tierra donde algún día vamos a encontrar a Adán y Eva. El Yasuní ha sido intervenido desde hace décadas, la compañía petrolera Shell estuvo allá en los años 40, pero abandonó los pozos por la dificultad para sacar el petróleo y porque el crudo era pesado, y no les interesaba mucho el crudo pesado. Las estructuras que aún se pueden ver en la zona dan testimonio de su presencia y, a menos que la hayan limpiado recientemente, también hay piscinas a cielo abierto llenas de petróleo y/o agua de formación.
Hoy en día varias petroleras trabajan en el Yasuní: extranjeras (como Repsol, Bloque 16, Petroriental bloque 14) y nacionales (Petroamazonas, Bloque 31) donde además hay presencia de traficantes de madera, los cuales según el documental de Carlos Andrés Vera cuentan con el ‘apoyo’ de algunos Waorani. Al otro lado de la frontera en Perú, la petrolera francesa Perenco está en proceso de explotar el bloque 67 que colinda con el Parque.
Sorprende por tanto que la carta enviada a Rafael Correa por OIlwatch International hable del ‘área prístina’ de Yasuní.
2. El bloque 31, donde las petroleras vienen trabajando desde hace unos años, (Petroamazonas asumió control del bloque después de la salida de la brasilera Petrobras) es más preocupante que el 43 (ITT). En este bloque los campos petroleros están muy dispersos y explotarlos provocará mayores impactos que en el ITT (vías de acceso, plataformas, tubería, exploración sísmica, etc.). Ya construyeron un camino de acceso en el bloque, que es lejos de ser un ‘sendero ecológico’. Pero el problema del 31 ha sido poco discutido.
La pregunta presentada a la Corte constitucional por los jóvenes ecologistas respecto a si se debe dejar el petróleo bajo tierra (no bajo el subsuelo) no menciona el bloque 31. ¿Entonces la idea es dejar el ITT pero ignorar lo que pasa en el bloque 31?
3. Evidentemente, explotar el ITT no puede ser equiparado con ‘destruir el Yasuní’ como gritan algunos. No se puede ‘salvar’ algo que ya está medio perdido. Pero tampoco son muy creíbles las declaraciones de otros, como las afirmaciones de que el 99.9% del Parque está intacto. Una falacia que salta a la vista frente al mapa del Bloque 31, bloque que ocupa un mayor porcentaje del Parque.
Por otra parte, es una farsa hablar de los senderos ‘ecológicos’ que se abrirán en el bloque 43 – ITT, es lo mismo que considerar que un auto puede ser ‘ecológico’. Claro que los senderos son preferibles a las carreteras, pero llamarles ‘ecológicos’ es tergiversar el sentido de las palabras. Además, como se ha señalado en la Asamblea Nacional el ‘sendero ecológico’ entre los campos Tambacocha e Ishpingo sería de unos 30 km de largo.
4. Si bien no explotar los campos ITT no significaría salvar el Yasuní, al menos evitaría hacerle más daño a la zona. Y evitar más daño sí es importante dado que el Parque es un centro importante de biodiversidad (sin ser, como suelen decir, ‘el más importante del mundo’). La explotación de crudo siempre conlleva riesgos aun cuando esté bien manejada. La tecnología de punta podría ayudar, pero no va a evitar derrames, sería asombroso si lo lograra. Y un derrame fácilmente podría afectar a mucho más que las 200 hectáreas de las que hablan los proponentes del plan gubernamental.
5. La propuesta de dejar el petróleo bajo tierra fue una buena iniciativa. Nunca tuvo grandes posibilidades de éxito, pero valía la pena intentarlo. Uno nunca sabe. La vida trae sorpresas. Es cierto que Rafael Correa siempre lo vio con escepticismo, tuvo que ser convencido, aunque sospecho que si hubiera recibido los 3.600 millones en donaciones los habría aceptado. Pájaro en mano….
Pero no funcionó. Las razones son varias, y no todas pueden ser atribuidas a Rafael Correa y su escepticismo. La principal razón para la falta de apoyo fue que los donantes, aun cuando simpatizaban con la propuesta, temían que al financiarla abrirían las puertas a cientos de propuestas similares. Y si bien esto no tiene nada de malo desde el punto de vista ecológico, financiar una miríada de propuestas no era exactamente lo que tenían en mente. A pesar de sus palabras bonitas, la propuesta Yasuní ITT les daba miedo.
6. Vale recordar que el primer fideicomiso, diseñado entre otros por Yolanda Kakabadse, Presidenta de la World Wide Fund for Nature y ‘trustee’ de la Fundación Ford, y el empresario-ambientalista Roque Sevilla, proponía que el dinero fuera manejado por ONGs nacionales, pero seguramente no pensaban en Acción Ecológica o CDES. Los gobiernos donantes, mientras tanto, con sus agencias de cooperación internacional, querían controlar el destino de los fondos. Decirles que ‘guarden sus centavitos en la oreja’ no fue exactamente diplomático (¿quién espera eso de Rafael Correa?) o diseñado para complacer a los posibles donantes, pero sí fue una expresión de soberanía. Y no creo que fuera por eso que haya fallado la propuesta.
Una de las propuestas más preocupantes de la iniciativa Yasuní – ITT era financiarla a través del mercado de bonos de carbono, mecanismo que permite a los estados que más contaminan seguir emitiendo dióxido de carbono a cambio de financiar proyectos de conservación en otras partes del planeta. Así nunca se frenará el cambio climático, la amenaza más seria que existe (en realidad ‘seria’ no basta para describir el peligro catastrófico que representa) y que podría, según algunos expertos, incluso causar la sequía de grandes áreas de la Amazonía. Fue una verdadera contradicción.
7. Ivonne Baki no representaba la mejor apuesta para la recaudación de fondos para el ITT. Que levanten la mano los que no estén de acuerdo.
Seguramente se divirtió y por lo menos recaudó más de lo que ella y su equipo gastaron, pero no fue la mejor opción. Eso a pesar de que algunos de su equipo le apoyaban porque hablaba veinte cinco idiomas y era buena negociadora. Cosa difícil de rebatir dado que ha logrado ocupar altos puestos en los gobiernos de Mahuad, Gutiérrez y ahora Correa, hazaña igualada por muy pocos.
8. Decir que el problema verdadero es el capitalismo tiene sus méritos, pero sufre de una confusión de nivel. Es decir que puede que el capitalismo esté destruyendo el planeta (creo que a su nivel más básico el capitalismo es antes que nada otra forma de dominación, aun cuando sea tremendamente productiva y a la vez destructiva). El problema con ese argumento es que tenemos que decidir ahora sobre la suerte del Yasuní, y si bien hablar del papel del capitalismo puede ayudar a entender el problema de fondo, no ayuda mucho para tomar una decisión en el presente inmediato. Dudo mucho de que el capitalismo caiga antes de que los campos de petróleo del ITT se agoten.
9. Aunque lo niegue el Ministro Coordinar de Recursos Estratégicos, Rafael Póveda, siempre se consideraba el crudo de los campos ITT como una de las fuentes de petróleo para la propuesta Refinería del Pacífico. Sin ello – o sin crudo importado desde Venezuela como otra probabilidad – no habría, decían, suficiente volumen para justificar la construcción de la refinería. Que el Ecuador necesita una nueva refinería no genera mucho debate, porque importar derivados como el diesel es sumamente costoso para el país. Por ejemplo, para importar 1 barril de aceite lubricante se tiene que exportar 10 o más barriles de petróleo, dependiendo del tipo de aceite. El diesel importado está, además, altamente subsidiado (2.3:1). No resulta muy complicado entender la necesidad de reducir gastos a través de la producción nacional de derivados, y construir la refinería que se viene debatiendo durante tantos años. Sin embargo, si se procesa el crudo del ITT en la nueva refinería, para recibir los ingresos propuestos, tendrían que reducir o eliminar los subsidios a la gasolina y diesel etc.
10. No explotar el ITT no implica salir del extractivismo. Podría ser un paso en esa dirección pero no con este gobierno. Reducir la dependencia de los recursos naturales tiene dos caminos, o reducir la cantidad de recursos explotados, o incrementar el aporte de las demás áreas de la economía. La apuesta del gobierno actual es claramente la segunda alternativa. Y según esta visión económica, la pérdida de esos recursos tendría que ser compensado por otros, provenientes de la minería por ejemplo…
Más problemático que el ITT es la posible firma de un acuerdo comercial con la Unión Europea. Los tratados de llamado libre comercio suelen dar preferencia a la materia prima por sobre los bienes manufacturados. Por lo tanto, tienden a consolidar el extractivismo de sus ‘socios’ antes que ayudarles a desarrollar sus industrias y servicios.
11. Si explotar el ITT no va ni a ‘destruir’ ni a ‘salvar’ el Yasuní, ¿entonces de qué se trata el debate? Se trata de evaluar tres cosas: el efecto que tendrá una mayor intervención (daño) al Parque, el valor de lo que se recaudará explotándolo y lo que se hará con ello, y la incidencia que tendrá en los pueblos aislados. Ninguno de los tres aspectos queda totalmente claro. Podemos cuantificar el terreno afectado por la infraestructura petrolera, pero no sabemos cuántos derrames habrá y qué efectos tendrán sobre la biodiversidad de la zona, ni cómo cuantificar o valorar la biodiversidad. ¿Tendrá precio?
Se estima que en la zona del ITT existen 2.000 especies de insectos por hectárea y de ellas se podrían perder 1.000. Pero nada de esto sería posible de comprobar. Es una generalización. No sabemos con exactitud cuántos hay en cada hectárea, o si esos insectos podrían migrar, o cuántos estén presentes también en las demás hectáreas del Parque. ¿Puede ser que cada hectárea contenga 2.000 distintas especies de insectos? Además, se ha afirmado que la tasa de endemismo (plantas no encontradas en otros lugares) es ‘bastante baja’.
Respecto a los recursos que se obtendrían, hay discrepancias. Según las fuentes oficiales estarán en el orden de 18 mil millones de dólares. No obstante, todo depende del precio del barril en el mercado petrolero de 2017 y en adelante. Algo imposible de predecir. La probable autosuficiencia energética de Estados Unidos (incluso podría llegar a exportar) debido a la explotación de sus reservas de gas de esquisto y del petróleo recién descubierto en las aguas súper profundas del Golfo de México sin duda cambiará el escenario.
En el caso de que el precio del crudo baje más de lo previsto, los campos serían menos rentables. Además queda pendiente comprobar que las reservas reales concuerden con el nivel calculado: las estimaciones no están actualizadas. Y si a la vez el costo de producir el crudo de los campos ITT llega a $50 o hasta $60 el barril debido a su muy bajo grado API: 12 a 14 (es como brea comenta Henry Llanes) los beneficios se podrían desvanecer. Esto sin tomar en cuenta el costo de remediación ambiental. Vale preguntar también qué pasará en cinco o diez años, cuando tenemos otro gobierno. ¿Se respetarán los compromisos del gobierno actual respecto al destino de los recursos?
En cuanto a la presencia de los pueblos aislados dentro de los bloques 31 y 43: es una incógnita. Simplemente no se sabe. Por tanto, dado las demás dudas existentes, sería más que sensato demorar el inicio de la explotación del bloque, sobre todo en el campo Ishpingo hasta tener la información necesaria. El cura capuchino José Enrique Cabodevilla, que vive y trabaja desde hace años en la Amazonía, piensa así. Yo también.
12. El dinero no terminará con la pobreza. Pero no es válido argumentar que si hasta ahora no se ha terminado con la pobreza entonces con los (relativamente pocos) recursos del ITT sería imposible. Terminar con la pobreza (¿qué país ha terminado con la pobreza?) no depende de los recursos sino de la voluntad y sobre todo la capacidad del gobierno de actuar de otra manera. ¿Terminar con la pobreza en siete años? Tal vez, (un gran tal vez), si este fuera un gobierno socialista. ¿Y puede haber un gobierno socialista en el Ecuador? Mientras Estados Unidos siga siendo la potencia que es, dudo mucho de esa posibilidad. Y decirlo no implica perder la esperanza de vivir algún día en una sociedad más equitativa.
Mientras entiendo, sin compartir, la rabia que genera la explotación del ITT, lo que a mí sí me genera rabia es ver, como sucedió hace unos días, algo que por desgracia es asunto de todos los días en algún lugar del país. Ver a una niña de unos 15 años, evidentemente pobre, con la mirada perdida, probablemente por malnutrición, amamantando a su bebé. Da tristeza, da rabia que pueda existir tal nivel de pobreza. Y no lo digo para apoyar la posición oficialista, sino porque me parece una emoción fundamentalmente humana. ¿No debemos hacer absolutamente todo para asegurar que esto no le pase en el futuro a ningún ser humano?
13. Entonces ¿se debe explotar o no el ITT? Cada uno tendrá su forma de ver las evidencias. Por mi parte, sopesando todo, he llegado a la conclusión de que sí. Pero no lo digo con mucha convicción. Es un apoyo bastante limitado a una decisión compleja que se tiene que tomar porque vivimos en un mundo lejos de lo ideal. Tampoco apoyo la explotación de los campos antes de saber con mayor exactitud qué implicaciones tendría para los pueblos aislados.
Digo sí porque no creo que explotar los campos ITT va a ‘destruir’ el Yasuní, eso es mentira, la zona ya está bastante intervenida. Admito que los recursos recibidos podrían ser menos de lo esperado, y que en el mejor de los casos no terminarán con la pobreza, pero sí ayudarán en algo, sobre todo en una zona históricamente abandonada por el estado. Digo sí porque no proponer parar las actividades en el bloque 31 representa una contradicción total. Para ‘salvar’ al Yasuní tendríamos que parar todas las actividades petroleras que podrían impactar el parque y llegar a un acuerdo con los peruanos para que hagan lo mismo en los bloques que colindan con el Yasuní. No me opongo. Si vamos a ser radicales, seamos radicales. Pero admito que aún desde la seguridad de la capital representa un tremendo riesgo económico.
Lo que más me preocupa es el futuro de la gente. Primero los pueblos aislados. No sé qué futuro tienen. Sospecho que no sea muy prometedor. Frente a las presiones que existen les va a resultar muy difícil sobrevivir. Por tanto tenemos que saber más de su presencia en la zona antes de iniciar la explotación del ITT. No hay otra opción ética.
Segundo, me preocupa la gente que sigue viviendo en la miseria. Temo mucho por ellos. Siento que si no explotamos al ITT, si dejamos esos recursos en la tierra, habrá consecuencias económicas y tendríamos que pedir perdón a la niña que mencioné (y a toda la gente como ella que he conocido y aquellos que nunca he visto o verá) porque no hicimos absolutamente todo para ayudarles. Pienso que, explotado o no el bloque 43, se tiene que hacer mucho más para la gente pobre del país, que no se puede abandonarla por ‘falta de recursos’. ‘Salvar’ al Yasuní y que los insectos estén a salvo, no es el fin del asunto.
Al final, si se quiere dejar el petróleo del ITT bajo tierra, habrá que encontrar otros recursos para bajar la pobreza y mejorar la educación y la salud en zonas marginadas. Se puede reducir subsidios, reducir el consumo de hidrocarburos, renegociar contratos, recaudar más a los que más tienen etc. (el Plan C) pero el gobierno seguramente ya viene pensando en todas las posibilidades. Lo que se necesitaría es algo nuevo, inesperado.
La propuesta más creativa es que la gente que quiere dejar el petróleo bajo tierra traslade sus cuentas de teléfono celular al CNT, así creando más recursos para el estado. Si se puede convencer al gobierno, y si se puede convencer al mismo tiempo a un número suficiente de suscriptores, el petróleo se podría quedar bajo tierra. La verdadera belleza de la propuesta es que sería una iniciativa ciudadana, no costaría nada a nadie y no dependería de un gobierno que busca explotar recursos donde sea que estén. Merece un fuerte apoyo. Claro, aun tendríamos el problema del bloque 31 y los demás bloque petroleros que están afectando al Yasuní, además de la refinería del Pacífico. Es sumamente complicado. Y, con unas posibles excepciones, la gente que dice saber, no sabe.
Muy buen artículo. Sólo una anotación: el texto dice :
“…el Parque es un centro importante de biodiversidad (sin ser, como suelen decir, ‘el más importante del mundo’)…”
El Yasuní sí es el lugar más biodiverso del mundo. En la literatura científica hay varios artículos que lo prueban. Sin embargo, los especialistas mantienen discreción al expresar esta frase porque es posible que esta conclusión sea resultado de un “sesgo de investigación”; es decir, en Yasuní existen muchos estudios y por eso se conoce la extraordinaria diversidad de especies, pero evidentemente es posible que otras zonas menos estudiadas sean más biodiversas.
Un buen analisis, mi estimado Gerald, ojala pudieses comunicarte a rodcoll2000@yahoo.com
Salud por este intento de llevar la discusión fuera de la fangosa región de las pasiones. Una puntualización que podría inclinar tu tibio “sí se debería explotar” por un tibio “no se debería explotar”: el Yasuní sí es un lugar excepcional, no solo otro pedazo de la excepcional Amazonía. Sí es el lugar más diverso para varios grupos de seres vivientes; y lo que lo hace excepcional es justo es solapamiento de megadiversidad de varios grupos. Sí es, hasta donde conocemos, el lugar más diverso del mundo. Aquí un estudio interesante al respecto: http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0008767
Para mí es claro: un no rotundo a la explotación, y no solo por la diversidad biológica. Lo que me da certitud es la existencia de pueblos acosados. Puede que las causas directas entre la explotación del ITT y un eventual genocidio sean difíciles de establecer. Lo que no es difícil de establecer y no es eventual, sino un hecho real, es la relación entre el genocidio en curso y la ampliación de la frontera petrolera.
[…] Coffey, Gerard. Apuntes sobre el Yasuní”, 2012, https://lalineadefuego.info2013/09/16/apuntes-sobre-el-yasuni-por-gerard-coffey/ […]