A poco tiempo de iniciado el gobierno de Correa, identifiqué su tendencia tecnocrática y caudillista, su ideología no de izquierdas sino de alguna tendencia católica de compromiso social, su tendencia autoritaria y conservadora (no son calificativos negativos ni positivos, sino de tendencias político-sociales) notorio la tarde de su posesión cuando exigía que la euforia del bando de izquierdas se calle cuyas consignas no eran las suyas, ni remotamente. Con el tiempo, sobresalía, además, su pragmático sentido de la gestión “a la EEUU”, esa eficacia sin miramientos en los gastos sino en los grandes resultados del momento, no cuenta desde luego si son o no sustentables; “un resultado es un resultado”. El tiempo ha confirmado estos análisis.
Por algunos de estos y otros aspectos más, la gestión de Correa se asemeja a la del modernizador conservador, autoritario, militante católico de mediados del XIX, García Moreno. El “garcianismo-moreno del siglo XXI” se debe sobre todo a la concepción del “orden social” que tanto promueve el presidente de inicios del XXI como lo hizo García M..
Ahora, la propuesta de importar maestros y profesores de España lo asemeja aún más.
Importar profesores, contrariamente a la visión de muchos críticos, incluidos las personas cercanas de organizaciones sociales dedicadas a la educación, puede ser un buen aporte a la educación nacional, sin que sea la solución a los problemas de la educación, incluida de la universidad.
No es que los españoles estén realmente a un gran nivel de diferencia nuestra en sus conocimientos, prácticas y concepciones de educación, las diferencias deben ser mínimas. España no hace mucho que salió del largo obscurantismo franquista y que sus universitarios han tratado de recuperar tiempos perdidos; y, en algo se sitúan en mayor “puesta al día” que los ecuatorianos. Pero tanto por “este poco” de diferencia como por el hecho de que tendrán cierta distancia frente al contexto, bien pueden aportar una mirada ventajosa para ese Ecuador que no quiere saber de sacudones. Ello, del mismo modo que lo hace un técnico que viene a realizar una y tantas tareas en el país sin que ello implique que no haya técnicos ecuatorianos con similares competencias.
Es frecuente que los amigos que buscan una educación alternativa tiendan a proyectar su visión y prácticas al resto del país, pero la condición del conjunto es más bien diferente a la de ellos. Es necesario un remezón. No lo aportarán los españoles, aún menos al nivel universitario, pero pueden en algo ser un instrumento para incentivar el cambio. Sin embargo, no será de mucha nueces, cuanto más que ante el desempleo español, en particular en educación, el que es o no competente será parte de los que gustosos vendrán a América, ante las ventajas económicas impresionantes que ofrece Ecuador. Un profesor universitario en Norteamérica o Europa soñaría con el salario que ofrece Ecuador. Vaya lotería! Que comportamiento de nuevo rico.
Para muchos esto sería colonialismo, pero es difícil pensar que sea esa la actitud de los que vendrán, más bien lo que si puede decirse es de la mentalidad de colonizados de los que esto han concebido. Algo sustantivamente diferente.
Pero esto no es lo medular de este tipo de gestión, sino implantar condiciones para un resultado en el que se podrá decir mañana que las estadísticas cambiaron, que se incrementaron mejores resultados, que por ejemplo en las estadísticas, habrá 100% de profesores posgraduados, que provienen de mejores universidades que las ecuatorianas, siguiendo alguna clasificación norteamericana, que hay y de seguro habrán profesores nacionales que habrán mejorado sus competencias inclusive por simple competencia con los importados españoles. Es probable que mejore el rendimiento en castellano por ejemplo, y desde luego será algo positivo. Ahí estarán los resultados del rendimiento que llamo a la “gringa”: era menos pero ahora es más, no habían tal tipo de maestros ahora hay tantos, es decir lo importante para esta lógica serán los resultados sobre todo cuantitativos.
En cambio, para lo fundamental, no se dirá si es o no sustentable el sistema, si los ecuatorianos/as han hecho el proceso para que después que termine este gobierno hayan personas y la sociedad que haya hecho suyo un proceso de renovación y sea parte de su vida intima y personal. Es decir que se marque la diferencia entre vivir un cambio social que cae de arriba y uno en que son los miembros de la sociedad los protagonistas del proceso, consecuencia de lo cual el cambio es suyo. NO lo harán en este caso en uno o dos años, sino que se requerirá más tiempo para definir, embarcarse y apropiarse o realizar este cambio.
El resultado: incremento del rendimiento gracias a un nuevo llegado, que sabrá tener el desafío de adaptarse al contexto y buscar imaginativamente algo práctico para comprender y actuar en función del medio. Es la condición de migrante.
Una sociedad no cambia en el fondo, por decretos ni por imposiciones de este tipo, sino precisamente porque el cambio es fruto de su posición y acción. Puede haber todo tipo de propuestas y estímulos para que se defina, pero a la postre debe ser su acción, eso si realmente de cambio social se trata.
El mismo fenómeno se repite a tanto niveles del gobierno. Por ejemplo, al nivel de la función pública, se habría pensado que lo clave era cambiar la función pública, un medio indispensable del aparato del Estado sin el cual nada es posible hacer a largo plazo. El gobierno partió de la premisa que nada vale de los funcionarios, todos deberían ir al basurero de la historia. Y, por lo mismo, se optó por crear una función pública paralela, con los nuevos llegados, jóvenes que están aprendiendo el abc y que para definir que saben refuerzan la lógica discursiva de los recién salidos de la universidad que no logran aterrizar los conceptos y los repiten como enciclopedia, y para tener el poder se esfuerzan en hacer todo en lógica de control y reglamentario, con desplantes autoritarios para darse autoridad. Desperdicio social, tener funcionarios que no se utiliza y se los desprecia, en lugar de ser recapacitados y preparados a suponer que haya algo nuevo realmente a aprender.
En suma, no hay dinámica que parta de la realidad para crear un proceso de cambio, sino lo que cuenta son esos resultados que impacten con la propaganda. El éxito gubernamental, sin embargo, no es necesariamente un éxito para la sociedad. Esta requiere que el cambio parta de sus condiciones, sea asumido por su gente, tenga su aporte y sea apropiado por su gente. Muy diferente de la gestión a la gringa y del garcianismo-moreno del XXI.
Con o sin profesores españoles, el avance en el método educativo tendría que proyectarse al uso de los dos lóbulos parietales, el izquierdo, que es el del intelecto, el tecnócrata, materialista, frío, manipulador, calculador, etc., mientras que el derecho, el del amor, intuición, el justo, rebelde, solidario, artístico, participativo, espiritual, etc., es lo que facilitaría a cualquier sociedad el objetivo común, la utopía de compartir un verdadero y permanente bienestar social.
Lo relevante, dependiendo, puede ser simple o complicado, menciono esto porque el uso de los dos lóbulos cerebrales puede ser aplicado a lo social: con establecidas reglas del juego, incentivar a la población por la presentación de forma verbal o escrita de propuestas productivas, nuevas fuentes de trabajo, innovaciones, soluciones a problemas, etc., compendio cuya ganancia social radica en la difusión.
Un método que valora la capacidad del ser humano para aportar, motiva al uso del talento y esto, por causa y efecto tiene que generar una dinámica saludable para el individuo y el colectivo, claro que para ello el sistema de organización ha de actualizarse a la nueva realidad, caso que significa superar dificultades en la inercia, como la mente mezquina por ejemplo pero el ser humano esta diseñado para aceptar desafíos y superar los problemas que se presentan, tema de evolución.