Han pasado cerca de siete meses luego del último proceso electoral y el escenario político nuevamente se empieza a mover. Los máximos dirigentes de los partidos se trasladan de un lugar a otro para captar potenciales votantes, mientras sus discursos avizoran “milagrosas panaceas” frente a la grave situación financiera que vive el Ecuador y que se traduce en un ‘paquete’ de medidas económicas con amargo sabor a despojo.
Medidas que vale anotar, son auspiciadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los ex ministros de finanzas que intentaron instaurar al braveo el neoliberalismo en el país durante la época de la denominada “partidocracia”. Todo esto bajo la mirada de incertidumbre, pesimismo e incluso molestia de las tres cuartas partes de los ecuatorianos.
Según la última encuesta de la empresa Cedatos, con cierre a septiembre de este año, el 83% de los ciudadanos dice que el gobierno de Lenín Moreno va por mal camino y no es para menos. Con la eliminación del subsidio a la gasolina extra, ecopaís y diésel subirán los precios de los productos de primera necesidad que son de consumo diario de las familias ecuatorianas y, con ello, la especulación no se hará esperar en plazas y mercados.
También se incrementará el precio de los pasajes del transporte público (mayor a 0,25 centavos en algunas ciudades), interparroquial e interprovincial; así como la tarifa de taxis.
Más del 80% de los ecuatorianos no es optimista con la situación económica del país. ¿Se puede ser optimista ante una política de despidos masivos y rebajas salariales? Ahora, si un funcionario público quiere mantener su puesto por un año más, tiene que aceptar –como condición para la renovación de su contrato- que el Estado se apodere del 20% de su sueldo; es decir, se trabaja por menos para no ser desempleado! ¿Quién fiscalizará y garantizará que ese 20% del sueldo de los funcionarios públicos así como los $1 300 millones que se destinaban a los subsidios por combustibles se inviertan en micro-emprendimientos que generen empleo y no en el pago de la deuda? ¡Nadie! Tampoco se puede ser optimista con una deuda pública que supera los $64 mil millones, una economíaque no crece y 10.000 funcionarios que serán despedidos hasta finales de año.
Aquí una digresión: aunque Lenín Moreno no incrementó el IVA por miedo, las medidas neoliberales que ejecuta le ganaron la partida a la retórica populista y clientelar que heredó de su antecesor. El punto de equilibrio entre el neoliberalismo y el populismo ya no existe.
Retomando lo expuesto, a la situación económica se añade un elemento central, la figura de la corrupción institucionalizada por el correísmo en su ‘Arroz Verde’ dejó graves secuelas que ahondaron la desconfianza de los ciudadanos frente a una clase política que pudo haber cocinado más arroces de distintos matices y que a lo largo de su trajinar histórico, se ha caracterizado por su modus operandi populista y su falta de renovación estructural, transparencia y preparación en el manejo de la cosa pública.
La fragmentación político electoral tampoco cambiará, al menos no a corto y mediano plazo. Los partidos y sus dirigentes buscarán llegar a Carondelet en solitario, sin alianzas ni fusiones por tendencias o programas ideológicos; porque en sus sueños húmedos está el emular a la mayoría que tanto repudiaron la década pasada. La razón es obvia: para el partido predominante (sea adepto al Socialismo del Siglo XXI o al “modelo exitoso de Mocolí”) la gobernabilidad no se construye en el diálogo con las diversas minorías políticas y sociales, sino entre quienes hablan sin condición el mismo idioma del poder.
En este contexto, la lucha –todavía incipiente- contra las medidas económicas se entrecruza con el proselitismo pre-electoralen momentos donde la clase política no tiene voluntad para reformarse ni para mejorar la calidad del sistema político ecuatoriano.
Si con todo lo expuesto en los ámbitos económico y político, la calle no se reactiva como espacio de concentración y construcción popular contra-hegemónica; a finales de año tendremos una nueva receta “Made in FMI” con aquello que quedó pendiente en este ‘paquetazo’.
¡Que la crisis la paguen los corruptos y beneficiarios de Odebrecht, no el pueblo!
*Magíster en Estudios Latinoamericanos, mención Política y Cultura. Licenciado en Comunicación Social. Analista en temas de comunicación y política.