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14 abril 2014
En sus últimos enlaces ciudadanos (363, 364, 365) el Presidente Rafael Correa hizo algunas precisiones sobre el socialismo del siglo XXI, que comenté en anteriores artículos. Sostuvo que se fundamenta en la redistribución de los ingresos, que no pretende abolir la propiedad privada de los medios de producción, que requiere de inversión extranjera y de empresarios, que está con los trabajadores, y que impone la supremacía del ser humano sobre el capital.
En “Pulso político” (6/4/2014), que dirige Carlos Rabascall, el Presidente aclaró que el socialismo del siglo XXI usa el mercado al servicio de la sociedad; que requiere de “empresarios”, entendidos estos como gente emprendedora e innovadora; que no hay respuesta fija para balancear la acción colectiva o la acción individual, pues depende de cada sociedad; que la Constitución obliga a la propiedad estatal en ciertas áreas; que es importante la acción del Estado y que “se trata de transformar las relaciones de poder en función de las grandes mayorías”.
Son las definiciones del Presidente las que me han llevado a entender que el socialismo del siglo XXI es un sistema que combina capitalismo social (nivel económico) y Estado popular o ciudadano (nivel político), y que, por tanto, este “socialismo” es distinto al marxista. Y creo que la fórmula es válida para la discusión. Porque entre las izquierdas tradicionales y, sobre todo, entre las marxistas, hay persistentes negativas a comprender que el “capitalismo social” existe, que es distinto al que examinaron los clásicos y que ha sido capaz de solucionar problemas sociales. La forma más avanzada de capitalismo social es el “modelo nórdico” (Dinamarca, Noruega, Suecia) del “sistema escandinavo de bienestar”, que bien puede considerarse un verdadero “socialismo del siglo XXI”, donde el Estado interviene para la redistribución de la riqueza con altos impuestos; garantiza educación y medicina públicas, gratuitas y de calidad; vivienda; altas pensiones de vejez y asistencia social. Son los países donde mejor se vive en el mundo. Noruega ocupa el primer lugar en el índice de desarrollo humano de las NNUU. Y en Dinamarca se hacen huelgas y paros cada vez que se pretende bajar impuestos, porque sus ciudadanos saben que con ello peligra su excelente bienestar social.
Es válido afirmar, por tanto, que Ecuador construye una forma de capitalismo social con Estado bajo poder ciudadano y que esto es un socialismo del siglo XXI.
ARTÍCULOS RELACIONADOS: “El Presidente y el Socialismo”:
http://goo.gl/3uvVQz (I); http://goo.gl/4tlGXZ (II); http://goo.gl/KxGzDT (III)
¿Candidez o servilismo? El modelo correísta, si bien tuvo una primera fase de definición de un Estado democrático de protección y garantía de derechos, hoy se ha desviado hacia un populismo autoritario, con modernización de mecanismos de mercado, aunque no tiene nada que ver con el Estado de bienestar escandinavo, ni con ninguna definición de socialismo. En lo político nos encaminamos hacia un “garcianismo del siglo XXI”. Observo que las definiciones de ‘régimen de desarrollo’ y ´régimen del buen vivir’ (artículos 275 y 340 de la Constitución) han sido dejadas de lado en la acción gubernamental, y que las cinco funciones del Estado son dependencias directas de la presidencia de la República, sin ninguna independencia para ejercer control o regulación del poder total que ejerce la función Ejecutiva. ¿Han conocido ustedes alguna definición de socialismo que no incluya la democratización de la sociedad en lo político y en lo económico?
[…] [1] https://lalineadefuego.info2014/04/16/el-presidente-y-el-capitalismo-social-por-juan-j-paz-y-mino-ce… […]