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BOLIVIA: ¿MESTIZOS?, SÍ, PERO… por Pablo Stefanoni

BOLIVIA: ¿MESTIZOS?, SÍ, PERO…
Pablo Stefanoni <www.paginasiete.bo>
02/01/2012
Con la cercanía del censo es probable que se reanime el debate que hubo después de 2001. Yo recuerdo haber leído una saga interesante en el semanario Pulso entre Álvaro García Linera y Jorge Lazarte en 2003. Y también hubo un debate en la revista del PIEB.

Antes que nada supongo -sin conocimiento especial en temas de estadísticas sociales- que cambiar las preguntas altera la comparabilidad, lo que no creo que ayude a la conformación de series en el futuro, salvo que haya problemas insalvables en la forma de construir el cuestionario. También, como se propuso en un editorial de Página 7 ayer, podría incluirse una serie de preguntas adicionales. O como proponía el bolivianista Jean Pierre Lavaud en 2003, eliminarse todas las preguntas referidas a (auto) identificaciones étnicas. Creo que esto último no sería muy auspicioso.

En general los debates sobre cuestiones étnicas son infinitos. Y evidentemente, cuando se incorpora la variable de la autoidentificación, es muy subjetivo; pero las variables “objetivas” tampoco resuelven mucho cuando queremos “medir” la idoneidad. En todo caso va a ser interesante ver si en 2012 hay más o menos indígenas. Claramente, hoy declararse indígena frente al censista no tiene la misma carga de resistencia que tenía en 2001 (pasa en el cine: ¿qué joven haría hoy cine indigenista como el que hacía Sanginés si quiere actuar a contracorriente? Ser rebelde hoy puede ser hacer cine intimista, superproducciones, o lo que sea menos cine indigenista). En cualquier caso, incluir 55 pueblos parece mucho, aunque eso podría permitir identificar a las pequeñas poblaciones: el 1,49% que declaró “otro” en 2001. La propia mezcla de categorías étnico/culturales (originario) con socioeconómicas (campesino) que está también en la Constitución deja en evidencia también las dificultades que enfrentamos.

Tiene razón el editorial de Página 7, un aymara o un “blanco” (aunque esta categoría es bastante complicada porque más que étnica sería racial) puede ser a la vez mestizo. Eso es lo que da la superposición entre el censo de 2001 y varias encuestas realizadas por fuera de él. Sin ser un técnico ni experto en el tema, a mí no me convence mucho la incorporación de la categoría mestizo en el censo (y supongo que nadie creerá que es por ser un romántico pachamámico).

Creo que cuando se habla de la “invisibilización de los mestizos” debería afinarse mejor la discusión. Agregar una pregunta sobre el mestizaje tal como está formulado en el censo implica agregar muchas otras, salvo que al final de “¿Usted se considera perteneciente a alguna nación, pueblo indígena originario campesino o afroboliviano?” se agregue: “Y usted se considera mestizo?”, ¿lo contrario sería considerarse aymara, quechua o guaraní “puro”? Si autoidentificarse como parte de un pueblo indígena ya es complejo (aunque la gente simplemente se siente o no parte de esa cultura, “raza”, idioma, espacio de sociabilidad etc.), asumirse como mestizo es más complicado aún: ¿es un mestizaje étnico, racial, cultural? Por ejemplo, en el libro de J.M. Gordillo (Campesinos revolucionarios) algunos campesinos decían: antes éramos indios, pero ahora somos cholos (una categoría vista como ascenso social) porque pasamos por la escuela. Si en el censo salieran por ejemplo: 60% indígenas, 60% mestizos, como hoy da la superposición censo/encuestas, ¿cómo leeríamos eso? Si la lectura es que en Bolivia “somos todos mestizos”, eso ya lo sabemos antes del censo.

El problema con el mestizaje es que no resuelve mucho. Yo creo que más que agregar una categoría al censo debemos “leer” ese censo con la lente de que en Bolivia indígenas y no indígenas son mestizos. No hay aymaras, quechuas, ni blancos, ni mestizos “puros”. Pero el mestizaje no genera de por sí igualdad. El problema con la “ideología del mestizaje” -que no es lo mismo que mestizaje- es que en lugar de resolver la dualidad la recrea por otras vías. Si antes eran indios/blancos, luego serían cholos/criollo mestizos, pero la dualidad se mantuvo, de ahí la crítica indianista y katarista. También debería leerse el censo con la lente de que la bolivianidad y el nacionalismo popular sí existen, y mucho más de lo que pensamos.

Finalmente, creo que el problema del censo no es la pregunta, sino las conclusiones: pensar que la gente actúa solamente en virtud de identidades étnicas. O peor aún, creer que esa identidad étnica lleva inscriptas prácticas per se anticapitalistas o comunitaristas. Es obvio que las identidades étnicas conviven con autoidentificaciones religiosas (por ejemplo aymaras pentecostales), de clase o de género, etc. Como muestra Pilar Medieta cuando las huestes de Zárate Willka y Juan Lero atacaban haciendas, ser un hacendado indígena no era precisamente una ventaja. Leer entrecruzadamente todo eso -más que buscar categorías comodín- es lo que, en mi opinión, nos permitirá entender mejor sociológica y políticamente qué es hoy este archipiélago de diversidades llamado Bolivia.

Pablo Stefanoni es periodista.

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