26 Agosto 2013
El paro nacional agrario, prosigue. Este lunes 26 de agosto sus impulsores definieron establecer una mesa de negociación con delegados de campesinos de Boyacá, Nariño y Cundinamarca (4 delegados por cada región). Para llegar a este acuerdo le tocó al mismísimo presidente Juan Manuel Santos, después de asegurar que el paro no existía, dar la cara y negociar con los campesinos y los transportadores. Su presencia en Tunja fue abucheada por medio de un cacerolazo en el que participaron miles de los habitantes de esta ciudad, congregados en su plaza principal.
Hay que recordar que durante el sábado y el domingo, en el curso de largas horas de discusión, el ministro de Agricultura, Francisco Estupiñan, no logró que los manifestantes aceptarán una negociación parcelada. La mesa para el encuentro de las partes se instalará a la 1 p.m. del martes 27 en la ciudad de Tunja.
La decisión del Presidente de encarar en persona esta negociación da cuenta de una verdad inocultable: el paro va ganando en intensidad, extensión, solidaridad, actores. Su manifestación más notoria: el cerco lento pero creciente sobre Bogotá, que ya preocupa a las élites. En diversidad de municipios de Boyacá los campesinos y sus hijos (estudiantes), protestan: Zipaquirá, Ubaté, Tunja, Umbita, Duitama, han sido testigos de fuertes protestas, obligando a sus gobiernos locales, incluso, a decretar el toque de queda general o parcial (para jóvenes a partir de cierta edad). A estas “precauciones” con el orden público se suma la clausura temporal de clases en universidades capitalinas, así como la postergación de la prueba del Icfes en diversidad de municipios de todo el país.
No es para menos. El fin de semana se presentaron cierres en 18 vías de Boyacá, además de protestas en 17 departamentos, todos ellos del centro del país; vías que en su totalidad desembocan o pasan por Bogotá, por lo cual, de esta situación proseguir, la capital del país podría verse ante una crisis en su oferta de alimentos. Las protestas del fin de semana en Corabastos, además de la movilización de cientos de campesinos en el vecino Sumapaz, despiertan también esta alarma. Manifestaciones de apoyo a esta protesta al interior de la propia ciudad, lideradas por estudiantes también despiertan preocupación. El paro nacional decretado por la madres comunitarias para este mismo 26 de agosto, y el de los docentes para el 10 de septiembre también suman en el climax de inconformidad en que va entrando el país y en los ponderados que se deben considerar en la Casa de Nariño.
El ejemplo
Este levantamiento campesino, a despertado solidaridad en diversidad de sectores de Colombia. Sin rubor, variedad de personas, ante la pregunta… ¿qué piensa de este paro?, responden sin dudarlo: “La gente de Boyacá nos está dando un ejemplo de dignidad”.
Y no sobra recordar que esta misma gente, mucha de ella con su ruana para protegerse del frío, fue la que varias generaciones atrás se batió en estos campos contra el ejército español. Dos siglos han trascurrido de aquella gesta, y ahora lideran ante todo el país una lucha consciente contra los designidos de los Tratados de Libre Comecio, los cuales amenazan con dejarlos en la ruina. Sin duda, una lucha más por la soberanía nacional. No es extraño, entonces, que la misma gente a la que se consulta exclame, sin pudor: ¡Viva Boyacá y sus campos”.
El recurso más común
Durante estos 8 días que van de paro la respuesta oficial ante la protesta social ha sido lo ya conocido en este y en anteriores gobiernos: intimidación, fuerza, violencia. Los heridos y los detenidos se cuentan por cientos, y las judicializaciones amenazan con llevar a la cárcel –hasta por 15 y más años– a quienes reclaman sus derechos. Es la criminalización de la protesta social, para lo cual se ha preprado el Estado a través de una cascada de leyes promulgadas en los últimos años.
Este es un proceder ya conocido del Estado colombiano. El otro es la larga mano de la “justicia”, la cual se hace sentir cuando la necesita el poder. En esta ocasión no ha sido distinto. Es así como el domingo 24 fue detenido Hugo Ballesteros, el dirigente campesino, integrante del Ejecutivo Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores. Para privarlo de su libertad revivieron los computadores de Raúl Reyes –asegurando que allí aparece su nombre– un recurso transnochado, ya invalidado por la Corte Suprema de Justicia, que en agosto de 2011 conceptuó que los computadores del abatido jefe guerrillero no sirven para ningún proceso judicial por que cayeron en un operativo militar en el extranjero sin ninguna autoridad judicial del país de origen.
Sin duda, su detención es una forma de amedrentamiento contra los movimientos sociales que adelantan el paro nacional agrario en todo el país. En este sentido se pronunciaron voceros de diferentes agrupaciones que, durante el curso de la mañana del lunes 26 realizaron un plantón en la puerta del complejo judicial de Palo Quemado, a donde se esperaba sería llevado el líder campesino para la legalización de su captura.
Voces
Carlos Lozano, dirigente del Partido Comunista Colombiano aseguró que esta es la forma como el gobierno Santos responde a la protesta nacional, sumado a las diferentes violaciones de los derechos humanos, los asesinatos de manifestantes, incendios de viviendas y muchas otras formas de terror por parte de la policía.
En cuanto al balance del paro aseguró que va por buen camino ya que por lo menos los labriegos de 15 departamentos se han sumado a la protesta y aunque el gobierno ha pretendido dividirlos en mesas separadas, los líderes de cada región no han aceptado, “los problemas son los mismos, luego la negociación debe ser una sola para todos”, explicó.
César Jerez, vocero de los campesinos en la mesa del Catatumbo también se presentó en el plantón. Allí explicó que el movimiento de campesinos del que es delegado no se sumará al paro porque esa mesa tiene adelantado varios puntos, pero aclaró que están pendientes de la evolución del conflicto en el resto del país para tomar decisiones.
En cuanto a la persecución de los líderes explicó que “la estigmatización es un arma de guerra que el gobierno ha usado tanto que ya está desgastado, ni siquiera sectores de la propia derecha o integrantes del gobierno ya creen en la acusaciones de la inteligencia militar o de policía ni en la declaraciones del ministro de defensa”. César Jerez fue señalado por su posible militancia en la guerrilla por haber estudiado fuera del país.
Jairo Ramírez, miembro del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, expresó que el paro agrario ha evidenciado una aplicación del terrorismo por parte del Estado contra la población civil. Denunció que la policía ha incendiado viviendas, ha atacado a mujeres embarazadas, robado comida, saqueado el comercio y golpeado, algunas veces hasta la muerte a los manifestantes.
El reto
Una vez aprobadas las tres mesas de negociación acordadas hoy con Juan Manuel Santos, queda por ver si los líderes de este paro, tanto en Boyacá, Cundinamarca y Nariño, logran hacer prevalecer la solidaridad y la visión de conjunto a los intereses particulares. Es un reto mayor, que de mantenerse en las negociaciones mostraría que los movimientos sociales en Colombia están entrando en una nueva etapa.
Ya veremos el humo que circundará los campos de Colombia en el curso de esta semana.
FUENTE: http://www.desdeabajo.info/actualidad/colombia/item/22636-un-paro-que-funde-confianza.html
Articulo actualizado martes 27 de agosto 6 a.m.
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