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BRASIL Y LA TRANSFIGURACIÓN DEL PT. Por Edgar Isch L.

16 de mayo 2016

La crisis política que vive Brasil presenta aspectos de interés para todos los países de la región, buscando no solo comprender la realidad de lo que sucede en el país hermano, sino de correlacionarlo con el debilitamiento de los llamados gobiernos progresistas, sobre el que hicimos referencia general en otro artículo.[i]

Seguramente el punto esclarecedor está en comprender el rol histórico del PT en el ejercicio del gobierno, el cuál previamente fue un puntal en la lucha contra el neoliberalismo y generación de propuestas alternativas en conjunción con los mayores movimientos de masas del Brasil. Sin embargo, como una necesidad de carácter electoral, en 2002  Lula da Silva lanzó una “Carta al pueblo brasileño”, anunciando que su gobierno respetaría las reglas de juego de los gobiernos previos (es decir de los neoliberales) y, desde entonces, planteando que los cambios “posibles” eran un asunto de la administración del Estado, conduciendo a una paulatina desmovilización de amplios sectores populares.

Luego vendrá un direccionamiento de políticas que no se pueden definir como de izquierda. Se frena cualquier posibilidad de reforma agraria integral, incluso se entregan a los Sin Tierra menos hectáreas que en gobiernos anteriores, para dar paso a la política extractivista basada en el agronegocio, principalmente de la soya afectando a los ecosistemas amazónicos; se frenan las demandas obreras abriendo las puertas del Estado a las grandes empresas manteniendo el esquema de acumulación de la riqueza en pocas manos; se aplica una Ley antiterrorista; se realiza un financiamiento de la educación superior que cada vez beneficia más a las entidades privadas. Al mismo tiempo, programas de bonos como bolsa familia logran que millones salgan de la pobreza sin que haya sustento de su nueva condición, pues si este y los otros bonos caen, retornarán a la situación anterior. Esta fue, igual que en casos similares, una transferencia de la renta apoyada en los altos precios de las materias primas y que entra en problemas cuando esa época de bonanza termina.

El PT se adaptó al sistema corrupto que confiaba menos en la acción de los sectores populares y más en la negociación con los representantes políticos de la derecha. A dos años del primer gobierno de Lula, en 2005, ya estalló el escándalo del “mensalao” con la prisión del Presidente y «arquitecto» del PT, Joao Dirceu. Luego vendrán otros escándalos en los que figuras claves del PT están comprometidas.

Pero tal vez la peor corrupción es que el mismo simbólico dirigente obrero, Lula da Silva, pasa a ser representante de empresas transnacionales, recibir pagos de las mismas, que pueden ser legales pero no éticos, dejando su línea de pensamiento para asumir la que siempre identificó como la de sus enemigos de clase.  Basta recordar como personalmente defendió a Odebrecht, transnacional cuyos máximos representantes está presos o bajo investigación, cuando esta empresa fue expulsada del Ecuador tras la ineficiencia y denuncias en torno a la construcción de la presa San Francisco. La defensa que algunos hacen de los BRICS no puede olvidar ello y que la existencia del socio de esos países es ante todo expresión de la competencia monopólica a nivel internacional, quitándoles a los BRICS una falsa imagen liberadora.

Complementariamente, cada vez se actúa más a favor de los grandes y en contra de los trabajadores y los pobres. Aunque hoy los petistas lo denuncian, desde 2003 nada hicieron por cambiar la corrupción que enloda a más del 50% de diputados; tampoco cambiaron las antidemocráticas normas electorales (afines a las de Alianza País en Ecuador) para favorecer a los partidos más grandes; no dieron ningún paso hacia una democracia participativa; entraron en el juego de cortes de justicia corruptas y politizadas. En lo ideológico, no enfrentaron a la creciente presencia de sectas que actúan con una política ultraconservadora. En lo económico, se basaron en el extractivismo apoyando a las grandes empresas transnacionales que exportaban materias primas y sin ningún cambio de “matriz productiva”, para usar una expresión conocida e igualmente falsa. En economía se vivieron los acuerdos que se realizaban con partidos neoliberales que hoy traicionan los pactos. Esto,  al grado que Dilma nombró como Ministro de Hacienda (Finanzas)  al economista Joaquim Levy, un distinguido neoliberal que aplica un programa de ajuste que hacía que ya no se distinga mucho de gobiernos neoliberales.

Ello, en conjunto, llevó a que Chico Oliveira, uno de los más prestigiosos intelectuales del PT ya hace rato señalaría que el PT estaba caminando a pasos agigantados a un proceso de transfiguración política, hacia una aberrante especie de la política. Es decir dejando de ser lo que históricamente fue para convertirse en su contrario.

Como se ve, esperar que los cambios se den desde el gobierno, debilitar la autonomía y acción de las organizaciones populares, olvidarse que todo revolucionario debe mantener una ética diferenciadora de la derecha,  asumir el rol de administradores de la crisis capitalista, creer que la izquierda está para concertar con la extrema derecha y esperar ser aceptados en su círculo, son aspectos que explican lo que ha sucedido con el PT.

El pueblo lo fue comprendiendo y su respaldo al gobierno fue cayendo. Las grandes manifestaciones de 2013 que iniciaron una oleada hasta la fecha, se expresan también electoralmente. Dilma en la reelección logró 54 millones de votos, pero sólo tras más que su seguidor inmediato, cayendo continuamente su popularidad a cifras mínimas que explican por qué las importantes movilizaciones están muy por debajo de lo esperado.

El PT entonces no sirve ya para contener las demandas populares y la derecha prefiere gobernar directamente para fortalecer el neoliberalismo y emplear más ampliamente la represión. El retroceso será grave y con efectos negativos para la región. De manera ilegal, tramposa, corrupta, la derecha jugó sus cartas. Pero el tablero lo deja preparado un reformismo que renunció a sus orígenes. Y esto no hay que olvidar, porque es también síntoma y realidad de otros gobiernos autodenominados como progresistas.

 NOTAS

[i] http://xmb.ujz.mybluehost.me/2016/01/05/sobre-el-llamado-fin-del-ciclo-del-progresismo-en-america-del-sur-por-edgar-isch-l/

FOTO: AFP Miguel Schincariol

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Buen artículo, sin embargo yo creo que los opositores de Dilma no jugaron en forma “ilegal y tramposa”, quizas corrupta, si pero esa característica la comparten con Lula y Dilma.

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