Un panorama tras la cumbre de la OEA
EL EJE DE IZQUIERDAS TIENE TRES NUEVOS “ENEMIGOS” COMUNES
Los gobiernos de Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Brasil coinciden en tres nuevas y prioritarias trincheras de lucha: los medios, las ONG y los ecologistas.
Boris Miranda
Tiquipaya, Cochabamba
La interpelación de los medios de comunicación, el papel de las organizaciones no gubernamentales (sobre todo las ligadas a los derechos humanos) y la confrontación con ambientalistas movilizados contra la explotación de recursos naturales son los tres grandes problemas comunes con los que tropiezan los gobiernos “progresistas ” de la región.
La reciente asamblea general de la Organización de Estados Americanos efectuada en Tiquipaya, Cochabamba, dejó claro que aunque sus procesos políticos son harto distintos, las administraciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Venezuela y Ecuador mantienen una línea estratégica similar que, en la coyuntura actual, les sirve para identificar coincidentemente estas tres “nuevas trincheras de lucha”, tanto a escala interna como regional.
En otras palabras, los países impulsores del ALBA y de la refundación de la OEA sin el control de Estados Unidos enarbolan ahora discursos contra el periodismo, los ambientalistas y los activistas, tal cual antes lo hacían contra el fascismo, la burguesía excluyente o el imperialismo yanqui.
Este cambio en la agenda de las “izquierdas del siglo XXI” fue interpretado por sus representantes diplomáticos que visitaron el país como una “denuncia a las nuevas maniobras de la derecha” para derrotar a sus procesos. Es así que Ecuador denuncia que el imperialismo se ha “revestido como indígena” y pretende utilizar la consulta previa para frenar proyectos de desarrollo, mientras que Venezuela acusó a las ONG de pretender distorsionar su proceso con denuncias de violaciones a derechos humanos. Brasil considera lo propio cuando lo acusan de impulsar planes que atentan contra el medio ambiente.
Los analistas se dividen entre el respaldo prudente y los duros cuestionamientos a estas posturas. El antropólogo argentino Renzo Politti sostuvo, en uno de los salones de Tiquipaya, que las “maniobras de la derecha se han transformado en reivindicaciones indígenas o de derechos humanos”.
Sin embargo, en criterio de la socióloga Karina Saucedo, existió a todas luces un guión construido “fundamentalmente entre Bolivia y Ecuador” para imponer su agenda en la asamblea de cancilleres. En el ataque sincronizado capitaneado por Evo Morales y Rafael Correa, representantes del bloque de izquierdas efectuaron incendiarias declaraciones y denuncias contra todo el sistema de la OEA. Además que se cooperaron en temas clave de la cumbre. Brasil propuso la declaración de diálogo por las islas Malvinas, que ahora celebra Argentina. Ecuador se apoyó en Bolivia y Venezuela para cuestionar el mecanismo de consulta previa indígena y los cinco países pidieron cambios de fondo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es más, Morales planteó que la OEA y la CIDH deben desaparecer si siguen siendo una plataforma afín a la política estadounidense, y al día siguiente llegó el Mandatario ecuatoriano para enfilar contra los medios. “Esta reunión nos ofrece un espacio adecuado para el debate de temas como los derechos humanos, la democracia, la integridad regional y la seguridad, temas que tienen diferentes puntos de vista y líneas rectoras de nuestro hemisferio”, expresó el canciller argentino, Héctor Timermann.
Consultado por la postura de bloque que llevaron los países de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (de la que no forma parte Argentina, pero a la que es afín), el diplomático manifestó que existen “problemáticas comunes que hacen a la construcción de la Patria Grande de Latinoamérica”. Puntualizó que uno de éstos es la resistencia que los medios de comunicación hacen a los cambios en varios países. “Satanizan a nuestros estados”, dijo Correa en consonancia, apenas unos minutos antes de que Ideas contacte al representante argentino.
No fueron los únicos. Venezuela también manifestó sus reparos en este tema. El canciller Nicolás Maduro apoyó además la crítica hecha por la delegación boliviana a la CIDH y algunas organizaciones no gubernamentales. “Nosotros llamamos a que no cierren las puertas al cambio”, dijo. “Somos los estados los que tenemos la función para legislar, para crear, para perfeccionar o para cambiar cualquier elemento que esté torcido, que haya sido tergiversado”, expresó el jefe de la diplomacia venezolana. Los estados del bloque no sólo criticaron a la CIDH, sino que también advirtieron su molestia por el trabajo de entidades como Amnistía Internacional y otras plataformas que son parte del Sistema Interamericano. La oleada de ataques puso en alerta a la OEA y a la red de organizaciones no gubernamentales.
Al punto que 400 ONG firmaron un documento rechazando la postura de los cinco países y reafirmando su respaldo a la continuidad de la Corte. Al respecto, Renzo Pomi, jefe de la delegación de Amnistía Internacional, presente en la asamblea, lamentó que estos gobiernos pretendan interferir en instituciones autónomas como la CIDH.
“Algunos estados se han dedicado a satanizar a las ONG con nuevas o repetidas acusaciones, muchas veces derivadas de interpretaciones equivocadas. Se han hecho acusaciones preocupantes en cuanto al rol que deben cumplir estos órganos y sobre el alcance de normas y estándares internacionales en materia de derechos humanos”.
Domingo 10 de junio de 2012 Página SIETE, La Paz, Bolivia