El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil nació el día 10 de febrero de 1980 con base política de sindicalistas, intelectuales de izquierda, católicos de la Teología de la Liberación y grupos sociales diversos. Luiz Inácio Lula da Silva, dirigente laboral es su líder histórico.
Algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre”.
Lula
El PT surge para ocupar el espacio del Partido Comunista Brasileño del que niega su práctica stalinista acogiendo por esta vía formaciones trotskistas que se adhirieron, rechazando tanto los tradicionales liderazgos del sindicalismo oficial como proponiendo un nuevo modelo de socialismo al margen de las vertientes chino y soviético
También el PT recoge a sobrevivientes, disidentes y huérfanos de la lucha armada de los años 60 70 y va gestando una heterodoxia que se cuida de definiciones centristas con críticas al reformismo socialdemócrata. “Las corrientes socialdemócratas no presentan ninguna perspectiva real de superación histórica del capitalismo imperialista”, dirá su fundamentación inicial. Un Kuomitang de izquierdas organizado por fusión del intelecto marxistas académicos, con las ideologías espontáneas de los sindicalistas.
El PT se fue constituyendo a efecto de descarte de la opción armada, en una máquina burocrático-electoral con mucho peso y poca especificidad ideológica
Sin unidad organizacional, nació más una coalición de solidaridad política con objetivos comunes que apuntaron siempre a la cosa electoral. Esta debilidad, encuentra como recurso de cohesión la unidad latinoamericana y el antimperialismo.
José Genoíno, líder fundador reconoce: “el socialismo y el marxismo se volvieron para el partido ‘un sistema de valores’ más que un conjunto de medidas para la transformación de la sociedad”. La remergencia reformista dada por Hugo Chávez ayudó a los objetivos electorales del PT que provocó una migración debilitante, pues del marxismo-leninismo – trotskismo muchos caminaron al “bolivianismo” con los argumentos más pobres que se adosaron desde las predicas del socialismo del siglo XXI.
Los sindicalistas asalariados organizados estables eran una contención contra las tesis populistas, pero también, eran la vieja usanza del diálogo obrero patronal, esencia del sindicalismo liberal, serían facilitadores para que el PT se adapte a la lógica de la economía capitalista.
Los obreros sindicalizados y su partido en el poder se constituían en un sector más próximo a la cúspide social que a los millones de pobres y excluidos. Cierto, los pobres en el gobierno del PT fueron tomados en cuenta como nunca antes, pero este hecho estratificó su condición de supremacía, porque la condición de trabajadores estables expresaba ventajas sobre los mayoritarios desposeídos (esto explica como la ultraderecha recogió a millones de pobres para derrotar al partido de los trabajadores). Los esfuerzos del PT no le vacunaron de populismo. Se suma a todo esto, el pragmatismo económico y el respeto a las reglas de juego de la economía global capitalista que no se pudieron evadir y el PT hizo uso de prácticas neoliberales y como siempre la masa de pobres fue la más afectada.
El uso del poder vigilado por la burguesía y el imperialismo enfatizara en conductas de un purismo que históricamente toleró la podredumbre y hasta la auspicio, pero que le fue negado a los izquierdosos gobernantes, quienes con la inercia de la funcionalidad de la maquinaria corrupta del Estado optaron por las dádivas placenteras del poder y se infectaron. Más carne para la derecha extrema, corrupta y criminal.
El PT y el Foro de Sao Paulo
Partidos y grupos de la izquierda latinoamericana se dirigen a la convocatoria del PT en São Paulo en 1990. El Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda y debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y también para hacer inventario de las consecuencias del neoliberalismo. En la práctica el Foro fue un espacio de poder que aglutinó a gobiernos llamados progresistas dedicados a cuestionar las noches largas del neoliberalismo, más que a sostener una postura de vanguardia contra el poder y la hegemonía capitalista en todas sus dimensiones
El Foro se fue transformando en un espacio de gobernabilidad de la socialdemocracia y su maridaje con el populismo, acogiendo a una minoría racional de militantes marxistas que no eran el denominador común en el escenario. Al Foro llegaron los que no debieron y faltaron los que siempre estuvieron creando más bien un reagrupamiento internacional del oportunismo, del populismo autoritario y la socialdemocracia. El Foro demostró también su ineficacia en luchas concretas antimperialistas y fueron directamente responsables de la represión a los movimientos sociales tanto como condescendientes con prácticas de corrupción
La derechización de gobiernos como el del expresidente Rafael Correa en Ecuador; el autoritarismo creciente en Venezuela con la muerte de Hugo Chávez y la involución del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fueron acontecimientos muy lejanos al pensamiento marxista y muy próximos a las políticas represivas de derecha.
Los progresistas se dedicaron mas bien a defender posiciones gubernamentales que a ser consecuentes con su plan de reforma. Esto fue el eslabón perdido del Foro de Sao Paulo y del PT que en su programa de sostenimiento no consideró las variables de recuperación de la derecha. Los eventos latinoamericanos fueron caídas de piezas del domino político; Argentina, el recurso del fraude en Ecuador, la recuperación del fujimorismo en Perú y el triunfo de la las autodefensas del expresidente Álvaro Uribe en Colombia anunciaron una crónica de muerte anunciada.
El neofascismo y los acontecimientos recientes
El PT y sus fuerzas aliadas en el Foro recuperaron más bien las malas conductas del socialismo del siglo XX con sus tesis de colaboración de clases (Stalin-Dimitrov) que plantearon la necesidad de una revolución por etapas: primero revolución democrático burguesa, donde el proletariado debe aliarse con la burguesía “progresista, anti oligárquica y antimperialista para luego, una vez desarrollado el capitalismo hacer la Revolución Socialista. Esta concepción etapista ya fue promovida por los partidos comunistas latinoamericanos y su proclama de “revolución nacional liberadora”. Los trotskistas al interior del PT no generaron absolutamente nada y terminaron de cohabitar con los estalinistas, populistas y ex marxistas en una coexistencia pacífica reformista que a pesar de su pacifismo fue alimentando a la bestia parda que disemina la verborrea de Donald Trump configurando en su lenguaje fascista una intensión de castigo
Los gobiernos denominados progresistas y sus medidas asistencialistas no resolvieron el hambre y miseria que padecen esos pueblos, pues no van a la raíz de la cuestión que es la apropiación privada de la riqueza socialmente producida. Además tales medidas asistencialistas fueron temporales y mermadas por la corrupción. Ese maquillaje social del progresismo fe acompañado de brutales medidas de desvalorización del trabajo, como reformas laborales, despojo de tierras para favorecer a los monopolios de los biocombustibles, de la minería y los energéticos. … Los escándalos de corrupción fueron el talón de Aquiles del progresismo.
Lula en la cárcel sin merecerlo ve a la “izquierda” progresista en el poder como va desarticulándose y siente como el que más que la promesa de Bolsonaro de poner fin al Foro de Sao Paulo va en firme contra el sueño anti neoliberal. Desaliento para quienes procuraron un embellecimiento del sistema con toques de maquillaje que a la postre significaron el refuerzo de los pilares del modo de producción capitalista. La clase obrera y los pueblos se quedan con la casa hipotecada.
El análisis me parece correcto,sobre todo cuando caracteriza al gobierno de Lula,como la unidad de la burocracia sindical y la burguesía.Unidad que sirve,no para mejorar el nivel de vida de los más pobres,sino para construir una organización delincuencial.cuyo objetivo lógico era robar.Con matices,en Brasil ocurrió,lo mismo que en Ecuador.Aca lo único que falta es un Bolsonaro